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Guille Jové: “El conflicto territorial en España está esperando a que Castilla dé una respuesta”
El cantautor vallisoletano Guille Jové repasa la actualidad de la región castellano y leonesa, su progreso y su vaciamiento, a las puertas de las elecciones autonómicas de este domingo.
“No se llama progreso dejar a los pueblos sin vida”, canta Guille Jové (Valladolid, 1990). La jota que denuncia la “traición socialista” a raíz del embalse de Riaño, en la provincia de León, fue el punto de inicio para esta conversación. Cantautor por afición y también por decisión política, Jové trabaja como profesor de Biología y Conocimiento del Medio, en un pueblo vallisoletano. Lo hace tras haber pasado antes por varios institutos rurales de Soria y tras cursar en Palencia Ingeniería de Montes. Las tierras y los campos de Castilla son su segunda piel.
El escenario para el primer encuentro lo puso el II Seminario de Pensamiento Descolonial y Defensa del Territorio, organizado por Abrigaño – Grupo de Estudios Castellanos. Por aquel entonces pretérito, el calendario rondaba mediados de noviembre y Castilla y León, siempre en un aletargado segundo plano, aún ni sospechaba que el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco (PP), convocaría elecciones anticipadas para 13 de febrero. Aquel adelanto lo trastocó todo. La polémica suscitada en torno las macrogranjas y su ganadería intensiva supuso el respaldo definitivo para que la comunidad alcanzara, aunque sea por unos días pasajeros, los horarios de máxima audiencia en las televisiones y en las radios, con guiños incluidos a las primeras planas de los periódicos. A modo de actualización, la “música de autor con raíz” de Guille Jové vuelve a escucharse en un bis, esta segunda vez de manera telefónica.
Has compuesto una canción a Riaño, sin ser de allí y ni siquiera de León
Es que no tienes que ser de ningún lado para para defender el territorio. Y lo de Riaño es uno de los casos de cainismo más claros de la historia moderna, porque la propia Diputación de León pagaba a los agricultores regantes del sur para que fueran a manifestarse a favor del embalse del norte. Enfrente, quienes entendían que el progreso no podía ser a costa de todo. Pero lo que es supercurioso es que, en un proyecto que llevaba desde la Segunda República, la puntada definitiva la diera el PSOE, que es bastante definitorio de lo que es ese partido y el peso que ha tenido. El concepto que ha tenido el PSOE del progreso es el que ha permitido que el país esté donde está, para lo bueno y para lo malo.
¿La gente de tu generación conoce la situación de Riaño y, por extensión, la de otros pantanos?
Poca gente. No es ir y verlo bonito, hacer esquí acuático… que a mí eso me rasga las vestiduras. La gente que sea de verdad de Riaño tiene que flipar de tanto sufrimiento para esto, para tener un club náutico en un pueblo de montaña. Con la canción, me ha escrito gente que se ha interesado. Yo la publiqué como un homenaje a todos los pueblos inundados, y sí que tocó la fibra de más gente. Han sido proyectos muy locales para los afectados, nunca hubo una respuesta conjunta. Sería muy interesante unir a toda la gente que ha sufrido estos procesos y sacar de ahí, porque hay mucho que sacar.
Tu música siempre trabaja el apego al territorio.
Los dos discos [Enraizando y Memoria del barro] van muy en esa línea. Lo de vaciar los pueblos también es una cosa que me llama, siempre con una reivindicación muy fuerte de Castilla, que es la tierra que yo habito, de los procesos que aquí tienen lugar, y de las gentes y sus historias. Veía que el folclore estaba actualizando sus temáticas para hablar de temas más banales y lo que hice fue darle una vuelta, utilizar la música que sé hacer para recuperar historias que no se están cantando ahora. Compongo las canciones con una intencionalidad, aunque soy bastante crítico con que las canciones sean elementos de concienciación por sí solas. ¿Cuántas discotecas pinchan “Somos la revolución”, de Ska-P? Creo que la de Riaño tiene una cosa muy innovadora, que hasta ahora era el campo de los documentales, de los reportajes. Y eso, en las canciones, desde hace mucho tiempo estaba oculto. En las canciones hay política detrás, pero sobre todo son un vehículo de transmisión y lo han sido desde que el mundo es mundo: el ser humano, cuando ha querido recordar cosas, lo ha hecho en forma de canción porque es más fácil, porque tiene melodía.
