Internacional
¿Qué divide a Argentina?
La mitad de la población partidaria de Milei tiene menos de 30 años y se reconoce en su discurso “antisistema”.
Argentina, una sociedad de extremos, vota este domingo. La “grieta” es un término que los argentinos usan para referirse a una división político-partidaria irreconciliable en el país. Si en el siglo XX se trataba de peronistas y antiperonistas, en el siglo XXI son kirchneristas y antikirchneristas (o kirchneristas y macristas). Ya desde la década de 1940, Juan Domingo Perón, que gobernó en el período de entreguerras con una base de gestión nacionalista y sindical, despertó antipatías y adhesiones tanto en él como en Eva Perón, la “abanderada de los humildes”.
Existe un hito en la historia reciente que marcó para siempre esa grieta: el conflicto con el campo del año 2008. Un enfrentamiento entre el gobierno de Cristina Kirchner y el sector de los productores agrarios a raíz de la modificación en el sistema de retenciones a la exportación de cereales y oleaginosas. Las patronales agrarias lo consideraron confiscatorio y el gobierno lo entendía como un paso hacia una supuesta redistribución de la riqueza y una forma de manejar las fluctuaciones del dólar, la moneda que siempre rigió la economía argentina. “Los del campo oligarca están contra los gobiernos populares”, se escuchaba desde la presidencia. De acuerdo al grupo de estudios rurales de la Universidad de Buenos Aires representado por la licenciada Cecilia Castro García, aquel episodio se presentó como “un conflicto entre racionalidades opuestas, mientras que en verdad se disputaban la representatividad de lo que ambos denominaron pueblo en un intento por arrogarse legitimidad para hacerlo”, sintetiza.
Los expresidentes Cristina Kirchner (2007-2015) y Mauricio Macri (2016-2019) han sido señalados como los máximos referentes de uno y otro bando. Desde finales de los años 2000 se acentuaron los desacuerdos en el proyecto de país y eso acabó por fracturar a la opinión pública argentina, a familias, a grupos de amigos y de conocidos que ahora no se hablan por cuestiones ideológicas, y si lo hacen estallan en discusiones de alto voltaje emocional
El terremoto ultra
El pasado 13 de agosto de 2023, en las elecciones primarias el golpe fue para los dos. Resultó ser un “basta” que se extendió más allá de kirchneristas y antikirchneristas. Javier Milei, el economista ultraderechista despeinado que sacó el 30% de los votos totales dijo: “No sólo daremos fin al kirchnerismo sino a toda la casta política parasitaria, chorra [ladrona] e inútil que hunde a este país”, gritó con mirada descontrolada a sus seguidores, que lo aplaudían eufóricamente. La derecha tradicional argentina, coalición opositora al actual gobierno kirchnerista, obtuvo en la candidata Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, el 28%. En tercer lugar, quedó Unión por la Patria y su principal candidato, Sergio Massa, actual ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que reunió un 27%.
Massa, preocupado por una inflación anual que supera el 110%, profundizó la grieta social y política apelando al “miedo” a los “otros” y a temas sensibles que afectan a un modelo de país. “Comienzan unas semanas trascendentes. Se discute qué país vamos a construir en los próximos años. Si vamos hacia una apertura indiscriminada de las importaciones o si vamos a seguir defendiendo las pequeñas y medianas empresas, la industria argentina, la soberanía energética. Si vamos a universidades aranceladas o a la educación pública y gratuita. Si vuelven los sistemas privados de jubilación o si el Estado sigue protegiendo las pensiones”, enfatizó el candidato del oficialismo.
¿A qué apostaron los argentinos en las urnas votando a Milei? La socióloga Martha Galarza, de la Universidad de Buenos Aires, lo analiza de la siguiente manera: “Veinte años de falso progresismo [kirchnerismo] han terminado de esta manera. Un pueblo sumido en la pobreza y la inseguridad y unos casos de corrupción que aún se investigan fueron el caldo de cultivo para que apareciera Milei”.
