Internacional

Ohiana Goiriena: “Yo lo que quiero para Pablo es un juicio cuanto antes”

El periodista Pablo González cumple hoy dos años en una prisión polaca sin haber sido acusado formalmente de ningún delito. Su esposa nos cuenta cómo ha transcurrido este tiempo de espera y se lamenta de la falta de apoyo de sus colegas.

Oihana Goiriena, esposa de Pablo González. UNAI ARANZADI

Pablo González nació en Moscú el 28 de abril de 1982. Su abuelo era “un niño de la guerra”, esto es, uno de los miles de niños vascos que la Unión Soviética, entre otros Estados europeos, acogió en su territorio para salvarlos de las bombas que la Luftwaffe arrojó sobre Vizcaya durante el primer año de la Guerra Civil española. Cuando sus progenitores se divorciaron en 1991, Pablo se fue a vivir a Barcelona con su madre, lugar en el que adoptaría la nacionalidad española bajo su actual nombre de Pablo González, y no con el Pavel Rubtsov (Pablo en ruso, y el apellido del padre) con el que fue registrado al nacer en la URSS. Lo hizo como lo hacen tantos emigrantes, hijos de parejas mixtas y gente con doble nacionalidad. Es un derecho y no es extraño. Pensó que la versión española de su identidad le haría la vida más cómoda en España, aunque finalmente ha resultado ser todo lo contrario.

El 6 de febrero de 2022, el ya periodista Pablo González permanecía delante de su videocámara esperando para hacer una conexión en directo para la cadena televisiva La Sexta. Se encontraba como freelance en Ucrania, país que llevaba cubriendo desde el inicio de la guerra civil en 2014. Un grupo de soldados ucranianos que se encontraban en las inmediaciones se sintieron molestos por su presencia. Llegado un momento se acercaron, le fotografiaron sus documentos y le pidieron que se marchara tras borrar todo lo que había grabado. Esa misma noche, Pablo recibió una llamada del SBU, el servicio de inteligencia ucraniano. Le exigían una reunión en su sede de Kiev, petición a la que Pablo accedió en pocas horas. Lo que presentía como un mero encuentro administrativo pasó a ser un interrogatorio de cuatro horas en el que, según relató al salir, le dijeron cosas tan extravagantes como que el periódico de la izquierda vasca con el que colaboraba —Gara– estaba financiado por Rusia, así como también el banco, igualmente vasco, donde tenía una cuenta de ahorros.  

Una vez superado el trago, Pablo se dirigió de regreso al País Vasco, donde vive con su esposa, Ohiana Goiriena, y sus tres hijos menores de edad. Al llegar, su pareja le explicó que varios agentes del CNI (los servicios de inteligencia españoles) acudieron a su casa para mantener un encuentro inesperado e informal, sin ningún fin concreto. Poco después, algo inquieto pero sin nada que temer, Pablo decidió volver a Ucrania para cubrir la invasión rusa iniciada el 24 de febrero. En primer lugar decidió hacerlo desde la frontera polaca, adonde estaban llegando miles de refugiados ucranianos. Alojado en un hotel de la ciudad de Prezemysl, su libertad tenía las horas contadas. Su esposa nos cuenta desde un café de Gernika cómo ha sido, hasta hoy, la angustiosa espera de la familia.

¿Cómo se enteró de la detención de su marido?

Me llamó él, a las siete de la mañana del 28 de febrero del 2022, y me dijo: “Ohiana estoy detenido desde hace unas horas. Llama a mi madre y a mi abogado. Me han dado café y me encuentro bien”. No dio para más la conversación, fue muy escueta.

Desde esa conversación hasta la siguiente, ¿cuánto tiempo pasó?

No pude hablar con él hasta casi nueve meses después. No nos dejaron, ni aún nos dejan, hablar por teléfono. Sólo he podido hablar con él en las dos visitas que le he hecho. El 21 de noviembre del 2022 y el 16 de junio del 2023.

¿Y no ha tenido ningún otro encuentro o conversación?

No. Sólo he podido hablar con él en dos ocasiones, esas que le he dicho. Las únicas que nos han permitido hasta hoy. Tampoco nos dejan usar el teléfono ni sistemas de videoconferencia tipo Skype. Nada.

¿De la prisión qué puede decir?

