Internacional

Google, acusado de despedir ilegalmente a decenas de trabajadores por sindicalizarse

Los empleados de ‘Google Help’, encargados de la Inteligencia Artificial, denuncian ser represaliados tras organizarse para exigir mejores condiciones laborales. En junio, formaron un sindicato; en julio, la empresa anunció que rescindiría sus contratos.

Sede de Google. PXFUEL / Licencia CC0

Google, el gigante de Silicon Valley, vuelve a ser noticia, y no precisamente por sus buenas prácticas corporativas. Un grupo de trabajadores acusa a la empresa de ejecutar despidos ilegales como represalia a haber creado un sindicato. Así lo recoge el diario Bloomberg: el conglomerado Alphabet Inc., dentro del que se encuentra Google, estaría violando los derechos laborales de la mayoría de empleados que forman ‘Google Help’, un equipo formado por redactores y diseñadores gráficos encargados de realizar labores con Inteligencia Artificial, como mejorar los resultados de las búsquedas o de los chats automatizados.

De un total de 118 empleados, 80 habrían recibido notificaciones de despido en una reunión por internet que no admitía turno de preguntas. El servicio ‘Google Help’ se encuentra subcontratado a través de la empresa Accenture, y una de las claves de la denuncia, que ha sido presentada ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB en sus siglas en inglés) –una agencia federal del gobierno de Estados Unidos– radicaría en determinar si Google es responsable por la expulsión de los empleados, como argumentan éstos o, en cambio, está exenta de cualquier obligación legal, postura adoptada por la multinacional.

Más derechos laborales

El caso puede seguirse a través de la plataforma Alphabet Workers Union, el sindicato al que decidieron afiliarse la mayoría de los trabajadores de ‘Google Help’, según una nota de prensa lanzada el pasado 8 de junio. En ella, el grupo dedicado a la Inteligencia Artificial y otras tareas de servicio al cliente exige a Google –listado como empleador junto a Accenture– una mejora de sus condiciones laborales; específicamente, una subida salarial, que no se les asigne proyectos arbitrarios, y más días libres pagados, pues de los 15 otorgados por la compañía, sólo dos son remunerados (contando vacaciones y bajas por enfermedad). Además, denuncian sueldos más bajos entre quienes han firmado contratos con Artech, una subcontrata de Accenture.

Tras estas demandas, el sindicato expresó, en otro comunicado posterior, que estaban siendo represaliados por su actividad organizativa y la ronda de despidos comenzaría a hacerse efectiva el 7 de agosto de este año. “Pero los puestos no van a desaparecer, simplemente nos están pidiendo que entrenemos a nuestros sustitutos en el extranjero”, aseguró Anjail Muhammad, una de las empleadas, que reprocha a Google no estar respetando los trabajos en suelo estadounidense.

No es la primera vez que la multinacional de Silicon Valley debe enfrentarse a una denuncia parecida. En diciembre de 2020, la NLRB sentenció que Google había incurrido en una violación de los derechos laborales al rescindir los contratos de los empleados que organizaron varias protestas contra la colaboración del gigante de internet con el departamento de Aduanas y Control de Fronteras. El problema es que la NLRB no tiene potestad para disciplinar a conglomerados como Alphabet Inc., por lo que los litigios suelen prolongarse en el tiempo y acabar en manos de los tribunales, la opción más probable en el caso de los trabajadores de ‘Google Help’. Aún así, esto no parece estar desincentivando a un precariado cada vez mayor en el mundo tech que impulsa el capitalismo de la vigilancia.

A la histórica sindicalización de miles de trabajadores de Amazon el año pasado se van sumando empresas como Grindr, la aplicación de citas para la comunidad LGBT, cuya plantilla anunció recientemente la formación de un sindicato con el objetivo de lograr más seguridad laboral y oponerse a las cuantiosas donaciones por parte de políticos homófobos que habría recibido su CEO, George Arison. Con estas acciones se persigue combatir el clima de explotación, carente de garantías, que afecta a cada vez más personas contratadas por conglomerados digitales; de hecho, como reveló una investigación de The Atlantic, ya existe una “clase marginada” de empleados en el sector de la Inteligencia Artificial que sufren temporalidad, plazos inasumibles, estrés y sueldos raquíticos por realizar tareas cruciales como moderar los contenidos de las redes sociales o pulir los resultados de modelos generativos como ChatGPT.

