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La lengua armada

"La lengua, como lo fue el cristianismo (hoy también el islamismo y el liberalismo), es la punta de lanza de la expansión política, económica y militar de las naciones", reflexiona Ovejero.

Detalle de la cubierta de 'El infinito en un junco', de Irene Vallejo.

Cuentan que el emperador romano Caracalla, ante una invasión inminente, se planteó emitir un edicto para ordenar que se ejecutase a todos los intérpretes. Consideraba, al parecer, que una persona que conocía dos lenguas y dos culturas no podía ser fiel a la patria y probablemente la traicionaría.

Hace pocos días, desayunando con Irene Vallejo, nos contaba que cuando aceptó que El infinito en un junco se tradujese al aragonés –sin obtener el menor beneficio económico por ello–, tuvo que soportar los ataques airados de quienes le reprochaban esa concesión al nacionalismo aragonés.

Pocas semanas atrás, en un encuentro en Alemania con el escritor catalán Jordi Puntí, decidí no utilizar el castellano sino el alemán durante la conversación, dado que al no haber intérprete del catalán él no podía usar su lengua materna. No estaba haciendo otra cosa que lo que se practica a veces en grupos del Consejo de Ministros de la UE, donde, si sólo se ha podido organizar la interpretación en inglés y francés, únicamente se permite hablar esas dos lenguas, a condición de que los francófonos hablen inglés y los anglófonos francés –los demás pueden elegir–, de manera que nadie use su lengua materna y todos estén en igualdad de condiciones.

No quiero ni imaginar lo que me habrían dicho los nacionalistas españoles por haber renunciado a mi lengua en un encuentro internacional en el que, para colmo, se hablaba sobre el conflicto entre Catalunya y el Estado español. Quizá no habrían querido recurrir a medida tan drástica como la de Caracalla, pero seguro que me habrían considerado un traidor.

En Alguer (Cerdeña), en un pequeño parque junto al mar, se encuentra un monumento a la Unitat de la llingua, en cuya base se lee: «L’Alguer als Països Catalans». Me dicen que la Generalitat financió la erección del monumento, así como el cambio de numerosas placas con los nombres de las calles de Alguer para que también apareciesen en catalán.

La lengua es un territorio de combate y quien no la defiende es reo de alta traición. La lengua, como lo fue el cristianismo (hoy también el islamismo y el liberalismo), es la punta de lanza de la expansión política, económica y militar de las naciones. En los sueños húmedos de todo nacionalista figura el de la propia lengua extendida por todo el mundo, obligatoria, hegemónica, triunfante. Entendida desde una concepción colonizadora y opresora, la lengua se vuelve excluyente, muta en especie invasora que, para hacerse con un hábitat, debe primero expulsar o exterminar a los competidores.

Sin embargo, en su esencia primordial, la lengua es, ante todo, un territorio afectivo y, como sucede con los afectos, su naturaleza no es excluyente, aunque pueda haber jerarquías entre ellos. El amor que siento por mi pareja no me empuja a negárselo a las y los demás, aunque lo viva y exprese de distinta manera. Tengo la suerte de hablar cinco idiomas, unos mejor que otros, incluido el mío (un posesivo que ya establece una jerarquía). Los cinco son parte de mi vida afectiva, cultural, intelectual; a través de ellos he aprendido a relacionarme con los demás y a estar en el mundo. No querría prescindir de ninguno aunque mi relación sea diferente con cada idioma.

También en Alguer, escuchaba a Luis García Montero leer poemas de su último libro. Mientras él recitaba, en una pantalla se iba mostrando la traducción al italiano. Es posible que, de haber contado sólo con ella, no me hubiese conmovido de forma tan inmediata como escuchando a Luis. Habría tenido que superar una pequeña barrera: aunque expresen las mismas emociones, mi historia afectiva está poco ligada a las palabras italianas, de forma que no despiertan las mismas asociaciones o no con la misma rapidez. Pero estoy seguro, por la experiencia de ocasiones similares, de que también habría acabado conmoviéndome con ellas.

Todos estos momentos y recuerdos se me han ido acumulando durante las últimas semanas, avivados por el penoso espectáculo del rechazo a que se hablen las lenguas oficiales en el Congreso de los Diputados, también por la triste iniciativa de Ciudadanos para que el catalán no se utilice en las instituciones de la UE. Seguro que, si les recriminásemos por ello, afirmarían que lo hacen en defensa propia, en defensa del castellano amenazado

Es lo habitual: se demoniza la agresión ajena –a veces real– y se minimizan las propias, siempre más destructivas cuando vienen de un poder hegemónico. Nada tiene que ver este combate lingüístico con el amor a la lengua ni al paisaje ni a la cultura propios, sino de la obsesión paranoica por obtener el poder, aunque para obtenerlo o conservarlo haya que destruir física o culturalmente al vecino.

