Internacional
Polonia tiene miedo de ser la próxima Ucrania
La llegada de 1,6 millones de personas refugiadas y la cercanía a su frontera de los bombardeos rusos han provocado una sensación de peligro entre la población polaca y un aumento de su apoyo a una intervención directa de la OTAN en la guerra.
“Si no le ponen freno, Rusia no tiene por qué contentarse con Ucrania. Claro que puede seguir con Moldavia, con las repúblicas bálticas y con Polonia. Están bombardeando a 20 kilómetros de nuestra frontera. Por supuesto que hay miedo. Mi propia hija está aterrada”, explica en su casa Jan Pieklo, embajador polaco en Ucrania entre 2016 y 2019, mientras helicópteros apache cruzan sobre nuestras cabezas. Se dirigen a la base militar que Estados Unidos tiene en las inmediaciones de Cracovia, una ciudad en la que a su millón de habitantes ha sumado en dos semanas más de 100.000 personas refugiadas.
“Esta guerra comenzó en 1991, cuando Ucrania declaró una independencia que Rusia nunca ha aceptado. Y después vino su intento por integrarse en la OTAN y en la Unión Europea”, añade quien comenzó su vida profesional como periodista de Solidaridad, la revista del sindicato obrero que se enfrentó al régimen soviético en los años 80. Después, en los 90, cubrió la guerra de los Balcanes como reportero. “Cuando acabó, dejé el periodismo por la frustración de que no nos escucharan y la impotencia de sentir que no servía para nada lo que hacíamos”. Ahora, trabaja como asesor del eurodiputado conservador polaco Witold Waszczykowski, miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo. Pieklo es de los que sostienen que la única salida a esta crisis es la implicación directa de la OTAN sobre el terreno.
“Putin quiere utilizar en Ucrania la misma estrategia militar que en 1939 Hitler empleó en Polonia o en Francia: el blitzkrieg, bombardear mucho, entrar velozmente con tropas y aplastar así a la resistencia. La situación de la Ucrania actual es muy parecida a la de Polonia de 1939. Y lo aliados, como entonces, no están ayudando mucho porque Ucrania no es un miembro de la OTAN”, expone, quien considera que el primer paso debería ser la declaración de un espacio de exclusión aérea. “Por supuesto que Putin lo interpretará como una agresión militar, pero si Europa quiere vivir tiempos de paz en los próximos años, ha de asumir riesgos”, concluye.
Pero no todos piensan como él. Syamand, el pseudónimo elegido por este diplomático procedente de Oriente Próximo, reside en Polonia desde hace tres décadas y atesora un detallado conocimiento del escenario iraquí y sirio. “Es como con las Primaveras Árabes. Estados Unidos les alentaba a salir a las calles a pedir libertades y derechos, y luego les dejaron abandonados. Yo creo que Zelensky terminará negociando porque no tiene otra salida. Rusia nunca va a aceptar que Ucrania entre en la OTAN, y esto lo sabe todo el mundo desde que declaró su independencia. Lo contrario solo nos dejaría un país en ruinas, millones de refugiados y de muertos”, explica, quien preserva su anonimato para poder expresarse con libertad.
“Hablemos claro: Ucrania no era una democracia plena, estaba en el camino, pero es un país controlado por mafias familiares. Zelensky sabe que no tiene ninguna opción de ganar, así que creo que terminará por aceptar que Ucrania ha de convertirse en un país neutral, renunciar a entrar en la OTAN y aceptar que Rusia se quede con Crimea. Y todo esto se sabía antes, así que claro que se podría haber evitado”, subraya, quien da crédito a la información de Rusia que asegura que «Estados Unidos está produciendo en sus laboratorios armas biológicas». Syamand sabe que su análisis es poco popular estos días entre la población polaca, donde el temor a ser invadidos y el shock provocado por las imágenes de los bombardeos rusos en Ucrania han aumentado el apoyo a una intervención de la OTAN.
Polonia, con una población de 38 millones de habitantes, ha recibido en apenas 15 días alrededor de 1,6 millones de refugiados y refugiadas. En su mayoría, mujeres con menores que encontramos por todas partes: en las estaciones de tren, en las estaciones de autobuses, en los aeropuertos, en los hogares particulares. Porque ni el gobierno central, presidido por Andrzej Duda, ni la Unión Europea han implantado un plan de acogida que garantice, al menos, un alojamiento y recursos básicos a estas personas. Por ello, es la propia ciudadanía la que se ha organizado informalmente para acogerles, al menos, de manera temporal.