Muchos medios de comunicación locales catalogaron la noche del 13 de agosto como un “terremoto”. Milei desde el hotel en que se encontraba con su equipo recibiendo los resultados, atacó al sistema político y a sus representantes: “Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho. Pero se olvida que ese derecho alguien lo tiene que pagar”. Lo que parece olvidar es que él mismo opera desde esa necesidad, sin la cual no existiría políticamente.
No obstante, lo que sucedió en Argentina debe medirse con moderación. Para empezar, sólo votó el 69% de la población, lo que demuestra un claro enojo hacia la dirigencia política. Por otro lado, cabe aclarar que las denominadas elecciones PASO (acrónimo de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) no son definitorias de cargos. “Es una selección de candidatos que competirán por presidencia, gobernaciones, intendencias, diputados y senadores. Esto no fue la elección sino algo así como una encuesta a cielo abierto en la que la población expresó sus preferencias para las candidaturas, pero no anticipa resultados”, explica el analista político Andrés Malamud.
La fecha clave es el próximo 22 de octubre, que es cuando se llevarán a cabo los comicios nacionales. Ahí será cuando de verdad midan sus fuerzas Milei, Bullrich y Massa.
“¡Que se vayan todos!”
Según las encuestas, la mitad de las personas que respaldan a Milei tienen menos de 30 años y se reconocen en su discurso “antisistema”. A pesar de las diferencias generacionales, existe un ancla histórica al icónico diciembre negro argentino de 2001. Fue entonces cuando una multitud de ciudadanos, indignados por la cíclica crisis económica y por un corralito bancario que arruinó a millones de personas, hicieron sonar las cacerolas desde los balcones, luego en las calles, y avanzaron hacia la Plaza de Mayo y la Casa Rosada.
“¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”, gritaban. La policía reprimió saqueos y manifestaciones. Hubo 39 muertos. El presidente Fernando De la Rúa, de extracción radical, tuvo que abandonar la sede del gobierno en helicóptero. En los días siguientes hubo cuatro presidentes que intentaron contener el descalabro.
Ese episodio quedó grabado en la memoria nacional. Cuando Milei vocifera el descontento social hacia los políticos establece una conexión con ese imaginario colectivo entre los jóvenes, sus padres, sus abuelos. Entonces, la línea divisoria que separaba a peronistas y antiperonistas en el siglo XX, y a kirchneristas y antikirchneristas más recientemente, “se desplazó para demarcar un ellos (todos los políticos) de un nosotros que designa a la gente que se percibe por momentos como rehenes de esos políticos”, explica la socióloga Micaela Cuesta, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, en su artículo Lo que cruje es la democracia (publicado en la revista Anfibia).
El contexto apabulla a los argentinos: la angustia diaria por la inestabilidad económica, la inflación galopante, un Estado desbordado y “los políticos que no resuelven los problemas”, una frase recurrente en las mesas de familias y amigos. Es algo cíclico y que resuena en todo momento en una sociedad de extremos que parecen irreconciliables. Revisando material para la confección de este artículo, no fue difícil encontrar noticias y entrevistas de hace 15 años que se leen y resuenan en concordancia total con la actualidad. Noemí Girbal, una especialista en historia agraria, lo resume en una entrevista para un diario argentino publicada en 2008: “Es casi como si la cultura de la crisis se nos hubiera hecho carne, pareciera que no podemos vivir sin una crisis”.
LOS CANDIDATOS
Javier Milei. La Libertad Avanza
52 años. Economista, hijo de un conductor de ómnibus y un ama de casa. Su partido, La Libertad Avanza, surgió hace dos años y tiene dos diputados, ningún senador y ningún otro representante en gobernaciones o alcaldías. Comparte las ideas fundamentales y el estilo provocador de Trump y Bolsonaro. Celebra los principios tradicionales de la familia, aunque él no cree en el matrimonio, por lo que no condena las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Se hizo eco de un descontento popular con relación al Estado, el déficit fiscal y los políticos. En las elecciones PASO obtuvo el 30% de los votos totales y ganó en 16 provincias argentinas. El sociólogo Juan José Sebreli lo describe como un “populista de ultraderecha”.
