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La asamblea como construcción colectiva

El autor repasa las potencialidades y limitaciones de las asambleas y ofrece algunos consejos para favorecer la construcción colectiva de ideas, acciones y propuestas

Asamblea del 15-M en la Puerta del Sol. FERNANDO SÁNCHEZ

Una asamblea es un encuentro de personas cara a cara en el que existe igualdad de oportunidades para participar y en el que se pretende conseguir una respuesta colectiva (acuerdos, acciones, planes, conocimiento). La asamblea es la esencia de la democracia directa y participativa, es el lugar de mayor poder en los grupos, las organizaciones y las sociedades que quieren ser horizontales.

Es un lugar privilegiado para la construcción de la inteligencia colectiva. Una asamblea no es sólo un lugar donde compiten las propuestas, sino que también puede ser un espacio de creación y de construcción del acuerdo para la intervención.

La práctica de buenas asambleas es el resultado de una compleja obra colectiva que requiere tiempo y aprendizaje. Se puede aprender a hacer mejores asambleas aunque también se puede “aprender” a deteriorarlas y a manipularlas. Personas inteligentes reunidas no garantizan una asamblea inteligente.

El conocimiento sobre cómo funcionan las asambleas es un proceso continuo, abierto, experimental y dinámico. Y construir este conocimiento es una tarea colectiva.

La experiencia nos dice que cada asamblea es única e irrepetible, pero a pesar de esto podemos encontrar algunas dimensiones comunes que las distinguen o clasifican. Estas pueden ser el tamaño, la periodicidad, el grado de estructuración o la naturaleza de los temas que se tratan. Y así nos encontramos con asambleas informativas, operativas, de toma de decisiones, creativas, formativas u organizativas.

Podría decirse además que hay asambleas ejemplares, conflictivas, manipuladas, eufóricas, aburridas, motivadoras, bélicas, fértiles, interesantes, divertidas, burocráticas, catárticas, verdaderas construcciones colectivas, sorprendentes, vacías, empoderadoras, etc.

Una asamblea puede entenderse como un espacio en el que priman el debate y la confrontación o como un espacio de construcción colectiva. El espacio de debate y confrontación con frecuencia mejora las ideas al tener que someterlas a procesos dialécticos de crítica y superación. También es el lugar en que a menudo se seleccionan las mejores ideas al hacerlas competir con otras. Sin embargo al ser un lugar de debate (batalla), presenta algunas limitaciones, tales como la polarización de personas, facciones e ideas que resultan vencedoras y vencidas. Otra limitación importante es la pérdida de ideas, pues, al entenderse como una confrontación, no se suelen aportar argumentos favorables a las posturas consideradas opuestas, ni tampoco se buscan argumentos desfavorables a las propuestas consideradas propias. Otro inconveniente de la batalla es que suele conllevar heridas y en ocasiones también “muertes” (es decir, abandonos o parálisis).

La percepción de la asamblea como lugar de construcción colectiva da cabida al debate y a la dialéctica, pero va más allá, pues muchas veces no pretende sólo enfrentar propuestas sino crearlas y trenzarlas desde aportaciones embrionarias, borrosas, parciales o hipotéticas de las personas asistentes. También puede crear síntesis nuevas a partir de ideas desarrolladas. En estos casos la atribución del éxito suele ser colectiva en lugar de personal o de facciones. El grupo crea propuestas y soluciones que antes no había. La resultante es más que la suma de las partes. La resultante es más que la diferencia de las ideas que compiten. La construcción colectiva aprovecha la diversidad y no la convierte en oposición tan rápidamente como lo hace el debate.

Como la atribución del éxito es colectiva no importa desarrollar las ideas de otras personas o criticar aspectos de las propias.

A través de la construcción colectiva puede percibirse, en muchas ocasiones, que todas las personas tienen razón o al menos parte de razón, lo que sucede con menos frecuencia en la confrontación y competición de ideas.

La construcción colectiva utiliza diferentes tipos de pensamiento (pensamiento creativo o hipotético, pensamiento operativo, pensamiento crítico) tanto con las ideas propias como con las ajenas. La mezcla de estos pensamientos suele generar dificultades en el debate clásico. En la construcción colectiva se puede dudar en grupo, o se pueden expresar dudas sobre las ideas propias.

Hay técnicas sencillas que pueden mejorar las potencialidades de una asamblea tales como la tormenta de ideas, la división en grupos o la reflexión previa. El buen desarrollo de la función de moderación o facilitación es uno de los elementos claves para el éxito de una asamblea. Pero también la idea compartida y vivida de que una asamblea puede ser una CONSTRUCCIÓN COLECTIVA.

En cualquier caso los mínimos imprescindibles para realizar buenas asambleas son:

– Hacer el orden del día o guión de la asamblea
– Elegir/designar una persona moderadora
– Pedir la palabra antes de hablar
– No salirse del tema que se está hablando
– Realizar un uso democrático del tiempo de palabra
– Evitar las falsas oposiciones (oponerse a algo que no se ha dicho)
– Cerrar los temas con acuerdos, síntesis o designación de personas que lo siguen trabajando
– Registrar los acuerdos y hacer el acta
– Proponer la siguiente cita
– Tener voluntad de trabajar por el bien colectivo y los objetivos principales del grupo

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Un desarrollo más amplio y práctico puede encontrarse en la reciente publicación Guía para realizar asambleas de Fernando Cembranos, Marta Pascual y la Comisión de Educación de Ecologistas en Acción (2013, Libros en Acción)

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Comentarios
  1. Está muy bien como guía de lo que pretendemos y podemos alcanzar con una asamblea, pero son urgentes en España análisis que presenten y analicen los espacios políticos (como las asambleas) como campos de lucha y negociación. Y algo más interesante aún: cuando hay negociación es que hay «algo en juego». Discutir qué es ese algo (el poder, el prestigio, la influencia, etc) es fundamental para no confundir los discursos con la realidad.

    • El que mencionas tú es el que conocía yo (y el que repartí durante algunos años en fotocopias). Habrá que hacerse con este nuevo.

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