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República Centroafricana, el conflicto ignorado
Intereses empresariales, golpes de estado, guerras y hambruna se entremezclan en este país de cuatro millones y medio de habitantes al que las grandes potencias dan la espalda
MADRID // Han pasado cuatro meses desde el golpe de estado que tuvo lugar en la República Centroafricana (RCA) y su situación sigue siendo preocupante. La inseguridad, el miedo, el hambre y la malaria, asedian a este país de dimensiones similares a las de España, aunque con una población de cuatro millones y medio de habitantes repartida por todo el territorio. Posiblemente, su escasa población, junto con los intereses políticos de la comunidad internacional, haya provocado que el de los centroafricanos sea un conflicto ignorado.
El pasado 24 de marzo la coalición Seleka, formada por cinco grupos de islamistas radicales, dio un golpe de estado que acabó con el gobierno democrático de François Bozizé. Fue el líder de esta coalición, Michel Djotodia, quien se erigió como nuevo representante del país, que fue reconocido por la Comunidad Económica de Estados Centroafricanos el 18 de abril a condición de que convocara elecciones generales en un plazo de dieciocho meses.
“Seleka entró en las alcaldías y quemó todos los catastros, las fichas y los archivos», cuenta Juan José Aguirre, obispo de la diócesis de Bangassou, al suroeste del país, donde lleva 34 años. “Para celebrar nuevas elecciones es necesario volver a realizar un censo. Y Seleka tiene planeado ayudar a islamistas radicales de Sudán y del Chad, fronterizos de RCA, para que se hagan pasar por centroafricanos y poder así obtener el poder de manera legítima».
Monseñor Aguirre explica los motivos que llevó a esta coalición a dar el golpe de estado. Según afirma, Seleka está financiada por los países más ricos del Golfo Pérsico, que viven del petróleo y del gas. “Ahora se están echando para atrás porque el Tribunal Penal Internacional está vigilando RCA debido al incremento desorbitado de violaciones, torturas y asesinatos de los últimos meses». Seleka también ha heredado un importante arsenal de armas a raíz de la muerte del exmandatario de Libia, Muamar Gadafi. “Las metralletas y kalashnikov que tenía ese dictador, a quien se las habían vendido países como Alemania, España o Francia, se repartieron entre diferentes grupos terroristas de Mali, Burkina Faso o Somalia». Ambos factores posibilitaron el golpe de estado.
Pero detrás de este repunte de la violencia también se esconden motivos económicos. La República Democrática del Congo, con quien también hace frontera RCA, es el mayor productor mundial de un mineral llamado coltán y que, según Aguirre, “es responsable de entre cuatro y cinco millones de muertes al año». El coltán es una mezcla de columbita y tantalita; este último, un elemento conductor muy resistente que se usa para tabletas y teléfonos móviles de última generación así como para la fabricación de misiles teledirigidos. “Quien controla el coltán tiene el poder». Y uno de los países por donde más fácilmente puede traficarse con él es la República Centroafricana.
Desde hace ya algunos años, la economía de Ruanda ha crecido notablemente gracias a que su presidente ha ordenado el robo del coltán congoleño para poder venderlo en el mercado negro de su país a empresas estadounidenses, chinas, alemanas o japonesas. “Ban Ki-moon puso de modelo a este país porque acondicionó un barrio cinco estrellas. En realidad estaba alabando que, en medio de la miseria, los empresarios más importantes del mundo pudieran instalarse cómodamente mientras compraban material robado por el propio presidente ruandés», denuncia indignado el obispo de Bangassou.
Mientras, la gente sufre
Y entre unos y otros intereses se encuentran el sufrimiento y el abandono de los ciudadanos centroafricanos. Manos Unidas denuncia que, por culpa de los continuos saqueos en la zona, han visto cómo quedaban destrozados varios proyectos por valor de 75.000 euros relacionados con la salud: la construcción y equipamiento de una maternidad rural y la reconstrucción de una Unidad de Pediatría entre ellos. “Lo que más nos indigna es saber que toda esa gente que iba a estar bien atendida puede sentirse otra vez desamparada», explica desde la ONG Marta Isabel González.
Albert Caramés, responsable de asuntos humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF) en RCA, explica en una conversación telefónica desde el país africano que peor que la falta de materiales es la imposibilidad de “salir de la localidad en la que tenemos los proyectos por cuestiones de seguridad, lo que se traduce en una mayor dificultad de la población para acceder a servicios básicos». Actualmente son la malaria y el riesgo de una crisis de malnutrición lo que más preocupa a MSF. “Los casos de malaria han aumentado un 33% en el primer cuatrimestre del año en relación con el mismo período de 2012. Unos datos que nos hacen sospechar que en el pico de esta enfermedad, que se da en los meses de julio y agosto, va a seguir incrementándose».
Una situación preocupante que se suma a una incipiente crisis de malnutrición aguda en toda la región provocada por la carencia de alimentos. La imposibilidad de sembrar durante los meses anteriores, la interrupción de las comunicaciones internas y la prohibición de Seleka de permitir el paso a envíos humanitarios han provocado que los centroafricanos carezcan de comida. “Todavía no podemos hablar de una crisis global pero tenemos que recibir alimentos de inmediato o puede no haber vuelta atrás», sentencia Caramés.
Juan José Aguirre suma otro grave problema: el Ejército de Resistencia del Señor ( LRA en sus siglas en inglés), liderado por Joseph Kony, uno de los delincuentes más buscados por la justicia internacional. Después de 20 años aterrorizando Uganda consiguieron echarlos y, tras pasar por el sur de Sudán y el Congo, se instalaron en RCA hace seis años. Kony y su ejército se dedican a secuestrar a niños de entre 12 y 15 años para que les sirvan de transportistas del coltán robado, con el que trafican en el mercado negro.
A pesar del terrible contexto en el que se desenvuelven, tanto monseñor Aguirre como Caramés se muestran optimistas. Caramés asegura que altos representantes de la ONU y la UE han visitado la zona. Ambos tienen la esperanza de que se produzca un cambio de actitud y reconocen así sutilmente el desinterés mostrado hasta el momento, “aunque hasta dentro de dos o tres meses no podremos valorar si estas intenciones se van a plasmar en ayuda efectiva». Aguirre, por su parte, confía en que los países limítrofes y la Unión Africana envíen soldados para proteger a la población. “Nada de lo que ha pasado ha servido para quitarnos la esperanza. Y, si nos la quitan, tendremos que tener esperanza en que volveremos a recuperarla».
Interesante artículo, como casi todo lo que publicáis. Es un gustazo contar con un medio como el vuestro.
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