Opinión

Amnistía y apocalipsis

"No creo que el referéndum o la amnistía deban ser monedas de cambio pero tampoco que el odio de señores [como González, Guerra o Cebrián] deba ser la guía para construir la España y la Catalunya del futuro", reflexiona Ovejero.

Felipe González y Juan Luis Cebrián en una reunión del Instituto Berggruen en París, en 2013. Foto: Berggruen Institute

Es el principio del fin. No lo digo yo, lo dice Juan Luis Cebrián en un artículo cargado de bilis en El País, en el que realiza un ataque tan desmesurado a Pedro Sánchez que se intuye un trasfondo personal. Conceder la amnistía a todos los acusados por el procés es, según él, una traición a los valores democráticos. En realidad, se hace eco de las declaraciones de Alfonso Guerra, para quien dicha amnistía supondría «borrar 45 años de democracia» y pasar «de un sistema democrático a uno no democrático». También afirmaba Guerra que era una condena de la Transición. Sí, las viejas glorias del PSOE, con Felipe González a la cabeza, han salido en tromba a atacar a Sánchez –una vez más–. Tienen derecho a hacerlo, también lo tiene alguien como Leguina, defensor del PSOE antiguo pero que no vota al moderno. 

Es verdad que la postura del PSOE hacia Catalunya ha dado tantos bandazos que cabe en ella cualquier cosa. Está ya muy lejano aquel congreso de Suresnes (1974) en el que se afirmó «el pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las nacionalidades que integran el Estado español». Quién te ha visto y quién te ve.

Más próximo en el tiempo está el artículo de Felipe González y Carme Chacón (2010) en el que defendían que España es una nación de naciones. Y más aún la Declaración de Granada (2013), en la que el PSOE defendía el federalismo. Luego vienen otros bandazos protagonizados por Pedro Sánchez, más atento a los cálculos electorales que a una idea de la ordenación territorial que necesitamos.

Hay dos cosas que me fascinan en todo este escándalo moral, independientemente de si la amnistía es constitucional o no –asunto sobre el que encuentro opiniones muy firmes de gente que sabe de derecho aún menos que yo– o también de si es lícito negociar un referéndum a cambio de apoyo para conseguir el gobierno; dicho sea de paso, tampoco el PP ha tenido reparos en vender su alma al demonio catalán para conquistar el poder aunque ahora se rasguen el traje de chaqueta.

Primero, que den lecciones de democracia quienes fueron presidente y vicepresidente de un gobierno durante el cual se creó una supuesta estructura de terrorismo de Estado responsable de veintisiete asesinatos, actos de tortura y secuestros, y también eran respectivamente secretario y vicesecretario de un partido desde el que se presionó para que se indultase a los responsables últimos (o penúltimos) de dichos actos. ¿Era eso más moral? ¿No eran infinitamente más graves los asesinatos y la tortura que montar un referéndum, por ilegal que fuese? ¿Son estos individuos los más adecuados para defender el respeto a las instituciones y que se consulte a los españoles para las cuestiones que afectan a su convivencia?

Lo segundo que me fascina no tiene que ver con el pasado tenebroso de la lucha antiterrorista y de la manga ancha moral de sus protagonistas. Tiene que ver con el presente. Porque varios de estos voceros de la democracia llevan tiempo empujando a que el PSOE llegue a un acuerdo con el PP e incluso a que le entregue el gobierno, como pidieron cuando Rajoy no tenía una mayoría suficiente. No importa que ese mismo PP lanzase también una guerra sucia, utilizando a delincuentes y policías, o a policías delincuentes, para desprestigiar al independentismo, subvirtiendo la democracia desde la raíz. Ni que sea un partido con una corrupción rampante y en buena medida impune. Ni que pacten con la extrema derecha, poniendo en peligro, ellos sí, los derechos y libertades adquiridos desde la tan alabada Transición, y hayan crispado la convivencia hasta límites intolerables, fomentando, por cierto, el sentimiento en Catalunya de desafección hacia España del que ahora se lamentan tanto. 

