Sociedad

“No abandonaré el campamento hasta conseguir mis objetivos”

Dolors Carrasquilla abandona la huelga de hambre tras 24 días aunque dice que continuará su "lucha" contra los recortes en la atención a las personas con discapacidad y el repago farmacéutico

VALENCIA // 24 días en huelga de hambre y 29 días encadenada. En español y en inglés. Este cartel ha estado recibiendo a los visitantes y turistas que pasean por la plaza de la Virgen de Valencia desde el pasado 6 de marzo. El cartel, bien visible, está colocado a las puertas de una tienda de campaña, una especie de jaima. En su interior se encuentra Dolors Carrasquilla, una mujer con discapacidad, en huelga de hambre desde el pasado 10 de marzo y que ha decidido paralizarla temporalmente a la espera de una solución a su caso.

Dolors Carrasquilla padece osteomelitis crónica, una infección en los huesos por la que se ha sometido a 35 operaciones y que le impide caminar. Desde 2009 tenía reconocido un grado de gran invalidez, por la que recibía una paga anual. Cerca de 1.000 euros con los que pagar el alquiler y alimentar a sus dos hijos. En abril de 2010 pidió el traslado desde Lleida a Valencia y se le rebajó el nivel de invalidez a “absoluta” por lo que dejó de percibir 300 euros al mes. Ahora, además, también debe pagar los medicamentos para tratar su dolencia, lo que le impide llegar a fin de mes.

De este modo, Dolors, que antes era directora de un centro de atención a discapacitados, decidió encadenarse a la verja que rodea el Palau de la Generalitat de Valencia e iniciar una huelga de hambre. Ahora es ya todo un símbolo de la lucha contra los recortes en el sector de la dependencia y la discapacidad.

Hasta que Dolors no consiga sus dos máximas reivindicaciones, la subvención de los medicamentos a discapacitados y que se le vuelva a baremar para reconocer el grado máximo de invalidez, no tiene previsto levantar el campamento que ha instalado en pleno centro de la ciudad.

La huelga de hambre la dejó ayer miércoles siguiendo el consejo de médicos y amigos, que temían por su vida. «Me ha dicho el médico que a partir de hoy ya puede haber problemas», señalaba Dolors horas antes de abandonarla. «Pero no la lucha», recalcaba. Su salud tiene «un importante deterioro», señala uno de los facultativos que la visita a diario, quien añade que «está muy desmejorada, agotada a pesar de su espíritu de lucha, deshidratada y con un sistema nervioso y muscular muy deteriorado». «No la queremos muerta», grita una de las personas que la está acompañando día a día.

Campamento Por el Respeto, la Dignidad y la Justicia

El estado físico de Dolors, Loly como la conocen sus amigos, encoge el alma. Delgada y con ojeras, su voz sale de dentro sin ganas, pero con mucha fuerza, los días de huelga de hambre han hecho mella en su cuerpo, pero no en su ánimo. «Estoy aquí gracias a toda la gente que viene a apoyarme», repite a cada momento.

Es media mañana y el desfile de personas que van a darle ánimos y apoyo es continuo. «¿Puedo ver a Loly?», pregunta una mujer con bolsas de la compra. «Solo paso a darle un beso», se justifica un joven ante las dos personas que recogen firmas de apoyo e informan a la gente del motivo de ese campamento autodenominado Por el respeto, la dignidad y la justicia. 

Dentro está Loly, tumbada, rodeada de muestras de apoyo y con su pequeña perrita Chesi. «No pienso levantar el campamento», asegura enseguida Dolors, hasta que no se solucione el problema.

Mañana viernes, la Conselleria de Sanidad dará noticias sobre la Ley autonómica que dejó a las personas con discapacidad sin acceso a los medicamentos subvencionados. Ese día puede convertirse en una primera victoria.

Desde la Conselleria de Bienestar Social, su responsable, Asunción Sánchez Zaplana, está en constante comunicación con ella y señala que «está atendida» en todo momento. La consellera tira balones fuera y afirma que los medicamentos dependen del área de sanidad y que la baremación sobre el grado de invalidez es una «competencia estatal». A Loly, estas explicaciones no le convencen y se siente «como una maleta que se van pasando unos a otros».

Comienza a caer la tarde y el goteo de gente es constante. Dos adolescentes se acercan: «¿Hay que ser mayor de edad para firmar?», pregunta uno. «Qué pena, hemos visto que era por lo de los recortes y queríamos ayudar», se lamenta otro. Loly sigue en el campamento, en su tienda de campaña verde y azul, a la espera de una llamada que le diga que exponer su vida durante 24 días ha servido de algo.

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Comentarios
    • MI MAS SINCERO APOYO A ESTA SEÑORA ANTE LOS DESMANES DE UN EJECUTIVO CAPITALISTA QUE NO LE IMPORTAN LOS PROBLEMAS DEL CIUDADANO (ES MAS, LOS AGRAVA) Y SUS SERVICIOS SOCIALES BASICOS QUE LOS RECORTES ESTAN MERMANDO MISERABLEMENTE.
      POR FAVOR, ¿DONDE SE PUEDE FIRMAR?. UN ABRAZO.

      ESTAN HABLANDO DE UN TEMA MUY SERIO Y TU TE PONES A BROMEAR. ¿POR QUE NO TE CALLAS ?

      • No sé donde ves la broma. Pero por si no me he explicado, me quejo de que esta señora no aparece en ningún sitio excepto aquí y, en cambio, otros, por otros motivos, aparecen hasta en la sopa.

        Y, para que te quede claro, tampoco estoy haciendo ahora bromitas con sopa y huelga de hambre

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