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Los recortes dejan sin servicio de limpieza al mejor observatorio astronómico de la Europa continental
El centro de Calar Alto se queda sin cocina ni limpiadores al mismo tiempo que sus científicos reciben un número récord de solicitudes de investigación
MIGUEL ÁNGEL CRIADO // Elvira Checa entró a trabajar en el Centro Astronómico Hispano Alemán de Calar Alto (CAHA) en 1982, cuando estaban construyendo su telescopio de 3,5 metros, el mayor de la época en Europa. Entonces tenía 19 años. Hoy lunes, pasados los 50, irá a recoger su carta de despido. No, no es astrónoma, es cocinera. Ayer fue el último día que preparó la comida para los científicos y técnicos que observan las estrellas desde esta montaña almeriense de 2.168 metros. El drama personal de Elvira es más que una metáfora del drama de la ciencia en España.
Desde mañana, no habrá quien cocine ni limpie en Calar Alto. En su política de recortes, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), responsable de las instalaciones junto a la alemana Sociedad Max Planck (MPG), ha decidido prescindir de Elvira y sus compañeros de cocina y limpieza. Son ocho, el 20% de un total en el que hay astrónomos, expertos en electrónica, informáticos y personal administrativo y de mantenimiento.
“¿A partir de mañana quién cocina y quién limpia?, se pregunta la doctora en astrofísica y astrónoma técnica de Calar Alto, Ana Guijarro. Como el resto del personal científico y buena parte del técnico, Guijarro se pasa las 24 horas del día, durante varios días seguidos, en el observatorio. Además de trabajar, duerme y come en Calar Alto. Y, “si no hay comida, habrá que irse”, asegura. El CSIC planeaba externalizar tanto el servicio de comida como el de limpieza, pero ninguna empresa de la zona ha querido hacerlo por el dinero que ofrecía.
Una agonía
Los despidos y el problema de la comida son las fases más recientes de la agonía que está pasando el todavía mejor observatorio astronómico de la Europa continental. Sus cinco telescopios (sólo cuatro gestionados por el CAHA) desplegados en la Sierra de los Filabres escudriñan el cielo nocturno las hasta 200 noches completamente despejadas y muchas otras parcialmente que se dan en esta zona del sur de España. Opera en la modalidad de servicio. Cualquier centro de investigación o astrónomo profesional del mundo puede presentar una solicitud de tiempo de observación. Los científicos de Calar Alto obtienen los datos y los envían vía internet a los titulares de ese espacio de la noche.
A pesar de los recortes, el trabajo no deja de aumentar. ”Para la nueva convocatoria, se han solicitado como un 50% mas de noches de observación que el semestre pasado”, comenta el astrónomo Santos Pedraz. Este fin de semana acaba el plazo de presentación de solicitudes para el segundo semestre del año. Aunque un comité tendrá que evaluar las solicitudes en función de su interés científico, aquella cifra supone que por cada noche disponible se han pedido entre 2,5 y 3 noches. Así que tendrá que rechazar muchas peticiones.
Pedraz es uno de los astrónomos más veteranos de Calar Alto. Llegó al observatorio cuando aún la mayoría de los investigadores eran alemanes de la Max Planck. El año de entrada en servicio del primer telescopio, en 1975, y muchos años después, aquí sólo se hablaba alemán si se exceptúa al personal de limpieza y cocinas. En un ejemplo de colonialismo científico, Alemania ponía la tecnología y los científicos mientras España ponía el cielo de Almería y el servicio.
Colonización científica
Sin embargo, aquella colonización permitió el desarrollo de la ciencia astronómica española. Con el paso de los años, los científicos españoles pudieron usar los telescopios alemanes. Primero sólo con un 10% del tiempo nocturno disponible, pero ese porcentaje fue creciendo hasta alcanzar una práctica paridad. ”Hoy, en astronomía, no tenemos nada que envidiar”, asegura Pedraz.
En paralelo, los alemanes también fueron cediendo la gestión de Calar Alto. Hasta 2004, el control alemán del centro y su financiación era completo. Sin embargo, desde entonces, un convenio repartió la gestión entre el CSIC y la MPG. En cuanto al dinero, los alemanes aún aportan el 62,5% del presupuesto y el CSIC pone el resto. En junio del año pasado, antes de que se cumpliera el plazo del convenio anterior, se firmó un nuevo acuerdo que ponía fecha de caducidad a la presencia alemana en Calar Alto. En 2018, traspasarían toda la titularidad de los telescopios al CSIC. Pero también dejaban de poner su parte.
“Los alemanes nos están regalando un chollo, unas instalaciones en pleno rendimiento, y el CSIC solo habla de recortar dinero”, lamenta Pedraz. Pero aquí, más que recortes, ha habido tajos. De los cuatro millones de euros presupuestados en 2010, se ha pasado a 1,6 millones para este año y los siguientes hasta 2018. Tal reducción ha provocado la renuncia de los dos últimos directores del CAHA, el último hace sólo unas semanas. Para el Instituto de Astrofísica de Andalucía, responsable científico de Calar Alto, esa cantidad imposibilita la viabilidad del centro.
Lágrimas en los ojos
En esa cantidad tampoco caben Elvira y los otros dos cocineros de Calar Alto. Ni Remedios Martínez y Francisca Tapia, dos de las limpiadoras que han trabajado en el observatorio más de 30 años. Como decía la astrónoma Ana Guijarro al verlas irse de allí con sólo una bolsa y lágrimas en los ojos, “se te rompe el corazón”.
Los astrónomos temen que los siguientes sean ellos. Aunque hay un compromiso firmado entre el CSIC y la MPG para mantener Calar Alto hasta 2018, el presupuesto previsto para este año sólo alcanza para llegar hasta septiembre si no se hacen más recortes. Y más recortes significa más despidos o reducciones salariales que se conviertan en una invitación a marcharse.
“Hay un riesgo cierto de que no haya futuro para el observatorio”, teme el físico de la Universidad de Almería Javier Barbero, miembro de la Asociación de Amigos de Calar Alto. Si sometes a tanta tensión a un centro como este, al final puede acabar por romperse.
[Artículo publicado en Materia]