Internacional
Aulas Canguro: guardería y un plato de comida para niños etíopes
Asociación Abay impulsa desde 2008 las aulas canguro. Además de servir de guardería para niños de entre tres y seis años, les ofrecen, al menos, una comida al día
«Cuando uno va a adoptar a un niño de otro país intenta conocerlo lo máximo posible. Eso te mantiene más cerca de tu hijo, de sus orígenes. Y ayuda a hacer más llevadera la espera». Este interés de Francisco Carrión por Etiopía fue el principio de lo que hoy es la Asociación Abay, una ONG modesta, con apenas 300 socios, cuyo objetivo es ayudar a que se desarrolle el país. «En 2006, al volver de mi primera visita a Etiopía, en el foro de familias adoptantes en el que participaba comenté con los demás la posibilidad de impulsar la educación en Walmara (a 67 kilómetros de la capital etíope) que en ese momento era lo que más se necesitaba», cuenta Carrión, actual presidente de la ONG. En 2008, fundaron la asociación.
Etiopía, situado en el puesto 169 de los 177 países analizados en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, es una de las regiones más pobres del mundo. Se calcula que alrededor del 81% de la población (64 millones de personas) vive con menos de dos dólares al día. Su economía, como en muchos países del continente, se basa en la agricultura y la ganadería por lo que, para alimentarse, depende de las lluvias. Además, según el informe elaborado en 2013 para determinar el grado de cumplimiento de los Objetivos del Milenio, la mitad de los niños sin escolarizar se encuentra en África subsahariana.
En sus visitas a Walmara, Carrión conoció a un ingeniero etíope que estaba gestionando los permisos para crear una ONG local. Fue entonces cuando vio la oportunidad de comenzar a poner en marcha sus proyectos. «Nos centramos en la educación porque creemos que es uno de los pilares básicos sobre los que debe asentarse el desarrollo de cualquier país», explica. Por eso, el primer proyecto en el que participaron fue la construcción de la escuela Bacho. Trabajaron para reunir fondos, que obtuvieron a partir de organizar obras de teatro benéficas, mercadillos o loterías.
El resto de los proyectos fueron naciendo tras una mezcla entre las peticiones de los que viven en Walmara y la casualidad. «Un grupo de gente nos pidió apoyo para participar en la construcción de un centro sanitario, pero le tuve que decir que no teníamos presupuesto para ello», relata Carrión. Sin embargo, a su vuelta a España, comenzó a tener contacto con Infancia Solidaria. Es una ONG que se dedica a localizar a niños que padecen enfermedades que no pueden tratarse en sus países de origen, ubicarlos temporalmente en familias de acogida y operarlos en hospitales que aceptan sus casos para que puedan volver a sus hogares completamente restablecidos. Precisamente, estaban buscando algún lugar en Etiopía donde abrir un centro de salud en el que continuar con el tratamiento de los chicos a los que habían curado en España por lo que, gracias a su financiación, Abay pudo participar en la construcción de Gaba Kemisa.
Etiopía es uno de los países en los que sus habitantes tienen más dificultades para acceder al agua potable. Las condiciones de insalubridad del agua que no es apta para ser consumida por las personas es lo que provoca que el 20% de los niños muera por diarrea. La de potabilizarla fue una necesidad que los que se encargaban de la escuela Bacho le hicieron saber a Carrión, por lo que otro de sus proyectos consistió en recaudar fondos para construir un pozo junto al colegio.
Según un informe elaborado por el Programa Mundial de Alimentos, la Comisión Económica para África, la Unión Africana y la Nueva Alianza para el Desarrollo de África de la ONU (NEPAD), dos de cada cinco niños presentan retrasos en el crecimiento debido a la malnutrición. Y el 16% de repeticiones de curso en la enseñanza primaria está asociada a la mala alimentación de los pequeños, ya que su cerebro se desarrolla en peores condiciones que los que comen bien. Esta realidad motivó uno de los últimos proyectos de Abay, las aulas canguro, que actualmente se encuentra en pleno proceso de crecimiento ya que de los 20 niños a los que podían atender cuando se creó, ahora se está extendiendo a 75.
La pobreza que sufren las familias arroja a los menores a comenzar a trabajar desde que son muy pequeños. Carrión cuenta que la falta de capacidad de los padres para mantener a su familia hace que sus hijos, a los seis años, tengan que buscarse la vida para poder comer. Con el proyecto de las aulas canguro, además de servir como una especie de guardería para los menores de entre tres y seis años, tratan de ofrecer, al menos, una comida al día para los niños que viven en Walmara. Por un lado, los apadrinados, procedentes de familias monoparentales o en agudas condiciones de pobreza, acuden a este centro para comer, aunque parte del dinero del apadrinamiento también se destina a un fondo con el que podrán estudiar más adelante.
Pero los que no tienen quién los apadrine también reciben un suplemento de comida que consiste en leche de continuación o cereales. «Soy médico», explica Francisco Carrión, «y cuando viajo a Etiopía también me encargo de realizar chequeos. Lo habitual es que, cuando hay niños malnutridos, sea por mala absorción intestinal debido a algún tipo de enfermedad. Sin embargo, en mi último viaje, de los 44 casos que estudié, cuatro de ellos presentaban un cuadro de desnutrición cuyo denominador común era la falta de comida». Con cinco euros se les puede alimentar, así que parte del dinero destinado a este proyecto se utiliza para este fin.
Abay también es una manera de que los niños que fueron adoptados mantengan vínculos con su país de origen. «Mis hijos ahora tienen siete años, son demasiado pequeños para participar activamente, aunque estamos convencidos de que son la mejor cantera», cuenta Carrión. El 11 de septiembre, los miembros de la asociación se reunirán en Galicia para celebrar el fin de año etíope. Entre otras cosas, van a repartir margaritas amarillas, que es una de las tradiciones típicas del país en estas fechas. «No queremos que nuestros hijos pierdan una parte de su cultura, de sus tradiciones». Que los pequeños conserven el arraigo es otro de los objetivos que subyace de esta ONG, nacida de la inquietud de un grupo de personas que quería ayudar a que Etiopía fuera un lugar mejor.