Opinión

La religión del futuro

Pablo Batalla escribe sobre los brotes palpables de un regreso de la religión bajo nuevas formas, centrándose en la popularidad creciente de la astrología entre los jóvenes

MIRACOSIC / Licencia CC0

Hay cosas que regresan indefectiblemente por la ventana cada vez que el ser humano las saca por la puerta de su tozuda antropología. El tiempo pasa, la historia avanza, las sociedades cambian, y a veces lo hacen con drasticidad deicida, pero el fluido distinto de cada época nueva termina llenando los mismos viejos troqueles indestructibles. Uno de ellos es la religión.

Una era flamante puede demoler con toda saña el credo de la anterior, pero no carecer de uno. Hay en el espacio y ha habido en el tiempo del devenir humano muchas religiones, pero no ha habido, ni seguramente habrá, y no lo es la actual, una era sin religión; sin eso que el diccionario define como un «conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto».

En la edad contemporánea, la religión ha parecido agonizar, al menos en Occidente, solo porque se ha disfrazado de ropajes no religiosos, pero seguía allí, intacta, constante, como el célebre dinosaurio de Monterroso. Walter Benjamin lo metaforizaba en la imagen de una máquina capaz de jugar al ajedrez y derrotar a los mejores ajedrecistas del mundo, dentro de la cual se escondía, en realidad, un enano experto en el arte de Kaspárov: la aparente máquina era el materialismo histórico; el enano, la teología.

La edad contemporánea ha sido religiosa, además de las religiones propiamente dichas o espiritualidades nuevas como la teosofía o el Hare Krishna, de religiones seculares como el nacionalismo o el socialismo: allá continuaba habiendo un conjunto de creencias, veneraciones, temores, un sentido trascendente del sacrificio, etcétera. Se ha creído en la patria, se han hecho sacrificios por la clase, se ha acudido a desfiles o manifestaciones como a una procesión en honor a la Macarena de la nación o el Cristo del Gran Poder del proletariado, se ha soñado con una parusía imposible de banderas rojas triunfantes, fin de la explotación del hombre por el hombre e inagotable prosperidad, se ha blasfemado y cometido sacrilegio contra estos dioses modernos, se ha sentido temor del pecado de leso patriotismo o el demonio interior del burgués que, al decir de Mao, todos llevábamos dentro.

Pero nada hay eterno bajo el Sol. La cacareada crisis de los metarrelatos que se señala, desde Lyotard, como característica fundamental de la posmodernidad no ha sido otra cosa que una crisis de fe, antropológicamente idéntica a la que, por ejemplo, fue agostando la religión romana hace dos milenios. El cristianismo acabaría siendo su reemplazo, pero en un momento inicial, la fe en el Nazareno era solo un concursante más en un libremercado de variopintas espiritualidades, que incluía desde los misterios de Isis hasta el culto a Astarté o el mitraísmo, pasando por toda clase de combinaciones y mezclas. Tensionada por el agotamiento del sistema esclavista, los estragos económicos del incremento del gasto militar o la contracción del comercio, la multiculturalidad creciente del Imperio, la ampliación de derechos de ciudadanía o la permanente crisis política, una inquieta teúrgia buscaba nuevos dioses que gobernaran un mundo que desbordaba a los viejos, y solía buscarlos en Oriente, vivero sempiterno de esperanzas de redención cada vez que Occidente se harta de sí mismo.

Nosotros comenzamos a advertir a nuestra vez los brotes de una época de inquietud teúrgica, tenues todavía, pero que las tempestades de toda clase que vendrán aparejadas al cambio climático y el resquebrajamiento de la globalización solo podrán avivar. Es imposible vaticinar qué formas adquirirá, por qué caminos discurrirá, pero tal vez palpiten ya algunos de sus ingredientes en ciertos fenómenos que se verifican en nuestros días. Uno de ellos es la repentina y creciente popularidad a la astrología entre los adolescentes. «Los astros —titulaba la periodista Carmen López en 2019— viven una época dorada, con grandes inversiones de dinero en apps con millones de seguidores cada vez más jóvenes»; jóvenes entre los que se ha vuelto habitual marcar su signo del zodíaco en los nicks de redes sociales como Twitter. En ocasiones, esta adhesión astrológica se despliega como una broma, como un juego irónico, pero es otra característica de nuestros tiempos el decir en broma las cosas que se piensan en serio, al modo del «millón y medio de hipsters [que] votará al PP desde la ironía» sobre el cual ironizaba hace unos años el diario satírico —y sin embargo más serio que muchos medios que se proclaman tales— El Mundo Today.

