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Dignidad en la carretera
"En las carreteras del poder, hemos consentido durante demasiado tiempo que los perros atropellen a los hombres. Esta vez no lo han conseguido. Ni lo harán cuando utilicemos la dignidad como parapeto"
La nada animal es un perro en la carretera. Muy a pesar del perro que ama a los hombres como a dioses. Aunque el hombre los trate como a perros. Que abandona. Y mata.
Ayer me crucé con uno. Tuve la fortuna de esquivarlo sin maniobrar bruscamente. Viajaba con mi compañera y mis dos hijos. El coche de atrás se lo llevó por delante. No hizo nada por evitarlo. Reconozco que me jodió su aparente indolencia. Entonces ella me dijo que el estado de necesidad exime del delito. Que cuando en una situación extrema hay que elegir entre la vida propia y la ajena, nuestro Derecho no castiga al egoísta. Y que la próxima vez, antes de poner en riesgo las nuestras, mate al perro. Hasta el ecologista más radical lo haría. Lo dice la ley. El sentido común. Y el instinto de supervivencia.
No supe qué responder. ¿Y si en lugar de un perro es una persona? ¿Podría haber actuado igual que el conductor del otro coche? ¿Tengo la obligación de esquivarla? ¿Tengo el deber moral de poner en riesgo mi vida y las de mi familia? Me temo que no. Seguro que el juez analizaría al milímetro la legalidad de mi conducta. Si iba borracho. Por mi carril. A la velocidad marcada. Las condiciones del vehículo… Justo lo que nadie se pregunta cuando el muerto es un perro. Aún más. No sólo importa una mierda la cantidad de alcohol o lo que marque el velocímetro, sino que se puede llegar a la retorcida paradoja de denunciar al dueño del perro por los daños ocasionados en el coche. Porque en estos casos no existe situación de necesidad, sino de superioridad entre amo y esclavo.
Como a un perro en la carretera son tratados sistemáticamente las plataformas ciudadanas, formaciones políticas y sindicatos minoritarios en este país. Y ya no hablo de los parados, excluidos, migrantes, ancianos o enfermos, que ni siquiera disponen de mecanismos de representación. Todos invisibles para las opiniones pública y publicada. Atropellados por los dioses superiores instalados en el poder. Por eso les sorprende y molesta que el perro ladre y revindique su vida y su dignidad en mitad de la carretera. Y los dioses, que conducen soberbios por las carreteras que creen sólo suyas, se quejan e invocan el orden público para sojuzgarlos aviesamente.
Las marchas de marzo han demostrado lo evidente. Digamos la verdad. Nos tratan como a perros pero los únicos perros son ellos. Y en las carreteras del poder, hemos consentido durante demasiado tiempo que los perros atropellen a los hombres. Hoy no. Esta vez no lo han conseguido. Ni lo harán cuando utilicemos la dignidad como parapeto. Sencillamente, porque la dignidad nos hace invulnerables.
Imposible recordar todos y cada uno de los motivos, escritos con letra sencilla en humildes pancartas o coreados por enérgicas gargantas, que marcharon por Madrid el 22 M. http://wp.me/p2v1L3-ux
Un gran éxito el de ayer. Esperemos que en la Asamblea de hoy, se continue y reeproyecte este hermoso proyecto de lucha y confluencia de todos los movimientos sociales que representan a la ciudadanía ultrajada por los recortes discriminatorios, en plan de manifiesta desigualdad con respecto a las partes mas boyantes de la sociedad.Se tiene que seguir en la lucha diaria y creando un nuevo modelo de sociedad en el que la economía sea social y todo lo que se plasme en los Presupuestos Generales del Estado sean Sociales, solidarios, en los que la Ciencia, la Educación, la Cultura, las Humanidades sean, la estimulación creativa y social de la persona en si y de la colectividad. Todo esto no cabe duda, encaja en una Tercera Republica, la Republica de las personas cultas, de las personas solidarias, la de los valores cívicos.
http://intentadolo.blogspot.com.es/2014/03/la-asquerosa-cola-del-terrible-11m.html