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El 26% de los niños españoles vive en condiciones de pobreza

Según el informe de Unicef 'Report Card nº 11: Bienestar infantil en los países ricos' la brecha de pobreza infantil ha aumentado más del 30%.

Un hombre pide para comer en el centro de Madrid, antes de la pandemia. FERNANDO SÁNCHEZ / ARCHIVO

La pobreza infantil ha crecido un 10% en España en tan solo dos años. Uno de cada cuatro niños, el 26,2%, vive en condiciones de pobreza y, según el informe Report Card nº 11: Bienestar infantil en los países ricos elaborado por Unicef, la brecha de pobreza infantil ha aumentado más del 30%. Unas cifras escalofriantes que explican por qué España ha bajado cinco puestos en la clasificación de bienestar infantil en los últimos diez años y se sitúa en el número 19 de los 29 países con economías más avanzadas en el mundo según el informe de Unicef.

Sin embargo, limitarse a describir con datos la actual situación de pobreza infantil impide acercarse a la dramática situación por la que muchas de las familias españolas están atravesando. “Esta gente que reduce el impacto de la crisis a los 3 millones de personas  que vive en situaciones de pobreza extrema debería venir a ver los casos con los que nos encontramos», cuenta Pilar Aural, fundadora de Pato Amarillo, una de las patas en las que se apoya la Fundación ICEAS.

Pato Amarillo nació hace casi 30 años. Situada en Orcasur, en el distrito madrileño de Usera, trata de satisfacer, en la medida de lo posible, las necesidades de comida y ropa de los vecinos de un barrio especialmente golpeado por la crisis. Con una tasa de paro del 24,5% (cinco puntos por encima de la media de la Comunidad de Madrid), Aural cuenta que “hemos notado la crisis sobre todo en que antes la mayoría eran extranjeros, y ahora la mayoría son españoles».

Desde hace aproximadamente un año, están notando un repunte de padres de familia que acuden a pedir ayuda para poder dar de comer a sus hijos. “Antes de venir a pedirnos ayuda, un señor estuvo durante dos meses dando a sus hijos lentejas con un poco de agua para comer. Él iba a comer a un comedor social, pero allí ni dejan entrar a los niños, ni dejan que se lleven comida. Entonces, claro, el padre comía, pero los niños no».

Aural relata, como ejemplo paradigmático con el que convive a diario, el caso de otro padre que “buscaba chatarra y con el dinero que sacaba alimentaba a sus hijos. Ahora ya no se gana casi nada con esto. Cuando llegó aquí estaba tan demacrado que parecía que se iba a caer. Nos contó que sus niños desayunaban un vaso de agua caliente y un plato de arroz al mediodía». Y con algo de indignación prosigue. “A veces los profesores de los niños se quejan de que no prestan atención en clase, que están despistados… ¿cómo van a rendir? Habría que dar gracias por que tienen fuerzas para ir al colegio y no se quedan dormidos».

Lamentablemente, Pato Amarillo tiene que rechazar a muchas de las personas que acuden a solicitar ayuda porque no tienen alimentos suficientes para repartir. “No recibimos muchas donaciones, a este barrio casi nadie se acerca a ayudar», sonríe con amargura. “Hace poco el sindicato de la EMT nos trajo 600 litros de leche pero ya se nos ha acabado, porque a nada que te vengan 30 familias al día se te acaban los recursos enseguida2.

Al preguntarle sobre si han ido a pedir que colaboren las grandes superficies comerciales, Pilar Aureal cuenta que “al Carrefour no he ido a pedir nunca nada porque ya dona bastante al banco de alimentos. Cuando fui al Mercadona a pedirles ayuda me dijeron que no daban nada. No a mí, sino a nadie».  La falta de ayuda por parte de las grandes empresas alimentarias queda compensada, aunque sea desde la parte emocional, las aportaciones de los propios vecinos del barrio. “Muchos pensionistas nos traen una comprita con un kilo de arroz, unos macarrones… lo que pueden. Pero para mí eso es más válido que el que tiene mucho y da algo, porque de sus 400 euros de pensión gastan parte en ayudar a los demás. Pero bueno, que si alguien que tenga más recursos quiere ayudarnos, estaremos encantados. Lo importante es que las familias puedan comer», añade.

