Opinión | Política
Un paseo por el río Umia y la propaganda como método de control
El autor repasa las tácticas de los gabinetes de comunicación conservadores de los últimos años. Desde su respuesta al movimiento Nunca Máis, al último paseo del presidente en Galicia
Moncloa convocó el pasado viernes a los medios de comunicación para que cubrieran el paseo de Rajoy por el río Umia acompañado de su séquito. Un paseo en el que no hizo declaraciones, ni admitió preguntas. Sólo dejó que le fotografiaran y le grabaran mientras paseaba en cabeza de un grupo de más de 20 personas. Entre ellas, el presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijoo, y la ministra de Fomento, Ana Pastor.
Mostrar al líder con un séquito que le arrope o realizando actividades cotidianas y de ocio ha sido una práctica muy habitual en los gobiernos que intentan mostrar normalidad. Es una técnica de propaganda y marketing político más. El problema surge cuando el resultado se parece más a Kim Jong Un paseando con sus generales detrás que a Obama jugando al baloncesto.
La fotografía de Rajoy rememora las bucólicas imágenes del caudillo pescando salmones, o de cacería en Toledo. Quizás la estampa preferida de la propaganda del régimen.
Propaganda como método de control
En un contexto social, político y económico como el que vive el mundo en general -y España en particular- el control de la información es uno de los elementos más necesarios para la pervivencia de un gobierno y un sistema en su status quo.
Decía Ryszard Kapuscinski que estamos viviendo dos historias distintas, la de verdad y la creada por los medios de comunicación. El problema deriva en que cada vez conocemos más los hechos creados por los medios de comunicación y no la realidad. Esto es lo que Berger y Luckmann llamaron la construcción social de la realidad. La realidad construida se conforma mediante la propaganda, que no es más que una construcción ordenada de engaños que transmiten el mensaje del poder para conseguir un objetivo.
Durante estos años de crisis económica hemos visto cómo los medios de comunicación, mediante la información que transmitían, buscaban el objetivo de reemplazar la acción de protesta en las calles por la culpa, la resignación y el individualismo. Estos conceptos se pueden resumir en la conocida y muy utilizada frase “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
En esta frase se encierra el mensaje de trasladar la responsabilidad de la problemática que el individuo sufre a su propia persona. Si el ciudadano piensa que la culpa de su precaria situación es sólo suya no la proyecta en un elemento externo, que sería el gobierno, y no protesta ante él. Se convierte en un ciudadano doliente y pasivo. Se convierte en un ciudadano que asume los sacrificios y no protesta.
Formas de propaganda
Existen muchos métodos de propaganda y actuación política que sirven para que este objetivo se lleve a cabo.
La perversión del lenguaje
Esta forma de propaganda ha sido la que ha venido a llamarse coloquialmente neolengua, por el nombre que recibía en la obra de George Orwell, 1984.
El uso de eufemismos para intentar ocultar la realidad ha sido usado en muchas ocasiones a lo largo de la historia. Los máximos mandatarios nazis definieron en la conferencia de Wansee que lo que conoceríamos como el holocausto se llamaría “la solución final al problema judío”.
El primer ministro de Sudáfrica, Hendrik Verwoerd, uno de los ideólogos del segregacionismo racial, definió en una rueda de prensa el apartheid como una “política de buena vecindad”.
Este gobierno del PP y sus medios afines, han usado esta táctica de propaganda desde el mismo día en que llegaron al poder. La sustitución de la palabra «recortes» por el término «reforma», es la que marcó el camino en el uso institucional de la neolengua como uno de los principales soportes de la comunicación de este gobierno.
Uno de los casos más conocidos de este uso del lenguaje se dio cuando el ministro de Economía, Luis de Guindos, al anunciar la subida del IVA lo denominó “modificación de la estructura de la imposición en España”.
Los medios de comunicación conservadores suelen usar esta terminología para que el mensaje del poder cale en la opinión pública. Durante el proceso privatizador de la Sanidad en Madrid, se ha visto como la Comunidad de Madrid y la consejería han usado el término «externalizar» en sustitución de «privatizar». Esto se debe a una necesidad de trasladar a la ciudadanía un mensaje mucho más amable en un contexto de confrontación política por la Sanidad pública.