El joven pensador barcelonés Edu Collin trazaba recientemente un sugestivo análisis de este éxito, partícipe de la reflexión de que cada época construye la religiosidad que necesita y se le parece. La generación Z encontraría, según Collin, eso mismo en el zodíaco: la caja de resonancia de una trascendencia acompasada tanto al individualismo como a la pulsión antijerárquica y horizontalizante y la celebración del pluralismo que caracterizan a nuestros tiempos, así como su descreimiento del mito del progreso y su recuperación de una concepción fatalista, desesperanzada —benjaminiana—, de la historia.

No hay jerarquías en el tarot, sino una panoplia de fuerzas e identidades astrales entre las que, como entre los colores del arcoíris, ninguna es superior al resto, y cada una de las cuales ejerce su influencia sobre un conjunto de individuos que ven así tejerse entre ellos reconfortantes afinidades, pero de carácter laxo, alejado de la robustez constrictora de la comunidad orgánica. Tampoco prescriben los astros la moralidad estricta, única, general, de las religiones al uso, pero sí ofrecen directrices, cauces por los cuales moverse con seguridad. La astrología —explica Collin— es «una forma de entender, relacionarse y al amar el mundo de forma no condicional; pachamámica, no abrahámica; esforzándose por no escoger entre dualismos y maniqueísmos»; una que contempla «el devenir del mundo y la interrelación de los elementos que forman parte de él como un sistema de flujos cíclicos, en los que todo se repite eternamente y no hay lugar para un telos, un apocalipsis».

Su expansión encuentra terreno abonado en el hecho de que, como señala Andrea Riccardi en La Iglesia arde, un mundo cada vez menos religioso —entiéndase referido a la religión tradicional— también es un mundo cada vez menos irreligioso: no se incendian los templos abandonados, sino solo los vivos. Como apunta Collin, «toda victoria lleva la simiente de su propia destrucción», y «esta tendencia neoespiritual de los jóvenes se debe leer como una constatación de que estos jóvenes han crecido de forma tan liberada y separada del antiguo yugo eclesial que no ven con fobia el adentrarse en paradigmas de naturaleza espiritual».

La religión del futuro no será simplemente la astrología, sino un río con muchos afluentes; una mezcla que tal vez hoy nos parecería aberrante y de la que formen parte desde la creencia en ovnis hasta un cherry picking de porciones descontextualizadas y simplificadas del budismo y otras filosofías orientales; la clase de totum revolutum que hoy exhiben los escaparates de las tiendas esotéricas —un negocio, por cierto, muy exitoso—. Tal vez también elementos tomados de la tradición católica, tales como las procesiones de Semana Santa, de las que encuestas recientes constatan que sus espectadores y participantes crecen con el mismo vigor con que lo hace el número de ateos y agnósticos.

«Dios ha muerto», proclamó Nietzsche, pero Dios no puede morir. Y esto es una cosa que sabemos los piscis.

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Comentarios
  1. Los que han estudiado astrología dicen que es «como salir de casa sabiendo los horarios de los trenes o salir a ciegas».
    Por lo visto hay astrología «seria» la que hay que estudiar a fondo y a base de mucha matemática y la «popular» que creo que no vá de estudios sino de invocaciones, güijas y cosas por el estilo.
    Observo que ésto lo está haciendo mucha gente joven y lo considero negativo y peligroso. No sé si lo hacen para divertirse o para sacar algún provecho; pero al final los resultados serán malos para ellos mismos. Además del daño intencionado que están causando a sus semejantes.

  2. Me parece muy interesante sus reflexiones. En época de crisis crece el interés por la parasitología …el esoterismo…las creencias alternativas.. tampoco hay buenos sacerdotes q sepan atraer y Dios no puede morir…efectivamente…. Javier

  3. Hablando de religiones, muy oportuno:
    La Agencia Tributaria ha arrancado la Campaña anual de Declaración de la Renta.
    Europa Laica, como todos los años, sale al paso con nuestra propia Campaña para denunciar la existencia en el IRPF de las casillas de Asignación Tributaria, la de la Iglesia Católica y la de Fines Sociales, pidiendo NO MARCAR NINGUNA DE LAS DOS CASILLAS.
    Hemos hecho un video corto con los principales mensajes, y un amplio documento explicativo, con datos y argumentos sobre lo que reivindicamos. Están colgados en la web del Observatorio del Laicismo:
    https://laicismo.org/europa-laica-en-la-declaracion-del-irpf-es-mejor-no-marcar-ninguna-de-las-dos-casillas/257643
    Te explicamos en 1 minuto por qué es mejor no marcar ni la casilla de la iglesia católica ni la de fines sociales en tu IRPF:
    https://youtu.be/qr48zRvz7mw
    Os animo a divulgar este material y nuestras propuestas, como mejor consideréis. Con ello daremos también cumplida respuesta a la campaña que hace la Iglesia Católica, con una publicidad plagada de falacias pero que está pagada con los impuestos de todos.

