Cultura

Marta Carnicero: “¿Qué lleva a tantos hombres a convertirse en bestias?”

La escritora aborda en su novela 'Matrioskas' (Acantilado, 2023) la relación entre las supervivientes de la violencia sexual como arma de guerra con los hijos e hijas resultantes de las violaciones.

Marta Carnicero. AINHOA GOMÀ.

“Los soldados han entrado con linternas, han recorrido la nave y se han llevado a cuatro: no eran las más jóvenes ni las más bonitas, y eso, a las que estáis aquí –aunque nadie se haya atrevido a abrir la boca– parece que os calma. Enseguida volvéis a quedaros a oscuras; la mujer de la muleta se ha callado. Mientras te revuelves buscando la postura te prometes que no volverás a beber agua, nunca más, cuando haya anochecido. Prefieres no dormir que tener que salir fuera”. 

Marta Carnicero Hernanz (Barcelona, 1974) decidió que tenía que escribir sobre las mujeres –entre 25.000 y 50.000, no hay cifras oficiales– que fueron convertidas en esclavas sexuales durante la guerra de los Balcanes mientras veía la exposición Hay alguien en el bosque. Las imágenes forman parte de un proyecto multidisciplinar del grupo de investigación Cultura y conflicte que incluye también un documental y una obra de teatro.

Carnicero tenía un recuerdo difuso de la guerra de Sarajevo porque evita las informaciones más cruentas. Y, sin embargo, ha escrito una novela en la que descorre un telón para que entendamos una verdad universal: que la violencia sexual como arma de guerra es intrínseca a cualquier conflicto armado y que quienes la ejecutan no son unos pocos psicópatas, sino “vecinos que parecían esposos modélicos”. Y por eso, la protagonista de Matrioskas (Acantilado, 2023), mientras permanece esclavizada por los soldados del ejército enemigo, llega a una conclusión: “Hacen lo mismo en cualquier bando”. 

Matrioskas es un viaje al epicentro mismo de la guerra, ese que nunca podemos llegar a ver los periodistas y que solo podemos reconstruir gracias a los testimonios de las víctimas, en los que Carnicero ha basado su texto. La violación como arma de guerra es la culminación de la deshumanización del enemigo, cuando asesinar no sacia tanto odio y necesita ir un paso más allá, enseñarse, torturar para exterminar. Porque eso es lo que busca la violencia sexual, humillar al enemigo desde una visión heteropatriarcal: violar a sus mujeres para exterminarlas. Por eso, a lo largo de la historia de la humanidad, en las guerras a las mujeres, además de asesinarnos, nos han desventrado cuando estábamos embarazadas tras violarnos; por eso, a la vez que nos violan, nos insultan y nos agreden de mil formas para causarnos el máximo daño posible; por eso nos violan para preñarnos y que la violación nos acompañe toda la vida. Y empleo la primera personal del plural por rigor periodístico, porque la violencia sexual contra las mujeres es estructural en el orden global y, por tanto, nos afecta a todas. 

Marta Carnicero Hernanz nos muestra en su tercera novela las secuelas de este crimen a través del relato que construyen sus supervivientes desde la memoria, la identidad y el duelo, de su búsqueda de la justicia cuando, en mucho casos, han sobrevivido, a su pesar, al asesinato de sus seres queridos y tienen que convivir con sus asesinos. Y también, como ocurre a veces, en su huida del dolor hieren a otras víctimas. 

«El día en el que no estés, seguirás existiendo hasta que la última persona que te recuerde desaparezca»

¿Qué encontró en la exposición Hay alguien en el bosque que le empujase a escribir esta novela?

En general, soy una persona desinformada porque las noticias sobre este tipo de cuestiones me afectan mucho. Así que fui a la exposición casi como una autoimposición. Sabía que tenía que informarme sobre la violación como arma de guerra y que las fotografías no presentaban la violencia de manera explícita. Una vez allí me pasaron dos cosas. 

Como ingeniera industrial que soy debería tener cierta memoria para las cifras, pero no la tengo. Entonces, cuando supe que habían sido unas 50.000 mujeres las que la sufrieron, las imaginé en fila, me di cuenta de la cantidad enorme que eran. No quería que en unas semanas no recordase si fueron 5.000 o 500.000, que se me borrase una cifra que engloba tal cantidad de dolor. 

Y la otra cosa fue que había unas fotografías de gran formato de mujeres que habían pasado por el trauma y de chicos y chicas que buscaban su origen porque habían nacido de esas violaciones y que habían sido dados en adopción. En sus miradas vi dolor, trauma y necesidad de entender el porqué de ese rechazo. No sé si estaba todo eso o si yo lo quise ver, pero lo cierto es que inmediatamente quise escribir sobre ello. 

