Opinión

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Jorge Dioni analiza el papel de los medios de comunicación a través de varios acontecimientos ocurridos en las últimas semanas.

Preludio

El periodismo regresa a sus orígenes: la guerra de papel. El éxito de las imprentas protestantes en la difusión de bulos contra la monarquía española hizo que el cardenal Richelieu se tomara en serio la importancia de tener un medio de difusión controlado, la Gazzette, origen de las publicaciones periódicas. Surgieron otras, vinculadas a las zonas comerciales, especialmente los puertos, que se impusieron a las oficiales gracias a los silencios provocados por el control oficial. La Gazzette, por ejemplo, decidió no informar sobre la Revolución. Los medios lograron separarse de las administraciones gracias a los lectores que buscaban información y, sobre todo, a los anuncios que buscaban lectores. “Donde hay publicidad, brilla la verdad”, era el lema de La Publicidad, un medio que quería dejar claro que tenía inserciones comerciales porque no cobraba del fondo de reptiles, el dinero de las administraciones. El capitalismo popular de los anuncios por palabras fue la base de la independencia de la prensa y el gran problema de internet no fue el robo de lectores o la depreciación del producto, sino que se quedó con los anuncios de pisos, las ofertas de empleo o la compraventa de vehículos. Donde no hay publicidad, no brilla la verdad

Primer acto

Una consejera de RTVE acusa en una red social el día de Navidad a las diez y veinte de la mañana: “Ayer, por primera vez, TVE no retransmitió en Nochebuena la misa del papa ni ninguna misa del Gallo en un día tan especial para todos los católicos. Algún responsable tendrá que dar explicaciones”. Una hora más tarde, se desdice: “Me dicen que el año pasado se retransmitió la misa por la pandemia; pero que, este año, ya no se programó”. Poco después, sigue recogiendo cable, pero vuelve al ataque: “Aclaro. Con lo que me cuentan fuentes de RTVE, la misa de Nochebuena dejó de emitirse en 2013. El año pasado se recuperó por la pandemia y este año ya no se programó, así que no es la primera vez que no se emite. Lo que está claro es que este año no se ha emitido a pesar de seguir en pandemia”.  Marco mental: ataque a los católicos.

Segundo acto

El 27 de diciembre, una cuenta de una red social explica una historia siniestra. Sus dos hijas vuelven a casa en el autobús. Se quedan solas en el vehículo. El conductor no atiende la petición de parada. No solo una vez, cuenta, sino varias. Al final, ante la amenaza de llamar a la madre, el conductor abre la puerta en una zona famosa por su peligrosidad. La historia se mueve muy rápido. Secuestro, se dice. Marco mental: decadencia de Barcelona. Elementos: reyertas con machetes, botellones descontrolados, delincuencia disparada, ataques a la propiedad, fuga de empresas y, para redondear, autobuses que secuestran a niñas. ¿El ayuntamiento sabe algo?, ¿hay una trama?, ¿es el único caso? La presidenta de la empresa municipal dice que esas cosas no pueden suceder y que se abrirá una investigación. Es acusada de no hacer nada. Dos días después, la empresa municipal expone su investigación, ya que todos los vehículos tienen sistemas de vigilancia. Las chicas se olvidaron de solicitar su parada y se bajaron en la siguiente. Es decir, todo falso. Casi nadie se disculpa. 

Entreacto

Vaya, cabe pensar, la consejera de RTVE podría haberse informado antes de hablar y pedir explicaciones; sobre todo, porque tiene un puesto de responsabilidad. Eso es no entender por qué fue nombrada para el cargo. Como en el caso de Barcelona, queda la historia y, sobre todo, las emociones que provoca, que deben enlazar con la siguiente. Dato no mata relato. Suele ser al revés. El 11 de enero, se anuncia una huelga de conductores de autobuses de Barcelona en protesta por la actitud de la presidenta de la empresa municipal. También podrá ser aprovechable para el marco mental decadencia. En el siglo XXI, el periodismo no puede sobrevivir de forma independiente y debe reconvertirse en una industria auxiliar de otros sectores, como la asesoría política o las plataformas que recogen datos. La línea editorial que permite analizar la realidad decae y se funciona por marcos mentales que hay que alimentar con regularidad.

Tercer acto

El día 26 de diciembre, The Guardian publica una entrevista con el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Critica el sistema de ganadería industrial, en línea con las principales administraciones, desde la UE a las comunidades autónomas. El día 3 de enero, la revista Cárnica, una publicación sectorial desconocida para el gran público, lanza un artículo en el que tergiversa sus palabras para que parezca que ataca a todo el sector. Marco mental: pijos de ciudad contra el mundo rural. La portavoz de agricultura en el Congreso del Partido Popular, difunde el artículo de la revista sectorial. ¿No había leído la entrevista publicada una semana antes? Un desconocido diputado de la ultraderecha habla de élites globalistas y el presidente de Castilla y León afirma que las frases que el ministro no dijo son un ataque a su comunidad y pide la dimisión. Se unen otros presidentes autonómicos. Entre el lunes 3 y el martes 4, las varias cuentas de redes sociales y miles de bots realizan más de 100.000 publicaciones.

