Sociedad

El drone que ya usan las policías europeas

En los próximos años, los drones se usarán también para controlar el tráfico urbano, las manifestaciones, los incendios, la vigilancia de cultivos o la meteorología, entre otras funciones

Aviones del tamaño y aspecto de un colibrí pueden grabar, sin que usted se entere, lo que ocurre en el interior de su casa. El Hummingbird (colibrí, en inglés) está pensado para el espionaje, pesa 19 gramos, tiene una envergadura de 16 centímetros y alcanza una velocidad de 17 kilómetros por hora. Dentro de su diminuto cuerpo, tiene instalados un motor, un sistema de comunicación, baterías y una cámara de vídeo. Después de cinco años de desarrollo, la compañía AeroVironment lo sacó a la venta en febrero de 2011 por 4 millones de dólares. Decenas de departamentos de policía de EEUU estudian incorporarlo a sus tareas de vigilancia.

Éste es uno de los aviones no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés, y conocidos como drones) más pequeños, evolucionados y difíciles de detectar que hay en el mercado.

Equipados con cámaras térmicas o misiles, y de dimensiones mucho más grandes, los drones militares se han hecho famosos por los bombardeos del ejército estadounidense en Afganistán y Pakistán (permiten lanzar un ataque apretando un botón a miles de kilómetros de distancia). En la guerra afgana, se convirtieron en un arma imprescindible, aunque la falta de precisión en decenas de ataques provocó importantes matanzas de civiles.

Tras su desarrollo militar, los gobiernos –primero fue EEUU y ahora, la Unión Europea– están incorporando esta tecnología a la vida civil, colocando cámaras de vigilancia en lugar de misiles. El conejillo de indias en el viejo continente será la vigilancia de la frontera sur, donde se utilizarán para detectar la llegada de inmigrantes. El discurso oficial de la UE defiende que no se busca blindar la frontera, sino “evitar que los inmigrantes mueran en el mar”.

En los próximos años, los drones se usarán también para controlar el tráfico urbano, las manifestaciones, los incendios, la vigilancia de cultivos o la meteorología, entre otras funciones. En una manifestación, además de vigilar, también se podrán utilizar para rociar con gas pimienta a un grupo de alborotadores, por ejemplo. En la ciudad de Conroe (Texas), la oficina del sheriff compró hace un año un mini helicóptero ShadowHawk por 300.000 dólares con la exigencia expresa al fabricante, Vanguard Defense Industries, de que al drone se le pudiesen incorporar armas.

Las organizaciones en defensa de los derechos civiles están preocupadas por la falta de una legislación que proteja al ciudadano. Y ponen otro ejemplo: desde un pequeño avión no tripulado, con una cámara térmica, se pueden controlar las actividades privadas que realiza cualquier persona en el interior de su casa.

La American Civil Liberties Union (ACLU) es una de las organizaciones más críticas con la forma en que se está incorporando esta tecnología a la vida civil. En su informe Protegiendo la privacidad de la vigilancia aérea, la organización destaca que “la tecnología se está desarrollando y abaratando muy rápido y el interés de los departamentos de policía crece, pero las leyes de privacidad no son lo suficientemente fuertes como para asegurar que la nueva tecnología se usa de manera responsable y coherente con los valores democráticos”.

La ACLU denuncia que todas las piezas “parecen enfiladas para una eventual introducción de la vigilancia rutinaria aérea en la vida americana”, un desarrollo que cambiaría “profundamente” el carácter de la vida pública en EEUU. “Necesitamos un sistema de reglas para asegurar que se pueda disfrutar de los beneficios de esta tecnología sin que esto suponga dar otro gran paso hacia una sociedad de la vigilancia, en la que todos nuestros movimientos son controlados, seguidos y grabados por las autoridades”, demandan.

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La caza de los sin papeles

En Europa, la primera piedra la colocó la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior de la UE el 27 de noviembre de 2012, al aprobar el Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se crea un Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (EUROSUR). Sólo se opusieron diputados de Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica. El Parlamento aprobará el texto definitivo antes de febrero.

El objetivo del reglamento es el “seguimiento de zonas designadas” con el fin de “detectar, identificar y hacer un seguimiento de los buques sospechosos o que han sido efectivamente utilizados para la migración irregular y la delincuencia transfronteriza”. Fuentes de la UE defienden que el informe “no promueve, alienta ni prohíbe el uso de los UAV”, sino que sirve para coordinar la recogida de datos de los distintos países.

Los drones se pilotan desde tierra firme mediante control remoto y tienen una gran autonomía de vuelo, lo que reduce drásticamente los costes. En el caso de la vigilancia de la frontera sur europea, las cámaras térmicas permiten detectar y contar incluso cuántos inmigrantes viajan en una patera.

Adelantándose a Bruselas, policías como las de Reino Unido o Alemania ya los utilizan. España va con retraso, aunque varias empresas llevan años investigando y desarrollando prototipos. La primera que recibió autorización de Aviación Civil para hacer vuelos experimentales fue Flightech Systems, en 2006, especializada en prevención de incendios.

“El problema en España es la reglamentación sobre dónde puedes volar. Y la tendencia es a que se haga más estricta”, asegura Federico Ruiz, de la empresa UAV Navigation. Entre sus clientes está el Ministerio de Defensa, para quien fabrica pilotos automáticos para drones diana, con los que se realizan prácticas de tiro. “Una cosa es volar en Afganistán o Irak, pero otra distinta es Madrid. En el mar, la legislación es más laxa y hay menos problemas”, explica Ruiz.

Con la mente puesta en las aplicaciones marítimas, la empresa vasca Aerovisión ha desarrollado otro prototipo capaz de posarse sobre el agua, lo que amplía las tareas de la aeronave a la localización de bancos de pesca. El drone se puede alejar hasta 50 kilómetros del barco desde el que se pilota y hacer frente a vientos de 70 kilómetros por hora, por lo que se puede usar para investigar fenómenos meteorológicos.

Pero el desarrollo de esta tecnología no está solo en manos de pequeñas empresas. EEUU, referente mundial junto a Israel de la fabricación y explotación de drones, cuenta con el 70% de los UAV del mundo. El negocio mueve 6.000 millones de dólares anuales y, con este filón, empresas como Boeing no han tardado en incorporarse. En España, Indra también está desarrollando helicópteros no tripulados e Iberdrola se ha interesado en su aplicación para vigilar sus torres de alta tensión.

Juan Ayanz, portavoz de Flightech Systems, destaca el “gran potencial” que tiene el mercado de los drones y plantea nuevas posibilidades: “Cartografía, control y monotorización de cultivos, control de plagas, eficiencia del riego, toma de imágenes multiespectrales, control del cauce de los ríos, control de polución o vertidos, repoblación de animales, control de autopistas, líneas de ferrocarril… el problema no es la tecnología en sí, sino cómo se utilice”.

[Este artículo fue incluido en la edición impresa de La Marea, que puedes comprar aquí]

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Comentarios
  1. Si no nos damos prisa en Europa vamos a llegar tarde todos los países ya tienen integrado los drones en su seguridad .En Europa deberían de estar ya en el aire vigilando las fronteras Europeas y los bosques por el incendios provocados .

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