Cultura

Todos los campos de batalla son tristes

El documental ‘Venceremos’, de Taxio Ardanaz y Pablo Marte, es una aguda exploración sobre la memoria histórica de la Guerra Civil. Una memoria en la que conviven verdad y doblez, legítimas reivindicaciones junto a manifestaciones extravagantes.

Una asistente a la recreación de la Batalla del Ebro se hace un 'selfie' ante un vehículo blindado. NUEVE CARTAS

El artista navarro Taxio Ardanaz dedicó 10 años de investigación a la memoria histórica relacionada con la Guerra Civil. Visitó sitios arqueológicos, exhumaciones y museos. Habló con supervivientes e historiadores. Con todo ello, y con la ayuda en la dirección de Pablo Marte, ha compuesto un documental sobre nuestra necesidad de recordar titulado Venceremos. La cinta, muy artesanal, muy lejos del brillo que ofrecen todas las posibilidades de una producción y una postproducción comerciales, arroja sin embargo interesantísimas reflexiones en torno a la memoria. Hay un subtexto que recorre toda la película y que, sin poner en duda la necesidad de conocer nuestro pasado, cuestiona ciertas formas de memoria. Eso que podríamos llamar frivolización de la memoria. En algunos casos, hasta prostitución de la memoria.

El hilo conductor del documental es un pequeño y clandestino monumento que los combatientes republicanos levantaron en un bosque de la Sierra de Pàndols, en Tarragona. Ardanaz acompaña hasta allí al historiador Ángel Archilla, uno de los promotores de su restauración. Paralelamente asiste a otras manifestaciones de la memoria histórica más perturbadoras. Sin necesidad de adjetivos ni subrayados, las imágenes de la recreación de la Batalla del Ebro provocan estupor y amargura. La protagonizan adultos fascinados con el fenómeno de la guerra, como si fuera un juego de niños, y en ella mezclan memoria y eso que los americanos llaman memorabilia, o sea, el coleccionismo, el fetichismo en torno a los uniformes, las armas, los símbolos. ¿Es esa una forma conveniente de que el pueblo «no olvide lo que pasó para que no vuelva a repetirlo», como dicen varios de sus participantes? ¿O es una banalización de la tragedia? Ardanaz, elegantemente, deja en manos del espectador la respuesta.

Venceremos arranca con un episodio incomodísimo que funciona casi como metáfora: el derribo de un monumento franquista en Vizcaya que, por un fallo en el cálculo de su estructura, acabó hiriendo a varios asistentes. El concepto de memoria histórica como una especie de bumerán descontrolado, o como funesta caja de Pandora, fue también la base utilizada por David Rieff (hijo de Susan Sontag) para su ultrapolémico ensayo Contra la memoria. Tanto revuelo provocó que, como recuerda Pedro Vallín en su último libro, tuvo que publicar una nueva versión, corregida, aumentada y retitulada con más mesura: Elogio del olvido. Las paradojas de la memoria histórica. El germen de este texto estaba en su experiencia como periodista en la guerra de Yugoslavia. Lo que vio allí (las matanzas, los campos de concentración, las violaciones, las mutilaciones) cambió su concepto de memoria histórica, utilizada por los dirigentes serbios para desatar aquel horror. Por lo visto, en 1989 había que destripar al vecino musulmán para vengar la derrota eslava acaecida 600 años antes en Kosovo Polje. Suena disparatado, pero así funciona el nacionalismo.

Rieff, más tarde, quiso puntualizar aquel texto incendiario: «No sostengo que siempre sea un error insistir en la rememoración como imperativo moral. Cuando se ha encubierto un crimen histórico o una tragedia, incluso si ocurrió mucho antes de que nacieran todas las personas que están vivas hoy, o si los libros de historia cuentan mentiras o medias verdades sobre lo sucedido, o si las realidades de lo acontecido simplemente se han embrollado, no importa si por malicia o ignorancia, levantar el velo sobre lo ocurrido casi siempre es bien recibido». La autoimpugnación evidencia lo resbaladizo del tema.

El documental de Ardanaz también se detiene sobre esos embrollos creados «por malicia o por ignorancia». Lo hace cuando visita el Museo de los Mártires Claretianos en Barbastro (Huesca). Sobre la historia del martirio, allí le explican que con el tiempo se ha ido «cambiando de versión». Los propios religiosos «que son los que saben, sacaron la cierta –le aseguran en el museo–. Y otro historiador que vino por su cuenta, ya pagado por el ayuntamiento, pues sacó… otra cosa».

Mientras dure la guerra

Cuando Alejandro Amenábar tituló su película sobre Unamuno Mientras dure la guerra lo hizo ejerciendo una finísima provocación. ¿Y si resulta que la guerra, la nuestra, no hubiera terminado en realidad? Han cesado los disparos, eso es un hecho, ¿pero y si el conflicto se hubiera transformado en una especie de guerra fría? ¿Y si el reloj de nuestra historia se hubiera parado en julio de 1936 y, de alguna manera, siguiera ahí, inmóvil, reproduciendo las mismas dinámicas políticas? ¿Es normal que la guerra del 36 se reedite cada día, en cada ayuntamiento de España, por cualquier motivo, incluso el más cotidiano, como la remodelación de una acera o el mantenimiento del alcantarillado? ¿De verdad hay que demostrar en cada decisión, cada día del año, quién ganó y quién está dispuesto a degradar la convivencia democrática ante cualquier cuestionamiento, por mínimo que sea, de los privilegios adquiridos con la Victoria?

La exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena entendió aquella brutal forma de hacer política a las primeras de cambio. La oposición del Partido Popular (a la sazón encabezada por Cayetana Álvarez de Toledo y José Luis Martínez Almeida) estaba ansiosa por armar un nuevo 18 de julio en cada pleno, con cada ordenanza, con cada declaración de los concejales de Ahora Madrid. Carmena podría haber entrado en esa guerra pero, muy inteligentemente, a cada exabrupto respondía con una bandeja de magdalenas caseras. Eso desarmaba a sus rivales políticos, completamente inoperantes fuera del contexto bélico.

Los que juegan a la guerra, como los hombres que aparecen en el documental de Taxio Ardanaz, ¿saben realmente lo que están haciendo? ¿Qué entienden por memoria? Seguramente habría que haber vivido una guerra, como la que sufren hoy los ucranianos o como la que, por desgracia, le tocó vivir a Gloria Fuertes, para entenderlo. Lo que ella pedía es «que se acabasen, pero de verdad y para siempre, las guerras. Las guerras entre naciones o dentro de las naciones, que son las peores. Que la peor paz es mejor que la mejor guerra».

Cuando Ardanaz le pregunta a Ángel Archilla lo que siente en ese apacible paraje de la Sierra de Pàndols en el que ha restaurado el monumento republicano, el historiador responde: «Tristeza. Todos los campos de batalla son tristes».


‘Venceremos’, de Taxio Ardanaz y Pablo Marte, se exhibió en el Festival Alcances y se proyectará el sábado 14 de mayo en la Cineteca de Madrid. Los directores participarán en un coloquio sobre la película.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios
  1. Que fino y que acertado Amenábar…
    Aquí el mando lo llevan los mismos. Guerra no hay porque aquella generosa y despierta estirpe anarco/republicana fué exterminada y los golpistas/dictadores han sabido vender, sin mucho esfuerzo, sumisión por democracia.
    ————————————–
    Hay nacionalismos de izquierdas y de derechas.
    Ninguno peor que el nacionalismo español que ya casi es de VOX.
    La izquierda y el nacionalismo no son incompatibles, como bien muestra la historia de Catalunya y Euskadi, rica en movimientos anarquistas y comunistas de carácter independentista y de liberación nacional.
    Hay nacionalismos que surgen como reacción a la derecha centralizadora
    que priva a los pueblos de su identidad, de lo que tradicionalmente les pertenece.
    —————————————————
    NO HEMOS DE CAER EN LA MENTIRA DE LOS DOS BANDOS, DE GUERRA CIVIL, DE GUERRA ENTRE HERMANOS…
    Sí, esos mismos que salen con la bandera de España, cuando se manifiestan contra el matrimonio homosexual, contra los derechos y libertades de las mujeres a decidir, son los que dan a entender que España es Una, es Grande y es Libre, sí, esos xenófobos y machistas a los que nunca veo defendiendo con la bandera, ni a la cultura ni a la sanidad.
    Son los mismos ideológicamente que hace 80 años dieron un golpe de Estado, que metieron en la cárcel, reprimieron, fusilaron y asesinaron, consiguiendo que España sea el segundo país del mundo con mayor número de desaparecidos y de muertos por el genocidio que supuso aquel golpe de estado a la democracia durante la II República.
    No hemos de olvidar a las miles de mujeres represaliadas, a los más de 30.000 bebés desaparecidos, a los más de 190.000 fusilados acabada la guerra, a los más de 114.000 desaparecidos que hay que sacar de las cunetas.
    Ellos han conseguido crear un relato para engañarnos y hasta han conseguido que hablemos de guerra civil, de bandos, de guerra entre hermanos y no es cierto.

    No hubo una contienda, lo que hubo fue un golpe de Estado antesala de una feroz represión y de 40 años de dictadura, no hemos de caer en la mentira de los dos bandos, pues ningún Estado democrático puede igualar a los asesinos con sus víctimas, pues no es lo mismo el torturador que el torturado, no es lo mismo la cultura y la educación que la violencia y el terror, no es lo mismo un dictador golpista que aquellos que fueron los legítimos defensores de la democracia y del orden constitucional.

    Es una vergüenza que un país pueda llamarse democrático con tantos miles de muertos en las cunetas, y que no haya sido capaz de anular los juicios sumarísimos durante la dictadura, sin garantías ni respeto a los derechos humanos.

    Por ello hemos de denunciar a esa prensa que es correa de transmisión de propaganda confundiendo a la población, creando un relato del odio y del miedo, por eso estoy preocupado.
    (Andrés Barés Calama – «Levántate brava)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.