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Lola Maza: “Los inspectores de Hacienda somos un instrumento del Gobierno, ya no tenemos la última palabra”
Lola Maza, inspectora de Hacienda, lleva 25 años trabajando en la Agencia Tributaria. Este martes arranca la campaña de la renta.
Dolores Maza, Lola, nació en Zaragoza y lleva más de 25 años en Barcelona, en la Agencia Tributaria. Nadie mejor para contarnos, con precisión apasionada, cómo funcionan las cosas ahí dentro de manera que las cosas aquí fuera sigan siendo posibles. Este mismo martes, además, comienza la nueva campaña de la renta.
¿Tú eres inspectora de Hacienda?
Así es.
¿En qué punto de la pirámide de Hacienda estás? ¿A cuánto estás de la ministra?
Me quedan bastantes peldaños para subir hasta allí arriba. Dirijo un equipo de un grupo de subinspectores y de agentes. Y tenemos trabajo. Bastante. Bastante profundo y bastante extenso como para dedicar todo mi horario laboral y no acabar. Pero estoy contenta con el cargo que me han dado.
¿Cuánto tiempo llevas como inspectora?
Tres años, aunque llevo 25 en Hacienda.
¿Y cómo han cambiado las cosas en este tiempo? Para bien y para mal.
De cuando empecé, en 1992, hasta ahora, los efectivos estamos cada vez mejor formados tanto desde el punto de vista normativo como de capacidad de trabajo. Hay un mayor nivel de eficacia y eficiencia a nivel de cumplimiento, tanto de junta como de expedientes hechos, expedientes acabados.
¿Y lo malo, y lo chungo?
Bueno, lo chungo viene de que, como nada es perfecto en esta vida, siempre ves cosas que se podrían mejorar y a veces no está en nuestras manos arreglarlo. Si quieres entramos en este tema.
Claro. ¿Hasta dónde tenéis potestad para hacer las cosas como se tienen que hacer?
Nosotros, como funcionarios que somos, tenemos que cumplir las órdenes que nos dicte el Gobierno y ello supone que muchas medidas o muchas políticas que se han adoptado… no hemos comulgado con ellas, ni mucho menos hemos estado de acuerdo respecto a lo que el Gobierno de la Dirección de la Agencia Tributaria dictaminó. Incluso nos hemos pronunciado al respecto manifestando nuestra disconformidad o nuestra nuestra negativa.
¿Por ejemplo?
Hubo una medida bastante llamativa que fue la de la regularización voluntaria que se produjo como consecuencia de un descubrimiento de unas cuentas B en Suiza, donde aparecieron una serie de personas relevantes españolas que generaban irregularidades que podían llegar incluso a delito fiscal. Es una opinión personal todo lo que estoy hablando, eh. Pero pienso que por un afán de proteccionismo, para evitar que este descubrimiento generase una serie de efectos negativos tanto a nivel económico, político o de determinados sectores que están protegidos por parte del Gobierno, se propuso por parte de la Agencia Tributaria crear esta regularización voluntaria, de tal forma que en ese ejercicio se dio la posibilidad de que todo contribuyente pudiera hacer aflorar rentas que no había declarado mediante un recargo sin llegar a sanciones o a calificarse como un delito fiscal. Y esto fue una medida política, totalmente política, con la que nosotros no estuvimos de acuerdo.
¿Y por qué?
Evidentemente, esta medida favorecía a todos los contribuyentes, pero se ha visto que son medidas totalmente ineficaces, porque aquí declararon o afloraron aquellos que sabían que si entraban en esta comprobación iban a llegar a un delito fiscal o iban a tener una repercusión negativa respecto de su imagen pública. Sin esto, no se hubiera aprobado esta amnistía fiscal. Por lo tanto, el Gobierno, en ese caso, pienso yo, utilizó una medida extraordinaria para favorecer a un colectivo que, por su importancia o por su relevancia, así se lo pidió.
Hacienda se beneficiaba de ese dinero que aflotara. ¿Se pudo haber logrado de otra forma?
Se podía haber regularizado por la vía normal, que era abrir una comprobación inspectora. Supondría haber puesto, además de la regularización de lo que se había dejado de ingresar, las correspondientes sanciones y, evidentemente, habría muchos casos que llegarían a delito fiscal. Esto no se hizo. Se hizo una una regularización voluntaria con un pequeño recargo. Y la recaudación que se produjo fue menor que si se hubiera usado la vía ordinaria. Para Hacienda tampoco fue tan positivo.
