Sociedad
300 persones se quedan sin casa después del desalojo de dos fábricas en Poblenou
Medio centenar de las personas desalojadas se encierran en la iglesia de Sant Bernat Calbó
JESÚS RODRÍGUEZ / @ALBERTMARTNEZ // Los nervios estaban a flor de piel entre algunos de los habitantes, pero otros se lo tomaban con más pasividad o impotencia y esperaban la llegada de la policía descansando tumbados en el suelo. La familia Iglesias Baciana, con un patrimonio multimillonario y, paradójicamente, patrones de una fundación de ayuda a los pobres de países africanos, han impulsado el proceso judicial que ha desembocado en el desalojo de la finca de la calle Puigcerdá. El otro inmueble desalojado se encuentra en la calle Pere IV y es propiedad de Lava Corporación, una promotora inmobiliaria que, a día de hoy, se encuentra en quiebra e inmersa en un proceso de concurso de acreedores. Las dos fábricas se han desalojado el mismo día por decisión de la comisaría de la Región Metropolitana de Barcelona, para «optimizar» recursos operativos. Al frente del ejército de policías, se encontraba el intendente Gallardo, que iba acompañado en todo momento por los subinspectores David Bordas (BRIMO) y Lluís Miquel Venteo (ARRO Barcelona). Por parte de la Guardia Urbana, lo supervisaba el intendente Vilanova Juanola. El equipo de 25 técnicos de los servicios de emergencias sociales de Barcelona iba capitaneado por Glòria Figuerola, quien antiguamente ocupó la gerencia del distrito de Sant Andreu y, entre otros hitos, ordenó el año 2005 el desalojo del Centro Social Palomar.
«No me jodéis la vida, no os ponéis en mi camino, no me queda nada»
A las seis de la mañana del miércoles, los furgones han rodeado todo el perímetro de la fábrica, pero no sido hasta las siete cuando han hecho acto de presencia las unidades 4 y 6 de la Brigada Móvil, especializadas en desalojos. Una vez ha llegado la comitiva judicial –trasladada hasta la calle Puigcerdá en un vehículo sin el logotipo del Ayuntamiento de Barcelona– una cuadragésima de antidisturbios parapetados con cascos, chalecos y mazas han accedido al interior de la fábrica de la calle Puigcerdá para proceder al alzamiento de la finca, devolviendo la posesión a sus titulares. La amenaza de intervención de las brigadas de extranjería ha hecho que un pequeño grupo que quería ofrecer resistencia abandonara la idea y saliera por su propio pie del inmueble. Poco a poco el edificio se ha ido vaciando y las calles se han ido llenando de gente con carros llenos de pertenencias destartaladas, no sin algunas escenas de tensión. Uno de los desahuciados se ha dirigido a los policías con tono desesperanzado: «No me jodéis la vida, no os ponéis en mi camino, no me queda nada». El desalojo de la nave de la calle Pere IV se ha hecho a las once y media. Lo han abandonado una quincena de personas, pocas en relación al centenar que dormían habitualmente. Esta fábrica se había convertido en un campamento de barracas autoconstruïdes con madera y cartón, sin lavabos y con una manguera que proporcionaba un hilillo de agua con el cual toda la comunidad tenía que subsistir.
La Asamblea Solidaria considera que Xavier Trias ha incumplido lo prometido
Cinco horas después de iniciarse la actuación policial, la Asamblea Solidaria contra los Desalojos ha emitido un comunicado donde se señala que el desalojo ha sido policial y no social, así como el hecho que Xavier Trias «ha incumplido su promesa de dar una solución a todo el mundo». Además, aseguran que de las 340 personas censadas en la fábrica de la calle Puigcerdá, sólo 15 han sido oficialmente acogidas por los servicios sociales del consistorio. Varios grupos de habitantes de los asentamientos los últimos días han entrado a fábricas de la zona para encontrar una vivienda alternativa. Dos de las ocupaciones han acabado en un desalojo express, el último la pasada madrugada, con dos detenciones. Pero en el tercero de los inmuebles la acción se mantiene y ya se han establecido varias personas y familias. De una manera más discreta, otros inmuebles abandonados del barrio también han sido abiertos para dejar chatarra, una de las vías de subsistencia de la población que sobrevive en las naves. Una cincuentena de los desalojados se han cerrado en la iglesia de Sant Bernat Calbó pasadas las dos del mediodía con la intención de pernoctar toda la semana. Horas después de la intervención policial decenas de personas deambulaban arrastrando carretillas y sin un rumbo demasiado claro por las calles de los barrios del Besòs y Poblenou. La pobreza ahora será más visible.
[Artículo publicado en La Directa]