KIEV (UCRANIA)// “Mucha de la gente que huye de la guerra se encuentra con la diatriba de llevar consigo dinero en efectivo o confiar en que el sistema bancario seguirá funcionando en Ucrania o en el país de destino. Es más fácil poner tu dinero en una cartera de criptomonedas estables y transferirlo a cualquier entidad bancaria cuando quieras”, sostiene Andriy Rohalya, cofundador de MyBotGarage.com, una de las cientos de empresas de criptomonedas que operan en Ucrania.
Andriy muestra orgulloso las oficinas de la empresa que fundó hace cuatro años, después de llevar casi dos décadas trabajando en el sector tecnológico. Se encuentran en un antiguo edificio de cuatro plantas que antes hizo las veces de colegio privado en Leópolis, la ciudad que se ha convertido en refugio de más de 200.000 personas desplazadas por la invasión rusa.
Mientras que los espacios comunes del inmueble tienen una apariencia ruinosa, las estancias de la compañía dedicada a las criptomonedas aparecen tan nuevas como vacías por la guerra. Y en las plantas intermedias de esta construcción –que hasta hace un mes tenía vocación de convertirse en un polo de desarrollo en un barrio deprimido de la periferia de la ciudad–, decenas de familias han encontrado un techo ante su exilio en las antiguas aulas.
Rohalya, vestido con una camiseta negra con grandes letras en el pecho y pantalones vaqueros de pitillo, muestra la sala principal. En el centro, una pantalla de televisión proyecta las cotizaciones de las distintas criptomonedas con las que operan las filiales de su empresa mientras una gatita de dibujos animados hace monerías. En el extremo derecho de la estancia, unos sofás con forma de grada aparecen vacíos junto a un bastón y una pelota para jugar al golf. A la izquierda, unas gafas de realidad virtual con las que los trabajadores podrían evadirse si aquí hubiese alguien más que los patrones. Como tantas empresas tecnológicas en todo el mundo,MyBotGarage.com intenta copiar, a minúscula escala, la famosa filosofía del espacio laboral de Sillicon Valley. De los 25 hombres y una mujer que estaban empleados, solo 15 conservan sus empleos, que realizan desde sus hogares después de que las tropas rusas comenzaron a adentrarse en el territorio de su país, de nuevo, el 24 de febrero.
Ucrania comenzó a convertirse en uno de los polos internacionales de desarrollo de las criptomonedas durante las protestas de Euromaidán en 2014. Era el resultado de años de apuesta política por la formación universitaria en tecnologías de la información, de tratarse de un país con un corrupción sistémica que atraviesa todos los ámbitos públicos y privados de su sociedad y, consecuentemente, de haber desarrollado una potente industria enfocada al lavado del dinero negro.
Tal fue el auge de la bitcoin en 2014 en Ucrania que, aquel año, casi la mitad de esta criptomoneda se fabricó aquí. El procedimiento por el que se produce se llama ‘minería’ y miles de jóvenes ucranianos se compraron unos equipos informáticos que costaban unos 1.500 euros para convertirse en ‘mineros’. Durante los primeros dos años, muchos ganaron algunos cientos de euros con los que mejoraron sustancialmente sus ingresos. El salario base del profesorado de educación primaria o de los enfermeros y enfermeras es de unas 10.000 grivnas, unos 310 euros al cambio. Y aunque el valor del bitcoin cayó a partir de aquel año, fueron muchas las empresas que comenzaron a especializarse en el negocio de las criptomonedas. De hecho, hasta antes de la invasión rusa, 8.000 millones de dólares en bitcoins salían y entraban del país, pese a que oficialmente estaban prohibidos. Como informa Jacobin, 150 millones de dólares, más que el volumen de las transacciones interbancarias.
