Internacional
En los pueblos del Atlas: donde la ayuda nunca llega
Así entierran y desentierran a las víctimas del terremoto en Mulay Brahim, uno de los pueblos cabecera de la provincia de Al Houz, una sucesión de aldeas en las que el agua corriente y la luz llegaron hace menos de una década.
Mientras se suceden los funerales, los niños cumplen con su rol imprescindible: rellenar las botellas de agua en la fuente pública. En Mulay Brahim, este domingo han enterrado a dos madres con sus respectivos hijos. Y aún quedan por enterrar algunas de las 28 víctimas que ha provocado el seísmo más fuerte registrado en Marruecos y por salvar a tres personas que permanecen bajo los escombros. “Llevamos dos días sacando gente con nuestras manos. Vivas y muertas. Ayer encontramos a una de esas madres con su hijo muertos”, explica Hamza.
Así rompe el aire de #MoulayIbrahim el llanto de las víctimas de la combinación del terremoto, la pobreza y el abandono institucional.
— Patricia Simón (@patriciasimon) September 10, 2023
Llantos mientras son enterrados#Atlas pic.twitter.com/BYkwACsEch
Cuando este hombre de 26 años se enteró del terremoto en Casablanca, donde vive, volvió a su pueblo para ayudar en lo que pudiese. “Cuando llegué me encontré algo que nunca jamás habría podido imaginar. Era el infierno. Parecía que nunca íbamos a conseguir sacar a todo el mundo. Pero quedan tres atrapados que ya no podemos rescatar porque necesitamos maquinaria pesada. Y no hay. Y no llega. Necesitamos ayuda real”. En ese momento, el jefe local de los gendarmes interrumpe la entrevista y le grita que no diga eso, que qué más puede hacer el Estado, mientras señala la carpa y el toldo bajo los que se guarecen un centenar de mujeres. El gendarme ordena a esta periodista que borre el vídeo de la entrevista.
Mulay Brahim es una población de 8.000 habitantes del Atlas marroquí, situado a una hora y media de Marrakech y rodeada de desierto y montañas. Aquí, además de las víctimas directas, cientos de personas se han quedado sin casa y, viéndolas, es fácil entender la causa: son construcciones de adobe, sin cimientos, construidas con las propias manos de sus habitantes. En cuanto la tierra tembló, se desmoronaron sobre sus ocupantes. Y ahora, ante cada nuevo enterramiento, los llantos de las mujeres rasgan el cielo mientras los hombres manifiestan en voz baja su rabia por el abandono estatal. “Lo poco que se ha repartido es porque la gente se ha organizado para comprar con su dinero agua y pan. El Gobierno sigue sin hacer nada. Lo único que esperamos es la ayuda internacional”, explica Abdelamid, quien también lleva dos días cargando cascotes y víctimas.
Mulay Brahim es uno de los pueblos cabecera de la provincia de Al Houz, una sucesión de aldeas en las que el agua corriente y la luz llegaron hace menos de una década. La sensación de abandono estatal no es nueva. “Aquí no ha venido nada. Estamos reconstruyendo la casa nosotros mismos. Y no hemos podido comprar comida porque las tiendas llevan dos días cerradas”, explica Fahda, la mayor de esta familia de veinte miembros, nueve de ellos menores, que viven juntos a unos veinte minutos de Mulay Brahim. Su esposo insiste en mostrar la grieta que atraviesa de lado a lado el monte sobre el que viven. Los cascotes permanecen sobre uno de los colchones en los que ya no duermen por el miedo a réplicas. Los muros de la cocina y del dormitorio se han resquebrajado y el techo de la cuadra y del tejado se han venido abajo. En los restos se ve cómo incluso emplean excremento del ganado para su refuerzo. Esa es la pobreza de la que estamos hablando.
“Aquí ya no hay nada, nos tendremos que ir a otro lugar a buscarnos la vida”, explica Khalid Maslouhi, quien trabajaba en un hotel que no contempla que vuelva a funcionar. “Está destrozado pero, además, ¿quién va a venir aquí?”. Khalid vive bajo una carpa junto a su mujer y sus tres hijos, una de ellos con una grave discapacidad que le mantiene en una silla de ruedas. Por eso no pudieron huir hasta que todo dejó de estremecerse y ahora ni siquiera pueden imaginar volver a dormir bajo un techo por el temor a las réplicas o a nuevos seísmos. Por eso no contemplan dejar de vivir en esta explanada que servía de pista de fútbol hasta el pasado viernes y donde se siguen levantando nuevas tiendas con palos y telas.
Donde la ayuda sí llega
A apenas una hora de allí, y a la misma distancia de Marrakech, se encuentra Amizmiz, una población de 60.000 habitantes situada en el epicentro del terremoto. Allí, el despliegue de la ayuda institucional es visible. Durante la tarde del domingo, los turistas en quad –uno de los atractivos para los visitantes de esta región– se mezclaban con camiones militares y furgonetas civiles cargadas de colchones, mantas, comida, pañales y agua. Las excavadoras se afanaban en recoger los escombros, mientras quienes han perdido su vivienda se preparaban para pasar la tercera noche al raso. Junto a ellos, edificios modernos que apenas sí han sufrido daños. Como sostienen los expertos y expertas, lo que mata no son los terremotos en sí, sino su combinación con las condiciones materiales de las viviendas y la acción gubernamental. La comparativa entre las causas de las consecuencias del terremoto en Mulay Brahim y Amizmiz es muestra de ello.
“Cuando parece que, por fin, vamos a poder volver a dormir, nos sobresaltamos por el temor a que vuelva a temblar. Tenemos pesadillas en las que el suelo tiembla y todo vuelve a desplomarse. Y los niños no paran de repetir que se van a morir”, explica Soukaina Ghandour, sentada junto a sus tres hijos, que asienten mientras la escuchan. “Pero aquí, al aire libre, al menos nos sentimos seguros”. En la tienda vecina, una mujer con la cara amoratada y vendada permanece en silencio. Sus acompañantes explican que ha perdido a su hija de dos años. Impelida a dar detalles por ellos, precisa: “La encontraron gracias a los perros”.
Y mi absoluta solidaridad con esa pobre ( muy pobre ) y buena ( muy buena ) gente .
Salud.
Monarquía egpañola ¿ vs….. monarquía marroquí ? . Y ahora los Borbones también son » hermanos……. » del también sátrapa marroquí ,je ,je .
Salud.