Opinión

¿Por qué somos tan obedientes?

José Ovejero escribe sobre Bertrand de Jouvenel, autor de 'Sobre el poder', donde explica la razón de nuestra obediencia

Un Policia antidisturbios vigila a los manifestantes durante el 25-S. FERNANDO SÁNCHEZ

Mientras se encontraba en Suiza, a donde había huido en 1943 temiendo ser detenido por la Gestapo, Bertrand de Jouvenel terminó un libro en el que ya había estado trabajando en la Francia ocupada: Sobre el poder. Confieso haber descubierto a este autor hace poco y aún no sé si me fascina más su biografía o su pensamiento. A los diecisiete años inició una relación clandestina que duraría cinco años con la segunda esposa de su padre, la escritora Colette, treinta años mayor que él. A principios de los años 30 se casó con Martha Gellhorn, que luego se haría famosa como reportera de guerra, entre otras cosas por sus artículos sobre la guerra civil española; el matrimonio no duró mucho. 

Pero si su vida privada fue interesante, también lo fue la evolución política de este hombre que comenzó su actividad entre los Jóvenes Turcos del Partido Radical -entonces de izquierdas y antiliberal-, pasa al filofascista Partido Popular Francés, entrevista a Hitler, se deja impresionar por la Alemania nazi, pero se aleja de las veleidades del culto al líder tras ver las orejas al superhombre en los Acuerdos de Munich, aquella carta blanca a Alemania para apoderarse de los Sudetes, con la que se pretendía saciar el hambre del líder nazi pero que sólo fue el aperitivo de la invasión de Checoslovaquia; más tarde participó en la fundación de la Sociedad de Mont-Pèlerin, que sería la locomotora del liberalismo en el mundo, pero la abandonaría pronto y acabaría dedicándose a pensar el ecologismo y su relación con la política. Un personaje y un pensador sobre el que sin duda investigaré más, pero por ahora ando embebido en el ensayo que mencioné al principio: Sobre el poder

Entre los muchos temas que trata, uno que le preocupa particularmente es la razón de nuestra obediencia. ¿Por qué obedecemos al Estado? ¿Por qué nos sometemos a la ley? ¿Por qué nos rebelamos tan poco? Y podría añadir yo, ¿por qué se mira con tanta desconfianza a quienes se rebelan?, como hemos visto estos días durante la okupación del antiguo edificio de UGT en Hortaleza 88.

De Jouvenel descarta numerosas razones que se han aducido a lo largo de los siglos para justificar nuestra mansa aceptación de lo que se nos exige (y que podemos resumir con la palabra quizá más repetida en la obra póstuma de Nietzsche, La voluntad de poder, después de los dos sustantivos del título: rebaño). Para de Jouvenel, nuestra obediencia se basa en tres ideas combinadas: la legitimidad, la fuerza y el bien común. Resumiendo mucho el razonamiento, obedecemos en primer lugar porque consideramos legítimo el poder al que nos sometemos, ya sea porque su legitimidad viene de Dios, como en las monarquías medievales, o de la voluntad popular, como en las democracias parlamentarias; pero además ese poder tiene una fuerza superior a la de los individuos, que le permite obligar y castigar; y por último confiamos en que nuestra obediencia, aunque a veces nos lleve a renunciar a lo que desearíamos hacer, sea beneficiosa porque el poder es el único capaz de velar por el bien común y, por tanto, del nuestro.

¿Se dan esos tres factores en la España del siglo XXI? Desde luego no podemos decir que sea así de una manera constante. No creo, por ejemplo, que se puedan considerar legítimas las victorias electorales de partidos que concurren a los comicios dopados con dinero ilícito. No se trata de que tal o cual político haya delinquido, cosa inevitable en cualquier gremio, sino de que varios partidos nacionales y autonómicos crearon sistemas de financiación que iban del blanqueo de capitales a exigir comisiones ilegales concediendo contratos públicos a cambio (es decir, malversando el dinero público).

