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La farmacéutica Grünenthal tendrá que indemnizar a 23 víctimas de la talidomida
El fármaco, que se recetaba como sedante para aliviar las náuseas durante el embarazo, ha provocado cerca de 20.000 casos de malformaciones genéticas en todo el mundo, según cálculos de la asociación de afectados
GEMMA GARCIA // La Asociación de Víctimas de la Talidomida (AVITE) en España consiguió una victoria histórica el 20 de noviembre. El juzgado de Primera Instancia 90 de Madrid sentenció a favor de la asociación y obliga a la farmacéutica Grünenthal a indemnizar a 23 personas afectadas por la talidomida, un componente farmacéutico presente en siete fármacos de las casas Grünenthal, UCB Pharma y Farmacobiológicos Nessa. Los fármacos con talidomida, que se recetaban como sedante para aliviar las náuseas durante el primer trimestre del embarazo, se distribuyeron en España hasta enero de 1963, dos años más tarde que en el resto del mundo. La sentencia culpa a Grünenthal por no haber comprobado la seguridad del producto que fabricaba y distribuía.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha registrado más de 10.000 casos de malformaciones genéticas en los hijos e hijas de las mujeres que consumieron talidomida. La asociación de víctimas de este fármaco, AVITE, que calcula que hay un total de 20.000 personas afectadas en todo el mundo y entre 200 y 300 en España, ha valorado positivamente la sentencia a pesar de que habían exigido indemnizaciones para 186 afectados. El juzgado ha limitado el derecho a indemnización, de entre 660.000 y 1.980.000 euros en función del grado de discapacidad reconocido, a las víctimas reconocidas por el Gobierno español en 2010, que en un real decreto aprobó ayudas económicas a los afectados. Aún así, los afectados que no se benefician de la sentencia consideran que se podrán aprovechar cuando sean reconocidos como afectados por la talidomida. Además, la causa no puede prescribir, ya que el juzgado reconoce en la sentencia que los daños de la talidomida son permanentes, continuados y tardíos, o de nueva aparición. Mientras tanto, la talidomida todavía se administra para tratar casos de lepra, cáncer o sida y navega por el mercado negro de Internet.
Los rastros y la pesadilla de la talidomida
Silvia San Salvador Massona nació con brazos más reducidos y sin pulgares, el año 1961, en Barcelona. Su madre tomó talidomida, recetada por su médico de cabecera para paliar las náuseas del embarazo. El sanitario le aseguró que no tenía efectos secundarios. Cuando San Salvador tenía dos años, el caso de una niña afectada por la talidomida en Lieja (Bélgica) puso de relieve el origen de sus malformaciones. Durante el embarazo, su madre había tomado el mismo fármaco que la mujer de Lieja. San Salvador asegura que, desde entonces, su madre nunca pudo desligarse de un «sentimiento de culpabilidad». Ahora es la socia 31 de AVITE, que actualmente reúne a 200 hijos e hijas de la talidomida.
En los años 60 se comprobó que la talidomida producía defectos congénitos en los recién nacidos, sobre todo en las extremidades, que aparecen más cortas, amputadas o deformadas. Un mal conocido como focomelia. Lo que se ha convertido en uno de los peores casos de efectos adversos de medicamentos es producto del «afán lucrativo de unos laboratorios que no midieron suficientemente las consecuencias», según el vicepresidente de AVITE, Jose Marques.
La OMS estima que el 40 % de las víctimas de la talidomida murieron durante el primer año de vida, muchas porque el fármaco se concentró en algún órgano vital cuando se estaban formando en el vientre de la madre. Otros que sobrevivieron han detectado afectaciones de órganos internos a posteriori, como Silvia San Salvador, que se está quedando sorda de un oído. Además, hay personas con un grado de afectación superior que topan con muchas barreras para vivir con autonomía: «La imagen nos condiciona a la hora de encontrar trabajo y sufrimos un cierto rechazo social».
Las farmacéuticas en los tribunales
En Alemania, la llamada Sentencia Contergan puso fin a un proceso penal de más de dos años. En 1970, los tribunales establecieron la culpa y la negligencia de la farmacéutica alemana Grünenthal y la obligaron a indemnizar a las criaturas afectadas con 110 millones de marcos, además de pensiones vitalicias. En cambio, hasta 2010 el Estado español no reconoció oficialmente la existencia de personas afectadas. El Ministerio de Sanidad ha destinado 1.850.000 euros a indemnizar a 23 personas afectadas por la talidomida, que ahora serán indemnizadas también por la farmacéutica. Sin embargo, las afectadas calculan que la «deuda histórica» de Grünenthal y la otra empresa en activo, UCB Pharma, asciende a 156 millones de euros.
El regreso de la talidomida
Aunque en 1961 la talidomida se retiró del mercado en siete países, Grünenthal, según AVITE, continuó solicitando licencias de venta para comercializar el principio activo. También existe un mercado negro de talidomida por Internet. Según unas pruebas a las que accedió la asociación, en 1969, el laboratorio obtuvo licencia en Nicaragua para comercializar Entero Sediv, un medicamento con el principio activo de la talidomida. En España, diez años más tarde de la prohibición, la talidomida continuaba apareciendo en el Vademecum Internacional de Especialidades Farmacéuticas.
La OMS asegura que, pocos años después de ser prohibidos, los fármacos con talidomida se reintrodujeron en el mercado para el tratamiento de la lepra. El organismo internacional asegura en un informe que existen otros principios activos mucho más eficaces para controlar la enfermedad. A menudo, la lepra, concluye la OMS, ha sido la excusa para «reintroducir la talidomida con otras indicaciones». Anualmente se prescriben millones de tratamientos con talidomida, la mayoría para combatir la lepra, cáncer y VIH. En Estados Unidos, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) concedió la licencia para comercializar un fármaco en el laboratorio Celegene Corporation. Más tarde, en 2008, la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) aprobó la comercialización de la talidomida para tratar el mieloma múltiple, el segundo cáncer de sangre más frecuente. Como resultado, siguen naciendo criaturas afectadas por la talidomida. Brasil, por ejemplo, tiene más de 1.000 víctimas registradas y el último caso data de 1995.
Desde los laboratorios de Hitler
El libro Oscuro Remedio relata el enriquecimiento de varios científicos nazis a través de la fabricación y la venta de la talidomida. El director del grupo de investigación y desarrollo de la farmacéutica alemana Grünenthal era el doctor Heinrich Mückter, que se había unido a la empresa en 1946. Sólo dos años antes, Mückter era un científico del ejército del Tercer Reich, el oficial médico del Mando Superior de las Fuerzas Alemanas de Ocupación que invadieron Karkau, en Polonia. Cuando el mercado de los antibióticos se saturó, Grünenthal comenzó a investigar otros medicamentos e incorporó a Wilhem Kunz -que durante la guerra había sido sargento nazi- al equipo de investigadores. El doctor Herbert Keller se encargaba de hacer las pruebas de los nuevos fármacos. Las investigaciones de Rock Brynner y Trent Stephens revelan que la talidomida salió al mercado sin garantías. Según los autores del libro, cuatro años más tarde de que se empezara a vender el medicamento sin receta, Grünenthal recibió una carta de un médico finlandés que preguntaba si la talidomida podía traspasar la placenta. Grünenthal respondió: «Se desconoce». Segunda pregunta: «¿Si traspasa la placenta podría dañar al feto?». Respuesta: «Improbable».
[Este artículo ha sido publicado originalmente en La Directa]