Fría, todo hormigón. Allí él echa de menos muchas cosas, pero no se le puede llevar nada. Lo único que hemos podido mandarle son libros, y no nos dejan tampoco darle ropa, aunque está pasando mucho frío. Ni siquiera una camiseta térmica que le llevé. Sólo nos permiten darle calzoncillos y calcetines. En la cárcel lleva un traje como el de los presos de Guantánamo, como de operario de fábrica, pero en lugar de naranja, en rojo. Acaba de pedir un radiador eléctrico y se lo han denegado. También pidió poder seguir sus estudios para la tesis doctoral y también se lo han denegado. Ahora sólo come el menú vegetariano porque el normal, que incluye carne, es pésimo, y dan muy poca cantidad, por lo que tiene que comprar productos aparte en el economato.

Imagino que esas condiciones habrán hecho mella en su salud física o mental. ¿Cómo se encuentra?

En los primeros cuatro meses de encierro perdió 20 kilos. El cónsul de España, antes de ir a verle, ya me había avisado de que había perdido mucho peso, que me preparara mentalmente para verlo así. Yo no lo había visto con ese aspecto nunca en mi vida. Sé que ahora de salud se mantiene bien porque procura mantener una rutina y hacer ejercicio, aunque echa de menos los abrazos y el contacto físico.

Después de que los servicios de inteligencia ucranianos le interrogaran en Kiev, un equipo de la inteligencia española fue a vuestro caserío del País Vasco. ¿Cómo fue ese encuentro?

Impresionante. Vinieron en dos furgonetas y vestidos de civil. Miembros del CNI y de la Policía Nacional. Cuando se bajaron de los vehículos yo conté ocho personas, no sé si dentro de ellos se quedaron más.

Finalmente, la ministra de Defensa, Margarita Robles, admitió que se produjo ese encuentro con el CNI. Antes de esa declaración algunos se resistían a creerlo.

La ministra dijo al principio que el CNI no hace esas cosas, eso de presentarse en una casa y decir a una familia que si tu hijo va a este colegio, que si tiene entrenamiento de fútbol tales días… Que el CNI no hace esas cosas, dijo, pero al final admitió que sucedió. Y hubo testigos, claro.

Pese a no ser Ucrania miembro oficial de la OTAN ni de la Unión Europea, todo apuntaría a una conexión entre el interrogatorio de la inteligencia ucraniana a Pablo y la visita que posteriormente les hizo el CNI, ¿o no?

Yo creo que sí. Parece obvio. Algún nexo tiene que haber entre lo sucedido en Ucrania, con lo del CNI en mi casa y la detención en Polonia.

Una filtración, publicada el 14 de agosto del 2016, sacó a la luz que la fundación del magnate George Soros, Open Society, pagó a dos analistas españoles por elaborar un informe que incluía una lista de periodistas, influencers o académicos de supuesta tendencia “prorrusa”. ¿Cree que la inclusión de Pablo en esta lista ha tenido efectos perjudiciales para él?

Dicen que seguramente de ahí salió todo. Yo ni sabía que era parte de esa lista hasta que lo detuvieron y otros compañeros me lo contaron.

Un comunicado del Gobierno de Polonia emitido, el 3 de abril del 2022, decía que a Pablo se le encontraron “amplias pruebas” de su supuesta culpabilidad. ¿Saben ustedes algo de dichas pruebas?

Dijeron que portaba pasaportes falsos, pero eso ya lo aclaramos. Él tiene dos pasaportes porque nació en Rusia y siendo un niño se fue a vivir a España, donde obtuvo la nacionalidad, y que además su madre es ciudadana española. Desde que lo aclaramos se han callado. No sabemos de más pruebas, aparte de algo parecido con el tema de las tarjetas de crédito. Y luego está lo de “cargos graves” dicho por el ministro español de Asuntos Exteriores. Pero las pruebas no sé cuáles son porque no las han presentado aún.

El liberal Donald Tusk ocupa el puesto de primer ministro tras haber ganado en las elecciones a la derecha dura que representa el partido Ley y Justicia. Tusk, que ha gozado del favor de la prensa atlantista, fue precursor de la doctrina del laissez faire, la cual presume de democrática y liberal. Los reyes de España hasta le concedieron el premio Princesa de Asturias «a la Concordia». ¿Se ha notado algo el cambio de Gobierno en Varsovia o todo continúa igual para Pablo y la familia?

