Crónicas | Internacional
Los nuevos grupos de odio de los EEUU y el terrorismo ultraderechista que no cesa
Las condenas a los asaltantes del Capitolio no amedrentan a la extrema derecha. La cruzada de los republicanos contra los derechos de las mujeres y LGTBI legitima a los grupos de odio, que siguen captando adeptos y actuando con violencia.
Decenas de hombres encapuchados, vestidos todos con pantalón negro y camiseta roja, desfilan a paso marcial por las calles de Orlando, en la Florida norteamericana. Llevan banderas negras con esvásticas blancas. Son miembros y simpatizantes de Goyim Defence League, Order of the Black Sun, Aryan Freedom Network y 14 First, organizaciones nazis que llevaban tiempo anunciando un gran evento, pero que finalmente no han conseguido reunir esta vez a más de medio centenar de personas.
La imagen se vuelve viral, no sólo por su puesta en escena, sino porque se han concentrado a las puertas de Disneylandia, uno de los parques temáticos infantiles más grandes y populares del mundo. Y porque algunos de ellos enarbolan banderas de apoyo al gobernador de Florida y futuro candidato a las presidenciales de 2024, que competirá previamente con Trump en las primarias republicanas, Ron DeSantis.
La escena de los nazis ante Disneylandia y la mención a DeSantis tiene su explicación: el gobernador y el gigante del entretenimiento llevan manteniendo un pulso desde hace tiempo, por la oposición pública de Disney a la ley conocida como ‘No digas gay’, que prohíbe la enseñanza sobre orientación sexual e identidad de género en centros educativos.
Esta ley fue aprobada junto con toda una serie de medidas contra la comunidad LGTBI, dirigidas especialmente a la comunidad trans, como son la restricción a los tratamientos médicos a la infancia trans o la prohibición del uso de baños que no correspondan al sexo biológico en centros educativos. Éstas y otras medidas, como la censura en los libros de texto o en las bibliotecas públicas de libros con temática LGTBI, feminista o antirracista, forman parte de la cruzada AntiWoke de DeSantis, que seduce a su electorado más ultraconservador y ultraderechista.
Manifiestos y ‘modus operandi’ comunes
La marcha neonazi de Florida se produjo justo unos días después de que un terrorista neonazi asesinara a tres personas en Jacksonville, también en Florida. El autor de este nuevo crimen de odio publicó un manifiesto en el que explicaba sus motivaciones racistas, siguiendo el modus operandi de otros terroristas neofascistas como el noruego Anders Breivik, que asesinó a 77 personas en 2011, o el neozelandés Brenton Tarrant, autor del asesinato de 51 personas en Christchurch en 2019.
Todos estos manifiestos hablan de lo mismo: luchan contra una conspiración que pretende acabar con la raza blanca. Versiones particulares de la Teoría del Gran Reemplazo, que usan también los políticos de extrema derecha de todo el mundo para difundir el odio y el desprecio a las personas migrantes y no blancas. Según el Center for the Study of Hate and Extremism, el racismo contra las personas afrodescendientes continúa liderando las estadísticas del odio en el país. El año pasado, otro atentado terrorista de motivación racista contra personas negras se cobró la vida de diez personas en Buffalo, en el Estado de Nueva York.
Proud Boys
Estos ataques se suceden al mismo tiempo que la justicia ha procesado y condenado a largas penas de cárcel a varios de los asaltantes del Capitolio en 2021, cuando Trump perdió las elecciones. El último de los condenados , esta misma semana, es el líder del grupo ultraderechista Proud Boys, Enrique Tarrio, un grupo violento, machista y pro Trump, que se enfrentaba en las calles a colectivos antirracistas y antifascistas, y cuyos líderes mantuvieron contactos con el FBI como informantes. Y justo también estos días se cumplen sesenta años de la marcha sobre Washington, la multitudinaria y célebre protesta en favor de los derechos civiles y contra el racismo en la que Martin Luther King pronunció su famosa frase sobre la sociedad que soñaba, y que hoy parece todavía bien lejos.
