Cultura
José Ovejero: “España no está vacía, la hemos saqueado, la seguimos saqueando”
El escritor acaba de publicar 'Vibración', una novela situada en la Siberia extremeña, uno de esos lugares donde "la historia no transcurre"
Si el nuestro fuera un mundo hermoso y bueno, antes de iniciar esta conversación que sigue con José Ovejero, yo me habría calzado un pelucón bien cardado y un escote palabra de honor para cantar, emulando a la Jurado: “Porque contigo vibro.”
Lamentablemente, la realidad es mucho más aburrida que mi cabeza. Afortunadamente se escriben novelas como Vibración (Galaxia Gutenberg, 2024), que nos sacan del tedio vital que nos condena y nos explica a fogonazos.
¿Cómo empieza a vibrar esta historia en ti? ¿Cómo te llega esa primera vibración para contar esta historia?
Con el descubrimiento de que hay lugares que en los que parece que no pasa nada, que la historia no transcurre, que son un vacío y sin embargo, están llenos de cosas.
Yo llegué a uno de esos lugares, una central nuclear abandonada, con un embalse que, en realidad, cubrió toda una zona de huertas, edificaciones e incluso una necrópolis donde hay un dolmen, que ya es algo fantasmal y maravilloso. Y pienso, ¿cuántas cosas han sucedido aquí?
Entonces, lo primero que me fascina es una central nuclear perfectamente construida que nunca se pone en marcha y es abandonada. Me imagino la primera escena de la novela: un hombre que toca la pared de esa central y siente que allí hay una vibración, un eco de algo, y tiene la certeza de que podría empezar a escuchar voces. Y me pongo a escribir.
Porque esta es una novela de voces. Yo tengo la sensación de que tú, como escritor, has hecho un precioso proceso de escucha.
Eso es, sí, es una novela de escucha. De hecho, al principio ni siquiera era una novela. Decidí no pensar en la construcción de los personajes ni en la trama que iba a suceder, sino escuchar otra vez las historias de mi madre, escuchar las historias de una determinada zona de un pueblo, pero no solo de ese pueblo, sino de lo que sucede alrededor, escuchar lo que me dicen esos restos arqueológicos.
Entonces yo me pongo a escribir estas historias una detrás de otra durante más de un año. No pensé en cómo se iban a ensamblar y ni siquiera si eso se iba a convertir un libro. Me concentré en el placer de escucharlas, reproducirlas e imaginar lo que me sugerían.
Solo después de mucho tiempo y mucho trabajo me dije, ¿pero va a haber aquí un libro o no? ¿Hay forma de articular todos esos ecos? ¿Cómo enlazo esa vibración que atraviesa el tiempo?
Leyendo la novela pensaba que frente a todas las tesis y la creación de una supuesta ‘España vaciada’, de repente tú escuchas las voces y vibraciones que hay allí, y descubres que no está vacía.
Es que en Europa prácticamente los sitios vacíos no existen, ya ni siquiera las cumbres de las montañas. Todo está atravesado por la historia. Todo está lleno de un montón de historias que no escuchamos; y por eso tenemos la impresión de que está vacía.
Hace poco, después de haber escrito el libro, descubrí el concepto de la «España saqueada» en un libro de los años 70 que, precisamente, narra las protestas contra la central de nuclear de Valdecaballeros. Yo creo que ese concepto refleja mucho mejor lo que estamos viviendo.
España no está vacía, la hemos saqueado, la seguimos saqueando. Y por eso parece que allí no hay nada. Pero claro que lo hay. Lo que pasa es que nos lo estamos llevando todo y no dejamos detrás más que vertederos de la historia y vertederos físicos
Lo de la ‘España saqueada’ me gusta mucho. Pero al leer tu libro, también me me ha venido a la cabeza un concepto: ‘memoria de clase’ ¿tú crees que existe la ‘memoria de clase’?
Sí, claro que existe la ‘memoria de clase’ y, además, es muy difícil recuperarla. Hace poco estaba releyendo a Walter Benjamin, quien dice que en realidad la historia se va construyendo a partir de la historia de los vencedores, pero no en sentido bélico únicamente, sino también social, económico y cultural.
Benjamin asegura que la única manera de recuperarla es dejar de lado ese relato de causa/efecto lineal y empezar a contar la historia a fogonazos, con imágenes que nos permitan atisbar la complejidad de lo que hemos dejado atrás, que es la historia de los oprimidos.
Entonces, curiosamente, esta novela está contada a fogonazos porque no intenta crear un hilo que explique la historia, sino recuperar todas esas historias. No voy a decir historias no contadas, porque por supuesto están contadas, pero no escuchadas a menudo, y que recomponen esa historia de clase.
Y además, una novela nada nostálgica, por suerte, y nada revanchista.
