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Leticia Dolera: “El amor puede muchas cosas, pero no lo puede todo”
La autora y actriz estrena la segunda temporada de 'Vida Perfecta', una reivindicación de la ternura como prisma desde el que entender el comportamiento, a veces extraño, de las personas, incluido el nuestro.
No debería resultar extraño que las cuestiones importantes que nos atraviesan a la mitad de la población fuesen reflejadas por la ficción si no fuese porque seguimos viviendo en un sistema dominado por el sistema –oh, perdón, por emplear la dichosa palabrita– heteropatriarcal. Así que cuando, de repente, una serie habla de lo que nosotras hablamos con nuestras amigas y amigos, y lo hace con un talento creativo contemporáneo, la enjundia intelectual de quien domina las teorías feministas y la valentía política para poner la vida en el centro sin tabúes ni remilgos, nos asalta tanto goce estético como agradecimiento.
Así lo han demostrado numerosos espectadores en las redes sociales: «He reído y he llorado con sus personajes. Hay mucho talento, sensibilidad y realidad ahí»; «Historia corrientes pero con las que identificarte, que han sido tabú y que @LeticiaDolera se atreve a contar de una manera magnífica»; «Impresionante #VidaPerfecta de Leticia Dolera. Parece difícil cómo consigue combinar tantos aspectos distintos en la misma obra de forma tan sutil como profunda. Es mucho más simple, sabe reflejar a la perfección la vida imperfecta que nos ha tocado. Tremendamente recomendable», son solo tres de los numerosos comentarios que han publicado hombres y mujeres que se han sentido identificados con este retrato generacional que nos recuerda que, pese a todas las dificultades, amenazas y cataclismos mundiales, lo estamos haciendo lo mejor que podemos y sabemos. Y que eso ya es mucho.
Sobre todas estas cuestiones conversamos con su creadora, la directora, coguionista y actriz Leticia Dolera.
¿Por qué decide contar estas historias y no otras en esta segunda temporada?
Cuando Movistar me propone hacer la segunda temporada les digo que me den un poco de margen para que encuentre un camino por el que me gustaría llevar a las protagonistas. El de María surge de una amiga que me contó que durante el primer año de vida de su hijo no había sentido ninguna conexión con él, que pensó que se había equivocado al traer a esa persona al mundo y que no sabía qué hacer porque no podía dar marcha atrás.
Esto me lo contó tres años después, cuando ya había superado esa etapa, estaba bien y quería a su hijo. Me impactó mucho que no lo hubiese compartido con nadie, ni con su pareja, ni en terapia, y que lo hubiera vivido tan sola por la vergüenza y el sentimiento de culpa que le provocaba. Así que me parecía un lugar muy orgánico al que llevar a María, que es víctima de esa idealización de la familia, de la maternidad, del concepto de familia… De hecho, en la primera temporada aparece de niña jugando con las muñecas a las casitas y proyectando todo eso como el mundo ideal.
Con Cris el camino estaba bastante marcado desde la primera temporada. Una pareja que tras descubrir que habían sido infieles, se plantean cómo van a sostener la pareja. Hemos llegado a unos pactos más igualitarios respecto al hogar, al cuidado de las niñas, pero ¿qué pasa con la pasión? ¿La pasión tiene fecha de caducidad o no? ¿Se puede retomar?. En un momento en el que se habla tanto de poliamor y de nuevas fórmulas, me parecía interesante enfrentar a una pareja a esas cuestiones. Personas que vienen de un tipo de vida tradicional, mostrar que es muy difícil romper ese patrón y enfrentarte a esos nuevos pactos sexo-afectivos. Queríamos contar que no es fácil.
Y respecto a Esther, tuve claro desde un principio que quería que tuviera una relación con una mujer mayor que ella, que se enfrentara al hecho de tener el síndrome de Peter Pan y ver qué hacer con una mujer quince años mayor que ella. Cómo va a gestionar ese cambio de vida, si va a sentir esa pulsión de salir corriendo e irse a su lado oscuro, o si va a ser capaz de llegar al estilo de vida que el entorno entiende como el propio de madurar. Al final, son preguntas que te vas haciendo con la crisis de los 30, de los 40… Cuando tuve claro que eran estos los tres caminos que quería transitar, fue cuando llamé a Manuel Burque para preguntarle si quería escribir la segunda temporada y me dijo que sí.