A pesar de la derrota de Trump en 2021 y la consecución de causas judiciales contra el expresidente, sus seguidores y quienes se sitúan todavía más a la derecha no han cesado su actividad, ni mucho menos. Según el Southern Poverty Law Center (SPLC), entidad pionera en la monitorización y la denuncia de los grupos de odio en EEUU, “el país sigue atravesando un momento político reaccionario”, y señalan el peligro de las teorías de la conspiración y los discursos de odio cuando “estas ideas ahora circulan ampliamente entre figuras influyentes de derecha y dentro del Partido Republicano, lo que les otorga legitimidad y les permite influir en las políticas”. En 2022, el SPLC documentó la existencia de 523 grupos de odio y 702 grupos extremistas antigubernamentales, un total de 1.225 grupos activos.
Una de las campañas habituales de los grupos de odio estos últimos años ha sido contra los espectáculos y eventos LGTBI, con especial fijación con los protagonizados por Drag Queens. Grupos neonazis como los Blood Tribe, presentes en la protesta de Disneylandia, han convocado varias veces contra este tipo de actividades, como sucedió en Akron, Ohio, el pasado marzo. A estas protestas, además, se han sumado grupos ultraconservadores y fundamentalistas cristianos, que acusan a la comunidad LGTBI de pederasta. Estas convocatorias se escudan tras una supuesta defensa de los niños, el mismo argumento que DeSantis y otras figuras de ultraderecha en todo el mundo usan para cercenar derechos o censurar determinados contenidos, relacionando la comunidad LGTBI y la pedofilia. En algunas ocasiones, y en los Estados donde la ley lo permite, los neonazis se han llegado a presentar armados ante este tipo de eventos dirigidos a niños y sus familias.
La defensa de los grupos antifascistas
Sin embargo, los neonazis y ultraderechistas encuentran cada vez más resistencia y oposición a sus amenazas e intentos de intimidación. Varias personas con ropa militar y armas automáticas luciendo banderas LGTBI y antifascistas se han presentado en diversas ocasiones para defender estos espacios y estos eventos de las amenazas de los neonazis y la pasividad de la policía. Son miembros del Elm Fork John Brown Gun Club, un grupo antifascista que, como hicieron en su momento los Black Panthers, exhibe sus armas para advertir a los ultraderechistas de que se van a defender de cualquier ataque. “Están adoptando otra postura más proactiva, sobre todo porque la extrema derecha se ha militarizado cada vez más. Así que ellos (los antifascistas) están cada vez más armados, se están volviendo cada vez más intimidantes como forma de demostrar que la gente de izquierda no se dejará intimidar y se protegerá a sí misma”, declaraba el profesor de criminología Stanislav Vysotsky a USA Today el pasado diciembre.
La comunidad LGTBI es también una de las principales víctimas no sólo de los discursos de odio y de la campaña política contra sus derechos por parte de la derecha, sino también de los ataques violentos, tal y como muestran las estadísticas oficiales recogidas por el Departamento de Justicia de los EEUU. El pasado noviembre se produjo en Colorado Springs un atentado que se cobró la vida de cinco personas en un club LGTBI. El autor era nieto del miembro republicano saliente de la Asamblea Estatal de California, Randy Voepel. Dejó, además, más de una veintena de heridos. Este verano, Laura Ann Carleton, propietaria de una tienda de ropa en Cedar Glen, California, fue asesinada a tiros por un hombre que, según un comunicado de la oficina del Sheriff, “hizo varios comentarios despectivos sobre una bandera arcoíris, que estaba fuera de la tienda, antes de disparar”. Los delitos de odio motivados por la orientación o identidad de género alcanzaron más del 15% en 2021, sólo por detrás del más de 60% de los delitos de odio motivados por prejuicios raciales, según el Departamento de Justicia.
El asesinato de Heather Hayer en 2017 por parte de un supremacista blanco que arrolló a varios manifestantes en Charlottesville, Virginia, sigue vigente en la memoria de los grupos antifascistas. El asesino, James Alex Fields Jr., fue condenado a cadena perpetua en 2019. Hoy, también los antifascistas son a menudo víctimas de estos atentados. El pasado agosto, un hombre armado disparó contra los asistentes a un concierto punk en un local frecuentado por la comunidad LGTBI y antifascista en Minneapolis. August Golden, de 35 años, cantante y guitarrista de la banda Scrounger, fue asesinado. La policía todavía no ha logrado detener al autor del atentado, pero para los amigos y familiares de la víctima y de los heridos, el objetivo elegido no deja lugar a dudas sobre la intención de éste.
