Opinión

Gaza, un grito desesperado

"Si hubiera algo de decencia en los gobiernos, se adoptarían medidas inmediatamente; medidas que, para que sean eficaces, tienen que ser drásticas", escribe Fernando Luengo

Secuelas de los ataques israelíes en Gaza. MOHAMMED SALEM / REUTERS

Alinearse con António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, y con los países que, en esta organización, piden que la guerra en Palestina se detenga y la ayuda humanitaria pueda desplegarse, está muy bien. Declarar que el Gobierno de Israel y su ejército están cometiendo un genocidio contra la población palestina, claro que sí .Proclamar que hay que buscar una solución política a un conflicto que, desde hace décadas, se encuentra enquistado, estupendo.

Pero, solo eso, quedarse ahí, es claramente insuficiente. Porque, ¿es necesario recordarlo?: cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, una población indefensa está siendo masacrada.

Nos llegan imágenes y noticias a través de los medios de comunicación y las redes sociales que son un pálido reflejo, realmente inabarcable, del enorme sufrimiento de los gazatíes. En estos días, algunos medios hablan de la “guerra entre Israel y Palestina”; se pretende pasar por información lo que tan solo es intoxicación, basura.

Además de las decenas de miles de asesinatos cometidos -imposible saber con certeza la cifra exacta de fallecidos, tan sólo conocemos estimaciones, que con toda seguridad es muy superior- por uno de los ejércitos mejor preparados del mundo, unas fuerzas armadas que utilizan armamento muy sofisticado (suministrado por empresas estadounidenses, francesas, británica o españolas). Negocio de la industria militar, extraordinarios beneficios para las corporaciones que operan en este ámbito y para sus ejecutivos y accionistas, y el resultado de la geopolítica practicada por Estados Unidos consistente en convertir a Israel en un poderoso actor regional.

Sin agua, sin alimentos, sin hospitales, sin energía, sin casas donde cobijarse… con el bombardeo incesante del ejército de Israel, con la invasión terrestre, con la acción de los francotiradores, el único horizonte es la muerte. En Gaza hay una situación de emergencia, de extrema necesidad.

Si hubiera algo de decencia en los gobiernos, si la posición del nuestro fuera algo más que una pose -¡sí, una pose para la galería!, se adoptarían medidas inmediatamente; medidas que, para que sean eficaces, tienen que ser drásticas, como, por ejemplo, cerrar las embajadas en Israel y las que este país tiene en los países europeos, prohibir la venta de armas y bloquear sus exportaciones. Medidas de este calado están al alcance de los Estados de Europa, de las instituciones comunitarias y, por supuesto de nuestro país, pero, cuando escribo estas líneas, ni rastro de que se pretenda actuar en esta dirección.

Aun reconociendo que es un paso adelante, no es suficiente con calificar de genocidio lo que está sucediendo en Palestina. Hay que actuar inmediatamente, el tiempo importa y mucho. Podemos hablar, hablar y hablar de la fortaleza del proyecto europeo, de que hay que levantar la bandera del europeísmo. Tan solo son palabras, palabras vacías para adormecer a una audiencia complaciente. Europa da un paso más hacia la desintegración y la irrelevancia. ¿Nos preocupa el ascenso de la extrema derecha, de los fascismos?, pues evitemos que el gobierno de Netanyahu prosiga y culmine el genocidio.

Lo cierto es que la Unión Europea está fracturada entre los que apoyan, de manera explícita o encubierta, a Israel, y los que condenan con tibieza (ahí está nuestro Gobierno) su actuación en Palestina. ¡Y qué decir de las empresas, también europeas (energéticas, militares, comunicación, inteligencia artificial…) que están haciendo negocio o que esperan hacerlo con la guerra y con el escenario que emerja de la misma! El negocio es el negocio.

Mientras tanto, Palestina es muerte y destrucción. El genocidio avanza.

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Comentarios
  1. JUANLU GONZÁLEZ. Los escombros de Gaza entierran al «mundo basado en reglas» (vídeo)
    Los escombros de Gaza ocultan a miles de cadáveres que aún no engrosan las filas del recuento oficial de víctimas. Cuando cesen los criminales bombardeos sobre la población palestina indefensa y se inicien las labores de desescombro, seguramente se conocerá la identidad de varios miles más de personas, en su mayoría niños y niñas, asesinadas por ese engendro sionazi que llaman Israel.