En cuanto al bien común, lo que hemos visto con frecuencia es la actividad política en favor de una clientela a la que poco le interesa el bien común y mucho el propio, llegando en los casos más graves al confinamiento obligatorio -hasta la muerte- de ancianos que han cotizado toda su vida a la seguridad social, mientras se permitía salir y hospitalizarse a los que tenían un seguro privado.

Queda entonces… la fuerza, que se aplica de diversas maneras: permitiendo la impunidad de la policía cuando comete infracciones y delitos; fomentando una judicatura partidista que parece pensar más en la defensa de intereses políticos que de la justicia; alimentando las cloacas del Estado y combatiendo a quienes investigan de verdad los delitos fomentados desde la política; creando un aparato de espionaje a los propios ciudadanos que poco tiene que ver con la defensa nacional. Que estas tendencias, muy marcadas en lo que va de siglo, se apunten bajo un sistema democrático no permite pensar que sean instrumentos para el bien común -poco bien ha salido de la ley mordaza-. Ya advertía de Jouvenel que es en los períodos democráticos cuando se crean los instrumentos que después serán utilizados en las tiranías.

De Jouvenel ya era consciente de fallas similares en la democracia de su tiempo, que hacían difícil entender la obediencia de los ciudadanos y las ciudadanas. Para explicársela, añadía un cuarto matiz: no es que constatemos la legitimidad y la búsqueda del bien común en nuestro sistema político. Es que le concedemos un crédito, mantenemos viva la esperanza de que un día sean un hecho, y entretanto aguantamos las injusticias, también los retrocesos en los derechos conquistados (pero ¿seguiremos obedeciendo si se prohíbe el aborto, si continúa privatizándose lo común, si se destruye lo público, si aumenta la impunidad con la que se enriquecen los allegados al poder?).

El crédito se está reduciendo de forma alarmante. Lo demuestra que un porcentaje elevadísimo de la población no se moleste en ir a votar o, peor, que favorezca el regreso a soluciones totalitarias, hoy idealizadas y añoradas por más gente de lo que hace poco nos parecía posible. El descrédito de la democracia no es solo un mal en sí mismo, es que nos augura la llegada de tiempos aún peores, pilotados precisamente por las personas y los clanes que hoy destruyen la democracia desde dentro. Porque al final, en las democracias y en los regímenes totalitarios, y eso es lo deprimente, los beneficiarios del mal común son siempre los mismos.

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Comentarios
  1. El problema no es solo que se obedezca por miedo o en el ilusorio convencimiento de que algún día funcionará este sistema. El problema más grave para mí, es la cantidad de sheriffs que hay en esta monarquía bananera que tratan de acallar a cualquiera que dude de las verdades inmutables del estado.

  2. Al rebelaros, aseguraos de seguir fielmente las indicaciones del gobierno, no sea que os quiten el Ministerio de Igualdad.

  3. Claro que seguiremos obedeciendo, José, iremos dóciles al matadero, o ¿no vés que cada vez estamos más idiotizados?
    ¿La democracia, pues, somos las «sociedades» manipuladas, incultas, desinformadas, inconscientemente sometidas a la dictadura del capital, la más letal y genocida de todas las dictaduras?
    Los últimos demócratas aún la siguen esperando en las cunetas del Estado español. A ellos no se les puede engañar.

    LA IDIOTIZACION DE LA SOCIEDAD COMO ESTRATEGIA DE DOMINACION
    https://www.tercerainformacion.es/opinion/20/08/2018/la-idiotizacion-de-la-sociedad-como-estrategia-de-dominacion/