Y la guerra ha explosionado este fenómeno. “Un 30% de las donaciones que ha recibido el Gobierno ucraniano han sido en criptomonedas. Hay una parte de nuestra sociedad que está muy familiarizada con ellas y más ahora, que se ha aprobado que se pueda operar con las mismas en las cuentas bancarias y con nuestras tarjetas de crédito”, explica vía telefónica Tymofiy Mylovanov, exministro de Economía, presidente de la Escuela de Economía de Kiev y consejero del presidente Zelensky. En concreto, el Gobierno ucraniano ha recibido 108 millones de dólares en criptomonedas desde que comenzase la guerra, según Cointelegraph, un medio dedicado a las nuevas economías.
Mylovanov considera que «además, las criptomonedas están permitiendo a las personas refugiadas tener un plan B con el que salir del país”, añade, mientras practica marcha deportiva. Este economista se ha convertido en un entusiasta representante internacional de la estrategia de Zelensky a través de su cuenta de Twitter y de sus intervenciones en paneles internacionales.
“Es mejor que los refugiados inviertan en las monedas más estables que se corresponden prácticamente siempre con el valor del dólar”, exponeRohalya, quien a través de su empresade MyBotGarage.com ha asesorado a algunas familias que a la hora de huir han decidido convertir parte de sus ahorros en criptomonedas por temor a un hundimiento de la banca ucraniana o de problemas para transferir sus fondos a la de los países de destino. Se refiere a las USDT o BYSD, creadas por Tether y Binance, las mayores plataformas de compra venta de criptomonedas. Las mismas empresas que desde el principio de la invasión rusa pusieron objeciones a las sanciones a Rusia porque, en palabras de sus portavoces, hacerlo pondría en riesgo la naturaleza de las propias criptomonedas. Es decir, su falta de rendición de cuentas, de transparencia y de trazabilidad de los movimientos y de sus beneficiarios.
Rohalya explica que antes de la guerra su clientela era mayoritariamente de India y otros países asiáticos: “Por la desigualdad tan importante en la que viven, invierten en criptomonedas como una forma de apostar para ver si pueden ganar algo que, aunque sea poco, sustancialmente, mejorará sus vidas”. En cambio, la clientela ucraniana se dividía entre los “jóvenes entusiastas”, que invertían entre 300 y 1.000 dólares para ganar algo de dinero, “los ricos que querían doblar sus fortunas” y aquellos que “quieren guardar su dinero negro para que no lo encuentren las autoridades o para lavarlo”.
Para quienes buscan aumentar sus dividendos, la recomendación de este empresario es la de dividir la inversión en tres tramos: un tercio en bitcoins, la criptomoneda más popular pero también más variable en su valor; otro tercio en BNB, cuyo valor ha oscilado en el último año entre los 350 y los 600 euros; y un último tercio en activos “prometedoras como las Doggy Coins. Fue creada como una broma, pero Elon Musk compró muchísimas y su valor se multiplicó por 3.000”, expone con pasión Adriy, explicándolo todo con ejemplos en la pantalla de la sala de reuniones. Antes de la guerra, barajaba trasladar su empresa a Montenegro o a Málaga “por su buen clima y el mar”, explica. Ahora todo se ha quedado suspendido en el aire por la guerra, lamenta.
“Manipular el mercado es ilegal, pero solo en el ámbito regular. En las criptomonedas no hay esas leyes”, expone, asépticamente. Cuando se le pregunta por las críticas a las criptomonedas por su opacidad, su falta de rendición de beneficios en términos fiscales y por ser una industria de la especulación, responde: “La especulación no es solo en las criptomonedas, sino también con el petróleo, de la vivienda, de Mac, de Microsoft…”.
De hecho, como muchas otras empresas de criptomonedas de Ucrania, pero también de otros sectores públicos o privados, incluso, universidades,MyBotGarage.com ha lanzado una campaña de donaciones mediante NTF, un activo digital que representa objetos del mundo real como obras de arte y que se hizo famoso por una colección de ilustraciones de monos que se llegaron a vender a medio millón de euros. Su verdadero valor era que sus propietarios adquirían el derecho para acceder a las fiestas más exclusivas y elitistas del mundo.