  4. Nada más alejado de la realidad que semejante apologìa a la estupidez de sacar a Dios de nuestras vidas. El hombre cree q erigiéndose como su propio dios logrará algo. Pero definitivamente, entregarse a la magia y a las predicciones es solo muestra que la estupidez de nosotros como seres humanos está en crecimiento. LA NUEVA ERA ES EL PEOR ERROR DE LA ESTA GENERACIÓN. La condenación eterna es real y entregarse a los idolos de papel es definitivamente tener un pie ya en los infiernos.
    Pero acuérdense, el hombre es libre, Dios no puede obligar a nadie a q lo ame. La principal razón sin duda alguna de que el mundo esté al revés, es porque el hombre ha sacado a Dios de su corazón, porque el hombre se ha erigido como un dios y se ha apartado de las leyes naturales, porque le ha dado a Dios un papel de ser mitológico, imaginario, casual e inútil en la creación.

    El mundo está al revés desde el momento en que nosotros los seres humanos preferimos las fiestas, la rumba, el trago, la gula, el sexo desordenado, la pornografía, etc. que ir a la Santa Eucaristía e interceder por nuestros semejantes, el mundo está al revés porque hoy, la vida de un ser humano es despreciado desde el mismísimo vientre de la madre, donde se descuartiza a los seis meses o se succiona con una maquina y se bota en un deposito de acero inoxidable de donde va a dar al basurero, aún, a los mismos nueve meses, y como dice sumercé en su comentario: *» LO TRISTE ES QUE LO CELEBRAN»*, O no ven como celebraban que se aprobara el aborto hasta la semana 24 en las noticias?

    (y lo digo porque conozco el drama de muchas madres victimas del aborto y sus consecuencias, pero ese no es el tema), El mundo esta como está, desde que la familia perdió la importancia como núcleo y pilar de la sociedad. El mundo está al revés porque ahora un anciano o un enfermo desahuciado es un estorbo para sus hijos o su familia y la excusa para deshacerse de él es q » *no es justo que sufra* «. El hombre mismo se hizo juez de todos los actos de sus semejantes. El mundo está asi al revés, no porque se saque del pénsum educativo la clase de artes, sino porque se sustituyó la clase de moral por la clase de educación sexual, porque ahora a los niños se les enseña que es más importante iniciar su exploración sexual a los 4 años que amar su cuerpo y conservar su pureza, ya q su cuerpo es templo del Espíritu Santo.

    No, hombre, la realidad del mundo es q sacó a Dios de su vida y le rinde pleitesía al dinero y al disfrute de los placeres; el éxito profesional sin medida no da la felicidad, y se lo digo porque conozco muchos, muchos q aún siendo exitosos, testimonian q su vida era infeliz aún con casa, carros y beca, antes de conocer a Cristo.

    Porque, como dice la Palabra de Dios:

    *»¿DE QUÉ LE SIRVE AL HOMBRE GANAR EL MUNDO ENTERO SI PIERDE SU ALMA?»*

    ahora se le da mas importancia a las ideologias que al mismo ser humano. No, el mundo está al revés porque el hombre se hizo a si mismo un dios.

    Juez de sus semejantes en materia de moralidad, vida, muerte, natalidad, educación y creencias.

    Ahora bien, le espera algo bueno al hombre cuando se auto-excluye del amor de Dios? Sin duda nada bueno.

    Dice un gran teólogo español:

    _»Y es imposible que Dios que crea una voluntad libre, después la fuerce; terrible advertencia está a los que traspasan la ley de Dios con toda tranquilidad una-y-otra-vez, diciéndose en su corazón: «bah!! Dios me lo perdonará todo». Los que obran así desconocen que hay un límite, más allá del cual, la misericordia de Dios se da la vuelta y abandona al pecador a la justicia, o dicho de otro modo más exacto, hay un límite más allá del cual, *el alma se endurece hasta tal punto, que rechaza toda gracia*, y allí, en ese punto, el creador no puede hacer otra cosa que dejar que la criatura siga su camino.»_

    En otras palabras, Dios no ha abandonado al mundo (ser humano) el mundo ha abandonado voluntariamente a su creador, y, siendo así, Él no tiene más opción que dejarnos hacer lo que nuesta alma desea.

    Por eso, es q el mundo está al revés.

  5. La definición de la RAE pone muchas adherencias superfluas al concepto de religión, especialmente superfluas son la trascendencia, la veneración y las reglas morales. Según esa definicion francamene cristianocéntrica, ni losa romanos , ni los griegos antiguos habrían tenido religion ni la tendrían, entre otros, los cazadores-recolectores, ni, por cierto, los chinoa, entre otros muchos pueblos pasados y presentes. Si que la tendrian, en cambio, si nos atuviesemos a la definicion que goza del favor de muc

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