  4. Un digno gesto de Ribó, alcalde de la ciudad de Valencia, que demuestra que lo políticamente correcto no va con él.
    El resto de políticos deberían tomar ejemplo, pero en lugar de ello y como es habitual sobre todo en la derecha de este país, que ni hace ni deja hacer, le llueven las críticas, no sea caso que el ejemplo prospere.
    El alcalde de València Joan Ribó ha justificado su ausencia en los actos religiosos de la Mare de Déu dels Desamparats de ayer domingo porque «como en todos los años que llevo de gobierno» no participa en los mismos por una decisión personal y por sus creencias personales. Tanto María José Catalá, la lideresa del PP, como Fernando Giner, líder de Ciudadanos, han criticado a Ribó por su ausencia en el Traslado y la eucarístia, entre otras solemnidades en honor a la Virgen de los Desamparados. «Estamos en un Estado aconfesional, no en un Estado nacional-católico» ha manifestado Ribó que ha señalado que desde que accedió a la vara de mando no va a actos religiosos «ni católicos, ni protestantes ni islámicos de ningún tipo».

  5. Lugares en cada provincia donde puede votarse este sábado 14 de mayo en la consulta «Monarquía o República»
    CONSULTA POPULAR ESTATAL MONARQUÍA O REPÚBLICA
    En las sociedades democráticas los pueblos deciden sobre todas las cuestiones que les conciernen, entre ellas sobre una de las importantes, la forma de Estado. La mayoría de la población actual no tuvo oportunidad de votar la Constitución de 1978; pero quien sí pudo hacerlo, no tuvo la opción de elegir sobra la forma de Estado, ya que fue hurtado del debate en la llamada Transición democrática. Ni en aquel momento ni posteriormente hemos podido decidir.
    Por eso, numerosas organizaciones y colectivos hemos constituido una Plataforma unitaria, amplia y plural para impulsar una Consulta Popular Estatal Monarquía o República y que la ciudadanía pueda pronunciarse sobre una de estas dos opciones.
    Somos conscientes de que esta Consulta no podrá tener un carácter vinculante, pero es una vía de expresión, participación ciudadana y un acto democrático con el que, además, ejercemos nuestro derecho a decidir sobre todo lo que nos incumbe.
    Será el 14 de mayo de 2022 y puedes participar en esta jornada votando, pero tu participación puede ir mucho más allá: difundiendo la consulta, formando parte de los espacios unitariosterritoriales que impulsan la Consulta y promoviendo la constitución de las mesas de votación. Tienes toda la información en la página web.
    El próximo 14 de mayo va a ser una gran jornada de participación democrática y libre expresión popular en la que podremos votar sobre si queremos Monarquía o República.
    https://plataformaestatalmonarquiaorepublica.org/puntos-de-votacion/

  6. Estamos en mitad de la campaña del IRPF. La Iglesia sigue bombardeando con su publicidad (pagada por la ciudadanía) y el Gobierno, otro año más, mantiene el mecanismo que permite la estafa de las casillas en la declaración de la renta.
    Recordamos nuestro mensaje: “Si quieres curas, págalos de tu bolsillo, no los mantengas con mis impuestos. Fuera las X del IRPF”. No marques ninguna.
    https://laicismo.org/europa-laica-en-la-declaracion-del-irpf-es-mejor-no-marcar-ninguna-de-las-dos-casillas/257643

  7. Contra el aforismo de Gramsci de que el Estado es hegemonía acorazada de coerción, el Estado (todos los Estados) es coerción revestida de hegemonía. La última ratio de la obediencia es la fuerza, también en democracia. Si obedecemos, en última instancia es porque tenemos miedo.

  8. Oliver Stone, director norteamericano de cine:
    « ¿Cuál es la relación de España o Francia con los Estados Unidos? ¿Sois el perro moviendo la cola o sois la cola del perro escondida entre las piernas?».
    («Me ha conmocionado el puro odio expresado contra la minoría ruso-ucraniana. Es una historia larga y triste que se desarrolla desde el golpe de Estado de 2014, minuciosamente codiseñado por los EE.UU., que despojó a Ucrania de su neutralidad y la convirtió en un vocero antirruso»,
    enfatizando a continuación, que pese a que desde el 2014 habían muerto en el Donbass cerca de 14.000 personas inocentes, el silencio alrededor de las mismas había sido hermético en los medios de comunicación occidentales.)

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