Cultura

El mundo cabe en un aula

Ílker Çatak opta al Oscar a la mejor película internacional con ‘Sala de profesores’. A partir de un hecho banal (un hurto en un colegio), el director alemán plasma magistralmente toda la complejidad de nuestras sociedades.

Leonie Benesch, protagonista de ‘Sala de profesores’. JUDITH KAUFMANN / ALAMODE FILMS

No se necesitan criminales, armas de fuego ni enormes peligros para montar un buen thriller. Cualquier conflicto cotidiano es susceptible de convertirse en una historia de suspense que atornille al espectador a la butaca. En esto los iraníes son unos maestros. ¿Qué es ¿Dónde está la casa de mi amigo? sino un thriller angustioso? En esa misma línea se mueve Sala de profesores, la película del director alemán Ílker Çatak, que opta al Oscar a la mejor película internacional. Lo que parece algo banal acaba revelando una profundidad abrumadora.

La trama se desarrolla en un colegio en el que se están cometiendo pequeños hurtos. A partir de ahí, Çatak elabora un tenso y delicado ejercicio narrativo que va mucho más allá de un desagradable conflicto escolar. El filme se convierte entonces en una verdadera metáfora de la convivencia en Occidente. Aparecen el racismo, la sociedad de la vigilancia, la polarización, las insidias, los tics autoritarios, señales todas ellas que van sumándose y creciendo en intensidad hasta que la situación se convierte en insostenible. Es lo que se conoce comúnmente como el «efecto bola de nieve».

Esta bola echa a rodar cuando los profesores del centro someten a los delegados de clase a un interrogatorio con el objetivo de descubrir al presunto ladrón. Carla (interpretada por Leonie Benesch) es una maestra recién llegada al colegio y no está de acuerdo con ese procedimiento inquisitorial: niños puestos en la tesitura de acusar a otros niños. Es joven, atenta y optimista. Aún no ha sido envenenada por el cinismo que caracteriza a otros colegas. Paradójicamente, el destino hará que ella, armada siempre con buenas intenciones, se convierta en la mala de la historia. ¿O quizás no?

Esta es una de las grandes virtudes de Sala de profesores, su ambivalencia. Çatak no cuenta una historia de buenos y malos. Es mucho más sutil, mucho más complejo, como lo son también nuestras sociedades. La trama se sustenta sobre una pregunta que el realizador, en definitiva, hace a cada uno de sus espectadores: ¿qué hubieras hecho tú en esta situación? Lo interesante (como ocurre a menudo con la filosofía) es que no hay una respuesta unívoca.

Pero Çatak no se detiene ahí, va más allá: ¿y si tu respuesta empeorara el problema? Y más aún, ¿y si no hay respuesta? ¿Y si nuestra convivencia se ha enmarañado de tal manera que no tiene solución? O dicho de otra forma: ¿y si la paz, cuando el debate ha llegado a su nivel máximo de degradación, ya no es posible? De todo esto habla Sala de profesores a través de los niños y las niñas de un colegio alemán aparentemente normal… que acaba convertido en un manicomio. Cualquiera que abra Twitter (o X) y eche un vistazo a lo que allí se dice podría llegar a hacerse cuestionamientos similares.

Sala de profesores: El mundo cabe en un aula
Leonard Stettnisch en Sala de profesores. JUDITH KAUFMANN / ALAMODE FILMS

Con ecos de Kafka y de Joseph Heller (el autor de Trampa 22, esa posición en la que hagas lo que hagas estás perdido), la narración de Çatak no sale nunca del recinto del colegio, prescindiendo de mostrar las vidas privadas de sus protagonistas. Ese colegio es la arena pública y eso es lo único que interesa (sobre todo hoy, en una sociedad eminentemente digital en la que si no se te ve, no existes). Allí se desarrollará un duelo moral, público, a la vista de todos, entre la profesora y Oskar (uno de sus alumnos, portentosamente interpretado por el joven Leonard Stettnisch). Çatak transita entonces por terrenos emocionalmente intensos y nos plantea una reflexión sobre la crueldad.

Unas veces somos crueles por pura maldad y otras por descuido, imprevisión o incluso ingenuidad. El motivo importa poco cuando el daño causado es innegable (y siempre lo es cuando la ofensa es pública, algo en lo que casi nadie repara hoy cuando escribe en redes). La figura de Oskar, aquí, remite a un inolvidable personaje clásico: el pequeño Iliucha, ese niño que se mueve entre la desolación y la ira por el trato degradante que ha recibido su padre por parte de Dmitri Karamázov. Sí, hablamos de Dostoyevski. Ya dijimos que esta película iba de lo anecdótico a lo más profundo.

Después de todo lo expuesto aquí, se entiende que Sala de profesores consiguiera batir a una fastuosa producción bélica como Sin novedad en el frente en los premios del cine alemán. Ganar el Oscar, sin embargo, está más complicado. No por falta de méritos sino porque se enfrenta a Yo, capitán y, por encima de todo, a La zona de interés. Y eso son ya palabras mayores.


‘Sala de profesores’ se estrena en cines el viernes 2 de febrero.

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Comentarios
  1. Hablando de aulas.
    Es intolerable que el PP use el Día de la Paz en institutos andaluces para hacer campaña contra el Gobierno y la ley de amnistía mediante supuestas charlas sobre ETA a cargo de la ultraconservadora, homófoba y antiabortista Fundación Villacisneros y con la adjunta del Defensor del Pueblo como voz cantante.
    El PP, ese partido de “la libertad” de tomar cañas en pandemia (y repartirse sobres B), pero no de la libertad de independizarse que da subir el salario mínimo interprofesional, ni la de tener una buena educación y sanidad universales pagados con impuestos a la banca megaforrada, ni la de amar a quien se quiera, o abortar, o morir con dignidad… El PP de “la igualdad” empuñada como arma para enfrentar comunidades, pero no de la igualdad real entre gente de distintas clases sociales o identidades de género… El PP que lleva años acusando a la izquierda de adoctrinar por crear la asignatura de Ciudadanía para inculcar convivencia y derechos humanos, abre vía ahora, en Andalucía, para meter en la escuela pública los mítines con su ideario que ya da en la concertada.
    Sí, porque tras el mitin en horas lectivas del ultra Mayor Oreja el pasado diciembre ante cientos de alumnos del concertado Cristo Rey de Madrid, en que soltó perlas como que “España está en caída libre (…) por culpa de un proyecto letal suicida que sumó a la izquierda, a los socialistas, comunistas y nacionalistas cuyo capitán general fue esta organización terrorista que se llama ETA”, ahora el supuestamente moderado PP andaluz de Moreno Bonilla toma el relevo organizando arengas también en horario de clase, pero ya en institutos públicos, gracias a un convenio con la reaccionaria Fundación Villacisneros.
    (ElDiario.es)

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