La Razón: Madrid aprueba la externalización de la gestión de seis hospitales
El País: Madrid certifica la privatizatización de la gestión de seis hospitales.
Ya lo dijo Eduardo Galeano: El derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral.
Criminalización colectivos y protesta
A pesar de que el objetivo del control de la información es erradicar la protesta, éstas a veces se producen y puede ser muy perjudicial para el gobierno de turno. Para minimizar ese daño y consolidar la confianza de sus propios seguidores es muy habitual que en los discursos se utilice la criminalización de los colectivos inmersos en esas protestas.
Son innumerables los casos en los que esta criminalización se ha producido para vencer la batalla de la opinión pública. En 2003, a raíz de las movilizaciones del colectivo Nunca Mais, que protestaba por la gestión de la catástrofe del Prestige, el entonces líder del PP vasco, Jaime Mayor Oreja, llegó a comparar a este colectivo con grupos afínes a ETA: «En el País Vasco estamos padeciendo las consecuencias de grupos como Nunca Máis»
Lo que entonces Mayor Oreja llamó «batasunización» se ha usado en todos y cada uno de los conflictos que desde entonces han venido produciéndose.
El 15-M fue uno de los movimientos que más sufrió esta criminalización por parte de los sectores más conservadores, tanto de las instituciones políticas como desde los medios de comunicación.
Mercedes Alonso, Alcaldesa de Elche, en un pleno del ayuntamiento acusó directamente a los participantes del 15-M en la ciudad alicantina de pertenecer a la banda terrorista ETA. La misma línea que siguieron todos los medios afines, Cesar Vidal, en un editorial de Esradio dijo que ETA estaba detrás del 15-M y que los participantes en las movilizaciones habían recibido lecciones de guerrilla urbana por parte de Segi.
Comparar cualquier movimiento de protesta con ETA o su entorno es el método más usado para criminalizar los movimientos sociales. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) fue la última en sufrir estas comparaciones de mano de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que acusó a Ada Colau y a la PAH de haber apoyado a Bildu, a Sortu y a otros grupos «proetarras». Debido a la banalización de ETA, que desde los sectores conservadores se impuso para la criminalización de cualquier oposición social, se dio un paso más y comenzaron las comparaciones de la PAH, por su campaña de escraches, con el Nazismo. María Dolores de Cospedal y Esteban González Pons fueron los primeros en denominar nazis a la PAH, acto que fue continuado por la pléyade de tertulianos y periodistas de la derecha española.
La criminalización de la oposición por comparativa con ETA y Batasuna puede alcanzar tintes grotescos. Ya que uno de los partidos que usa esta misma táctica de confrontación con los movimientos sociales, como es CiU, puede ser alcanzado por el dardo de la palabra batasunización.
La perversión del lenguaje y la criminalización son sólo dos formas más en las que la propaganda se hace corpórea. Los métodos de control social y persuasión adquieren múltiples formas y a veces no es más que un inocente paseo por el río Umia. El objetivo que persiguen dista mucho de tener la inocencia entre sus virtudes.
Buena exposición, gracias!
La famosa obra de Orwell hoy suena a premonitoria; pero me parece que lo que retrataba era un fenómeno ya patente en su tiempo.
La tergiversación del discurso es algo que nos acompaña desde tiempo inmemorial, como mínimo desde los primeros «profetas».
Muy buen artículo.
Bien Rajoy; todo lo que se te ocurra y fin de la cita, pero esa *inmensa mayoria* de 47 millones a la que aludes no es la que aprueba tu mas bien delictivo comportamiento esperando el milagro de la *tierra prometida*, sino que lo que busca desde hace dos años cuando empezaste a aplicar la doctrina KESEJODAN es echarte a patadas, sin contemplaciones y sin perjuicio de pedirte cuentas ante los tribunales a ti y a muchos de los que te rodean.
Yo espero que cuando aparezcas tirado por las orejas de nuevo en el Parlamento a primeros de septiembre, traigas en lugar del guión escrito por esos abogados un acta de dimisión en regla junto con la disolución de la pandilla ministerial.
(fin de la cita)