Quien sí fue identificado por asesinar a dos personas fue el joven ultraderechista Kyle Rittenhouse, quien, después de recorrer varios kilómetros y atravesar varios Estados, mató a tiros a dos manifestantes antirracistas en Kenosha, Wisconsin. El asesino, que entonces tenía tan sólo 17 años, dijo haber acudido armado para proteger los comercios de los saqueos, por lo que el jurado lo declaró no culpable y consideró que actuó en defensa propia. Rittenhouse se ha convertido en una estrella de la ultraderecha, e incluso se ha reunido con Donald Trump o la recién defenestrada estrella de la cadena Fox, Tucker Carlson.
Más allá de la acción de los grupos de odio, lo que verdaderamente preocupa a los expertos es la normalización de la cada vez más radical agenda de la derecha estadounidense. Aunque se trata de un fenómeno global, el país con cada vez mayor índice de violencia por armas de fuego y principal potencia mundial se encuentra todavía incapaz de controlar a sus propios demonios. Cada año se suceden las noticias sobre la infiltración de estos grupos nazi-fascistas en las Fuerzas Armadas y en los cuerpos policiales o la participación de sus miembros en actos violentos o grupos de extrema derecha, un fenómeno que no es exclusivo de los EEUU.
Ni con un gobierno demócrata ni después del grave asalto al Capitolio en 2021, el panorama parece haber cambiado demasiado. Los mismos discursos de odio que auparon a Trump a la Casa Blanca y que sacaron a decenas de miles de racistas y homófobos del armario, siguen poblando las redes sociales y los medios de comunicación, aunque hayan cambiado las caras. Los grupos de odio y las milicias armadas de extrema derecha siguen activas, impunes, y los Estados controlados por los republicanos siguen aprobando leyes regresivas en materia de derechos. Y los terroristas de extrema derecha siguen apareciendo en todos los rincones del país cada cierto tiempo con alguna masacre.
El país encara unas nuevas elecciones presidenciales el año que viene, y todo apunta a que los republicanos van a ser representados o por el expresidente Donald Trump, o por el gobernador de Florida y líder de la cruzada antiwoke, RonDesantis. Aunque los grupos ultraderechistas que apoyaron a Trump, como los Proud Boys, terminan entre rejas, muchos de sus miembros y simpatizantes han sabido recolocarse alrededor del partido republicano, tal y como denunciaban medios estadounidenses esta semana tras la condena de prisión de su líder, Enrique Tarrio. Mientras, los nazis que se manifestaban en Florida la pasada semana enarbolaron banderas de apoyo a DeSantis, presentando así su alternativa, el recambio para esta nueva etapa que viene y que podría volver a instalar a un ultraderechista declarado en la Casa Blanca.
8 de SEPTIEMBRE: «DÍA INTERNACIONAL DEL PERIODISMO»
Con mucha menos resonancia en los medios de comunicación de lo que en principio cabría esperar, el pasado 8 de septiembre se conmemoraba el Día Internacional del Periodismo.
Y es que esta fecha, que honra a todos los profesionales de la prensa que han enfrentado peligros, persecución y censura, está directamente relacionada con un personaje demasiado incómodo como para ser mencionado, como sería justo y pertinente, por los grandes medios de comunicación.
La elección del 8 de septiembre como el Día Internacional del Periodismo se debe a la historia de resistencia de Julius Fucík, un periodista y escritor checoslovaco cuyo legado sigue vivo, pese a todo, en la memoria colectiva.
Julius Fucík nació en 1903 y vivió en una época marcada por una intensa agitación política y por el auge del nazismo en Europa. Desde sus años jóvenes, Fucík mostró un fuerte compromiso con sus ideales, uniéndose al Partido Comunista de Checoslovaquia, en 1921.
Durante las décadas de 1920 y 1930, se desempeñó activamente como periodista y editor de diversas publicaciones comunistas. Sin embargo, sería durante la ocupación nazi de Checoslovaquia cuando su figura ganaría notoriedad. En 1942, debido a su resistencia antinazi y su compromiso con el comunismo, fue arrestado por la Gestapo. Lejos de rendirse, Fucík transformó su encierro en un acto de resistencia literaria. Durante su tiempo en prisión, escribió «Reportaje a pie de horca», una conmovedora crónica sobre su vida en cautiverio, los brutales interrogatorios y la vida bajo el yugo nazi.