Donaciones a las Fuerzas Armadas
En este caso, la campaña de crowdfunding lanzada por Rohalya y sus socios en la plataforma de NTFs Opense.io está dirigida a adquirir chalecos y cascos antibalas, sistemas de visión nocturna y kits de primeros auxilios. Ante la pregunta de dónde y cómo van a adquirirlos ante la falta de existencias, reconocen que han decidido donar lo recaudado a las Fuerzas Armadas y que sean estas las que adquieran aquello que más necesitan. Montar campañas de recaudación de donaciones forma parte de la compleja campaña de propaganda bélica ucraniana en la que participan las instituciones, el sector público y el privado, y la sociedad. Visibilizar por todos los medios la asimetría del conflicto y la implicación de amplios sectores de la sociedad es uno de los principales objetivos de la mediática estrategia de comunicación del Ejecutivo de Zelensky.
Uno de quienes ha comprado NTF para donarlos a material para las Fuerzas Armadas es Victor, un pseudónimo de un joven ingeniero de Kiev que prefiere salvaguardar su identidad. En 2016, se compró un equipo informático para hacer ‘minería de bitcoins’ y con el que ganó unos cuantos cientos de euros con los que se pudo permitir el viaje por España con el que soñaba. Pero luego dejó de ser un negocio rentable y lo aparcó hasta este miércoles 23 de marzo, cuando decidió que quería donar algunos ahorros a la compra de material para el Ejército de su país. «Necesitan guantes, sistemas de visión nocturna y otras cosas. Es todo lo que puedo hacer porque cuando fui a presentarme como voluntario para luchar en el frente me dijeron que, por ahora, no nos necesitan. Tienes 250.000 soldados profesionales, así que es en lo que puedo contribuir por ahora», explica, quien no ve nada negativo en las criptomonedas.
La minería es un proceso en el que una red internacional de ordenadores colabora para resolver algoritmos en un proceso de complejización de la economía financiera que, según economistas críticos, termina por quedar fuera del control de sus promotores y provocando grandes cracks de los que los grandes perdedores son siempre los sectores más desfavorecidos de la sociedad. De hecho, estamos viendo cómo la guerra ucraniana está impactando ya en territorios tan vulnerables como la Franja de Gaza, que importaba su harina de trigo de Ucrania y Rusia, se enfrenta a un agravamiento de la pésima nutrición de sus habitantes por el encarecimiento de su precio. Además, la llamada ‘minería’ de criptomonedas se ha convertido en un gran contribuyente al cambio climático por la ingente cantidad de energía que requiere para su funcionamiento.
Sin embargo, según explica el periodista Ekaitz Cancela, que ha informado e investigado ampliamente sobre estos activos, son parte del problema y no de la solución. «Los dos peligros en el uso de criptomonedas en el marco de esta guerra es que terminen ayudando a los oligarcas rusos a evitar las sanciones occidentales. Y por otro lado, introducir al resto de los ciudadanos rusos en un mundo virtual tremendamente volátil, especulativo y proclive al fraude. Lo mismo puede decirse de los peligros para los ucranianos, con el añadido de que el bitcoin pueda servir para derivar dinero a los sectores ultraderechistas del Ejército, como el batallón Azov».
Según el think tank Chainalysis, los delitos vinculados con criptomonedas alcanzaron un récord el año pasado con transacciones por valor de más de 14.000 millones de dólares entre direcciones supuestamente ilegales. Sin embargo, fuentes expertas sostienen que esas cifras pueden ser solo la punta de iceberg por la opacidad de este ecosistema económico que se está creando paralelamente al oficial.
«Necesitamos un marco internacional que ponga coto a las criptomonedas más ambicioso que la regulación europea, que se centra exclusivamente en los derechos de los consumidores», explica Cancela. Y continúa: «Tenemos que fijarnos en la tecnología subyacente a las criptomonedas y hacer de ellas un bien público. También debemos conseguir que los bancos centrales lancen sus iniciativas con el objetivo de democratizar el dinero, no de seguir permitiendo la evasión fiscal y dando más poder a los grandes capitalistas financieros«.
