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Hoy, 9 de diciembre, conmemoramos la Constitución
En la actualidad, rememorar y homenajear la Constitución republicana no solo tiene un valor histórico, como símbolo y recuerdo del pasado, sino sobre todo como modelo e inspiración para el futuro
Sí, sí. No teman. No se trata de un error. La resaca posterior a la entrañable fiesta constitucional del 6 de diciembre no me ha hecho confundir las fechas. Porque no me estoy refiriendo a la actual Constitución en vigor, la de 1978, sino a la Constitución republicana, aprobada el 9 de diciembre de 1931.
Un día como hoy el parlamento votó y sancionó el texto constitucional que iba a marcar el rumbo de la Segunda República española y que incorporaba a este país a la senda de las democracias de su entorno en términos de libertades públicas y derechos sociales. Una Constitución nacida con la vocación de ser, como advertía Manuel Azaña, algo más que un mero texto de Derecho político. De ser el punto de partida desde el que transformar radicalmente la realidad de la España de la epoca y construir una ciudadanía y una sociedad libre, igualitaria, laica, responsable y participativa.
Lo intentaron, pero otros lo impidieron. El triste final de la Segunda República guarda relación directa con la reacción de la España tradicional -esa que todavía hoy muestra su verdadera cara a la mínima ocasión- ante una Constitución que buscaba poner fin a los seculares privilegios de la oligarquía económica y financiera que, con el férreo apoyo de la Iglesia católica, controlaba todos los resortes del poder desde tiempos inmemoriales.
A pesar de su importancia en términos democráticos, no es extraño que esta fecha del 9 de diciembre pase desapercibida para la ciudadanía. La «Inmaculada Transición» hizo todo lo posible por borrar del imaginario colectivo lo relativo al pasado republicano. En efecto, el pacto de la transición trajo consigo no solo el olvido de los crímenes del franquismo y la impunidad para sus autores, sino también la equidistancia entre la República y la dictadura; entre los dos males del pasado, o los «dos bandos», como se buscó denominar al legítimo orden constitucional y a la dictadura que lo sustituyó tras el golpe de Estado.
El olvido del pasado republicano presidió todo el proceso de transición. Es más, los partidos políticos que concurrieron a las elecciones de 1977 -las que, sin presentarse como tal, luego dieron lugar a unas cortes constituyentes- tuvieron que renunciar a toda referencia republicana. Quienes no lo hicieron, como por ejemplo Izquierda Republicana, no pudieron presentarse a aquellas elecciones. Así pues, no todas las opciones políticas estuvieron en las urnas. Después, los constituyentes del 78 -los llamados «padres de la patria»- renunciaron a considerar la experiencia republicana como digna de reconocimiento en la actual Constitución. La única mención a este pasado aparece en su disposición transitoria segunda, al regular el acceso a la autonomía de las comunidades históricas -Cataluña, Euskadi y Galicia-, las que en la República aprobaron proyectos de estatutos de autonomía. Una mención que no hace justicia a la República.
En la actualidad, rememorar y homenajear la Constitución republicana no solo tiene un valor histórico, como símbolo y recuerdo del pasado, sino sobre todo como modelo e inspiración para el futuro. Las y los republicanos del 31 tuvieron el suficiente coraje político como para diseñar un sistema democrático desde la propia jefatura del Estado, establecer mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones, reconocer derechos sociales, garantizar la igualdad de sexos, ampliar el derecho de voto a las mujeres, terminar con los privilegios de la Iglesia católica o realizar el mayor esfuerzo en educación de la historia de España, entre otros destacados avances.
Todo ello en circunstancias tan difíciles o más que las actuales. En un contexto tan adverso como el que se encontrará el necesario proceso constituyente que -tarde o temprano- habrá de llevar a cabo la sociedad española, dado que el régimen nacido de la Constitución de 1978 se ha revelado incapaz para configurar una sociedad realmente democrática y garante de los derechos humanos. A la hora de abordar este proceso constituyente mucho es lo que podemos aprender de la experiencia republicana.
Por eso hoy, 9 de diciembre, conmemoramos la Constitución republicana de 1931. Y con ella recordamos la memoria de quienes la crearon y, sobre todo, de quienes la defendieron frente al golpe de Estado fascista. Porque son, como decía Max Aub, lo «mejor del mundo».
ES SOBRE EL ESCUDO QUE LLEVA LA BANDERA REPUBLICANA, EL DE LOS BORBONES , SI ES REPUBLICANA DEBERÍA SER SOLO SUS COLORES,
El escudo republicano elimina las armas de la Casa de Borbón (flor de lis), cambia la corona real por una mural que representa que la soberanía reside en el pueblo y elimina las coronas española y germánica sobre las Torres de Hércules, de ahí que no mantenga referencias a la monarquía y, mucho menos, a los Borbones.
Los escudos de armas son los de los territorios existentes antes de formarse el «ente» España (Coronas de Castilla, León y Aragón, reinos de Navarra y Granada) y que la conforman en la actualidad.
Pues en la mani del viernes a favor de la República eramos más bien poquitos, dividos y mal organizada sobre todo al final en lña puerta del Sol.A ver si los repúblicanos de ahora nos ponemos a la altura y volvemos a ser como dijo Max . los mejores del mundo.
Viva la República
Y salta la liebre de que Juan Carlos ya ha dividido España entre Felipe, Helena y Cristina:
http://etcnoticias.wordpress.com/2013/12/09/juan-carlos-dejara-las-dos-castillas-a-felipe-cataluna-a-cristina-y-urdangarin-y-pais-vasco-y-navarra-a-helena/