De momento no hemos notado ningún cambio. Polonia ha recibido sanciones y se le han retenido los fondos de cohesión europeos por falta de independencia del poder judicial.

Ohiana Goiriena: “Yo lo que quiero para Pablo es un juicio cuanto antes”
Una de las últimas fotografías de Pablo González en Prezemysl, la ciudad polaca donde fue arrestado.

Y a nivel estatal, ¿qué partidos políticos han mostrado preocupación por la situación de su esposo?

El que más, EH Bildu, y el PNV ha hecho dos preguntas en el Parlamento. Izquierda Unida ha presentado mociones en todos los ayuntamientos en los que tiene representación a nivel estatal, y ahora parece que algo se está moviendo en Podemos. Han sido movimientos discretos, pero algo es algo.

¿Ha recibido su familia alguna llamada del presidente del Gobierno español o del lehendakari?

No, no. Tan sólo recibí una llamada de la segunda persona a cargo de la Secretaría de Asuntos Exteriores del Gobierno Vasco, quien me mandó saludos de parte de Urkullu. Y del lado de Pedro Sánchez aún menos. Ni siquiera del Ministerio. Sólo nos hablan del Consulado español en Varsovia. Lo toman como algo totalmente administrativo, como cuando se te ha perdido el pasaporte. El cónsul es un hombre amable, pero sin facultades políticas.

También se aprecia un escaso apoyo por parte de muchos medios de comunicación comerciales y de varias organizaciones de periodistas y libertad de prensa. ¿Usted cree que si Pablo hubiera sido un colaborador de medios afines al status quo el caso se hubiera visibilizado más?

Yo creo que sí. Además, está así por ser un periodista freelance. Pero aparte de esto, haber sido colaborador de Gara y Público no le ha ayudado. Claro, si hubiera sido, por ejemplo, de El País, tendría más apoyo. Yo creo que hubiera sido distinto. La verdad es que está bastante silenciado. Tampoco ha contribuido mucho el papel del Gobierno español. Sé, además, de algún medio de comunicación que ha recibido llamadas del Gobierno y del CNI diciéndoles, “callaos, mantened un perfil bajo, que aquí sí hay algo”.

Algún político del Gobierno español llegó a poner como excusa del secreto que caracteriza a este caso, el hecho de que Pablo pidiera que no trascendiera a la opinión pública algún detalle íntimo de su vida que nada tenía que ver con la acusación de ser un espía o el ejercicio del periodismo. ¿Se ha manipulado esa petición de Pablo para dar a entender que había algo incriminatorio que ocultar?

Sí, el Gobierno dijo que Pablo había pedido que se guardara secreto, pero no es por lo que se quería dar a entender sino por algo personal, algo de su vida privada sin ninguna relación con la acusación de espionaje.

Asistir a un encuentro público de “opositores rusos” en la Unión Europea y tomar notas, tal y como corresponde a la propia naturaleza del trabajo periodístico, se ha presentado por parte de algunos medios y las autoridades polacas como supuesta prueba de que Pablo es un agente de la inteligencia rusa que elaboraba informes de estos actos. ¿Cómo vivía usted su participación en estos espacios?

Él asistía a esos encuentros, salía en redes. Se hacía selfis. Para él era algo más a sumar en su currículum de periodista. Luego vino gente de allá, y amigos, estaban por aquí en Gernika, quedábamos para tomar algo, y no tenía secreto alguno.

También se ha tratado de presentar como prueba incriminatoria un diario de viaje con apuntes y reflexiones sobre cómo había sido el paso de una frontera o un día de trabajo, algo que también es normal entre periodistas.  

¿Cómo se puede decir que eso es extraño? Yo también tengo un diario en el que escribo lo que me pasa.

Su marido entra ya en el tercer año de prisión sin acusación formal ni juicio a la vista. ¿Cuántos años se puede estar en esta condición en un país como Polonia?

En Polonia no hay límite de prisión preventiva. Allí la van revisando cada tres meses. La prorrogan. En España, y en la mayoría de los Estados de la Unión Europea son dos como máximo, y en algunos se puede alargar hasta cuatro si es por temas como el del terrorismo. Yo lo que quiero para Pablo es un juicio cuanto antes. Que quede claro que es inocente.