De hecho, Portugal se ha convertido en un destino predilecto para las familias refugiadas de Ucrania con un poder adquisitivo medio y alto, profesiones liberales que se pueden desarrollar a distancia, o con sumas importantes de criptomonedas. La República lusa no grava los beneficios de este activo digital y ya contaba con una importante comunidad ucraniana antes de la guerra, más de 40.000. Además, ha aprobado un proceso acelerado para documentar a los solicitantes de asilo procedentes de este país, por lo que en las últimas semanas han llegado más de 13.000 refugiadas acompañadas de menores procedentes de este país.
No deja de resultar paradójico que, desde que comenzase la guerra en Ucrania, el valor de bitcoin y del ethereum hayan aumentado más de un 10%, y que otras criptomonedas menos conocidas han ganado hasta un 95% de su cotización gracias a la especulación.
Jugar a ser divinos con la realidad suele ser arriesgado, muchas cosas se afirman que nunca se cumplen, lo que pasará lo sabremos cuando llegue, si es que llega, porque el mundo parece un pela de gallos y algunos tienen buenos espolones. El miedo mueve a muchos a hacer y decir cosas que les ponen en evidencia, no digo ya las terribles cosas que hacen y dicen los que tienen el corazón lleno de odio o de resentimiento; consciente de esto que digo cada vez tengo más claro que si eres inteligente nunca irás contra los tuyos; recordemos que Roma no pagaba a los traidores, como dijo el pretor Galba antes de mandar ejecutar a los tres capitanes, Audax, Ditalco y Minuro, que traicionaron al valeroso caudillo lusitano Viriato. Somos occidentales y haríamos bien en estar al lado de occidente. De Oriente lo único bueno que nos ha llegado es la buena gente de China y otros lugares del planeta que han venido a comerciar o a refugiarse.
Los pobres que no hemos podido ahorrar apenas nada porque la hipoteca de nuestra vivienda nos ha tenido ocupados década tras década pagándola no entendemos de criptomonedas; y además no nos importan. A mi, personalmente, me intriga que los gobiernos permitan que ese tipo de monedas existan. Pero bueno que, este mundo ya sabemos como es, gobernado por una mafia político- económica que solo piensa en el dinero y el poder. A los obreros jubilados esa pulga no nos pica. Nos rascamos por otras cuestiones como el precio de la energía, llenar la cesta de la compra y llegar a fin de mes.
Termino de explicar lo que dije antes, qué, gracias a Biden, Zelensky y Putin y SU GUERRA, Europa sufrirá una reducción enorme en su papel en el mundo.
Cerca del 60% de la energía que consume Europa, en forma de carbon, gas y petroleo, en un 60% proviene de Rusia. No hay manera alguna de anular esa dependencia. Ahora bien, las medidas financieras que USA y la UE han impuesto a Rusia, han hecho qué las empresas rusas del petroleo dirijan sus ventas a la India, China y Vietnam. Para asegurarse la venta masiva, han reducido su precio hasta en un 20%, sin grandes perdidas. Inmediatamente, la India y China aumentaron hasta 4 veces su consumo de petroleo ruso. Como ambos paises son potencias industriales, seguro qué su producción de bienes de todo tipo aumentará proporcionalmente. En cambio, por la inflación y la incertidumbre financiera, la producción industrial Europea disminuirá sensiblemente y su capacidad de negociar frente al mundo lo hará en la misma medida. El conjunto de los daños economico- politicos sufridos por Europa significará que el dominio blanco sobre el mundo habrá terminado definitivamente.
Las criptomonedas serán uno de los varios daños colaterales qué sufrirá Europa gracias a la guerra qué Zelensky y Biden han provocado. Pero, no será el peor. En efecto, aunque las falsas sanciones financieras que éstos dos tipejos han montado contra Rusia pudieran detener la guerra, Europa quedará igualmente herida para siempre. Efectivamente, con esta guerra los yanquis habrán logrado su aspiración: achicar y domesticar definitivamente a Europa. Y esto en términos relativos y absolutos.