No deja de ser una forma de responder al relato hegemónico de país que se está construyendo.
Sí. Y, sobre todo, lo hago muy influenciado por Miguel Delibes, una persona que tuvo esa sensibilidad de criticar al progreso y de acercarse al medio rural de una manera muy respetuosa que ahora casi ya no se ve. Ahora la manera de acercarse a lo rural ha sido más Callejeros, más haciendo mofa.
Como artista que analizas lo que cohabita a tu alrededor, ¿qué está pasando con el mundo rural? ¿A qué cantarías de lo que pasa ahora?
Cuando toco Riaño, lo que estoy haciendo es reivindicar el ejemplo de la lucha, de la resistencia. De Riaño nos acordamos más que de otros sitios porque allí se peleó, es decir, no es una batalla perdida, es una batalla ganada al peso de la historia. Una persona que no lo vivió ha sido capaz de verlo, de sentirlo y de hacer una canción. Cuando hablo de Riaño, lo que hablo es de que esto nos tiene que servir para identificar los nuevos Riaños, que son los molinos de viento, las macrogranjas… Hay una idea muy clara de qué se quiere hacer con el rural, y se lleva ejecutando desde el éxodo rural en los años 50. Todos los pasos que se han dado han ido encaminados hacia lo mismo, a vaciarlo, a llenarlo de otras cosas, a desarticular las redes que pueda haber de resistencia: se intentó con el fracking y se va a intentar ahora con la transición energética. Todo tiene un mismo foco: la ordenación del territorio no la hacen las personas, la hace el gran capital, la hacen las grandes empresas, con el beneplácito de los gobiernos. Y se crean rencillas entre vecinos, los que lo quieren y los que no lo quieren. Y te dirán: “Claro, es que no hay nada, algo tendremos que tener”. Yo lo entiendo.
Dices que los nuevos Riaños son las macrogranjas. ¿El debate suscitado a raíz de las declaraciones del ministro de Consumo ha servido para hablar sobre el modelo de gestión del territorio?
Me suelo abstraer mucho de esos debates, porque tengo la sensación con las polémicas varias que han surgido con [Alberto] Garzón, como pasó con la carne en su momento, son muy de cara a la galería. Entiendo que la política de partidos se está convirtiendo en un club de fans y cada uno intenta alentar a los suyos. Lo que echo en falta es que, si vas a hacer una crítica a las macrogranjas, tienes que tener una política detrás de apoyo a los pequeños agricultores y ganaderos. Y con un discurso tan polarizado, hay que ser cuidadoso en según qué cosas. Si planteas una política seria de gestión del territorio, de que esto no sea un extractivismo constante en según qué zonas, que siempre son las mismas, y luego te marcas esas declaraciones, estupendo. No quiero decir que no esté a favor de las declaraciones, que me parecen estupendas, pero echo en falta que detrás haya una política seria.
Que no sean declaraciones vacías.
Es que estamos de campaña en Castilla y León, y el proyecto de la izquierda para esta tierra es la nada. La izquierda de Madrid no sabe qué hacer con Castilla y León, no encajamos en esa izquierda españolista, que quiere construir esa España republicana federal, pero no saben qué hacer con esto.
¿Ves una propuesta política interesante de las izquierdas para la región?
Creo que no. Aunque luego los números puedan dar, porque estamos viendo encuestas de todo tipo. Pero, aunque los números dieran, no saben qué hacer con esto. La izquierda no quiere ganar en Castilla y León porque esto es un marrón más que una esperanza para ellos. La despoblación aquí es inevitable: o haces un cambio gordo o no hay nada. Me haría ilusión ver el cambio, estoy esperanzado en que pueda ocurrir, pero mi yo interno dice que va a ser muy difícil que cambien las cosas. No hay proyecto ni para Castilla ni para León. Ni siquiera la UPL [Unión del Pueblo Leonés], que ha conseguido convencer a lo que era el Españavaciadismo de León para que no se presente para aglutinar el voto. UPL le ha dado el gobierno al PP, ha sido la muleta. ¿Qué habéis conseguido? Nada. No creo que la UPL vaya a presionar para que el llionés tenga presencia en la educación. No hay un proyecto ni para León ni para Castilla.
