Cultura

Justifay: “un reparto de ‘royalties’ ético” entre artistas

Después de unos cuantos años de carrera y cuatro discos colgados en Spotify, los números son bastante precarios", se queja Natxo Tamarit, músico profesional y bajista de Los Zigarros

Auriculares. DD

«Spotify, y las plataformas de streaming, son a los músicos lo que a los taxistas Uber y las plataformas de movilidad». Así expresaba su denuncia la Coordinadora Sindical Trabajadores/as Músicos hace un año, durante la campaña internacional Justicia en Spotify, respaldada por más de 20.000 profesionales de la industria musical. Entre sus peticiones, un cambio real en el negocio de las plataformas de música en streaming que beneficie a los y las creadoras.

Tiempo después, la semilla ha comenzado a germinar en España y ha dado lugar a Justifay, «la primera Comunidad de Streaming Musical con un reparto de royalties ético, justo y transparente». «Después de unos cuantos años de carrera y cuatro discos colgados en Spotify, los números son bastante precarios y en algunos casos ridículos. Si la banda tuviese que subsistir por las reproducciones en streaming, ya no existiría», se queja Natxo Tamarit, músico profesional y bajista de Los Zigarros, y uno de los fundadores del proyecto.

El origen de Justifay se sitúa en la pandemia de COVID-19, cuando el grupo fundador se dio cuenta de que el aumento del consumo de streaming por parte de los usuarios no se traducía en un aumento de los beneficios de las bandas y artistas. «Al estar la gente encerrada, se produjo un crecimiento ingente de material, pero realmente eso no se veía reflejado en las cuentas de nadie», asegura Tamarit.

Esta nueva plataforma de reparto ético y justo nace bajo la forma de una cooperativa sin ánimo de lucro con el objetivo de que «nadie se haga rico con el trabajo de otro»: «Ahora, quienes generamos la riqueza, que somos los creadores, no lo vemos reflejado en nuestras cuentas ni en nuestro estilo de vida».

Aunque todavía se encuentra en una fase embrionaria, ya es posible comenzar a participar en el proyecto a través de su web. Los cooperativistas serán, entre otros, los propios artistas y creadoras que tengan su obra en la plataforma. Las personas que consuman música a través de Justifay también podrán participar de las decisiones, cambios, etc., si bien esto es algo que todavía se está desarrollando, según explican.

Una de las novedades que aportará Justifay es que los usuarios y usuarias de la plataforma podrán determinar que una parte de su cuota vaya de manera íntegra a su banda, grupo o músico preferido, así como realizar donaciones directas.

Asimismo, los artistas recibirán información en tiempo real sobre sus escuchas y ventas y podrán subir directamente su música sin necesidad de contar con un agregador digital. Además, tendrán una página en la que poder vender productos, entradas, discos… e incluso llevar a cabo campañas de micromecenazgo con la que financiar la grabación de discos o conciertos.

Tamarit asegura que el feedback que están recibiendo por parte de la comunidad musical es muy bueno: «Tendremos que ver qué sucede con las grandes discográficas, que tienen intereses puestos en otras plataformas. A los artistas, sin duda, les interesará estar en Justifay porque pueden tener la música en todas las plataformas que quieran, solo que en la nuestra cobrarán más por reproducción«.

El proyecto cuenta con una subvención de la Generalitat de Catalunya a través del Departament d’Empresa i Treball, que ha permitido levantar parte del desarrollo informático, legal y estatutario de la cooperativa. Sin embargo, también están preparando una campaña de crowdfunding para poder costear las siguientes fases del proyecto.

Un algoritmo que invisibiliza a los pequeños

Elena Rosillo es periodista musical y profesora en el Grado de Musicología en la Universidad Europea. Recientemente ha estudido cómo funciona el algoritmo de Spotify: «Es una máquina tonta que interpreta que si hay un producto que a mucha gente le ha gustado, posiblemente también te guste a ti. Lo que ocurre es que los artistas grandes tienen una mayor facilidad para llegar a más gente: cuanto más gente te escucha, más gente te va a escuchar«, explica la periodista.

Es un problema para artistas emergentes que se encuentran con un techo que, en la mayoría de ocasiones, es difícil de atravesar. Según Justifay, su algoritmo potenciará el descubrimiento de nuevos talentos y bandas que no son tan visibles: «En la medida de lo posible queremos que el usuario pueda encontrar nuevos artistas de aquellos géneros que le gustan», explican Tamarit.

Esta forma de funcionar de plataformas como Spotify, asegura Rosillo, está influyendo incluso en la forma de hacer música: «El algoritmo interpreta que cuanto más te escuchen, mejor. Por eso, es mejor tener cinco canciones de dos minutos cada una que dos canciones de cinco minutos, porque eso supondrá tener cinco visitas en lugar de dos». Una realidad que se hace patente, por ejemplo, en el último disco de Bad Bunny, compuesto por 23 canciones. «Estas plataformas están cambiando la manera en la que se hace música», sostiene Rosillo.

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Comentarios
  1. HABLANDO DE ETICA:
    DEMASIADA GENTE PRACTICANDO CRUELDAD INNECESARIA, CRONICA CRUELDAD MENTAL:
    Creemos que acabar con las modalidades más crueles con los animales, como los ensogados, embolados con fuego y los toros al mar, no debiera siquiera ser tema de discusión. Sin embargo, luchamos contra la incercia de las tradiciones y la tendencia de esconder todo aquello que incomoda.
    Hemos logrado que se registre una proposición de ley contra los toros embolados y ensogados, impulsada por En Comú Podem y la CUP, gracias a la iniciativa de nuestra plataforma Prou Correbous y el trabajo de AnimaNaturalis de los últimos diez años.
    Estamos un paso más cerca del fin de esta crueldad hacia los animales, pero nuestra misión de exponer a la luz las atrocidades de los correbous y festejos con toros sigue siendo fundamental. La sociedad debe ser testigo de lo que los aficionados desean ocultar.

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