Economía

Alejandra de la Fuente: “Los trabajadores no denuncian más por miedo”

La periodista Alejandra de la Fuente, creadora de MierdaJobs, publica 'La España precaria', un libro que radiografía el mercado laboral del país

Alejandra de la Fuente, periodista y autora de 'La España precaria'. DANI DOMÍNGUEZ

12.000 euros al año para tratar de contratar a un abogado con al menos cuatro años de experiencia. Oferta de trabajo como administrativa por 685 euros mensuales. Conversaciones de WhatsApp de jefes que obligan a sus empleados a acudir enfermos a su puesto de trabajo. Anuncio para buscar a una interna sin cargas familiares y que solo libre dos o tres horas al día, sin descansar en toda la semana, por 600 euros al mes,

Estas son algunas de las ofertas y denuncias que recibe la periodista Alejandra de la Fuente prácticamente cada día tras crear MierdaJobs, una plataforma en la que expone este tipo de situaciones de explotación laboral. Ahora, recoge algunas de ellas en La España precaria (Foca, 2021), un manual que recoge relatos, historias y realidades de un modelo laboral depauperado tras dos reformas laborales que han ahondado en la pérdida de derechos de los y las trabajadoras. 

¿Es España un país realmente más precario de lo que parece? ¿Por qué?

Yo creo que España es un país precario. Lo tenemos tan normalizado, por desgracia, que desde dentro sabemos lo que pasa pero a veces no se le da la importancia suficiente. Poco a poco, cada vez se empieza a contar más y se está visibilizando. Pero creo que está más oculta de lo que debería, por lo que sí, España es un país más precario de lo que parece.

En muchas ocasiones, hay un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza que deriva en un intento de aparentar ser lo menos precario posible.

Sí y no, pero mayoritariamente, sí. Al individuo se le culpa de ser precario cuando la responsabilidad no es nuestra, es del sistema. No es nuestra culpa tener contratos temporales, es culpa de que la temporalidad se está usando en fraude. No es nuestra culpa tener que empalmar prácticas y becas, es culpa de las empresas que se aprovechan de ello para tener mano de obra barata o gratis que cubra puestos de trabajo estructurales.

Al final se acaba cargando sobre el individuo la responsabilidad con frases como “esta puede ser tu oportunidad” y parece que si no aceptas las condiciones te estás torpedeando a ti mismo. Y no, nos torpedean ellos. Te devuelvo una pregunta: ¿quién quiere ser precario? Obviamente, nadie.

¿En qué momento el trabajo se convirtió en un privilegio? ¿Cómo ha calado eso en la mentalidad de los trabajadores?

En el sistema en el que vivimos, tú necesitas trabajar para poder vivir, para poder alquilar un piso y para comer y vestirte. Para todo lo básico, hace falta trabajar. Al final, cuando llegas a un momento en el que no encuentras ese trabajo, que es algo que nos pasa mucho a los más jóvenes pero también a los mayores de 45 años, tener uno se convierte en un privilegio, porque es lo que te va a dar de comer. Es un sinsentido, porque sin trabajo, no puedes ejercer derechos como: comer, tener una vivienda, poder pagarte los libros…

Si tuviese que elegir unos pocos acontecimientos en el siglo XXI que nos ayuden a entender esta deriva precarizadora, ¿cuáles serían?

Las dos reformas laborales son, sin duda, las que más han empujado a la precariedad del trabajo. Aquí tendríamos que detenernos en eso que se suelen llamar “los aspectos más lesivos” de estas reformas, aunque yo soy partidaria de derogarlas completamente y construir un mercado laboral nuevo y más justo.

La reforma laboral de 2012 es la que más ha ahondado en la precarización de los trabajos. Ahora se habla mucho de la temporalidad, y esto es consecuencia de ello. El Partido Popular se dio muchos golpes en el pecho porque habían creado mucho trabajo, pero, ¿qué tipo de trabajo era? Trabajo de una pésima calidad, precario y temporal. A ellos se le sumó la supremacía del convenio de empresa frente al convenio del sector, que es un insulto a toda la negociación colectiva.

Y, frente a eso, ¿se nota ya la mano del “Gobierno más progresista de la historia” para cambiar la situación?

