Análisis | Opinión
El ataque de Pedro Sánchez al consentimiento sexual y la vuelta al Código Penal de ‘La Manada’
"Pedro Sánchez pasará a la Historia. Pero es mejor no pasar como el hombre que dijo que iba liderar un gobierno feminista y terminó siendo el mejor aliado del patriarcado violento", escribe el autor.
Llevamos meses escuchando a los medios de comunicación de derecha, a los de derecha extrema, y los que ni siquiera son medios de comunicación, inundar las redes y el ambiente social de falsedades, fake news y exageraciones sobre las consecuencias sobre la ley conocida como la del ‘solo sí es sí’. Esto es, qué duda cabe, la respuesta de la caverna a la lección que nos dio el movimiento feminista a todos los agentes jurídicos y judiciales tras la sentencia de ‘La Manada’.
Esta norma, promovida desde el Ministerio de Igualdad -con Irene Montero a la cabeza- y el de Justicia -dirigido en su momento por Juan Carlos Campo (actualmente en el Tribunal Constitucional)-, ha supuesto la obligatoria traslación del Convenio de Estambul, sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Es una ley pionera que crea sistemas de prevención y detección de la violencia sexual, centros de atención a víctimas, denuncien o no, que formará a los agentes jurídicos -tan necesitados visto el esperpento que ha generado una minoría de tribunales- y que promoverá la atención transversal a las víctimas.
Toda la ley sobre libertad sexual gira en torno al consentimiento de las partes respecto a una relación sexual. Lo dice el Convenio de Estambul, lo han definido diferentes tribunales penales internacionales y ahora, gracias a esta ley, es el eje normativo también de los ataques a la libertad sexual en España. Que haya tribunales que estén decidiendo aplicar a agresiones sexuales graves las penas previstas en la reforma para, por ejemplo, tocamientos, es únicamente responsabilidad de esos jueces y juezas. Personas que, también antes de esta ley, habían decidido considerar como simples abusos las violaciones y los ataques sexuales a menores, a personas con parentesco o con dependencia. Esos mismos tribunales, esos mismos jueces y juezas que nunca veían violaciones en los casos más aberrantes y aplicaban el Código Penal de ‘La Manada’ como excusa, se han sentido atacados directamente por una norma que les impide juzgar a las víctimas, preguntarles cuánto se resistieron, si tenían mucho miedo o el justo, si iban provocando o si han sido capaces de reconstruir su vida tras la violación.
Debían, en el Gobierno de Pedro Sánchez, haber previsto la resistencia de una minoría de jueces que nunca ha considerado graves las agresiones sexuales. Recordemos que las revisiones, una minoría, sólo se están aplicando a las condenas más leves. Es decir, sólo los tribunales que habían decidido previamente que las agresiones o los abusos eran poco graves con el Código Penal anterior, están intentando bajar la pena a los agresores (con una bajada media de 9 meses). Esos tribunales que nunca consideraron grave una agresión sexual, ¿por qué lo iban a hacer ahora? Recordemos, la enorme mayoría de tribunales está aplicando bien la reforma y están manteniendo las penas.
El cambio de Pedro Sánchez, echando a la ministra Irene Montero a los lobos, olvidando que es una ley que lleva la firma del gobierno que preside y que la mayoría de los tribunales la aplica bien, se explica desde varios ángulos.
1. La ¿relevancia? del consentimiento
A Sánchez la idea del consentimiento en las relaciones no le resulta relevante u oportuna. Le da igual volver a incluir la violencia como subtipo penal porque tampoco ha entendido lo que el feminismo nos dice a los hombres: toda agresión sexual es violenta por definición. Tal vez no esté en contra, no es un hombre de grandes convicciones, pero desde luego no se siente concernido. Normal, es muy poco frecuente que los hombres blancos heterosexuales poderosos sean agredidos sexualmente. Así, trata esta cuestión como algo molesto en un momento en el que prefiere hablar de otras cosas. Es una actitud propia de hombres que no han analizado sus privilegios. “Ya está el movimiento feminista volviendo a molestar, con la de cosas importantes que tengo que hacer”, parece pensar. Con esta actitud, Pedro Sánchez se desconecta del movimiento social más poderoso del momento, y demuestra la razón de que los hombres debamos dar un paso atrás en la esfera de toma decisiones. Porque somos incapaces de ponernos en el lugar de la víctima.