Es un momento casi de epifanía para quienes escribimos, porque vamos todo el tiempo con la antena puesta para descubrir qué nos puede interesar tanto como para consagrarle las madrugadas, las vacaciones y todo el tiempo libre. 

En alguna ocasión ha explicado que no ha querido entrevistar a supervivientes para “no hurgar en la herida”. Muchas de estas mujeres ya han testificado en los procesos judiciales y han prestado testimonio para reportajes y para iniciativas dirigidas a impedir que se borre la memoria de lo ocurrido. 

Cuando una persona testifica en un proceso judicial lo hace con unos motivos muy concretos. Cuando participa en un documental lo hace para dar a conocer una serie de cuestiones. En mi caso, yo iba a ficcionar una historia que ni siquiera sabía si sería publicada.Y para llegar al tipo de verdad que hace que la historia resuene en otras personas tendría que buscar el detalle significativo, y para eso hace falta hugar en la herida de una manera muy profunda. Por supuesto, no es lo que yo quería hacer, así que me adentré en un acto de empatía y busqué en mí. Construí un personaje que es docente como yo, traté de explorar el miedo que provoca no saber dónde te llevan, qué te va a pasar, descubrir cómo quienes considerábamos nuestros vecinos se comportan como bestias con nosotros y que nuestros hombres harán lo mismo con otras mujeres. 

No tolero la violencia explícita. Creo que he podido escribir esta novela porque es ficción y porque sabía qué límite no iba a sobrepasar. Si hubiese tenido que relatar lo que pasaba de verdad, habría tenido que ser mucho más cruda. 

Hay descripciones que evocan, perfectamente, las graves lesiones, de todo tipo, que sufrieron estas mujeres y cómo la violencia sexual no tiene nada que ver con el sexo sino con el poder, con cómo vejarlas y agredirlas de todas las formas posibles para mostrarles su desprecio y convencerse de su superioridad. ¿Cómo vivió físicamente esta parte de la escritura?

El proceso fue duro porque te metes mucho en la historia y no voy a negarte que he llorado bastantes veces escribiendo y leyendo el texto. Pero después pasa algo que no me gusta, pero que es así. La reescritura se alarga mucho porque busco el matiz, el ritmo y la musicalidad. Así que llega un punto en el que has leído tantas veces cada párrafo que pierden la capacidad de transmitir emoción para ser trabajados como puro texto. 

Escribí la novela en catalán y cuando, pasado un tiempo, la he traducido al castellano, la he vuelto a descubrir y a sentir el nudo en el estómago, el rechazo hacia lo que bosquejan algunos párrafos. 

«El gran problema de la violencia sexual es que es muy difícil demostrar que está orquestada, porque la violación se percibe como una agresión individual»

Una de las dos protagonistas, Hana, fue violada sistemáticamente por decenas de soldados hace 18 años. Ella sigue soñando con la venganza, un aspecto que no se suele abordar cuando se construyen personajes siguiendo el perfil de la víctima perfecta: sumisa, apocada y reducida al sufrimiento por el dolor. ¿Cómo fue imaginar cómo se convive con un trauma tan extremo? 

Todos tenemos nuestras luces y sombras y los personajes de mis novelas siempre son imperfectos. Hana sueña con la venganza, pero luego tiene que replantearse el camino para poder avanzar. En cambio, su madre se sentía a salvo de la guerra porque su marido había curado a uno de los capitostes del bando contrario. Cuando se entera de lo que le ha pasado a Hana no sabe cómo afrontarlo y prefiere mirar hacia otro lado, ampararse en un discurso identitario de defensa ante quienes le querían borrar como pueblo. Es entonces cuando Hana le recuerda que el pueblo está hecho de personas y que… a la mierda los pueblos. 

Hana deja de hablar su lengua, se exilia para estar lejos de donde fue torturada y pasa el tiempo en una especie de desapego de su propia vida. En el libro hay un silencio y una contención emocional muy elocuentes a la hora de describir la omnipresencia del trauma provocado por la guerra. 

El matrioskas del título va más allá de la imagen evidente de la transversalidad generacional del crimen, que afecta a la abuela, la madre y la hija. Tiene que ver también con la encapsulación del dolor para que no te arrase y como forma de protegerte del exterior para que no te lastime más. Las matrioskas no dejan de ser pieles que nos fabricamos para cubrir todas esas carnes vivas, todos esos yoes que hemos ido dejando atrás.

Y frente a esos silencios de autoprotección, el grito que surge cuando las víctimas empiezan a atisbar algún tipo de senda hacia la reparación. De hecho, en el libro sobrevuela la pregunta de qué se puede entender por justicia en contextos donde se han cometido crímenes tan graves como un genocidio, que requieren de la participación de un parte significativa de la población.