Yo sí lo noto. Creo que se está haciendo un esfuerzo. A los hechos me remito: en este año, más de 300.000 contratos temporales se han hecho indefinidos, por lo que es evidente que ahí se ha metido mano. La Inspección de Trabajo ha hecho actuaciones concretas para desprecarizar a gente a raíz de una petición del Ministerio de Trabajo. Hace un año, comenzaron las inspecciones en el campo para tratar de salvar a muchas familias de condiciones laborales abusivas y eso se hace porque en el Gobierno está quien está.

A eso hay que añadirle la modificación de la reforma laboral donde uno de los objetivos es terminar con la temporalidad, y para eso se van a limitar estos contratos a un máximo de tres meses.

¿Se puede hacer más? Siempre se puede. ¿Es importante dotar a la Inspección de Trabajo de más efectivos y de más recursos? Evidentemente. Porque si tú haces una nueva ley pero no tienes a nadie que vigile si se está cumpliendo esa ley, pues no sirve de nada.

Reformulo la pregunta: ¿es suficiente lo que ha hecho o lo que se plantea hacer si se quiere conservar la etiqueta de “Gobierno más progresista de la historia”?

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que al Gobierno todavía le quedan dos años de legislatura.

O no.

O no, pero en la teoría, sí. Creo que lo que se ha hecho hasta ahora no es suficiente. También creo que no les ha dado tiempo y que es muy complicado, porque al final tenemos unos requisitos desde Bruselas que hay que cumplir. Yolanda Díaz y el Gobierno en general tienen que rendir cuentas ante la Unión Europea y, además, quieren pactar con los agentes sociales. Eso, al final, es un tira y afloja.

Respondiendo a la segunda pregunta: no. Pero creo que van en la buena dirección. No soy adivina y no sé qué van a terminar haciendo. Aquí creo que también va a depender de cuánto empuje la ciudadanía.

Alejandra de la Fuente, creadora de MierdaJobs, donde denuncia abusos laborales. DANI DOMÍNGUEZ

Recibe muchas denuncias de trabajadores y trabajadores que entienden que una situación es injusta o incluso ilegal. Eso le ha costado muchas críticas, por ejemplo, en redes sociales. ¿Ha calado la idea de que quien se queja o quien denuncia es porque es un vago?

Cuando te han precarizado tanto y te están explotando a ciertos niveles, la palabra vago es algo que te resbala. Creo que los trabajadores no denuncian más por miedo. El miedo impera y, al final, tienes poco pero es lo que tienes. Yo me he encontrado con gente joven que está independizada y que te cuenta cosas pero te pide que no las difundas porque no quieren que les despidan y tengan que volver a casa de sus padres. Viven en una habitación pagando una pasta, pero perder ese trabajo les supone tener que volver a la casa familiar y les supone un abismo.

¿Cualquier cosa es mejor que nada, como dijo Ayuso?

Uf. No. Bueno. No. A ver, desde el punto de vista de los trabajadores, sí, claro.

Ahí voy, entiendo que un trabajador se agarre a lo que pueda, pero un político…

Exacto, un político no puede decir eso. Su obligación es cumplir con los derechos humanos y con los derechos de los trabajadores, que para eso se le paga un sueldo. No se debería tolerar que una representante pública diga eso.

Habla en el libro de la necesidad de muchos trabajadores de tomar drogas para ser más productivos y poder aguantar más, algo que podría ser consecuencia de un aumento de la competitividad entre iguales y que sucede incluso en trabajos que no son precarios. Sin embargo, ya hace casi 30 años que Reincidentes cantaban aquello de “??anfetaminas para trabajar porque mi curro me lo exige”. ¿Es posible que comparándonos con un pasado idílico pensemos que estamos peor que antes y que solo sea una percepción errónea? ¿O realmente sí estamos peor?

Yo no creo que el pasado haya que idealizarlo, para nada. Creo que estamos mejor y peor que antes, dependiendo de qué. Objetivamente, antes había mucha más movilidad entre puestos de trabajo y ahora eso es más complicado. En ese aspecto, hay una diferencia. Pero antes, la salud y la seguridad en el trabajo brillaban por su ausencia y ahora tenemos un poquito más de conciencia. Ahora también tenemos más conciencia en temas de brecha de género.