2. Pedro Sánchez no tiene un equipo jurídico sólido
La actual ministra de Justicia considera que una mujer violada debe enseñar “heridas”. Recordemos que la víctima de ‘La Manada’ no tenía heridas. Para Sánchez y Llop no debía ser violación aquella salvajada. Aún peor, el catedrático de Derecho Penal y asesor de Sánchez, Francisco Javier Álvarez, cuestiona la idea del consentimiento sexual y si ¡ahora! es necesario despertar a tu mujer antes del sexo. Que un hombre se plantee en alto una cuestión así, y que ese hombre diga que la libertad sexual está en peligro, explica hasta qué punto Sánchez ha perdido el rumbo. Sí, señor Sánchez, y sí, señor Álvarez, en el ámbito de una relación de pareja estable las mujeres también tienen que estar despiertas. Y si no lo están, es violación. Se lo digo de hombre a hombres, que al parecer les preocupa mucho la legislación promovida por mujeres juristas feministas.
3. Sánchez no entiende el diálogo
Su función como presidente es coordinar a sus equipos. Sin embargo, ha lanzado una contrarreforma sin dialogar con su socio de gobierno y sus socios de investidura. El equipo técnico de Igualdad ha propuesto, hasta de siete formas diferentes, incluir agravantes en los tipos penales. Es decir, seguir considerando agresión sexual cualquier acto no consentido, y atender al grado de violencia, pues todos son violentos, para fijar las penas. Sánchez y su equipo se niegan. Su idea no es sino volver al Código Penal anterior, el que consideraba que el grado de resistencia de la mujer víctima definía la existencia o no de violación. Sánchez ha sido desleal con sus socios de gobierno en otras ocasiones (Sáhara, perros de caza, Ley Trans, etc.), esto no es nuevo. Sí lo es intentar colar una contrarreforma de una ley pactada y recién incorporada a la legislación, por la vía de urgencia, y con el objetivo de mantener el orden patriarcal penal anterior. No es un ataque a Irene Montero o a Podemos. Es un ataque a las cientos de miles de mujeres que rodearon los palacios de justicia cuando entendieron que el anterior Código Penal las desprotegía y no consideraba violación la violación. Esa traición de Sánchez es mucho más grave que el politiqueo, porque es una traición paradigmática. Se coloca en el paradigma penal del PP y VOX, donde las víctimas de agresión sexual no lo son salvo que estén malheridas.
4. Sánchez es un político de plazo corto
Está pensando en las elecciones de mayo. Caiga quien caiga. Si el presidente del Gobierno tuviera un buen equipo, entendería que su contrarreforma, la diseñada por el catedrático que, al parecer, no quiere despertar a su mujer, implica decirle al 75% de los tribunales que no han rebajado penas que se equivocan. Que debían haberlo hecho. Y, por tanto, justo cuando se está acabando el proceso de revisión de penas de esta ley, la propuesta del PSOE implica abrir un nuevo proceso para rebajar las penas al resto de agresores. Sánchez sólo piensa en las elecciones de mayo, pero no entiende, ni parece querer, que ante la aplicación de la ley que él mismo votó, no existen los términos medios. O la mayoría de los tribunales la está aplicando bien y por eso la mayoría de condenas no se tocan, o se está aplicando mal y tienen razón los tribunales que liberan agresores. Es más que probable que la contrarreforma del PSOE, de aprobarse con los votos de la derecha, inicie un nuevo conteo de rebajas (todas las rechazadas en esta ola), pero más cerca de las elecciones generales de diciembre.
Tal vez la única forma de que Pedro Sánchez renuncie a eliminar el consentimiento como eje de la libertad sexual sea recordarle que las consecuencias le pueden costar el puesto.
Pedro Sánchez quería pasar la Historia. Y ha escogido el peor camino. El de ser un presidente sin convicciones que, en el momento de la verdad, se pone siempre del lugar de los poderosos. Si cuando decía que solo sí es Sí, lo creía, debe retirar la contrarreforma del PSOE que anula el consentimiento. Porque pasará a la Historia. Pero es mejor no pasar como el hombre que dijo que iba liderar un gobierno feminista y terminó siendo el mejor aliado del patriarcado violento. De hombre a hombre, que parece que se siente más cómodo, señor Sánchez, cállese, despida a sus asesores machistas y deje trabajar a sus ministras y a sus técnicas.
Ander Gutiérrez-Solana Journoud es profesor de Derecho en la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU)
Violadores y podemitas jamás olvidarán la traición de Sánchez.
Sería bueno que, viendo el estado de crispación, se dieran cifras sobre la mayoría de juzgados que están aplicando bien, contra los que lo aplican mal; el dato «la gran mayoría» me va a dejar sin defensa ante mis interlocutores, cuando defienda la ley y me pidan el dato.