Mientras los altos mandos pueden ser juzgados, miles de personas son obligadas a convivir con quienes les infligieron toda esa violencia y a ser testigos de su impunidad. Hana, al principio, piensa que la justicia no es justicia si no la imparte, de alguna manera, la víctima.

El gran problema de la violencia sexual es que es muy difícil demostrar que está orquestada, porque la violación se percibe como una agresión individual. He planteado muchas preguntas y muchas quedan sin respuesta. Por ejemplo, qué lleva a tantos hombres a convertirse en bestias. De ahí la importancia del grito de la víctima, que es en parte frustración y en parte deseo de soltar ese dolor compuesto de tantas cosas.

«Cuando uno ha vivido la humillación, el dolor y la violencia por parte del otro, necesita ser escuchado y que la historia no caiga en el olvido»

La otra protagonista es Sara, una adolescente que a los sufrimientos propios de su etapa vital suma los que le provoca descubrir que su madre biológica la entregó en adopción. Es una joven inteligente y perspicaz, rasgos que a menudo los adultos olvidan cuando escriben personajes tan jóvenes. ¿Cómo fue el proceso de imaginar su dolor y su búsqueda?

Ese trabajo de campo lo tengo hecho en casa porque tengo dos hijas adolescentes y ahora hay un tercero, que es el hijo de mi pareja. Así que he escrito como jugando una partida de ajedrez contra mí misma: miraba cómo se comporta una hija cuando está en un momento de enfado máximo y escribía, y luego me ponía del lado de la madre para imaginar su reacción y escribía. Los adolescentes en medio de un divorcio necesitan estar cerca de uno de los progenitores, necesitan un salvavidas al que aferrarse. Y, a menudo, cambiando del padre a la madre por etapas.

En la novela aparece recogido el papel que juega el periodismo en contextos de impunidad donde para muchísimas víctimas prestar testimonio es la única forma de reconocimiento de su dolor. En la novela, Hana accede a participar en un documental sobre los bebés resultantes de las violaciones que las víctimas dieron en adopción. Pero, por un cambio de guion, al final su testimonio no va a aparecer. 

Utilicé a las figuras de las periodistas para la trama, también porque me interesaba incluir que, en este caso, tienen sensibilidad y buena intención, pero terminan siendo víctimas de la necesidad de transmitir una idea moral que llegue a más gente y eso provoca otros daños. Las periodistas deciden centrarse en la relación entre las mujeres violadas y los hijos e hijas a quienes rechazaron, y no ahondar en la violencia sexual que sufrieron. Esta decisión supone no incluir el testimonio de Hana, a la que tanto le había costado decidir si participaba o no. 

Usted no quiso situar la novela en ningún lugar concreto, pero por el contexto deja entrever que es la guerra de los Balcanes. Y aun así incluyó el nombre de Vilina Vlas, un hotel balneario de Visegrad que fue un centro de tortura y que permanece abierto sin un cartel ni nada que advierta a los huéspedes de lo que ocurrio en esas habitaciones. Ha explicado que lo incluyó para denunciar ese borrado de la memoria. ¿Qué significa para usted la memoria? 

La memoria, como proceso que configura nuestra identidad, es un tema en el que seguiré trabajando porque me obsesiona. Es decir, existes porque existes en la cabeza y en el cuerpo de otras personas que tienen relación contigo. Y el día en el que no estés, seguirás existiendo hasta que la última persona que te recuerde desaparezca. En esta novela abordo la memoria colectiva, lo que significa enterrar la historia con la excusa del dolor. No es posible avanzar sin recordar todo el dolor que hubo. Hana lo dice en la novela: siempre es el ganador el que propone avanzar y no mirar atrás. Pero cuando uno ha vivido la humillación, el dolor y la violencia por parte del otro, necesita ser escuchado y que la historia no caiga en el olvido. 

Esta historia es una ficción, pero las mujeres que vivieron lo que cuento son reales. Y me entristecería mucho que solo estuvieran vivas de nuevo mientras uno lee la novela. No podemos dejarlas caer en el olvido.  