Leguina no votó al PSOE. Felipe González dice que le cuesta mucho. Guerra no lo reconocería como su partido si se apoyase en los independentistas. Cebrián no queremos saber a quién vota, pero obviamente ni a Sánchez ni a Sumar. Para ellos la unidad eterna de España es más importante que la decencia, los derechos, la libertad y la reconciliación. 

Se habla mucho del chantaje independentista y de bajada de pantalones del Gobierno, esa imagen tan del gusto de los machotes ibéricos, pero un PP rehén de VOX no me parece que pueda presumir de dignidad. 

El caso es que yo tampoco creo que la amnistía y el referéndum deban ser monedas de cambio a la hora de apoyar a un gobierno que aleja la amenaza de tener a la extrema derecha gobernando de tapadillo nuestro país. Ni que Sánchez deba aceptar cualquier condición para evitar la repetición de elecciones. Lo que no creo es que el odio de los señores mencionados, no ya a Sánchez, sino a cualquiera que ponga en duda el statu quo y la unidad patria, o que destape la podredumbre del sistema que ayudaron a consolidar –un ejemplo es su inquina visceral hacia Podemos–, deba ser la guía para construir la España del futuro. Y tampoco la Catalunya.

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Comentarios
  1. No les dejan llevar a cabo un referendum para que se exprese la voluntad del pueblo catalán. Se tienen que exiliar para que no los encarcelen y ¿te parece José que la amnistía no puede ser moneda de cambio?
    ***********************
    Una docente catalana escribe esta carta a Alfonso Guerra
    «Usted no recuerda, pero nosotros no olvidamos» (Insurgente.org)
    Hay personas que con el paso del tiempo cambian o cambian sus actitudes. Algunas quizás modifican la percepción que tienen de las cosas; otros, con el paso de los años, adquieren la experiencia, la maduración que les hace vivir con su entorno con la capacidad reflexiva que incluso les permite comprender lo que nunca se habían propuesto entender. No es su caso, señor Guerra…
    Parece que usted no sólo no ha adquirido esa madurez contemplativa y reflexiva, sino que, además, ha perdido la memoria. Ayer, en su intervención en Onda Cero, afirmó que las escuelas y centros educativos de Cataluña hace 40 años que están controlados por un profesorado sectario que se dedica a adoctrinar su alumnado de manera fascista, a la manera de Adolf Hitler y sus juventudes hitlerianas. Con sus afirmaciones de ayer, señor Guerra, usted me insultó, me agredió y, por ello, ahora dejaré de hablar de usted para hablarle de mí.
    Sabe, yo soy catalana por obra y gracia del Caudillo de España. Soy de esa generación que nació en Cataluña porque los fascistas asesinaron o persiguieron a nuestros abuelos. Soy hija y nieta de aquellos andaluces que consiguieron rehacer su vida lejos de una Andalucía sometida a los terratenientes falangistas, que crearon un hogar en una tierra que se tuvo que rehacer de la represión franquista y que colaboraron en la creación de la escuela pública catalana a finales de los años 70. Una escuela pública, señor Guerra, que contó con un consenso político y social en el que participaron la mayoría de familias proletarias venidas de Andalucía y que fue un modelo surgido de una decisión democrática.
    Sabe, yo soy de esa generación nacida en 1970 que no fuimos escolarizados en catalán, que todavía sufrimos las lecciones de maestros franquistas, que crecimos en plena transición, que pasamos miedo la noche del 23-F y que vivimos el entusiasmo de nuestros padres el día que ustedes, los del PSOE, ganaron las elecciones. Soy de esa generación que, mientras usted llegaba a ser vicepresidente del gobierno, trabajábamos para estudiar en la universidad.
    Como le decía antes, señor Guerra, ayer me agredió, pero no sólo a mí… Ayer, usted escupió sobre la memoria de todos los muertos en manos del fascismo español; insultó a todos los padres y madres que han colaborado en la construcción de un modelo educativo consensuado; agredió a diferentes generaciones de profesionales de la educación que, desde 1975, han trabajado para que la educación en Cataluña sea siempre el garante de la transmisión y consolidación de los valores propios de una sociedad democrática.
    Usted, con su actitud beligerante, no es nadie para situarme, a mí y a todos mis compañeros de profesión, a la misma altura que a los asesinos de nuestros abuelos. Usted, protagonista del primer caso de corrupción del gobierno socialista, no puede acusarnos de desarrollar desde las escuelas un movimiento prefascista. Usted, hijo de militar, que justifica las cargas policiales contra nuestros conciudadanos no puede acusarnos de ser despreciables.
    Y es que usted, señor Guerra, no ha cambiado: sigue viviendo de la agresión verbal, de la mentira injuriosa, de la difamación injustificada… Porque tal vez usted ha olvidado que un día ejerció de socialista, pero nosotros recordamos que, en realidad, no lo fue nunca. Hoy, con sus dictados injuriosos, usted se asocia a la extrema derecha española, mientras nosotros, el profesorado catalán, seguimos trabajando para nuestro pueblo. Passi-ho bé, señor Guerra.
    Maribel Gómez
    Profesora de Secundaria del Departament d’Ensenyament
    Bon dia! Això ho va dir el 15/07/23

