Sociedad

Tres años contra los Centros de Internamiento de Extranjeros

Varias asociaciones impulsan la campaña por el cierre de los CIE. En total, 26 personas aseguraron haber sufrido maltratos policiales durante 2012 en el centro de Zapadores

VALENCIA// A lo largo de 2012, un total de 26 personas denunciaron a miembros de la Campaña por el Cierre de los CIE haber sufrido violencia por parte de la policía en el Centro de Internamiento de Zapadores (Valencia).

El balance forma parte del informe Cuál es el delito, que sirve de resumen y foto fija de los tres años que llevan distintas asociaciones exigiendo el cierre de las conocidas como cárceles para extranjeros, donde se encierran a inmigrantes a la espera de ser expulsados por no tener papeles.

Los internos denuncian insultos (“payaso” o “sudaca”); vejaciones (“me desnudó y me quitó la ropa dejándome solo el boxer”); amenazas (“matemos a ese hijo de puta y digamos que se ahorcó”); castigos colectivos (“nos llevaron al patio y nos pusieron a todos con las manos contra la pared”) y malos tratos físicos (“suelen aprovechar la celda de aislamiento para maltratarme”, “ me reventó el oído de un porrazo”).

Esas denuncias no suelen pasar a los juzgados porque, tal y como explica la abogada Ester Izquierdo, “hay miedo a represalias o a ser expulsados” y también es muy difícil identificar a los agresores ya que no llevan plazas identificativas. La abogada denuncia que hay “un entramado policial, político y que llega hasta los fiscales” para que los casos se archiven con la expulsión del denunciante.

Actualmente, hay una causa abierta por la denuncia de cuatro menores argelinos, que testificaron, denunciaron malos tratos y llegaron a reconocer al policía. Aunque fueron deportados a Argelia, el juzgado ha pedido que se les localice para que se ratifiquen en su denuncia. Desde la campaña por el cierre de los CIE, se ha pedido que se les permita hacerlo por videoconferencia.

Acompañamientos

En estos tres años, se han producido 655 acompañamientos a personas que están dentro del CIE de Zapadores. De ahí se extrae que la gran mayoría de detenidos proceden de redadas en la calle o en transporte público (24%), casi la mitad (40%) en la capital.

Entre los factores de vulnerabilidad que reportan los internos del CIE destacan las dificultades para aquellas personas que no hablan castellano, lo que supone una gran barrera a la hora de ser atendidos por un médico.

Hay que recordar que los CIE tienen privatizado el servicio médico a través de una empresa contratada por el Ministerio del Interior. Esa empresa aparece únicamente cuando es requerida por la policía y en casos muy concretos. También está privatizado el servicio de comedor, una queja constante por su «insalubridad», según la califican los internos.

A los internos se les da ropa de aseo que, si la estancia es muy prolongada, no se reponen. Las mujeres deben solicitar productos para su higiene íntima, con lo que supone, por motivos culturales, para ciertas internas hacer esas peticiones de agresión a la intimidad más básica. Además, los baños permanecen cerrados toda la noche con lo que esto supone. El agua sale fría, o hirviendo; la comunicación con el exterior se hace a través de una pequeña sala donde hay una mampara con un pequeño agujero, se les quita el teléfono móvil…

50 días en el CIE

Una de las personas que pasaron por un CIE el año pasado es Mohammed (nombre ficticio). Según explica, fue detenido cuando iba camino de una rotonda donde se selecciona a personal para trabajar en el campo.

“Fui a buscar trabajo”, relata, “y se acercaron varias personas en una furgoneta y me dijeron que si quería trabajar, pero luego resultó que eran policías y me llevaron a comisaría y después al CIE”.

Mohammed es subsahariano y no tiene papeles. Aunque sonríe siempre, sus ojos se llenan de melancolía y dolor al recordar su paso por el CIE. “No me ha gustado nada estar ahí, si estás enfermo no hay médico, nos daban una botella de agua de litro para cuatro personas y, sino, tenías que comprar una en la máquina. El baño estaba muy sucio, no se podía ni estar ahí”.

Él estuvo encerrado 50 días, tras los cuales no fue repatriado y se le puso en libertad. Sobre la policía, afirma que “algunos son buenos y otros no lo son”, pero recuerda con especial dolor cuando “una noche oímos como el policía golpeaba a un compañero” en la celda de acompañamiento donde no hay cámaras. Ahí interrumpe su relato y lanza un lamento: «Si estás ahí dentro, estás solo».

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