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Comentarios
  1. Pues abrígate que al final si que era un espía ruso, y uno de los que espío murió envenenado, opositor de Putin. Bien de democracia y asi seguira si vuestros apoyos son fruto de ideologias y no de realidades

  2. A esta «periodista» no la encarcelarán.
    Se llama Sandra Fernández y es la directora de Comunicación de Mediaset.
    Fue la directora de Comunicación de Ayuso.
    Está imputada por su vinculación con el excomisario Villarejo.
    Eduardo Inda la fichó como jefa en OKDiario.
    La «libertad» de prensa en España.
    Fonsiloaiza, ¡caramba con Sandra!

  3. España recibe órdenes de Europa y Europa del yankee otanista.
    Nos dicen que digamos que «quizá» es un espía ruso.
    (Viñeta de A. Puig «LoQueSomos»)

  4. Aunque sea comprensible que un país pueda tener sospechas o querer investigar, es completamente inaceptable que un ciudadano que estaba haciendo su trabajo en Europa esté en prisión durante dos años sin ninguna acusación formal presentada contra él. (Juan Teixeira)
    Con esto se puede ver la democracia bananera europea y española, ni siquiera bananera pues no tenemos autonomía alguna. Estamos a expensas de lo que nos mande el amo Yankee el que originó el conflicto ucraniano ya en 2014.
    Tanto el Gobierno español, como la UE, como los medios de comunicación bien cebados por el sistema imperialista/capitalista están a las órdenes del tándem USA/ISRAEL. Estos medios están contribuyendo con su silencio a que la situación se perpetúe.
    Esos medios manipuladores que hacen que las masas odien a la víctima y amen al verdugo.

  5. Ataque a la libertad de prensa y al derecho a la información:
    Las querellas contra periodistas, una constante para silenciarnos
    Los ataques a la libertad de prensa de quienes no callan lo que ven, ni esconden lo que piensan, son una constante durante los últimos años en el Estado español. Los ejemplos a lo largo de la hemeroteca son abundantes: el de la periodista de Diagonal (ahora El Salto) Ter García en 2014, el del fotoperiodista Raúl Capín en 2016 o el de Verónica Landa —periodista de Izquierda Diario— en 2018. En junio de 2023, el medio de comunicación Argia compareció en rueda de prensa —tras difundir el comunicado “Periodismo no es delito”— para denunciar el intento de censura de una multinacional minera. En noviembre de ese año, La Directa lanzaba el comunicado ‘Periodisme no és terrorisme’ tras la imputación de su periodista Jesús Rodríguez en el caso del Tsunami Democràtic. Recientemente, hemos conocido que Carlos Sosa, director de Canarias Ahora, medio asociado a elDiario.es, se enfrenta a 23 años de prisión. El pasado 15 de febrero, se celebró el juicio contra el periodista José Manzaneda, víctima de otra denuncia por injurias, calumnias e incitación al odio, de la que finalmente ha sido absuelto «amparado por el derecho fundamental a la libertad de expresión». Y este jueves, 29 de febrero, tras declarar en el juzgado dos días antes, fue archivada la querella por injurias contra el director de Nortes, Diego Díaz, por un artículo de opinión. Tampoco podemos olvidar los casos de Pablo González y de Julian Assange. Pero esto solo es la punta del iceberg.
    “En la mayoría de estos procesos-mordaza contra medios y periodistas, el fin último es la intimidación. El objetivo es silenciar, asustar y autocensurar. La consecuencia es el desgaste de los recursos humanos, económicos y psicológicos de los medios y periodistas víctimas de estos ataques”, advertía en 2022 Reporteros Sin Fronteras. En 2018, el IPI (International Press Institute) puso el foco en el atentado a la libertad de información que suponen las querellas a periodistas. Cuatro años antes, el IPI ya había liderado una misión internacional para analizar el impacto de estas querellas sobre la libertad de prensa. El informe que siguió a esta misión concluyó que “las leyes de injurias y calumnias de España no cumplen con los estándares internacionales sobre libertad de expresión”. El informe también reflejó la preocupación por “la vulnerabilidad en la que se encuentran aquellos medios locales y alternativos que carecen de los recursos financieros y jurídicos” ante el uso de este tipo de leyes contra sus periodistas.
    En la prensa libre, a la valentía de publicar le suele acompañar la dificultad para sobrevivir, lo cual supone un continuo y agotador trabajo. El grado de vulnerabilidad de los medios libres depende en gran medida del apoyo mutuo, y creemos firmemente que si intentan censurar a un medio, perdemos todos los medios. Por eso, lanzamos #AraInfoSinMordazas una campaña por la libertad de información para la que pedimos vuestro apoyo: el de la comunidad que hace posible este Diario Libre —sus personas suscriptoras, colaboradoras y lectoras— y de todas aquellas personas y colectivos que defienden el periodismo crítico e independiente. Varios medios libres como Argia, Berria, Directa, Diario Red, elDiario.es, El Salto, IzquierdaDiario.es, Mundo Obrero, Naiz, Pandemia Digital, Poder Popular, Radio Monotes, Radio Espiritrompa, Radio Topo, así como decenas de colectivos sociales y políticos, a los que estamos fraternalmente agradecidos, ya han mostrado su solidaridad con AraInfo.
    Afirmaba Kapu?ci?ski que “el verdadero periodismo es intencional” y, en AraInfo, tenemos claras nuestras intenciones. Ser periodista es tomar partido porque en el periodismo la neutralidad no existe. Lo anticipamos años atrás, no ser complacientes con las élites económicas nos ha granjeado una larga lista de enemigos. Lo advertimos también en nuestra actual campaña de suscripciones y donaciones: toca resistir, ahora más que nunca. Y a pesar de que contar lo que otros medios callan sale caro, no permitiremos que apaguen nuestra voz. Tú eres la garantía y la fuerza para el futuro de este proyecto, que se escribe día a día.
    https://arainfo.org/ataque-a-la-libertad-de-prensa-y-al-derecho-a-la-informacion-arainfosinmordazas/