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Comentarios
  1. Y como vamos a creer a nuestros representantes, que son acerrimos , al uso de una sola lengua, cuando hay tanta diversidad y riqueza, al respecto ? La lengua expresa el sentir de un pueblo , de una comunidad unida por costumbres, de las que todos deberíamos sacar la mejor parte y aprender de lo distinto, porque esto, es lo que abre las mentes a la tolerancia del otro.
    Las sociedades avanzan con el aprendizaje, cuanto más sepamos, menos conflictos debería haber, porque eso es el principio del entendimiento, la sabiduría.
    O cuando dicen, ¿que la política y la democracia, se basa en consensos y acuerdos? Para llegar a ellos hay que entenderse , y eso significa usar y hablar el mismo idioma de tolerancia, no digo ya de lengua . Aunque algunos sepan y tengan la facilidad, de expresarse en otras lenguas o idiomas, lo mas probable, que lo que de verdad, quiere comunicar, le resulte mas fácil, en su lengua materna. ¿ porqué no le dejamos expresarse en ella? Porque, si aún encima, no hay un buen traductor, que refleje la idea que se quiere expresar, dificil vamos a entendernos y que nos entiendan. Y entonces, ¿para que conversamos?. Si ya nos ponemos exquisitos discriminando, ¿ como vamos a entendernos?.
    Las lenguas, son expresiones vivas de las comunidades, cambiantes y es la única manera, de que al explicarnos, nos entienda el otro. Sino, ¿ de que sirve el diálogo y la conversación? Así nunca, llegaremos a comunicarnos. Y a veces, puede ser costoso, engorroso o la disculpa que se quiera, pero negarse de antemano, antes de saber si es posible, está claro, que no quieres que te entiendan.
    Y si se imponen solo el francés o el inglés,
    no es estar en igualdad de condiciones. Imponiendo idiomas, ya empieza mal, un diálogo. Les aconsejaría , a los grupos del Consejo de Ministros de la UE, que en lugar , de que los ciudadanos europeos, financiemos oficinas a los lobbys de presión, usemos , el dinero en beneficio de ciudadano europeo para que haya ese entendimiento real y podamos avanzar juntos, por el bien de la humanidad.
    Mal andamos, si con dinero de todos , fomentamos, y financiamos a un grupo minoritario, imponiendo una lengua por encima de otras, por afán de poder, y del interés de unos pocos iluminados.
    Cuando salimos al mundo y conocemos otras culturas, la inmensa mayoria de la gente, quiere que le entiendan, quiere integrarse y quiere comunicación con el nativo. Salvo los psicópatas, que sólo persiguen el poder, porque corren el peligro de que si los entienden, no puedan ejecutar sus planes particulares. No hay mejor manera de convencer a alguien, para que te siga, que hablar con buenas palabras ,y que no te entienda » ni dios».Se dicen inteligentes, pero no pueden aprender un poquito de la gente normal , de a pié, que seguro, tiene bastantes cosas mejores que ofrecer al resto de la humanidad.
    En todo el mundo, si alguien quiere que le entiendan, tendrá que saber expresarse, sino es un » diálogo de besugos «. Si no quieres que te excluyan, practica la tolerancia y el entendimiento, en cualquier lengua o idioma. Pero si nos creemos en posesión de la verdad, mal asunto, solo en estos casos, esas personas , en lo único que se convierten es en » un grano en el culo» , al que al resto nos importa un pito, intentar entenderle.
    Si queremos entender al otro, dejémoslo, que se exprese , con lo que mejor lo hace, que es, su lengua. Si ya se lo negamos, sin hacer el mínimo esfuerzo por entenderle, es que no queremos oír, solo imponer. Y entonces ¿como quieres representar el sentir de la gente, si ya no quieres, escuchar?
    Para conversar, por lo menos debe haber más de un interlocutor, porque sino , no hay diálogo, si no hay confrontación de ideas , con el respeto a la opinión del otro, eso sí con argumentos racionales, solo, hay doctrina. Y ya sabemos a lo que lleva esto, a la intolerancia al otro, y a querer arrasarle, para que no pueda explicarse y el resto , no lo entienda.¿ O no, Sr. Netanyahu y demás comparsa? O los falsos gurus, que antaño, se les denominaba acertadamente, como » charlatanes de feria «, por el saber popular, en el que debería entenderse » como la auténtica democracia «. Eso sí, acompañado de una buena educación básica, para poder ejercer, el libre entendimiento.
    Y por eso , es imprescindible, que nos dejen expresar , mientras sea posible, con la mejor herramienta que tenemos, nuestra lengua, con el afán de compartir y no competir.

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