Cultura

[Adelanto editorial] ‘Corpórea. Poesía 2010-2022’, de Marta Sanz

Corpórea (La Bella Varsovia) reúne la poesía que Marta Sanz ha escrito entre 2010 y 2022, desde su obra publicada —poemarios, plaquettes y «esquirlas» de novelas— a dos conjuntos inéditos: Ruinas homenaje perfectamente modernas, textos cohesionados por la reflexión sobre pensamiento y lenguaje, y la visión política y pandémica de Monjitas.

Estos poemas surgen del cuerpo. Del cuerpo en relación con una misma y con la identidad propia, también con los demás: y por aquí asoman el amor y el sexo y el deseo, la familia, la otredad, el tiempo que transcurre y se nos marca. Surgen del cuerpo como fisicidad del pensamiento, planteándose la necesidad —la utilidad— de la escritura, la lectura como el símbolo de la interpretación, y aquí la ideología: la ideología, sobre todo. Y a la vez surgen de una escritura fiera y radical: «No quiero perder a mi animal./ Que no se vaya», nos advierte Marta Sanz.


No soy una escritora de quince años.
No soy una madre de quince años.
Ni una hija.

No soy una novia de quince años.
No soy una paciente de quince años.
Ni una enferma.

No soy una muchacha de quince años.
No soy una poeta de quince años.

En ninguno de los casos,
tengo ya ningún futuro.

(En Perra mentirosa, 2010)


Cuando limpio,
persisto
en restregar 
con mi trapo
más allá
de lo que mis ojos
pueden percibir.

Sé 
que, por debajo,
está la mancha
y que mi trapo,
mi fuerza,
yo persisto,
nunca 
alcanzarán
esa sombra
que me culpa
y hace
que todo
tenga
mal olor.

(En Hardcore, 2010)


El poema es un espacio. 
Mide cinco por tres centímetros. 
Es un piso de protección oficial. 

(En Vintage, 2013)


Yo tuve mil amores
y quinientos racimos de uvas.

Un lobo blanco
me comió los coágulos del vientre.

De no haberlo hecho,
por las rayas de mis palmas
líquidos de embalsamadores
le habrían paralizado 
poco a poco
piel, osamenta  y colmillo.

Cristo de Medinaceli
sonríe
sobre el mueble fúnebre 
de la televisión.

(Menos mal
que me dejó bien muerta
con un golpe insecticida).

Yo tuve mil amores 
y quinientos racimos de uvas.

(En Cíngulo y estrella. Cancionero, 2015)


Huelga general 2012

Bajar los brazos. 

Desajustar la tuerca 
de la máquina. 

Dejar 
de fabricar billetes de quince, 
moneditas 
llenas de microbios. 
Saben a lo mismo 
el hierro y la sangre. 

Estarse quieto. 
Moverse 
como en el escondite inglés. 
Cuando no miran. 

Ensuciar el cloro de las piscinas azules. 

Reconstruir 
los nidos 
de las viviendas sociales. 

Darle de beber 
a un niño nervioso 
un vaso de leche. 

Cerrar los puños. 

(En Ruinas homenaje perfectamente modernas, hasta 2021)

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