Patricia Bullrich. Juntos por el Cambio
67 años. En política desde hace 50. Es la primera vez que se presenta a la presidencia. Representa a la coalición Juntos por el Cambio, de corte antikirchnerista, que reúne diferentes confluencias ideológicas de centro y derecha. Su militancia ha sido muy variada. A los 17 años pertenecía a la Juventud Peronista. Durante la dictadura se exilió en Brasil y luego en España. Volvió al reabrirse la democracia y siguió militando en el peronismo. En los años 2000 ocupó cargos ministeriales en gobiernos de diferentes procedencias políticas y en 2015 fue ministra de Seguridad con Mauricio Macri. El tema del narcotráfico es recurrente en su discurso. En 2020 logró encabezar Propuesta Republicana (PRO), el partido de Macri.
Sergio Massa. Unión por la Patria
50 años. En 2013 fue disidente del Frente para la Victoria, el espacio que lideraba Cristina Kirchner, para formar el Frente Renovador. Pero hoy es ministro de Economía de un gobierno liderado por la fórmula Fernández-Kirchner. Massa se reconoce peronista de corazón, aunque se inició políticamente en la década de 1980 en un partido de corte ultraliberal: la Unión de Centro Democrático (UCEDE). Después fue diputado provincial de Buenos Aires como integrante del Partido Justicialista. En 2019, ya reconciliado con el kirchnerismo, fue elegido diputado nacional. Es la primera vez desde el reinicio de la democracia argentina, en 1983, que un ministro de Economía en funciones es candidato presidencial por el oficialismo.
Declaración internacional en apoyo al Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT-U) en las elecciones de Argentina
Cientos de activistas, personalidades, intelectuales, dirigentes sindicales y organizaciones sociales y políticas de todo el mundo firman esta declaración en apoyo a las y los candidatos del Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FITU) hacia las elecciones de este domingo 22 de octubre.
En un marco de agudización de la crisis capitalista mundial, guerras, ataques a las condiciones de vida de las mayorías sociales y una catástrofe climática, es necesario fortalecer una salida por izquierda, anticapitalista y socialista, por un gobierno de la clase trabajadora.
Las elecciones se dan en el marco de una Argentina que se aproxima a un nuevo colapso económico, político y social y de un ajuste llevado adelante por el gobierno peronista del Frente de Todos/Unión por la Patria que está siendo descargada sobre la clase trabajadora y los sectores populares más pobres. Estamos en presencia de un régimen político sometido a los dictados del FMI, el imperialismo, las multinacionales y la burguesía argentina. Las recientes elecciones primarias (PASO) pusieron de manifiesto el enorme malestar social y político de millones de personas con las políticas de los partidos capitalistas tradicionales que gestionaron el Estado nacional en las últimas décadas y empeoraron las condiciones de vida de las grandes mayorías populares….
https://www.izquierdadiario.es/Declaracion-internacional-apoyo-Frente-Izquierda-Trabajadores-Unidad-FITU-elecciones-Argentina
Milei es un anormal, un fenomeno. El tipo sufre de la coleccion entera de taras mentales. Un fenomeno que se ha dado pocas veces en la historia de la humanidad, pero, es muy comun en la Argentina. Hitler, Stalin, Mao y otros pocos tiranos tenian los mismos defectos y tambien jodieron a sus paises hasta casi hacerlos desaparecer. Milei pretende lo mismo y el anormalmente numeroso imbecilaje argentino lo apoya.
Pero, ademas, Milei no es solo anormal por ser esquizofrenico- psicopata, sino que tambien es un ejemplo de libro de un tipo que sufre de todas las taras morales y comportamentales que caracterizan al llamado «mersa» porteño; en el » Lunfardo», la jerga que habla la clase baja de Buenos Aires se llama asi al vulgar semianalfabeto que de cree genial. En efecto, es mal educado, mal hablado, engreido, tramposo, oportunista y sucio- el mismo ha reconocido que no se baña nunca. Si se demuestra , por el voto, que en la Argentina hay mucha gente que apoya a tipos como Milei, bueno, el pais ya esta condenado a la mideria para siempre.