  2. LOS DISFRAZADOS, José Anº Luque. (Arainfo.org)
    Las voces que se están levantando desde la facción ideológica conservadora (PPOX), coinciden sospechosamente con las de personajes que durante años han sido identificados como progresistas. De repente se les ha roto la goma de la careta y su faz ha quedado al descubierto.
    En 1974, en el congreso socialista celebrado en Suresnes, se produce uno de los más importantes fraudes para la posterior democratización de España. Rodolfo Llopis, Secretario General del PSOE en el exilio, se vio desplazado mediante artimañas preparadas para el triunfo de la candidatura elegida por el régimen.
    La elección de la camada socialista liderada por el consensuado “Isidoro” y su cuadrilla sevillana, cerró de un portazo la posibilidad de realizar una reforma política en profundidad. Se gestó “la modélica transición”: democracia pero con calma.
    Cuando se desclasifique el sumario secreto del 23F se aclararán muchas cuestiones y las generaciones futuras conocerán la verdad sobre la legitimación de un sistema canalla y una Jefatura de Estado impuesta por el dedo de un dictador.
    La trama necesitaba someter convenientemente a la oposición disidente; ese refugio de rojos que seguía cuestionando al asesino.
    La propaganda de Hollywood se encargó de presentar a los comunistas como individuos/as procaces, sin escrúpulos, violadores de niños/as y bebedores de sangre. La paradoja es que los abusadores de la infancia estaban detrás de las sotanas protegidas por régimen.
    Se rumorea que el propio almirante Carrero Blanco recabó informes sobre el aspirante y dio su pláceme. Los recibió favorables, satisfactorios, pero sobre todo y principalmente tranquilizadores.
    La internacional socialista de Willy Brant, la aquiescencia de la CIA, pero principalmente, el beneplácito del régimen franquista, permitieron que “el clan de los sevillanos” se hiciera con las riendas del PSOE.
    Felipe representa un ejemplo perfecto de político de derechas, su castigo es que el espacio natural que debería ocupar se encuentra invadido por una derecha más tradicional y arraigada en las cúspides del poder: las élites financiera, militar y eclesiástica apuestan decididamente por sus congéneres hasta que no les queda otra solución que soportar a un advenedizo. Entonces usan el comodín: La POSE, perdón el PSOE, un corazón de derechas envuelto en pretendido papel de progreso, ¡Una estafa!
    González/Guerra usaron de la amnistía, con todas sus consecuencias para conseguir sus fines. Entre sus amnistiados figura el general golpista Alfonso Armada condenado en el proceso del 23F ¿Alguien necesita más datos para saber de qué pie cojea el dúo de “La bodeguilla de La Moncloa”?

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