¿Y la derecha tiene proyecto?
Es que la única campaña ilusionante que está habiendo en Castilla y León es la que está haciendo Vox. Tiene varias cosas a su favor: que no ha gobernado todavía en ningún lado y entonces no tiene lastres, aparte de todo el descontento que pueda haber hacia el PP. Además, sus líderes están todos los fines de semana en Castilla y León, se están recorriendo los pueblos pico y pala, pico y pala.
¿Con proyectos o con discurso?
Su proyecto es solamente a escala nacional, no tienen una alternativa para Castilla y León, lo que quieren es seguir circunscribiéndola en esa amalgama española. Ellos vienen aquí con el discurso de España, España, España, y eso mucha gente se lo compra. No tienen un proyecto concreto para Castilla y León, pero sí tienen un proyecto nacional: que todo siga subordinado a España.
Además, han surgido una serie de nuevos partidos agrupados bajo el sello de la España vaciada. ¿Pueden servir para repensar Castilla?
Me generan muchas dudas. A mi yo electoralista le satisface la idea -quizás no en estas autonómicas, pero sí en unas nacionales- de que pudiera haber un movimiento potente en según qué zonas. Eso lo pensaba hace un mes, antes de ver quién se presentaba en estas plataformas. En el caso de Valladolid, que sería el que a mí me corresponde, es escandaloso. Son creo que un 70 por ciento ex de Ciudadanos. No tengo grandes esperanzas, no creo que vaya a suponer un gran cambio, aunque creo que puede servir un poco de contrapeso con Madrid. Es verdad que aquí la sensación que va cundiendo cada vez más es un rechazo fuerte a lo que supone Madrid, por extracción de sujetos personales, de amigos, de familia, y por extracción de recursos. Está habiendo una cierta quemazón a lo que supone Madrid, y Ayuso refuerza todavía más esta idea. Es ahí donde esa posibilidad de la España vaciada puede tener recorrido.
No todos los partidos van con la etiqueta de España vacía o vaciada son iguales.
Sí me gusta hacer una diferencia entre los que se están sumando al carro y Soria Ya, que han hecho trabajo de campo, que han estado por los pueblos. Y cuando tuvo la oportunidad de dar un discurso en clave nacional en un programa de Cuatro, la primera medida que dijo el portavoz fue «sanidad rural», que aquí está desmantelada. Que para un partido de la España vaciada su bandera sea la sanidad rural, pues vamos pa’lante con ellos. Hay una cosa que pasa en las provincias pequeñas, como Soria, Ávila o Zamora, y que quizá en el resto de provincias no se entienda, y es que nunca ha habido alternativas, nunca ha habido una cuota de voto suficiente para que llegue un tercer partido. Todo se lo han repartido PP y PSOE, siguiendo la ley d’Hondt. Esta gente ha vivido en un ostracismo político desde que ha empezado en la democracia, porque cualquiera que sea divergente en su forma de sentir con PP o PSOE nunca ha tenido representación.
¿Tiene sentido que las candidaturas que dé la España vaciada enarbolen una bandera ni izquierda ni derecha?
Para mí, no. Veo una alineación muy clara con que el proyecto político construido para España es el que ha terminado de vaciar las provincias, y eso tiene un claro espíritu no sé si de izquierdas, pero desde luego contra el régimen establecido. El concepto España vaciada es carente de significado porque España solo hay una y para construir esa España ha sido necesario crear un ente como Madrid que lo absorbe todo, desposeer culturalmente a otros territorios de Castilla y que se permita ese extractivismo. No hay una España vaciada, solo hay una España que ha necesitado vaciar la mitad de su territorio para construirse.
Volviendo a la resistencia que cantas de Riaño, ¿eres optimista de cara a una resistencia colectiva?