Y todos perdimos dinero con ese problema.
Efectivamente, todos perdimos dinero. Pero se salvó a determinadas personalidades.
No fue bueno para la imagen de Hacienda, fue una sensación de arbitrariedad.
También recuerdo otro supuesto muy llamativo, que fue cuando apareció el caso Nóos. Hubo un trato de favor con respecto a las irregularidades fiscales que se habían producido en relación con una determinada persona muy cercana al rey. Y esto se hizo, se puso de manifiesto por parte del cuerpo de la Agencia Tributaria.
Pero que Hacienda tenga que trabajar para la Casa Real es sorprendente. La Casa Real está al servicio del Estado y del bien común, con lo cual tendría que ser justo al contrario, no solo que dieran ejemplo, que ya hemos visto que el emérito no es la persona más indicada. Pero que las decisiones se hagan para salvaguardar su bienestar, su imagen y su dinero… es llamativo.
Sí, lo es, sí. Y por eso, al final, al fin y al cabo, nosotros somos un instrumento del Gobierno. Ya no tenemos la última palabra.
Cambia el Gobierno pero seguís siendo los mismos trabajadores y trabajadoras.
Sí, claro, es que si no, no podría ser de otra forma.
Y no hay un colegio de inspectores que os dé voz y voto en los cambios legislativos.
No lo hay.
¿Y no tendría sentido que el Gobierno escuchara a quienes trabajais ahí?
Claro que sí. Además, yo creo que sería muchísimo más eficiente, porque nosotros somos los que estamos día a día trabajando con los impuestos y en contacto con el contribuyente. Sabemos que hay cuestiones tributarias que no están bien hechas y que, haciendo una propuesta normativa por nuestra parte, se solucionarían más rápidamente.
Y en el tiempo que llevas, Lola, ¿tú crees que los españoles somos iguales ante la ley tributaria?
No. Las clases altas, por su poder o su capacidad económica, se pueden permitir el lujo, entre comillas, de poder contratar asesores fiscales o gabinetes que les pueden hacer una planificación y, de esta forma, poder utilizar esos subterfugios que tiene la ley tributaria y tributar menos cuando ellos son los que más tendrían que estar tributando por el carácter redistributivo de la norma.
Porque, en esos equipos de esas empresas de abogados y demás, muchas veces hay antiguos inspectores de Hacienda, porque es legal que tú estés como inspector de Hacienda y te hagan un fichaje millonario. Seguro que te han hecho ofertas y no me lo cuentas.
A mí me han hecho ofertas, pero no de este volumen. Un inspector de Hacienda en la privada puede llegar a ganar 500.000 euros al año.
¿Y cuánto gana en Hacienda?
100.000 euros.
Cinco veces más. ¿Y no hay una cláusula de confidencialidad? Tú como inspectora, sales del ministerio y lo que sabes de allí lo puedes largar.
Sí. E incluso cuando se marchan, se les ve como personas reconocidas. Lo ven como que era un activo tan bueno en la administración, que mira que un gabinete, una firma, lo ha captado. O sea, no es algo negativo, se ve como algo positivo.
Pero eso es una fuga de cerebros realmente, y no para hacer el bien.
No, no generalmente. Yo no digo que el inspector lo haga todo con la finalidad de evadir impuestos.
Pero nadie paga tanto para no obtener un beneficio mucho mayor.
Pienso que las personas que están trabajando en la Agencia Tributaria lo están haciendo por vocación, porque si no, no compensa. El trabajo cada vez es más difícil, nuestro contrincante cada vez es más especializado. Las personas que estamos ahora en activo tenemos muy interiorizado el bien común, trabajar por el Estado. El tema económico lo tenemos en otro plano. Por tanto, a mí me va bien que quienes no tienen esa conciencia de contribuir al bien común no estén en la Agencia Tributaria.
Pero sabes que van a saberse todos los trucos.
Eso sí, eso sí es verdad que se lo saben y yo creo que ese es el valor añadido por el cual los captan. Y por eso esta diferencia de salario tan, tan exagerada.
¿Crees que socialmente se penaliza a la gente que defrauda, que hemos evolucionado o nos sigue pareciendo bien esta falta de solidaridad?