Para valorar y comparar el ahora con el antes, hay que poner muchos matices. Cada uno lo valorará de una forma distinta.

Esa movilidad también te quitaba el miedo, supongo. Ahora, la capacidad de negociación entre trabajador y empresario está viciada en el momento en el que si pierdes lo que tienes ahora es posible que no encuentres nada.

Cuando hay reposición y movilidad, en principio, si te quieres ir del trabajo actual, buscas otro y te vas. Ahora, ese buscar otro e irte es a priori más complicado. Y eso hace perder poder al trabajador.

¿Qué es “la cultura Mr. Wonderful?

Esto consiste en pintar de rosa situaciones precarias. En el libro cuento varias y seguro que a título individual mucha gente se ha encontrado algo. Te pongo un ejemplo del libro: hace unos meses empezamos a ver la historia de un señor mayor que hacía repartos a domicilio. Te lo vendían como adorable que un señor mayor hiciera eso. Pero no es bonito que esa persona mayor tenga que hacer eso por obligación, lo que tendría que estar es jubilado y sin tener ninguna necesidad que le lleve a eso.

Lo mismo con esas historias de mujeres superwomen que trabajan y cuidan de los niños y pueden ir al gimnasio en sus ratos libres… No sé, pero si hay una pareja habrá que ver de qué manera se puede conciliar para que no solo la mujer tenga que cargar con el peso de todo, ¿no? No son situaciones bonitas pero te las venden así.

¿Qué papel han jugado y juegan los medios de comunicación en la romantización de la precariedad?

Creo que hay dos cuestiones. Una, que es la difusión de este tipo de historias “de superación” que en realidad son situaciones de precariedad. Y, por otro lado, la utilización de términos ingleses para vender precariedad. Se habla del coliving, que de toda la vida es tener que compartir piso porque no tienes otra opción. Pero la gente, a determinada edad, ya no quiere vivir con otra gente, quiere su independencia. 

Me acuerdo de otro concepto, como el salario emocional. ¿Pero cómo vamos a hablar de salario emocional sin antes haber solucionado el problema del salario? Además, confunden salario emocional con derechos de los trabajadores. Las vacaciones no son salario emocional, son un derecho. Y así contribuyen algunos medios a esto.

¿Crees que la renta básica es una forma de dar poder de negociación a los trabajadores y a las trabajadoras? Es decir, si tú tienes un mínimo mensual asegurado, tienes la capacidad de rechazar un trabajo que a todas luces es precario e intentar conseguir algo mejor porque no dependes de ello para las necesidades básicas más inmediatas.

Totalmente, sí. Si tú no tienes nada, te agarras a lo que sea porque tienes que comer. Si tienes algo que te permita un margen para encontrar algo mejor, pues obviamente eso es bueno. Se llame renta básica o se llame de otra forma.

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Comentarios
  1. Thatcher y Reagan, los mayordomos mayores del capitalismo.
    Supieron convencer del There is no alternative. Con ellos empezó el declive moral y económico del ser humano. Ellos cambiaron la cooperación entre semejantes, el bien común, por la competitividad.
    Sólo una minoría de auténticos no renegó de sus valores y principios.
    Por muy buena voluntad que tenga un «gobierno progresista» hará hasta dónde le dejen hacer los amos del cortijo, el capital, aunque siempre harán más que los criados déspotas que superan al amo.
    De la ciudadanía ahora mismo esperemos poco o nada. Se automanipula por los medios de comunicación del sistema y yo también creo que hay mucho miedo y con miedo no se va a ninguna parte. No hay nada escrito de cobardes.
    Sólo por el mero hecho de que antes había más trabajo había menos necesidad de dejarte putear lo cual equivale a más libertad.
    Interesante reportaje…
    ………………………
    Es peor sentirse inútil que estar explotado.
    En el siglo XX un obrero podía ir a la huelga. Ahora, con la automatización, los obreros son prescindibles. Ir a la huelga, ¿para qué? si nadie te necesita…
    Yuval Harari, Filósofo.

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