Mi ánimo no es revanchista, ni siquiera busca culpables; la ficción no puede hacer eso. Solo puede dejarnos entrever realidades que no miramos a menudo, no tanto reflejar la realidad como revelarla. Yo creo que esa es la única función que podemos tener cuando hacemos una literatura que mira al pasado
Es también ver cómo esta memoria, por un lado, nos puede salvar o condenarnos. Pero la sensación que tengo yo sobre todo es la de condena, ¿no?
Sí, es una una historia que, de alguna manera nos condena a ser lo que somos ahora, este país dislocado, este continente dislocado que ha dejado fuera de la contemplación social una parte muy importante de su historia y que sigue avanzando hacia la catástrofe.
Y ya que estamos con Benjamin, ni siquiera avanza como el ángel de la historia que gira la cabeza para contemplar las ruinas. No, nosotros las vamos dejando atrás como si no existiesen.
Yo creo que sí, que esta novela, en el fondo, es una forma de condenar la catástrofe que ya tenemos aquí. Lo que es peor aún es que seguimos sin mirar incluso el presente.
¿Has pensado en cuáles serán nuestras ruinas? ¿Cómo se escribirán nuestras ruinas dentro de 100 años? ¿Qué ruinas estaremos dejando dentro de 100, 200, 300 años para la literatura?
Pues no, no lo sé. Es una pregunta muy difícil y que, además, yo creo que estamos delegando porque hemos dejado de imaginar el futuro y se lo hemos empezado a delegar a la inteligencia artificial, que es la que nos dice lo que va a suceder, con lo cual, si eso es lo que va a suceder, nosotros ya dejamos de imaginar, dejamos de proyectar, dejamos de tener una idea propia del futuro que puede ser porque, además, ese es el destino.
Si lo dice la inteligencia artificial, ¿qué vamos a pintar nosotros? Lo que ahora mismo me parece terrible es que incluso somos incapaces de imaginar el futuro, un futuro, por lo menos. Me he dado cuenta de que solo puedo pensar en el presente e intentar ver qué podemos hacer en el presente porque ya el futuro me desborda.
Y porque, tal como lo cuentas, al final, el futuro, nos lo va a escribir también la inteligencia artificial.
Exactamente. Dirá lo que hemos sido
”Las cosas no salen como uno espera nunca, porque nuestras decisiones no son nuestras, ya han sido tomadas antes de que seamos conscientes de la necesidad de decidir”, escribes. ¿Hacemos lo que no nos queda más remedio?
Sí, pero lo que pasa es que eso dicho así suena muy derrotista. Es como si realmente no pudiésemos hacer nada para alterar el curso de la historia o de nuestras vidas.
Yo no creo en la libertad en el sentido de que yo no creo en el libre albedrío. Efectivamente, creo que no podemos tomar decisiones porque ya estamos conformados para tomarlas sin darnos cuenta en el fondo. Creemos que somos libres porque no conocemos las causas de nuestros actos.
¿Significa eso que tenemos que cruzarnos de brazos? No, porque una planta tampoco es libre, pero depende de en qué suelo la pongas, cuánto la riegues, en qué clima esté… así prosperará de una manera o de otra. Es decir, que las condiciones en las que crecemos y en las que nos hacemos personas, sí son importantes para luego determinar todas esas decisiones que creemos que tomamos y en realidad no tomamos.
Por eso es fundamental la transformación de ese contexto social, político, económico, educativo y emocional para que seamos lo que deseamos ser
Me parece que “Los ricos solo conocen lo suave, los pobres lo áspero” es un comienzo de capítulo magnífico. Y estoy de acuerdo. Pero a la vez aquí entra un elemento que no se ha tenido en cuenta: lo low cost, es de decir, cómo al final los pobres acceden a lo suave, porque otros más pobres que ellos lo elaboran desde lo áspero, ¿no?
Sí, bueno, esa frase está dicha en el año 38. El concepto de low cost y de placer para todos no existía. En esa época había una separación muy clara. No había ese mundo engañoso en el que nos sentimos ricos sin serlo o nos sentimos ricos a cambio de la explotación aún más brutal de aquellos que no lo son.
Lo que pasa es que lo áspero, lo hemos dejado en a menudo en en ciertas zonas de África o en en otros lugares que no vemos, que no tocamos, y cuya aspereza nos llegamos a percibir,
Pero, ¿estamos delegando lo áspero?
Exacto.
Tus personajes, los personajes contemporáneos de la novela, son producto de tu imaginación, de tu proceso creativo, son producto de los otros personajes o los otros pueblos o los otros espíritus que fueron llenando ese pueblo y que lo abandonaron fracasando escondiéndose o siendo ahorcados, quemados, etcétera. Al final tú los entiendes como la consecuencia, no como la causa de eso.