La obra, redactada en pequeños trozos de papel contrabandeados fuera de la prisión, se convirtió en un poderoso testimonio de la resistencia humana frente a la opresión.
El legado de Fucík no se limita a sus escritos. En 1943, fue ejecutado por los nazis, convirtiéndose en mártir y símbolo de la lucha contra el fascismo. Tras la guerra, su obra fue traducida a varios idiomas, y en Checoslovaquia su figura fue elevada a la de héroe nacional. En 1950, la Federación Internacional de Periodistas propuso conmemorar el 8 de septiembre en honor a Fucík y a todos los periodistas que, como él, han enfrentado peligros debido a su labor.
Hoy, al conmemorar el Día Internacional del Periodismo, resulta imprescindible recordar a Julius Fucík y a todos aquellos que, con su pluma y compromiso, defienden la verdad, la justicia y la libertad.
JULIAN ASSANGE FREE – PABLO GONZALEZ WOLNOSC
Si sólo fuera el terrorismo ultraderechista…
Los hay que incluso pasan por filántropos, como GEORGE SOROS, quien está sosteniendo el conflicto de Ucrania que no interesa parar.
Según El Otro País, la Fundación Soros puso la diana en la cabeza de PABLO GONZALEZ.
Hace siete años tuvo lugar una filtración en la “Fundación para una Sociedad Abierta”, propiedad del magnate Georges Soros, un inmenso especulador que la prensa a su servicio hace pasar por filántropo. Soros hizo generosas donaciones para favorecer la destrucción del socialismo en Europa Central y del Este, financió el sindicato Solidaridad de Lech Walesa, a Andréi Sajarov o la Carta 77 en Checoslovaquia. Más tarde engrasó de dólares la campaña del gran organizador de guerras Barak Obama.
Propietario de potentes fondos de inversión es un especulador financiero internacional, de él dijo el premio Nobel de Economía Paul Krugman a raíz de las crisis de 1999, “nadie puede negar que en estos días hay inversionistas que no sólo mueven dinero en anticipación de una crisis monetaria, sino que hacen todo lo posible por desencadenar esa crisis por diversión y ganancias. Estos nuevos actores en presencia aún no tienen un nombre estándar; mi término propuesto es Soros”.
Pues bien, el año 2016 la filtración permitió conocer que esta Fundación había elaborado una lista con nombres de 49 periodistas y activistas del Estado español calificados de pro-rusos, entre ellos estaban, entre otros, Javier Couso, la reportera de TVE Pilar Requena, el humorista Facu Díaz, los académicos Javier Morales y Asier Blas y el periodista Pablo González.
También estaba incluido en la lista negra de estos defensores de “la sociedad abierta” el amigo y colaborador del “Otro País de este Mundo” Julián Jiménez por su denuncia de las masacres nazis en el Donbás.
Según la filtración, el autor de este informe para la Fundación, fue Nicolás de Pedro, investigador del Centro de Información y Documentación de Barcelona (CIDOB) para el espacio postsoviético y la India. De Pedro ha intervenido por cuenta de la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE) en misiones de observación electoral en Kirguizstán, Rusia, Tayikistán y Ucrania. Controlando que el resultado de estos procesos electorales sea favorable a las “abiertas” sociedades capitalistas y al liberalismo económico.
Qué Pablo González figurase en una lista negra de periodistas pro-rusos y 5 años después fuese detenido y encarcelado al parecer por ser un espía ruso, -a pesar de que no hay todavía acusaciones concretas contra él-, nos hace sospechar fundadamente que los poderosos tentáculos de estos “liberales” vinculados a la desestabilización e imposición de gobiernos títeres, ligados a los intereses del imperialismo, estén detrás de su encarcelamiento en condiciones durísimas desde febrero de 2022.
LIBERTAD JULIAN ASSANGE
LIBERTAD PABLO GONZALEZ
LIBERTAD PABLO HASEL
y de tantas y tantas víctimas del terrorismo capitalista/imperialista