Así lo ha hecho Wojciech Wojtasiewicz, funcionario administrativo de 30 años, quien, como muchos de sus amigos, se acercó la semana pasada a la estación de trenes de Cracovia para ofrecer una habitación en su casa. “Mi casa es pequeña, así que vi a Ina con su hija de 3 años, se la ofrecí y se vinieron”. Wojciech también ha trabajado como periodista freelance en Ucrania y Bielorrusia y habla ruso, lo que le facilita su comunicación con Ina, quien huyó de la ciudad de Dnipro cuando las tropas rusas comenzaron a bombardear los barrios residenciales.
“Sinceramente es normal que personas que no querían que vinieran refugiados de Bielorrusia, ahora se muestren solidarios con los ucranianos. Compartimos historia, cultura y religión, y tenemos mucha relación por ser vecinos. Además, hay otra cosa fundamental: ahora nosotros también tememos ser atacados por los rusos”, explica este treintañero en el salón de su casa, mientras Ina abriga con varias capas de abrigo a su hija.
Aunque el pasado viernes Ina pasó más de seis horas haciendo cola ante el consulado ucraniano en Cracovia, no consiguió que llegase su turno para poder documentar a su hija. A la pequeña sus padres no le habían hecho el pasaporte aún porque no tenían planes de viajar al extranjero. “Hasta el mismo día en que comenzó la invasión rusa, nunca imaginamos que pudiera darse”, explica, mientras prepara todo para ir al aeropuerto e intentar coger un vuelo a Sicilia (Italia) donde tiene una prima. Pese a que la menor no estaba documentada, las autoridades le permitieron subirse al vuelo, lo que da muestra del descontrol y la inseguridad que reina ahora mismo en torno a los menores refugiados en Polonia. Diversas ONG internacionales han alertado del riesgo que supone este éxodo masivo, que la ONU ya cifra en más de 2,7 millones de personas, para que mujeres y niñas termines secuestradas por trata con fines de explotación sexual. Pese a que las alertas sobre una posible invasión rusa de Ucrania llevan sucediéndose desde principios de enero, al menos, la comunidad internacional se ha mostrado incapaz de prever una respuesta humanitaria mínima. No así, militar.
En la última semana, a través de Polonia, han llegado a Ucrania cientos de misiles Stinger y armas antitanque procedentes de Estados Unidos, que ha destinado una ayuda de 350 millones de dólares para apoyar al país invadido. También se ha convertido en el corredor de las armas enviadas por países de la Unión Europea, que ha aprobado ayudas por más de 490 millones de dólares. Y el propio Gobierno polaco está enviando convoyes de morteros, drones y misiles portátiles conocidos como manpads. Una decisión del partido del Gobierno ultraconservador que no ha encontrado apenas resistencia entre la oposición.
Un país desbordado
Es sábado y la hermosa ribera del río Vístula amanece en Cracovia con jóvenes corriendo, familias paseando a sus mascotas y su concejal de cultura, Robert Piaskowski, al teléfono coordinando la respuesta humanitaria de las instituciones artísticas de esta ciudad. Alrededor, el amarillo y el azul de la bandera ucraniana se manifiesta en banderas en los balcones y en los escaparates de los comercios, en las felpas que recogen las melenas de las niñas e, incluso, en chapas como la que porta en su abrigo el edil.
Nos encontramos en un café antiguo cercano al barrio judío de Cracovia, donde también abundan los símbolos en apoyo a Ucrania pese a que Vladímir Putin haya vendido su “operación militar” con el objetivo de la “desnazificación” de Ucrania.
“Es una situación muy compleja porque los municipios no tenemos competencia para gestionar la ayuda humanitaria, así que podemos hacer poco más que abrir nuestros edificios públicos a los refugiados y conseguir bienes de primera necesidad para que los voluntarios la repartan”, explica, en alusión a los síntomas de agotamiento que empieza a dar la sociedad civil. A través de redes sociales, ya son muchos los grupos que en distintas ciudades polacas han alertado de que se les acaban los alimentos para repartir.
“Es una situación muy compleja porque los refugiados no quieren abandonar las estaciones de tren porque quieren seguir su viaje o porque quieren estar cerca de la frontera para volver si la situación cambia. Y, por otra parte, tenemos muchos que no son ucranianos pero que vivían allí, y que no se pueden acoger al estatuto de refugiado que ha establecido la UE para esta situación de emergencia”, añade Piaskowski. De hecho, recuerda, vuelven a ser destacados miembros de la jerarquía eclesiástica los que está azuzando el odio al refugiado. El más famoso, Tadeusz Rydzyk, el sacerdote fundamentalista católico propietario de Radio María, además de todo el consorcio de medios de comunicación más influyentes de Polonia. En sus últimas intervenciones ha advertido a los polacos, a través de sus numerosos altavoces, que no se fíen de los refugiados, “que nunca se sabe con ellos”.
