Crónicas | Política

Assange y los juicios a la libertad de información

El activista se enfrenta al juicio que decidirá si es extraditado o no a Estados Unidos, donde está acusado de 17 delitos de espionaje

Protestas en apoyo a Julian Assange en París. STEPHANIE LECOCQ / REUTERS

“En el banquillo de los acusados no sólo está Assange, el fundador de WikiLeaks, sino la libertad de prensa”, ha asegurado el diputado en la Cámara de los Comunes Richard Burgon. Él y 34 parlamentarios británicos más han pedido al ministro de Justicia de Estados Unidos que retire los cargos que imputa a Julian Assange. El activista se enfrenta ahora a un juicio en el que se decidirá si es o no extraditado al país norteamericano, donde está acusado de hasta diecisiete delitos de espionaje y de conspiración.

A las puertas de los Tribunales Reales de Justicia de Londres, miles de personas, entre ellas la esposa de Assange, han pedido que el fundador de Wikileaks sea liberado. En total, el australiano se enfrenta a un máximo de 175 años de prisión por la filtración, en 2010, de más de 250.000 documentos clasificados del Departamento de Estado de EEUU. Los informes dejaban a la luz las estrategias estadounidenses en política exterior y demostraban las violaciones de derechos humanos en las guerras de Irak y Afganistán.

Desde entonces, Assange ha sido perseguido por Estados Unidos y su vida se tornó en un infierno. Los últimos cinco años los ha pasado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres, donde su salud física y mental se ha deteriorado con el paso del tiempo.

El australiano se ha convertido en un símbolo mundial de la libertad de información y de prensa y ha puesto de manifiesto los intentos del poder por amordazarla. «Si es extraditado, el impacto será enorme. Afectará a los medios de comunicación de todo el mundo y a nuestro derecho a saber», ha expresado durante la manifestación Rebecca Vincent, directora de campañas internacionales de Reporteros Sin Fronteras. A la protesta también ha acudido el líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn, quien ha asegurado que Assange “se enfrenta a cadena perpetua por exponer la verdad”: “El periodismo no es un delito. Liberen a Julian Assange”, ha dicho en X.

Ataques a la prensa en España

El juicio coincide, en España, con varias fechas y acontecimientos significativos que ponen de manifiesto la fragilidad de la libertad de prensa. El pasado 9 de febrero, el director de Canarias Ahora, Carlos Sosa, conoció que un juzgado de Madrid había abierto un juicio oral contra él por las informaciones llevadas a cabo sobre el caso del juez Salvador Alba, condenado por conspirar contra la magistrada Victoria Rosell y contra el propio Sosa. La jueza madrileña, asimismo, le pide una fianza de más de 400.000 euros mientras que la Fiscalía considera que las noticias estaban amparadas bajo “el ejercicio legítimo de su derecho fundamental a la libertad de información”, por lo que será la Audiencia Provincial de Madrid quien decida si el caso será enjuiciado.

El juez Alba cumple condena en prisión desde octubre de 2022 por prevaricación, cohecho y falsedad documental por urdir una conspiración contra Victoria Rosell, en esos momentos diputada de Podemos. El magistrado manipuló una causa judicial con el objetivo de implicarla a ella y al periodista Carlos Sosa, su marido, en un caso de corrupción empresarial.

Apenas unos días después, el periodista José Manzaneda, coordinador de Cubainformación, se ha enfrentado a un juicio acusado de los delitos de injurias, calumnias y odio tras ser denunciado por el presidente de la asociación Prisoners Defenders, abiertamente anticastrista, Javier Larrondo. Manzaneda lo había llamado “criminal de guerra” en un artículo crítico con dicha asociación en 2020 y, por ello, la acusación particular pedía para el periodista seis años de cárcel y 8.400 euros de multa.

Finalmente, tras la celebración del juicio el pasado 15 de febrero, Manzaneda ha sido absuelto de los delitos al considerar el juzgado que sus palabras pueden ser consideradas como “una hipérbole periodística” si se pone en contexto “con el resto del contenido del artículo” y que quedaría amparada “dentro de los límites de la libertad de expresión”: “Debo mostrar mi satisfacción por el fallo de la sentencia, no solo por haberse destapado las torticeras intenciones del Sr. Larrondo al utilizar la acción penal como medio de ataque a un rival ideológico en relación con la cooperación médica cubana, solicitando para ello altas penas de prisión por un simple artículo periodístico, sino especialmente por la consideración realizada por la sentencia de que dicho artículo queda amparado por el derecho fundamental a la libertad de expresión”, ha expresado el periodista.

Unos casos que se producen en la víspera del segundo aniversario de la entrada en prisión del periodista español Pablo González, encarcelado desde el 28 de febrero de 2022 en Polonia. El reportero se enfrenta a su octava prórroga de la prisión provisional, ya que en la actualidad no ha sido sometido a juicio a pesar de que el régimen polaco lo acusa de espionaje para Rusia.

Desde entonces, una campaña promovida desde España pugna por su liberación al considerar que Polonia no cuenta con “pruebas contundentes” para mantenerlo en prisión y piden al Gobierno español y a la Unión Europea que interceda en el caso del periodista. Desde Reporteros Sin Fronteras siempre han mantenido que el caso “es insólito y opaco” y que “no hay precedentes en la UE”.