En parte sí, claro, son personajes. Algunos de ellos se han ido o, incluso, sus padres se fueron. Pero claro, esa es la rabia que le da a uno de ellos, Germán, que dice “vuelven aquí como si no fuesen de aquí, como si no tuviesen raíces como si no tuviesen una herencia, como si no compartiesen los mismos fantasmas”.
Me gusta mucho esa frase con la que empieza el Ulises de Joyce donde dice que Hamlet era el fantasma de su hijo, me parece que explica muy bien lo que somos.
No pensamos que son los padres, los antepasados, los fantasmas que a veces vuelven; no, yo soy un fantasma. Soy algo que todavía emana de lo que ya sucedió .Yo creo que cuando decimos esa frase de “somos hijos de nuestra época”, tenemos una visión muy miope. No, somos hijos de las épocas pasadas, literal y metafóricamente.
Hay un aparte que me fascina, en medio de todo esto. Hay una fiesta, una fiesta de jardín un poco pija incluso, donde de pronto estalla un conflicto casi burgués, de pareja. Algo aparentemente frívolo que pertenecería a otra historia y que, en cambio, se engarza perfectamente en la novela. ¿Cómo surge esta fiesta en medio de este secarral?
Bueno, me surge como tantas historias. Un día de pronto quedo fascinado al encontrarme un karaoke en un pueblo así. Se te hace extraño, pero luego piensas, bueno, es que por mal que esté un lugar, por mucho que este atravesado por violencias, desequilibrios sociales o problemas medioambientales, tiene que haber un tiempo para divertirte. Si se bailaba durante la peste negra, ¿cómo no vamos a bailar ahora?
Te puedes ir de fiesta en cualquier momento y lugar, es parte de la vida. Sin alivio sería imposible que las cosas continuasen. Entonces, por un lado es positivo y por otro es negativo. Se baila bajo las bombas. En el momento en que cesa el bombardeo, sales y bailas porque es una manera de manifestar que estás vivo. Lo que pasa es que también puede ser una especie de refugio. De decir, bueno, si bailamos, todo está bien.
Por eso, en esa tensión entre el refugio y la manifestación de vitalidad es donde yo creo que encaja esta historia en todas las demás.
Sí, también tiene que ver con lo que pasa con el humor; a veces parece que está desactivando cosas, pero también entendemos que es como un espacio de refugio donde retomar fuerzas para seguir luchando, ¿no?
Eso es, eso es.
Me gusta mucho que el baile y el humor estén juntos. Y mira, la última frase que he marcado, que me gusta mucho es: “no hay profecías, no hay señales, solo esa sensación de vacío”.
Sí, eso es, no podemos leer los signos. No podemos. Vuelvo una vez más a la inteligencia artificial. Por mucho que la inteligencia artificial nos prometa que sí, tampoco puede.
Leía ahora en en un ensayo de Marina Garcés que pone en relación la inteligencia artificial y los augures que leían las entrañas de las aves. Bueno, pues no, ni siquiera la inteligencia artificial puede leer todos los signos. No puede decirnos lo que va a suceder.
Sin embargo, hay una sensación que marca cada época, que marca cada contexto social y que, a menudo, por muy compartida que esté, no podemos ponerla en palabras pero que está ahí.
Es un poco lo que yo creo que hace Vibración, poner en palabras de una manera exacta lo que está sucediendo es imposible, la ficción no puede acceder a ello. Pero lo que si puede hacer es crear esa vibración, es decir, recrear esa sensación compartida de tal manera que quienes lo leen digan ‘así es eso, no sé decirlo, pero es eso’. Y estamos ahí.
Sí, a mí me lo parece. Además, es un libro que consigues que realmente vibre, que es muy importante. Hay muchas novelas que son inanes, pero al escribir este libro has conseguido esa vibración a través del lenguaje, de la estructura, de todos los personajes que se van cruzando. Aunque lo importante no es solo ese cruce, también lo son los espacios. Vino un amigo a casa, vio que estaba leyendo tu novela y me preguntó “¿qué tal?” Le dije que muy bien y su siguiente pregunta fue si daba para serie. Últimamente, todo el mundo, cuando ve un libro, lo que piensa es si se puede adaptar.
Sí. Pero fíjate como han cambiado las cosas, ya no da para película, ahora debe ser serie, si o si.
Sí, porque hay más gente viendo series que viendo películas, ¿no? Y, por supuesto, que leyendo libros. Yo creo que que tu libro no da para serie. Yo no te quiero estropear ahí el negocio, pero también me parece muy bueno que un libro no dé para serie porque nos va a costar cada vez más no escribir para que dé para serie.
Pues es difícil. La época influye; creo que el hecho de ver tantas series como vemos –como sociedad unos verán más y otros menos– influye también en tu manera de concebir las narraciones. De la misma forma en que la fotografía influyó sobre la pintura y el cine sobre la novela.