De hecho, la historia de Esther nos permite observar cómo, frente a la idea del amor romántico, hay muchas formas de concebir una relación y el amor de pareja.
A las tres protagonistas les atraviesa de manera muy radical el tema del amor y de la pareja, como a todas y a todos. Incluida María que, aunque su historia está centrada en un cuadro de ansiedad postparto porque se tiene que enfrentar a esa desidealización de la maternidad, hay que entender que su concepto de la maternidad pasaba también por la pareja.
Desde el feminismo, desde el plano político, estamos pensando mucho en qué hacemos con el plano sexo-afectivo porque hay un punto en el que tus decisiones, aspiraciones y anhelos son consecuencia también de un legado cultural y familiar. Y, a veces, es muy difícil discernir o entrar en contacto con una supuesta libertad de elección. Aunque sepas toda la carga política y cultural que tiene el amor y la pareja, hay una parte de ti que no puede evitar tener ciertos sentimientos, aunque los analices políticamente.
En el tema del amor, las mujeres arrastramos una carga de género que, realmente, no hemos entendido hasta hace poco: qué era lo que nos han estado contando con el amor romántico y los cuentos de príncipes y princesas. Príncipes que van a conquistar el mundo mientras la princesa se queda esperando que lo consiga; historias como La Bella y la Bestia, en la que él la trata mal, pero es porque es una víctima a la que ella conseguirá cambiar porque el amor todo lo puede. El amor puede muchas cosas, pero no lo puede todo.
Los cambios personales profundos los hace uno por iniciativa y por trabajo propios, y no porque el amor llegue y te dé superpoderes.
En Vida Perfecta las tramas son muy libres, se saltan temas que pueden ser tabú y que, sin embargo, al plantearlos de manera tan natural, resultan lógicos. Por ejemplo, que la protagonista se quede embarazada durante una relación sexual que mantiene drogada con una persona con discapacidad. ¿Por qué decidió contar esta historia?
En mi primera película ya hay un personaje con discapacidad que lo interpreta un actor con síndrome de Down. La discapacidad forma parte de mi imaginario, de mi entorno, y lo natural para mí es integrarla en la ficción. Además, la ficción tiene un gran poder de transformación social, de generar empatía en el espectador y de abrirte la mirada a otras realidades y otras formas de entender el mundo y la vida. Por eso se dice que el arte es peligroso, porque te puede hacer entender distintas formas de pensar o empatizar con gente a la que, incluso, puedes despreciar.
Cuando decido contar esa historia soy consciente de que era un tema complejo que podía echar atrás a alguna gente, pero también que era un momento en el que estaban llegando plataformas que apostarían por contenidos que no producirían televisiones en abierto. Presenté la propuesta a Movistar y a otras plataformas y me dijeron que no, pero me pasé un año desarrollando la Biblia de la serie. Volví a Movistar y me la aceptaron.
¿Y cómo fue ese proceso de perseverancia, de creer tanto en el proyecto pese a los rechazos iniciales?
Yo misma no lo entiendo. Miro atrás y me pregunto por qué me obsesioné tanto. No soltaba el hueso. Tenía el primer capítulo prácticamente escrito, me gustaba mucho, tenía la sensación de que era muy redondo y empecé a pensar que quizás tenía un piloto muy guay pero que cómo seguía después. Así que me puse a desarrollar la Biblia y cuando la tuve, fue cuando me vi con el ímpetu y la fuerza para moverla.
¿Siempre tuvo claro que además de dirigirla y escribirla quería actuar?
Sí. En mi primera peli ya actué y dirigí, es algo muy natural para mí. Además, María es una exageración de mi personalidad en cuanto a controladora, obsesiva. Mi personalidad previa a la terapia, también es cierto.
Por fin la salud mental es un tema en el debate público. Tenemos una emergencia social entre la población más joven, entre la que han aumentado un 30% los intentos de suicidio en la última década. Pero más allá de los problemas más graves, usted que habla de la terapia de manera natural y que la incluye en Vida Perfecta, ¿cómo explicaría su importancia?