Cuarto acto

Un diario publica el siguiente contenido: “Un error del Gobierno en la ley retrasa 20 días la entrada en vigor de los presupuestos. No incluyó la disposición que marca la fecha de aplicación un día después de su publicación, por lo que, según rige el Código Civil, no estarían vigentes hasta el día 18 de este mes”. El antetítulo es contundente: “Una anomalía que no se había dado nunca”. En poco tiempo, aparecen varios desmentidos. Algunas personas aportan incluso las capturas de pantalla correspondientes a numerosas leyes de presupuestos aprobadas en plazo sin cláusula de entrada en vigor. “Nunca” parece ser siempre. Otras personas recuerdan que las Cortes asumen que el “primer día del ejercicio económico correspondiente” que recoge el artículo de la Constitución siempre es el primer día del año. Pero la noticia ya se ha movido, incluso por antiguos miembros del gobierno. Dura poco en la web. Es sustituida por otra: “El Gobierno y el PP se enzarzan sobre la entrada en vigor de los presupuestos”. Enzarzan. Dos versiones. No hay jerarquía. 

Entreacto

Entre los restaurantes y los clientes, aparecen plataformas que se encargan de hacer llegar la comida. Para facilitar el transporte, los platos tienen que ser pequeños y manejables. Se impone la comida franquiciada: estadounidense, mexicana, italiana, japonesa, china o turca. Fuerte sabor. Platos reconocibles y reproducibles. Se espera lo que se pide. La producción importa poco. Sucede algo similar en el periodismo. No puede sobrevivir de forma independiente y se encaja en las plataformas que le robaron la publicidad como un contenido más. Está en igualdad de formato con el resto. La marca pierde valor en la búsqueda de la interacción. Tiene que presentar productos pequeños y manejables, reconocibles y reproducibles, que se muevan rápido porque emocionan. Controversia. Listas. Competición. No existe la verdad porque establecería una jerarquía de contenidos fuera del mercado. Existe la productividad. El contenido es válido si es consumido.

Quinto acto

10 de enero. Un diario abre con este titular en portada: “Mónica Oltra no es culpable de lo que hizo su ex marido, pero ocultó mi denuncia”. El subtítulo: “Teresa, la víctima de los abusos del exmarido de vicepresidenta valenciana, relata el desamparo que sintió por parte de la consejería de Igualdad”. El texto comienza así: “Teresa acaba de dejar a su hijo, Iday, de ocho meses, con su madre. Ella y Pedro, su pareja, van a seguir deambulando en busca de ayuda. No tienen trabajo ni vivienda”. El titular interior es diferente: “No le tengo rencor a Oltra, pero creo que escondió mi denuncia”. El periodismo debería ser eliminar ese “creo” a través de información, pero es algo que ya se puede hacer directamente. El entrecomillado regatea la responsabilidad. Más rápido y barato. Más eficiente y productivo. Ese mismo día, diez de enero, el comisario Villarejo está de nuevo en la Audiencia Nacional y es preguntado por su grupo de empresas: “Se trataba de dar soporte a los clientes para que pudieran presentar denuncias”. Ahí hay un mercado para los contenidos. 

Sexto acto

14 de enero. El mismo diario lanza un titular: “Una de las menores de la red de explotación sexual fue obligada a prostituirse con menas del centro de Hortaleza”. El uso del determinante artículo invita a pensar que sólo hay una red de explotación sexual en España. ¿La del contenido del día anterior? No. Precisar de qué red se habla obligaría a recordar que se trata de menores tuteladas por la Comunidad de Madrid. La información explica que el progenitor de la menor la “vendía” a cambio de cocaína. Un diputado de ultraderecha comenta la noticia: “Imagínate sólo por un momento que el Estado te quite la custodia de tu hija de catorce años y acabe así”. Tanto esta noticia como la anterior encajan en la conspiración Qanon, que sostiene que hay una red de tráfico sexual de menores en la que están implicados actores, políticos y funcionarios, todos progresistas. El relato busca su formato para aterrizar.

Coda

Lo más sorprendente de todo esto es la sensación que tiene alguna gente de que va a poder controlar este embarramiento sólo porque puede aprovecharse en ciertos períodos. Cuando uno cambia las reglas del juego, o las dinamita directamente, es probable que pueda sacar partido en el momento inicial, pero después es incontrolable. De todos los ejemplos anteriores, cuajó la historia de la carne y tuvo un recorrido insólito, golpeando como un boomerang a algunos de los que habían movido la desinformación. La literatura popular está llena de ejemplos de personajes que entran en una comunidad ofreciendo sus servicios y acaban provocando algún tipo de daño o tragedia. Por ejemplo, se llevan a los hijos o destruyen las casas. Toda esa estructura contra una determinada administración no desaparecerá cuando se produzca un resultado electoral concreto. Esa nueva industria buscará su supervivencia porque es un producto sencillo, de fácil elaboración y con una demanda creciente. Ya no es un recurso, sino un modelo de negocio y un día, sin que nadie sepa cómo ha pasado, tienes a un señor disfrazado de bisonte en el Congreso. Click.

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