Sin embargo, estoy de acuerdo contigo. No me imagino un director o directora tan arriesgado como para convertir esto en una serie, como para convertir ese lenguaje y esa estructura en una narración más o menos lineal. Es muy difícil también porque yo estoy cada vez más convencido de que lo más valioso de la literatura no son las tramas, no son los personajes, es la atmósfera, y la atmósfera se puede idealizar muy mal. Es muy difícil.
La atmósfera la crea el lenguaje y la estructura. Entonces no, por desgracia no me voy a hacer rico, creo yo, con la adaptación a serie de esta novela
Mejor –no que no te hagas rico, sino mejor que la novela sea lo que es– porque, además, esa atmósfera realmente es la que te atrapa como lector o lectora, y donde tú estableces el compromiso con el libro, no sabes dónde estás, lo vas creando. Y además, hablando de esto, de ser y literatura, yo creo que no se manejan presupuestos tan altos como en la literatura, o sea, el presupuesto de producción que tenemos como escritores es infinito. Es imposible crear una ficción audiovisual que pueda reproducir todo lo que se escribe en un papel. Está muy bien que tengamos tantísimo dinero inexistente para construir mundos que, en la ficción televisiva o cinematográfica, significarían costosísimas inversiones para lograr lo mismo que la literatura. Y eso se hace solo con palabras que es algo muy barato. En teoría.
Nunca lo he imaginado así, pero me parece muy alentador verlo desde ese punto de vista.
Hacemos superproducciones, José
Yo pensaba que éramos los pobres del mundo del arte. Y resulta que no porque…
… no tenemos deudas. No tenemos que pedirle dinero al banco para que un pueblo nos alquile un espacio para rodar…
Tenemos otros mundos.
Que existen en nuestras cabezas.
Y vestidos de época
Con un presupuesto infinito inagotable, que incluye también las pelucas. Pero fíjate, José, Vibración, podría ser una preciosa novela gráfica.
Eso sí es verdad.
Una saga de novelas gráficas, mínimo seis. Que se vayan preparando las editoriales para comprar el papel antes de que vuelva a subir de precio.
Perfecto, vendo ya los derechos.
Ha sido un placer y, de verdad, enhorabuena por la novela, es maravillosa. Además me han dado ganas de releer toda tu obra anterior porque porque ahora tengo la sensación de saber cómo vibras como autor. Además lo haré pronto antes de que se me pase la marca del diapasón.
Felicidad. Además, en Vibración hay ecos de vibraciones que ya estaban ahí, sobre todo de Humo y de Mientras estamos muertos.
Entonces, tienes una obra, Ovejero, tienes una obra..
Eso es importante, ¿no?
Sabíamos que tenías una carrera pero ahora tenemos la certeza de que tienes una obra.
Gracias.
Quizá la mayor deuda de quien escribe no sea con el banco, pero sí con la historia. Que sea una serie o una película o saga de películas es sólo la medida de su capacidad para reproducirse o agotarse en sí mismo. Incluso es posible que sea más deseable ese agotamiento onanista que la exposición pública degradante y denigrante.
España no es de izquierdas ni de derechas, España es propiedad del amo, una finca yerma de tierra quemada. Siglos de desafección con el vecino nos han hecho insensibles ante lo transcendental para convertirnos en timoratos ante lo accesorio.
España no es un país de izquierdas porque el español de a pie está educado en una cultura vacía e insolidaria.
Mientras no le afecten directamente, el habitante de la piel de toro es muy poco dado a sentirse partícipe de los problemas de su vecino.
Siglos de contaminación eclesiástica han conseguido inocular el virus de la responsabilidad individual como paradigma para conseguir la salvación.
Es la misma teoría de la individualidad económica que ha llevado al hispánico medio a considerarse un ente aislado de los problemas de los demás, aunque no de sus logros. Nos sentimos partícipes de las victorias ajenas para acabar atribuyéndonoslas como propias.
En los triunfos España es una nación, los fracasos son la consecuencia de la conjura de los adversarios. En el camino hacia la meta es donde se hace patente la eterna duda de los pusilánimes indecisos en los que nos hemos convertido….
(La derecha desatada, José Antº Luque)
España saqueada y Europa kaput.
Esto pasa por ir a lo nuestro o lo que es lo mismo por no oponernos a los dictados del capital.
“la época del dominio de Occidente ha tocado realmente a su fin” Josep Borrell.
Esto es lo que ha expresado el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, también conocido como el “Jardinero de Europa”, según publicación de la web del Servicio Europeo de Acción Exterior:
“Si la actual tensión geopolítica global sigue desarrollándose en el derrotero Occidente versus los demás, el futuro de Europa puede resultar tétrico. La época del dominio de Occidente realmente ha tocado a su fin. Aunque en teoría eso ya era comprensible, nosotros no siempre sacábamos conclusiones de la nueva realidad”. (Insurgente.org)