  6. Todo mi apoyo a ti y a Pablo,lo del Gobierno de España es una vergüenza, y de muchos medios de comunicación. Un abrazo

  7. Dos años sin Pablo González
    ¿Te imaginas que te detengan por hacer bien tu trabajo? ¿Te imaginas pasar dos años incomunicado sin que haya cargos oficiales contra ti, ni pruebas del delito del que te acusan? ¿Te imaginas pasar 24 meses sin poder hablar con tus hijos? ¿Te imaginas pasar 730 días aislado en una pequeña y fría celda? ¿Te imaginas que ante todo esto, tu Gobierno te abandone? Esta pesadilla la está viviendo el periodista vasco, detenido en Polonia y en prisión provisional desde hace dos años.
    Ante esta «anómala e inhumana situación» han levantado la voz un nutrido grupo de personalidades del Estado español, actores, actrices, periodistas, juristas, cantantes y escritores, que han puesto su rostro y su voz en un vídeo que busca visibilizar la grave situación que está viviendo el periodista vasco. Entre estas personas se encuentran Juan Diego Botto, Carlos Bardem, Pepe Viyuela, Willy Toledo, Pulpul, Gervasio Sánchez, Ana Pardo de Vera, Teresa Aranguren, J. A. Martín Pallín, Martxelo Otamendi, David Pareja, Miquel Ramos, Jorge Riechmann, Fonsi Loaiza, Iñaki Soto, Mariano Muniesa, Javier Couso, Amaia Goikoetxea, Ander Izaguirre, Carlos Taibo, Juan Teixeira, Rubén Sánchez, Bob Pop, Javier Gallego, Olga Rodríguez, Asier Blas, Aitor Merino, Xabier Lapitz, Iñaki Makazaga, Javier Parra, Alfonso Bauluz, Antonio Maestre, Aníbal Garzón y Oihana Goiriena —compañera de Pablo González—. Una muestra más de la ola de solidaridad con el periodista, a la que se une la campaña de recogida de firmas que ya cuenta con más de 50.000 apoyos o la denuncia que periodistas y medios libres de Aragón hicieron el pasado mes de julio.
    https://www.change.org/p/respeten-los-derechos-del-periodista-pablo-gonz%C3%A1lez-detenido-en-polonia-el-28-de-febrero
    https://arainfo.org/dos-anos-sin-pablo-gonzalez/

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