“Debería estar en la estación ayudando en la estación de tren”, le responde Robert Piaskowski, quien representa al ala más progresista de Polonia, defensora del derecho al aborto -prohibido en este país-, de los derechos de las personas LGTBIQ+, y de las refugiadas, también de las que llegaron procedentes de Afganistán, Iraq o Irán por la ruta Bielorrusia. Y, sin embargo, esta guerra también le ha hecho reafirmarse en su afinidad atlantista: “Entrar en la OTAN ha sido una de las decisiones más importantes para nuestra independencia y nuestra seguridad. Y aun así, tenemos esa sensación de ser parte del escenario de enfrentamiento”.
En una encuesta de Polskie Radio publicada el 20 de febrero, un 59% de los encuestados se mostraba a favor de que en una hipotética invasión rusa la OTAN defendiese a Ucrania. Quince días después de que se hiciera realidad, el apoyo parece ser mucho mayor.
“Hay que entender la mentalidad soviética para aceptar que las sanciones no van a lograr que los oligarcas rusos le retiren el apoyo a Putin. Se pueden morir de hambre, pero no se van a rendir porque precisamente lo que ha conseguido Putin es restablecer el orgullo que sintieron que habían perdido con la disolución de la URSS”, explica el diplomático de Oriente Próximo.
Algo en lo que disiente el exembajador Piecklo. “Los oligarcas rusos son postcomunistas, no conservan esa mentalidad. Muchos de ellos compraron hace años su nacionalidad en Italia, España o Suiza y así consiguieron también la protección de sus emporios. Otros, están intentando llevar sus fortunas a los países del Golfo. Son increíblemente ricos, sus hijos han estudiado en Harvard, Cambridge, Stanford; han disfrutado de los mayores privilegios y ahora pueden perderlo todo”, explica quien confía en que Putin pueda ser depuesto desde el propio Kremlin. “La mejor solución sería que Putin fuese retirado por su propia gente, eso abriría un nuevo capítulo para las negociaciones”, concluye con preocupación.
“Me preocupa cuánto puede mantenerse en el tiempo esta ola de solidaridad y cuánto tiempo van a tardar en calar los mensajes del partido de ultraderecha Konfederacja de por qué los refugiados pueden utilizar los baños, los servicios médicos o los trenes gratuitamente”, recuerda Robert Piaskowski, el concejal de Cultura, antes de añadir: “Ese partido que, además, tiene grandes lazos con Putin”.
Mientras, en las estaciones de trenes, en los aeropuertos, en los parques, en los museos, en la Óppera, en el metro… mujeres cargando con niños llorosos, cansados, asustados a los que solo les atiende el pueblo.
Yo también tendría miedo si viviera en Polonia. Pero creo que Ucrania se le va a indigestar a Rusia. No creo que después del fiasco que le ha resultado su intentona en Ucrania se atreva con Polonia. Claro que, con el loco de Putin nunca se sabe, le llamo loco no porque le odie, que me es indiferente, solo porque pienso que hay que estar muy loco haciendo una guerra por miedo a que te puedan invadir. Si fuera un tipo democrático lo tendría fácil, podría pedir la entrada en la UE y en la OTAN y así no tendría miedo de nosotros. Podríamos, entre todos, hacer una UE enormemente poderosa y fructífera; ya sé que esto solo es soñar con un futuro mejor, de momento imposible, pero la teoría que propongo no me dirán que es mala. Al fin y al cabo, somos vecinos en un mismo continente. Rusia y Europa unidas seríamos la repera. Pero hay demasiadas mafias y demasiados intereses criminales en juego; lo que propongo no interesa. Y no creo tampoco que Rusia y Europa se atrevan a proponerlo; demasiada desconfianza. O sea que, ajo y agua con lo que hay.
Polonia sera el segundo pais que van atacar y no digas tonterias que la gente no tiene miedo…acabo de traer mi madre de Polonia aqui a España,porque la cosa no tiene nada de bueno.Un saludo
Polonia ; otra democracia » bizarra y retro » como la ejpañola ( pero sin familia real de corruptxs , ni pseudo socialistas vendidos).
Salud.
Hey! No se con quien habéis hablado pero yo vivo en Cracovia desde el 2019 y no he visto ningún helicóptero Apache sobrevolando mi cabeza. Aquí no hay peligro y la gente no tiene miedo. La gente sabe que se bombardeó un centro militar cerca de la frontera. Eso no quiere decir que empiecen a bombardear Polonia. El único miedo que hay es que Biden fuerce un ataque ruso a la OTAN puesto que EEUU no tiene nada que perder y si bastante que ganar. Será entonces cuando Polonia peligre, y eso la gente lo sabe.