La terapia te da herramientas para la vida. Igual que te enseñan a coger el metro o a usar un móvil, la terapia te da herramientas a nivel emocional y psicológico, a mirarte a ti misma con más ternura también y a entender mejor a los demás. Aquí había dos cosas que se decían en bajito: “pásame una compresa” y “no puedo quedar porque tengo terapia”. Y creo que, afortunadamente, estos dos tabúes se están rompiendo. Aunque no todo el mundo se la pueda permitir porque es cara y aunque en la sanidad pública habrá muy buenos terapeutas, no hay tienen hora.
«Se puede mirar a los otros con ternura y con espíritu crítico»
Vida Perfecta es un retrato muy cuidadoso de la búsqueda en la que estamos todas las personas, en las que hay un gran ejercicio de comprensión y nada de juicio. Y, sobre todo, una reivindicación de la fragilidad y la fortaleza que nos constituyen a todos los seres humanos y, lo más importante, de la ternura. Es una serie en la que se mira a todos sus protagonistas y circunstancias con mucha ternura…
Cuando escribes personajes no puedes juzgarlos, incluso a los supuestos malos. Tienes que entender de dónde viene esa maldad. En Vida Perfecta no hay maldad, hay gente imperfecta que hace lo que puede, que a veces la caga, que a veces hiere a otra gente o a sí misma con las decisiones que toma… Eso es la vida y eso somos las personas: somos complejas, contradictorias, tenemos luces y sombras, a veces nos dejamos guiar por nuestros miedos, por nuestra pasión, por la razón…. Era importante mostrar personajes que no son perfectos porque, además, ¿qué es ser perfecto? Y no colocarte como jueza de nadie.
Y sí me parece que hay que reivindicar la ternura, la sensibilidad y la vulnerabilidad. Si nos mirásemos a nosotros mismos con más ternura también lo haríamos con los demás. Se puede mirar a los otros con ternura y con espíritu crítico.
Vida Perfecta es una serie con vocación internacional, con la que se pueden sentir muy identificadas las personas que la vean en Colombia, Francia o Estados Unidos. Y que se escapa del contexto de asfixia política en el que vivimos, del auge de la ultraderecha, la creciente desigualdad o la precariedad, que se sobreentiende, pero que no aparece como tema central. ¿Fue buscado? ¿Sentía que necesitamos oxigenarnos con otras cuestiones que estamos desatendiendo?
No se puede hablar de tantas cosas en la ficción y hacerlo con profundidad. Pero todas las historias son políticas porque hablan de vínculos, de formas de relacionarnos y organizarnos…
Pero sí es verdad que nos estamos informando, leyendo titulares cada vez más bestias, réplicas y contrarréplicas, y todo se vuelve cada vez más exaltado, violento y tenso… Y, mientras todo eso pasa, los vínculos humanos también pasan y también sentimos emociones e, incluso bloquear emociones, también es otro tipo de emoción. Sí, puede ser un relajo ver una serie que te habla de tu vida y que te dice: «tú sigue poniendo tuits, pero qué pasa con tu vida».
¿Va a haber tercera temporada?
Movistar y HBO Max querían hacerla, pero yo siento que los personajes acaban en un lugar en el que creo que tienen que permanecer un tiempo, transitarlo, ver qué hay, y yo como autora, hacerlo con ellas. Ahora estoy escribiendo otra cosa. Vida Perfecta nace de un lugar muy íntimo, de las preguntas existenciales y personales que me hago en un momento dado y ahora mismo no siento que pueda llevar a los personajes a otro sitio. Tengo que estar con ellas donde están.
Necesitamos a lxs filósofxs más que nunca.
La mayoría de la gente no se embarca en un viaje serio de autoexploración porque descubres muchas cosas que no te gustan sobre tí mismx; pero ahora la tecnología nos está obligando a hacer esta búsqueda espiritual pues estamos inmersos en una carrera por hackear a la humanidad en general y a tí en particular y debes conocerte a tí mismo mejor que corporaciones y gobiernos te conocen a tí.
La verdad es dolorosa y complicada y preferimos ignorarla.
Yuval Harari, filósofo.