Si tenemos algún halo de esperanza para construir algo alternativo, tiene que venir de la defensa del territorio, que te lleva a lo más básico, que es defender la casa común. El ejemplo del fracking lo tenemos muy reciente y ahí sí que fue una pequeña victoria. Y aunque no se hubiera conseguido, se consiguió que se debatiera. Sería interesantísimo tener esa visión de federarse; de que, si estamos peleando por esto aquí y allí también, vamos a juntarnos para hablarlo entre todos. Y tenemos un ejemplo muy interesante en América Latina: cómo se han enfrentado a estos proyectos de desarrollismo y poniendo el cuerpo, que aquí somos un poco tibios. Pero llegará un momento que no quede otra.
Es muy difícil ir contra ‘el progreso’. Ni siquiera tiene buena prensa.
Esa crítica se la hicieron a Delibes en su día. Pero ese progreso por el progreso se lo ha comido todo y, además, se lo ha comido todo solo en una parte muy concreta del planeta. Si por lo menos conseguimos sembrar la semilla contra el progreso, ya veremos luego qué viene después o qué construimos.
Citas a Delibes y hablas del papel de las canciones para contar historias. ¿Ahora mismo la cultura está narrando la situación de la España rural?
En los últimos dos años ha habido una eclosión de gente volviendo a estas cosas. Por desgracia no todos van con un discurso ligado detrás, pero todo lo que venga bienvenido sea. Yo creo que esa cercanía es más una respuesta a la globalización, que cada vez es más patente. En música me flipa lo que hace El Naán, que son de aquí de Palencia. Y lo que hace Rodrigo Cuevas, una mezcla de estética y de temáticas que me parece esencial. En literatura creo que todo lo que se ha hecho que vaya a lo rural bebe mucho de lo que hizo Delibes. Me gustó muchísimo el ensayo Vidas a la intemperie, de Marc Badal.
También participas en Abrigaño-Grupo de Estudios Castellanos.
Estamos con una tarea muy complicada: tratar de dar una respuesta a un territorio muy complejo como Castilla. Entendemos que el conflicto territorial en España está esperando a que Castilla dé una respuesta, porque los catalanes lo tienen claro, en Euskadi está muy claro, en Galicia está muy claro, en Asturias están empezando a tenerlo muy claro y en Andalucía también. Y aquí estamos que parece que solamente podemos ser españoles. Estamos intentando rascar esa identidad castellana que todavía intuimos que subyace, para intentar elaborar un discurso sólido que nos permita reconocernos dentro de todo eso, que es muy complicado. Además, lo estamos intentando hacer desde esa perspectiva decolonial, apelar al territorio sin hablar de nación, en la medida de lo posible porque todos venimos del ámbito libertario. Creemos que el territorio es capaz de aglutinar. Si nosotros venimos a Castilla a hablar de la nación castellana no interpela a nadie; en cambio, hablemos de territorio, hablemos de que, a través de las problemáticas del territorio, seamos capaces de identificar nuestra propia identidad. Y luego ya veremos si habrá un momento en el que nos toque hablar de nación castellana o no. Pero es muy difícil porque ni siquiera tenemos claro nuestro límite geográfico, nuestra lengua; de hecho, si no fuera por los nacionalismos periféricos, el castellano no existiría, sería el español. Queremos dialogar con la gente que tenga esa sensibilidad en León, reivindicando el Reino de León con mucha legitimidad, porque a nivel de provincialismo, hay regionalismos cutres. Yo sí creo que León tiene unas características muy concretas y que tenemos que poder dialogar, porque una respuesta para León tiene que ser una respuesta para Castilla y viceversa, porque no va a salir León solo de ahí; si quieren construir algo, va a tener que ser de la mano.
El relato hegemónico que hay sobre Castilla, ¿se ha construido desde fuera o desde dentro?
Esa es la rayada del colonialismo, esa Castilla conquistadora y conquistada a la vez. La idea de la asociación es clara: entender que la guerra civil es un proceso de colonización interna de una sección del país que se vuelve enferma de homogeneizar, hasta el punto de que se homogeniza a sí misma, que entra a borrar todo lo que no cuadra con esa idea de la España imperial, de la única España, cristiana, católica. Eso lo tenemos claro y creemos que el discurso sobre Castilla es construido, también a lo largo de la historia. ¿Cuánto de esa Castilla conquistadora llegó realmente a permear a los estratos?
