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¿Quién es el siguiente?
"Los países que iban a disputar la hegemonía de la moribunda Europa vuelven al rincón de pensar"
Artículo publicado en el número de marzo de La Marea, a la venta en kioskos y aquí
Hagan sus apuestas. Es buen momento. Parece que, por ahora, hay cierta calma. Así que, ¿qué? ¿quién será el siguiente en caer? Porque es que de eso se trata. En eso se ha convertido, y en esa pregunta se destila, el nuevo capitalismo del siglo XXI: ¿A quién le toca pringar ahora?
El 23 de enero fue el peso argentino, pero podría haber sido cualquier otro país y moneda de esas que llamaban
emergentes. Susto de Argentina a las bolsas mundiales y un nuevo discurso que se pone a circular: los emergentes, esa esperanza para las exportaciones, ese foco de inversión, ese milagro, se nos oscurece. Con un Brasil que se acerca dando tumbos a su Mundial. Con una China más poderosa que nunca y, por ello, más contradictoria, los grandes países que iban a disputar la hegemonía de la moribunda Europa vuelven al rincón de pensar. En principio no debe haber contagio mundial. Citando las sabias verdades de Resacón en Las Vegas, un informe de Goldman Sachs sobre el asunto aseguraba que “lo que sucede en los emergentes se queda principalmente en los emergentes”. Lo que queda es inestabilidad monetaria y deuda pública, entre otros marrones.
Los nuevos primos
El economista (también de Goldman, qué casualidad) Jim O’Neill acuñó en el 2001 el término BRIC –ya saben,
Brasil, Rusia, India y China– para resumir el horizonte de esperanza de un mundo que lo petaba. Este año, la
agencia de calificación Moody’s se inventaba el término The Fragile Five (los cinco frágiles) para señalar a Indonesia,
Turquía, Brasil, India y Sudáfrica como los nuevos primos que pueden pagar la próxima ronda de asalto y expolio financiero.
Sin embargo, otro analista, Mathew Lynn, dice que los verdaderos fragile five no son esos, sino Francia, Alemania,
Reino Unido, Australia y Canadá, ni más ni menos. Toma castaña. Países sobre los que, dice Lynn, “casi nadie está preocupado”, y nos pueden animar el año, por decirlo así. Canadá y su burbuja inmobiliaria. Dependencia de China en el caso de Australia, deuda pública para Francia y desequilibrio del sector financiero para Reino Unido (ya saben, ese país que hay alrededor de la City). Nuevos peligros sin haber solucionado ni uno de los problemas continentales:
el eurobono, la fiscalidad europea, y la identidad y alcance del Banco Central Europeo.
Como recordaba Larry Elliott en The Guardian hace unas semanas, las crisis financieras de cierta entidad se repiten cada siete años. En este siglo, creer en cualquier tipo de ciclo, sea del tipo que sea, me parece tan infantil como encomendarse a la Virgen del Rocío para acabar con el paro. Aun así, parece claro que los dientes de sierra de la Gran Recesión se están marcando con desesperante precisión: hacia abajo y un poco hacia arriba. Más abajo y un suave respiro… Hasta cumplir los siete añitos ya en este 2014. Así que guay, pinzas y no tijeras. Ese será el emblema, el objeto icónico de los años que nos siguen. Las ubicuas tijeras de los recortes pueden ir dejando paso a la pinza. Porque todo el sistema resultante del austericidio, de la Gran Recesión, sigue cogido con pinzas. Y condenado a repetir errores y catástrofes sin el beneficio del aprendizaje y la corrección.
Y el motivo es claro, si tu negocio es la variación de precio, si tu negocio no depende de nada material, ni fabrica
nada, ni le afectan los gustos de la gente, si tu negocio es comprar barato y vender caro, lo lógico es que busques
cuantas más diferencias de precio mejor. Es decir, que la estabilidad, así en general, es mala.
Los tipos que se dedican al negocio de hundir los precios son muchos, son ricos y han descubierto, con subidón de adrenalina, que no sólo pueden morder a empresas, sino que también tienen poder para hundir países. Y entonces, ¿por qué parar? Si funcionó con el sur de Europa, ¿alguien duda de que irán a por Canadá o Argentina? ¿Alguien duda de que veremos los mismos rumores, miedos, defaults y rescates una y otra vez? ¿La misma hipócrita sorpresa?
No se trata de saber si parará sino quién será el próximo. Hagan sus apuestas. ¿Qué pueblo será el próximo en ser despedazado?