González, desde la cárcel, manifestó que el periodismo es una profesión molesta para el poder: “Los dictadores no encarcelan a médicos o arquitectos de forma generalizada, pero sí ponen el punto de mira en los periodistas entre los primeros… ello muestra de manera inequívoca lo importante que es nuestra labor”.

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Comentarios
  1. Hay un antes y un después de Julian Assange
    El caso del periodista australiano analizado por el exdiplomático que le dio refugio en la embajada ecuatoriana. Cónsul de Ecuador en el Reino Unido durante ocho años, Fidel Narvaez sostiene que el fundador de Wikileaks es víctima de un lawfare mediático y judicial.
    En este momento la oposición a la extradición de Julian Assange en la sociedad civil, en las organizaciones de defensa de la libertad de expresión y de derechos humanos se ha generalizado. Incluso sectores de la prensa que tenían discrepancias profundas con Julián hoy se oponen a la extradición. Y un factor más que no es menor es que su país natal Australia finalmente está oponiéndose, está tratando de defender a su ciudadano. Ahora si la justicia británica falla a favor de la extradición, el caso pasa a la Corte Europea de Derechos Humanos donde creo que muy probablemente fallarán a favor de Julian.
    Hay un antes y un después en el periodismo por varias razones. Assange inaugura la publicación de mega filtraciones, es decir que millones de documentos vean la luz pública en la era de la digitalización. Además, Julian introdujo una salvaguarda tecnológica para garantizar el anonimato de las fuentes. Un buzón que usa la criptografía en el que básicamente el receptor de la información no puede rastrear quién es el remitente de la información. Hoy muchos grandes medios usan la misma tecnología, mejorada por los avances técnicos, pero en base a ese mismo concepto que les garantiza la la posibilidad de recibir información de manera segura. Julián también marcó un hito porque fue la primera vez que los pesos pesados del periodismo mundial, el New York Times, el Washington Post, el Der Spiegel en Alemania, Le Monde en Francia, El País en España, coordinaron la publicación de una misma, exclusiva. A partir de esta coordinación sucedieron otras como los Panama Papers o los Pandora Papers. Pero hay otro elemento más que le debemos a Julián y es el concepto del periodismo científico. Si un científico viene con una teoría, la gente le va a exigir ver la evidencia. Assange pone toda la evidencia que tiene a disposición del público para que pueda cotejarla con el resumen o la síntesis que se publica. Y de esa manera el público puede juzgar si le han dicho todo, si le han ocultado algo, si lo han contextualizado bien, si hay un interés en juego detrás de ese medio. En la biblioteca digital de WikiLeaks hay más de diez millones de documentos que se convierten en una fuente de consulta gratis usada por investigadores, historiadores y periodistas para encontrar información.
    Éste es un caso emblemático del lawfare. Cuando hablamos del lawfare, estamos hablando del mal uso de la justicia para fines políticos que tiene dos componentes. El primero es el uso de los medios de comunicación para destruir la reputación de una persona. De Julián se ha dicho que es hacker y no es un hacker. Se ha dicho que es un violador. Jamás, nunca nadie demostró nada parecido. Se ha dicho que es un espía ruso. No tiene nada que ver con Rusia. Se han dicho mil cosas para matar su reputación. El segundo componente es el uso concreto de la Justicia para la destrucción de una persona. En ese sentido si ahora se deniega la extradición se hará justicia, pero el daño está hecho. Porque lo que se quiere hacer es sentar un precedente, para que nadie más se atreva a hacer lo que él ha hecho. Y el daño que le han hecho, tanto por la privación de libertad, como el daño a su salud emocional, es irreversible. Sería gravísimo si la corte británica y luego la europea permiten que por primera vez en la historia se juzgue a un periodista con una ley anacrónica, que además se está aplicando extra territorialmente, porque recordemos que Julián Assange no es estadounidense ni ha publicado en Estados Unidos, pero los Estados Unidos se atribuyen el derecho de extraditar a cualquier persona desde cualquier parte del mundo si a ellos no les gusta lo que esa persona publicó. Creo que este caso define en gran medida el futuro del periodismo.
    (M. Justo, «LoQueSomos»)

  2. Necesitamos y exigimos periodismo y periodistas libres.
    Además de los periodistas este sistema
    criminal tiene en el punto de mira a ecologistas, a sindicalistas, claro está que no de UGT y CCOO, a la izquierda radical, claro está que no los progres en el gobierno.
    ABDULLAH OCALAN, líder del partido de los trabajadores del Kurdistan (PKK) lleva 25 años preso en aislamiento total en la prisión de Imrali situada en una isla turca
    con el aval de España y la UE a pesar de que el Comité de DDHH de la ONU y otros organismos de DDHH han declarado que es ilegal y han reclamado su libertad.
    (Insurgente.org)

  3. La crucifixión de Jesús de Nazaret no es nada comparado con el calvario impuesto a Julián ASSANGE. Además de robarle catorce años de libertad lo han destruido psíquica y físicamente.
    Como bien dice el diputado Richard Burgon: «es un ataque a la libertad de prensa».
    Es un derecho a la información que tenemos los ciudadanos y que los capos nos quieren privar de él para que sus fechorías queden ocultas e impunes.
    El periodismo es una profesión molesta para el poder, ello muestra lo importante que es nuestra labor, dice Pablo y dice bien.
    Queremos periodismo y periodistas libres.

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