    Pero las miles de toneladas de cascotes esconden otra ruina, no tan palpable, pero sí igual de irrecuperable que los edificios demolidos a placer por la fuerza aérea israelí con la inestimable ayuda militar, económica y diplomática de Estados Unidos y la complicidad de la vieja y agonizante Europa. Decía recientemente la lumbrera de Biden, que su país tenía que liderar, sí o sí, el Nuevo Orden Mundial que se estaba fraguando en estos momentos de la esfera internacional. Recuerdo que cuando oí por primera vez semejante sandez, no daba crédito a mis oídos. ¡Si el nuevo escenario que se está configurando a marchas forzadas, está naciendo justamente contra el poder omnímodo que ha detentado Estados Unidos desde la caída del muro de Berlín! ¿Acaso no se ha enterado o es que piensa que el resto del mundo no sabe de qué va esta vaina?
    Atendiendo a datos de la propia ONU, en poco más de un mes, el terrorismo de estado sionista ha acabado con la vida de más civiles que durante toda la guerra de Ucrania (por cierto, causados fundamentalmente por las tropas de Kiev). La supuesta invasión rusa, que ha contado con la anuencia de la población de los oblasts liberados, en algunos casos sin disparar un solo tiro, no puede ser en absoluto comparable al baño de sangre provocado en Gaza. El esgrimido por Occidente derecho a la defensa de Ucrania, debería ser comparable, en todo caso, al del pueblo palestino, al que, por el contrario, ni se le reconoce ni se le envían toneladas de armas para poder ejercerlo.
    En este escenario, la credibilidad de un «mundo basado en reglas» se ha desmoronado globalmente, y muy especialmente en el sur del planeta. Un diplomático norteamericano con representación ante el G7 declaró al Financial Times que a EEUU «nunca más lo volverán a escuchar», que «todo el trabajo que hemos hecho con el Sur Global se ha perdido… Olvidémonos de las reglas, olvidémonos del orden mundial, definitivamente hemos perdido la batalla en el Sur Global»
    Gaza marca el fin del viejo orden. Entre sus escombros yace el «mundo basado el reglas», el mundo unipolar dominado en exclusiva por Estados Unidos y la universalización de los modelos y supuestos valores (es un decir) de Occidente. Cuando más dure la invasión de la Franja, más rápido será el declive geopolítico del hegemón. Y cuando decaiga la influencia norteamericana el en mundo, llegará definitivamente la desaparición de ese sangriento experimento colonial que llaman Israel.
    https://insurgente.org/juanlu-gonzalez-los-escombros-de-gaza-entierran-al-mundo-basado-en-reglas/

  2. Hace muchos años que ya no hay decencia en este mundo, desde que dejaron o impusieron, nuestros políticos, el neoliberalismo, como mandato a seguir.
    Solo se busca el beneficio económico de las élites, multinacionales y el resto a pagar para que llenen sus petos, a base de esquilmar los recursos naturales y a la población mundial.
    Beneficios para ellos y pérdidas asumidas por todos, con nuestros sueldos de mierda.
    Y ahora aun más subida de impuestos, pero de salarios ni la mitad. Todo pagar , para seguir manteniendo este mastodonte, que el único fin que tienen es acaparar riqueza, incluida la Iglesia, que menos mal , que son pecados, la codicia y la avaricia.
    Siguiendo la senda de la autodestrucción, y la población ocupada con fútbol, tiktok o masterchef por nombrar algunos, que hay muchos más. Tengamos la gente, todo el día ocupados, sin derecho al descanso, porque a lo mejor nos ponemos a pensar y les arruinamos el chiringuito que tienen montado.
    Y como ya no podemos más, nos ponen mazados a pastillas para tenernos atontados y pegados a las redes sociales, para descargar el odio y la frustración, no contra ellos, que son los que la crean, sino contra nosotros mismos, que estamos en igualdad de condiciones. Divide y vencerás. Menos mal que íbamos salir mejores del confinamiento. Y creando crisis, cuando necesitan recolectar dinero, para sus tropelías o jugársela en el gran casino del mundo, que es la Bolsa.
    Y todo gracias a unos estados supuestamente , demócratas, que nacieron para defender a los cuidadanos, de los abusos y ahora, tenemos que defendernos hasta de ellos, con las leyes que promulgan y normas que impone, a través de dejarse convencer por los lobbys.
    Ya ni somos ciudadanos, somos consumidores y por supuesto, siervos y esclavos de los amos, los nuevos señores feudales, que siguen acumulando tierras, recursos naturales, y quemando el mundo, para que no haya un mañana.
    Entre todos, sigamos permitiendolo y mirando para otro lado, porque así,supuestamente, vivimos más cómodos.

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