Las ONG se centran en España

Los casos de niños que acuden sin desayunar regularmente al colegio han aumentado tan considerablemente que han sido varias las ONG que han comenzado a poner en marcha proyectos para atajar el hambre en los menores. Una de ellas es Aldeas Infantiles, que han tenido que sumar nuevos programas como becas de comedor en las Comunidades Autónomas que carecen de ayudas oficiales, comedores sociales y reparto de alimentos, ropa y material escolar a familias en riesgo de exclusión.

También desde Ayuda en Acción se han visto obligados a colaborar con diferentes colegios españoles para compensar las necesidades de nutrición de los escolares. Luis Esteban Jiménez, director del CP Francisco Arranz de Madrid, cuenta que “comenzamos a detectar que había muchos niños que venían sin desayunar por las mañanas de manera habitual». A diferencia de lo que ocurre en Orcasur, “como detectamos este problema muy rápido y le dimos solución enseguida no hemos notado que los niños hayan bajado su rendimiento».

Con el proyecto que Ayuda en Acción está llevando a cabo en los colegios, además de alimentar a los menores, también guardan una parte del dinero para libros y para que los niños con menos recursos puedan hacer excursiones o actividades extraescolares con el resto de sus compañeros. “Que estén alimentados es prioritario. Pero las actividades extraescolares también ayudan a formar a los más pequeños, y no sería justo que unos tuvieran más oportunidades que otros por una cuestión económica“, explica Luis Esteban.

Los padres que reciben las ayudas tenían un nivel de vida relativamente confortable antes de la crisis. Por eso, cuenta Luis Esteban, “es importante que hagan algo a cambio y no sientan que estamos siendo caritativos con ellos». Entre las actividades que realizan están, por ejemplo, las de vigilar a los niños mientras llevan a cabo sus actividades extraescolares. Según cuenta el director del centro escolar, está previsto que el curso que viene comiencen a impartir cursos para formar a los padres. “Queremos que se saquen el carnet de monitor de tiempo libre o de entrenador de equipos infantiles para que puedan conseguir un trabajo que les permita obtener ingresos y contribuir a mejorar su economía».

Proyecto Caracol

Otra de las asociaciones integradas en la Fundación ICEAS es el Centro Caracol. Su labor fundamental consiste en trabajar con los principales afectados por la crisis. Por un lado, desempleados de larga duración entre los 45 y los 55 años que trabajaban en la limpieza, en grandes superficies, fontanería, etc. Y por otro, de menores de 30 años emparejados y con hijos que abandonaron sus estudios para dedicarse a la construcción y que no han vuelto a encontrar empleo.

Carmen Rubial, directora del centro, explica que el trabajo que realizan en su centro tiene dos patas. La primera, formación. “Hacemos talleres teórico prácticos para que las personas que viene aquí dominen las actividades que vayan a necesitar para buscar trabajo, ya sea a adjuntar un currículum para anotarse a ofertas de trabajo por internet, como a cursos de manipulador de alimentos que exigen para determinados empleos“. Además de por el hecho de adquirir conocimientos en sí, Rubial explica que es “un proceso de superación en el que se dan cuenta de que son capaces de aprender, por lo que aumenta la confianza en sí mismos se incrementa y comienzan a valorar la importancia que tiene simplemente prepararse“.

En segundo lugar, para evitar que una vez finalizados los cursos los desempleados no sean activos en la búsqueda de empleo, crearon grupos de búsqueda colectiva. Esto, explica Rubial, “ayuda a que sientan parte de un proyecto común con personas con las que comparten objetivos y dificultades, que contribuye a que se socialicen».  Y es que, la angustia que genera la falta de dinero y la imposibilidad de encontrar una salida puede provocar que la gente se encierre en sí misma y termina por hundirse.

Según explica Carmen Rubial, al centro acude mucha gente con la batalla perdida, que piensa que no es útil o necesaria, bien por su edad o bien por el tipo de trabajo que desempeñaban.  “A esa persona hay que recogerla y enfrentarla con la complicada situación en la que se encuentran pero con un mensaje optimista. Lo importante, lo que les transmitimos es que todos juntos vamos a tratar de encontrar una salida . Es importante que entiendan que no deben de rendirse, que al menos tienen que intentar moverse. Haciendo cosas no solo te sientes vivo, sino que es la única manera de que te pasan cosas“.

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Comentarios
  1. excelente articulo. tanto los contenidos de la marea como sus autores teneis un nivel que muchos de los llamados grandes quisieran.
    nos acercais la actualidad sin los intereses bastardos de la mayoria. espero que sigais mucho tiempo.
    una sugerencia : que lo lea montoro, a ver si se entera de algo…

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