No se ha mejorado en absoluto. El que defrauda es el listo; el que tributa y paga es el tonto. Ya no hay una conciencia social de contribuir al bien común, de contribuir a una sociedad mejor, de mantener el estado del bienestar. Y sobre esto, el Gobierno tendría que hacer campañas, incluso para que los niños ya desde el colegio supieran la importancia de contribuir para mantener el Estado, porque, al fin y al cabo, el porcentaje mayoritario de ingresos viene de la tributación de la recaudación.
También está cómo se confunde el afán recaudatorio con la redistribución.
Yo creo que tenemos, por un lado, la presión fiscal, que cada vez es mayor debido a que estamos inmersos en una economía global. Al final, las decisiones las toma Bruselas. Pero también esta presión fiscal viene dada por el hecho de que hay mayor fraude fiscal. Entonces, si todos contribuyéramos, la presión fiscal efectivamente bajaría.
¿Hay mayor presión fiscal porque los que más deberían pagar no pagan y le estamos pagando los ‘pringaos’ la cuenta a los ricos?
Correcto.
La UE ha dado un tirón de orejas a la banca española por la falta de transparencia. Pero vuestros gran grandes enemigos son los bancos. Los bancos suizos siguen sin daros información.
Es muy difícil. Sobre el papel, Suiza ha perdido el calificativo del secreto bancario, pero a efectos reales la información que obtenemos es mínima. No hay una colaboración efectiva.
Y si un banco tiene problemas, el Estado lo rescata con fondos que nunca ha recuperado.
Sí, así es.
Y eso es lo que os pone los pelos de punta.
Pues sí, claro. Es como una doble moral, una doble cara. El contribuyente, el ciudadano de a pie tiene que cumplir la ley en su más estricto tenor literal, mientras que los grupos de poder tienen sus beneficios por su fuerza y por su peso.
Y cosas como que el rey emérito vaya a tributar en un paraíso fiscal supongo que también contribuyen a la falta de afección por Hacienda.
También, esto también nos ha hecho mucho daño. Al final, todas las regularizaciones que se han producido con el rey emérito son ridículas, no son, ni mucho menos, comparables a lo que tenía que haber pagado y tributado.
Además, da un ejemplo muy malo. Es como que él puede hacer lo que quiera. Por otro lado, si ha ido haciendo toda esta clase de trampas a lo largo de los años, alguien sabría algo.
Lo que pasa es que…
Si alguno de tus compañeros hubiera tenido pruebas, podría haber hecho algo, ¿no?
No. De hecho, tengo una anécdota que me contó un inspector. Él estaba trabajando en el despacho y, sin pensar, apoyó el dedo en el teclado del ordenador, se disparó la tecla y salieron muchos ceros y un uno final. ¿Y a que no sabes qué NIF es el 1?
El del rey.
Y no pasó ni un minuto cuando sonó el teléfono porque se detectó que estaba entrando en ese. El teléfono era de alguien de Madrid, que le preguntó a ese inspector “¿qué estás haciendo?”.
Lola, ¿por qué no hay más inspectores de Hacienda? Tengo la sensación de que es uno de los dineros mejor invertidos. Es decir, que por cada sueldo que hay en Inspección de Hacienda hay un beneficio para el bien común enorme.
Pues porque el acceso es muy, muy difícil. Las oposiciones son muy duras, exigen muchos años de estudio. La carga tanto personal como emocional como económica es muy alta.
Es como los jueces, hay que tener cierto respaldo económico. ¿Y no tendría que ser más fácil?
Claro, tendría que ser más fácil. Ahora mismo estamos teniendo problemas porque el número de efectivos es muy bajo. O sea, ahora mismo en el activo, como inspectores, somos 1.400 en toda España. Es el índice más bajo en toda la Unión Europea.
Oye, y qué pasa con esta gente que tributa fuera porque dicen que no viven aquí. ¿Cómo lo controláis? Me parece muy, muy loco ese control.
Pues es uno de los controles más divertidos. A mí me gustan porque tienes que conseguir destruir una imagen de alguien que te dice que no, que no vive aquí, que vive fuera. Y bueno, con los medios que tenemos actualmente lo podemos conseguir: desde mirar teléfonos móviles, roaming, saber las veces que entra y sale de España por la frontera con su automóvil. Tenemos información bancaria, también información de terceros requerimientos al país en el que dice que trabaja. Tenemos muchas cosas para poderlo mirar, para poderlo comprobar.