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Comentarios
  1. Es Delito de Lesa Humanidad el enriquecimiento en la gestión gubernativa de los “representantes”, el fraude sobre el Estado, el abuso sobre la niñez, la trata, el proxenetismo, el travestismo y sus consecuencias, como toda violencia de género.
    “Las fuertes resistencias contra lo femenino no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en éste esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley”. Osvaldo Buscaya
    a) {Marta Carnicero Hernanz (Barcelona, 1974) decidió que tenía que escribir sobre las mujeres –entre 25.000 y 50.000, no hay cifras oficiales– que fueron convertidas en esclavas sexuales durante la guerra de los Balcanes mientras veía la exposición Hay alguien en el bosque. Las imágenes forman parte de un proyecto multidisciplinar del grupo de investigación Cultura y conflicte que incluye también un documental y una obra de teatro.}
    Pues, es el transexual ecuménico perverso patriarcado, “sobre las mujeres –entre 25.000 y 50.000, no hay cifras oficiales– que fueron convertidas en esclavas sexuales durante la guerra de los Balcanes”, lo que lleva en si el sometimiento o el sometimiento es privativo de lo expresado, que el pensamiento ha hallado en el discurso transexual ecuménico perverso patriarcal. Quiere decir, que la acogida de lo femenino, por el varón, se presentaría hasta benevolente, en la simulación del transexual ecuménico perverso patriarcado; esto es, de aquella naturaleza poco corriente o “extraña” en los opresores.
    b) {La violación como arma de guerra es la culminación de la deshumanización del enemigo, cuando asesinar no sacia tanto odio y necesita ir un paso más allá, enseñarse, torturar para exterminar.}
    Pues, la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal ha regulado y regula el reparto de los “derechos”, que nacen de la misma fuente como conquistas de la “cultura”, (cultura/educativa hipócrita y degradante) en sus representaciones de ética, moral, religión, etc.: Es así que el transexual ecuménico perverso patriarcado procura estas ideas de superioridad sobre el varón encontrándolas acabadas entre sí, pero incapaz de hallarlas por sí mismo; Son como un legado de generaciones anteriores, asimiladas a las ideas religiosas que se presentan como una revelación divina; Es interesante, ver en el transexual ecuménico perverso patriarcado, en su desarrollo milenario, como bajo las premisas de su “sistema” descargaba constantemente mediante sus genocidios, los conflictos engendrados en su infancia por el conflicto paternal, jamás superados luego por entero en su “irresoluble ambigüedad sexual”, pero hoy, lo ejecuta a nivel planetario total.
    c) {Una de las dos protagonistas, Hana, fue violada sistemáticamente por decenas de soldados hace 18 años. Ella sigue soñando con la venganza, un aspecto que no se suele abordar cuando se construyen personajes siguiendo el perfil de la víctima perfecta: sumisa, apocada y reducida al sufrimiento por el dolor.}
    Pues, no alteraremos en nada este sentido, de sometimiento, dando al pensamiento otra forma que quizá se adapta más a la benevolencia del transexual ecuménico perverso patriarca, en su trato “igualitario de la violación sistemática” a la mujer, aunque claro es que sólo en la medida en que esto es posible a un transexual ecuménico perverso patriarca. “La benevolencia de un transexual ecuménico perverso patriarca es siempre algo dudosa para la mujer que es objeto de ella”, añadiría yo.
    d) {«Cuando uno ha vivido la humillación, el dolor y la violencia por parte del otro, necesita ser escuchado y que la historia no caiga en el olvido»}
    Pues, las palabras constituyen un “elemento” de enorme maleabilidad, que llegan a perder totalmente su primitiva significación cuando el transexual ecuménico perverso patriarcado las emplea en un determinado contexto, cómo también cuando son empleadas en más de un sentido despojándolas de su primitiva significación. La irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón genera las aberraciones del instinto sexual con relación a lo femenino y de sus fines. El transexual ecuménico perverso patriarcado nos impone la hipótesis de que la disposición de la conducta patriarcal es norma primitiva y general del instinto sexual humano, partiendo de la cual se desarrolla como conducta normal sexual, el sometimiento pasivo de la mujer. Esta impuesta disposición transexual ecuménico perverso primitiva patriarcal, la podemos hallar en la infancia, donde la perversa limitación sobre la mujer se apoya en las construcciones de la moral y la autoridad del varón. De éste modo, tenemos que considerar en cada una de las formas perversas “normales” del varón, la construcción del desarrollo y el infantilismo impuesto sobre la mujer. Es imposible negar sobre lo femenino lo perverso de la transexual ecuménica perversa civilización, tan frecuentemente observable, como fenómenos excepcionales; es más bien que el transexual ecuménico perverso patriarcado se caracteriza por su perversión irresoluble y ambigüedad sexual, para satisfacerla y gozarla en su objeto – victima; la mujer.
    Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
    Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.
    “Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.” (Freud)
    El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
    Un travesti no es una mujer
    Lo femenino es el único y absoluto camino
    Buenos Aires
    Argentina
    4 de julio de 2023
    Osvaldo V. Buscaya (OBya)
    Psicoanalítico (Freud)
    *Femeninologia
    *Ciencia de lo femenino

  2. ¿»Visión heteropatriarcal»? No entiendo, ¿La autora preguntaba a cada violador/violadora si se autopercibía como varón, siendo así cómplice de todas esas violaciones o simplemente está mintiendo?

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