Oleada de protestas

No sólo los trabajadores digitales están en pie de guerra. Estados Unidos vive una oleada de huelgas y protestas sindicales que refleja un hartazgo frente a la creciente desigualdad e inestabilidad económica. El salario mínimo federal lleva estancando en 7.25 dólares la hora desde 2009, y es sabida la falta de obligatoriedad legal a la hora de ofrecer prestaciones sociales –bajas remuneradas, pensiones, vacaciones–; todo ello, azuzado por el shock laboral de la pandemia, está provocando que las manifestaciones de descontento social no paren de sucederse. Si el año pasado el país dejaba estampas como la tumultuosa huelga de los empleados de The New York Times, en este 2023 han cobrado protagonismo los 3.000 trabajadores de Starbucks que se manifestaron recientemente, los 6.000 desempeñados en hoteles de Los Angeles, o muy cerca, en Hollywood, la huelga masiva que ha reunido a más de 11.000 guionistas de cine y televisión junto a unos 65.000 actores y actrices.

Los últimos datos disponibles (de 2022) indican que el número de paros (contando huelgas y encierros) se situó en 424, un 52% más que el año anterior, y la participación de los trabajadores aumentó un 60% (de 140.000 a 224.000). Casi un 70% de ellos se encontraban afiliados a algún sindicato. Aunque aún es pronto para contabilizar las movilizaciones de 2023, todo parece apuntar a que la energía reivindicativa de la clase trabajadora va en aumento, conforme empeora su calidad de vida y se torna más necesario alzar la voz.

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Comentarios
  1. Más inteligencia artificial y menos derechos laborales. Todos los inventos para el mejor postor: el capital.
    Algunos inventos han sido muy útiles; pero de otros yo creo que habríamos hecho muy bien en rechazarlos.
    Hasta los creadores de la inteligencia artificial confiesan, después de hecho el mal, que están arrepentidos de haberla creado.

    — Google usó la asombrosa cantidad de 21 mil millones de litros de agua en 2022, según el informe ambiental de Google. Eso es un 20% más que el año anterior. El principal consumidor de esta agua son los sistemas de mantenimiento de la inteligencia artificial, que necesitan ser enfriados, ya que consumen una gran cantidad de energía.

    Martín Alvarez- Canarias Semanal:
    — El fantasma de un colonialismo tecnológico, donde la tecnología es una herramienta de saqueo, desinformación y opresión, se hace cada vez más palpable.
    El capitalismo utiliza la IA como un potente vehículo para comerciar con el «big data», manipular información y consolidar monopolios. El desarrollo tecnológico, que a menudo va de la mano de una inquietante carrera armamentista, plantea problemas sociales históricos y pone en jaque el uso de datos, un derecho humano fundamental, por cierto.
    El capitalismo, a través de la máquina del Estado, está explotando la IA para acelerar la automatización y la precarización del trabajo, justificándolo como progreso tecnológico. Es crucial entender que la IA, en su esencia, no es ajena al pueblo, sino que se ha convertido en una forma de alienación bajo el dominio del capital.
    No podemos ignorar que la IA, en manos del capitalismo, se presenta como un disfraz ideológico, un motor de acumulación de clase, ocultando su verdadera naturaleza impulsada por la inteligencia de mercado. El aprovechamiento de la IA por parte del capital para el secuestro del plusvalor, el aniquilamiento de la competencia y la consolidación de monopolios, en beneficio del capitalismo y el imperialismo, es una realidad palpable.
    La industria militar tampoco escapa a esta dinámica. La IA contribuye a las ganancias de este sector, planteando cuestionamientos éticos y políticos que reclaman una regulación democrática urgente.
    En nuestras manos está darle un giro copernicano a la IA, liberándola de las cadenas que la atan a los intereses del capital .
    ¿SOBREPASARÁ LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL A SUS CREADORES HUMANOS?
    ¿Aprenderá la inteligencia artificial nuestros valores o nos llegará a borrar del mapa? El dilema de la era digital.
    En nuestras manos está darle un giro copernicano a la IA, liberándola de las cadenas que la atan a los intereses del capital .

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