Instagram sirve también para mirarlo.
Sí, la gente se expone mucho. Incluso en la televisión personas conocidas del mundo del espectáculo se vanaglorian de haber ganado mucho dinero y tienen unos niveles de vida muy altos que efectivamente no cuadran con lo que están declarando.
Y eso enciende una alerta…
Sí, sí. Nosotros aprovechamos todo lo que podamos saber de la persona en cuestión.
Una vez me contaste una historia que me encantó: cómo pillaron a Arantxa Sánchez Vicario. ¿Cómo se probó que no vivía en Andorra?
Sánchez Vicario decidió irse a vivir a Andorra. Pero una de las de las funcionarias que estaba trabajando en este caso vivía en la misma dirección que ella tenía en Barcelona. Cuando se da la regularización que se le hizo, que llegó a ser delito fiscal, al ir ante el juez a exponer los hechos, la agente tributaria manifestó que la señora Arantxa vivía en Barcelona porque la veía entrar y salir todos los días, porque ella además vivía en el mismo domicilio.
¿Por qué está peor visto que defraude un artista que un gran empresario o un banquero?
Para mí supone lo mismo. Pero las reacciones, el tratamiento en los medios, es muy distinto. Les interesa hacerlo así, porque también los medios de comunicación encumbran al artista. Y, claro, cuando ese artista es una persona de carne y hueso, una mortal más, se equivoca y se le hace una comprobación y genera al final un delito fiscal, ¿qué vamos a hacer? Nosotros hacemos nuestro trabajo, no hacemos ningún trato de favor.
Pero en la época de Montoro se habló de esta ‘caza’, cómo tanta gente de televisión, de la cultura, cayó por tributar como sociedad anónima.
Eso se llevó a mucha gente. Y se la está llevando.
De hecho, a mí me gustaría hacer un documental sobre películas que se hicieron en España en esa época solo para pagar a Hacienda.
Las sociedades profesionales. Era una corruptela generalizada, de tal forma que en la Ley del Impuesto de Sociedades se tuvo que crear un artículo.
¿Era una corruptela o algo que todo el mundo asumía que era como se hacía?
Bueno, es que los asesores fiscales lo hacían así. Decían “vale, tú eres un profesional y te voy a montar una sociedad para que pagues en vez de pagar el IRPF, el 40 y tantos, el 25 y ya está”.
Pero en ese momento era legal.
Cuando se vio que se estaba haciendo de forma generalizada, obligó a la Ley de Sociedades a abrir un artículo para eso, que determina que el porcentaje de tributación del socio en esta sociedad tiene que ser al menos un 75% de los beneficios del valor de ese beneficio de explotación de esa sociedad.
Oye, una curiosidad: ¿un asesor fiscal cobra por comisión? Es decir, si a mí me ahorra más dinero, ¿le tengo que pagar más? Es que no lo sé.
Pues yo tampoco. Sé que hay casos donde el asesor fiscal ha tenido que pagar las actas. Sí.
¿Por qué?
Pues porque el asesor fiscal, a lo mejor ha hecho una triquiñuela para que el cliente pagara menos. Y a lo mejor el cliente, yo, tampoco estaba muy convencido, pero me has convencido tú, ¿no?
Pues sí.
«El que defrauda es el listo; el que tributa y paga es el tonto. Ya no hay una conciencia social de contribuir al bien común, de contribuir a una sociedad mejor, de mantener el estado del bienestar. Y sobre esto, el Gobierno tendría que hacer campañas, incluso para que los niños ya desde el colegio supieran la importancia de contribuir para mantener el Estado, porque, al fin y al cabo, el porcentaje mayoritario de ingresos viene de la tributación de la recaudación».
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Acuerdo fiscal Iglesia-Estado la calderilla de los obispos.
El acuerdo del gobierno con la Iglesia católica en España significa que esta institución pagará el impuesto municipal sobre construcciones, instalaciones y obras (ICIO) lo que puede suponer unos 16 millones de euros para los consistorios. El periodista especializado en temas de iglesia y religiosos, Juan González Bedoya, dice que esta cantidad es irrisoria comparado con lo que la Iglesia se ahorra en impuestos en España.
(Cadena Ser)