El discurso de esa Castilla conquistadora y conquistada al mismo tiempo es difícilmente aceptable en el interior de la región.
Sí. Tenemos una oportunidad ahora, que es ese proceso de vaciamiento constante de Castilla, de Extremadura, esa sensación de ser los últimos todo el rato. Yo una vez me hacía la pregunta de quiénes son los indígenas aquí, de quiénes ha defendido el territorio, porque alguien ha tenido que haber. Tenemos una idea de desarrollo que no nos la podemos permitir. A costa de expoliar otros territorios, nos hemos podido permitir ese desarrollo que no estábamos viendo aquí.
Yo la publiqué (la canción) como un homenaje a todos los pueblos inundados, y sí que tocó la fibra de más gente. Han sido proyectos muy locales para los afectados, nunca hubo una respuesta conjunta. Sería muy interesante unir a toda la gente que ha sufrido estos procesos y sacar de ahí, porque hay mucho que sacar.
«RESISTIRE», Asociación Río Aragón contra el recrecimiento del pantano de Yesa.
https://www.youtube.com/watch?v=2bf0-oe0v0g
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«! Todo tiene un mismo foco: la ordenación del territorio no la hacen las personas, la hace el gran capital, la hacen las grandes empresas, con el beneplácito de los gobiernos. Y se crean rencillas entre vecinos, los que lo quieren y los que no lo quieren. Y te dirán: “Claro, es que no hay nada, algo tendremos que tener”
Parece que hables de cualquier pueblo de Aragón, Guille.
Especuladores que tienen sus negocios en la ciudad pretenden extenderlos también en el medio rural inundando poblaciones y paisajes de placas solares, macrogranjas cuyos propietarios son inclusos expresidiarios pero la gente no le pone reparos creyendo que traen «riqueza».
«AQUI», Marcha de los que no marchan. Ronda de Boltaña.
https://www.youtube.com/watch?v=eqcx83HW4Ck
«Cuando alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad, ninguna tiranía puede ya detenerle».
Nadie debemos permitir que nos sometan seres, entidades, estados, ect. de involutiva moral y sabiduría.
INTENTOS DE ILEGALIZAR A «IZQUIERDA CASTELLANA».
La Audiencia Nacional avanza contra Izquierda Castellana sin atender a Abogacía del Estado y Fiscalía.
En contra del parecer de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía, la Audiencia Nacional ha decidido seguir adelante contra Izquierda Castellana por cuestiones administrativas, a pesar de que la formación realizó el cambio de estatutos que exigía Interior. Se mantiene así el riesgo de ilegalización.
Un procedimiento «inducido»
En su valoración de la resolución de la Audiencia Nacional, Izquierda Castellana señala que «es la confirmación, por si quedaba alguna duda, de que estamos ante un procedimiento judicial políticamente inducido, sin la menor pretensión de aparentar neutralidad o rigor jurídico alguno».
Al respecto, añade que «el Régimen está perdiendo de forma notoria y acelerada el poco respeto que tradicionalmente tenía por las formas y las normas democráticas; y aún más, está perdiendo absolutamente, si alguna vez lo tuvo, cualquier grado de capacidad intelectual colectiva».
Concluye señalando que «no nos van a enredar en batallas jurídicas, que daremos en su justa medida. Nuestra respuesta principal ante este nuevo intento de ilegalizarnos es social y política. Es decir, pasa por reforzar con todas las fuerzas posibles nuestra aportación a la organización y a la movilización popular».
Un país se construye con unión de personas, no solo de territorios, con su idiosincrasia, pero con objetivos comunes. La Constitución Española, dice que somos todos iguales, pero cada vez hay más diferencias económicas y de normas entre comunidades. De verdad a esto le llamamos país? No me extraña que la gente de las comunidades olvidadas , en las que yo me incluyo, no sintamos que pertenecemos a un pais.