Opinión
“Canary in the coal mine”
"En España ya tenemos nuestro símbolo, el canario que nos avisa del peligro, como en la mina: Alberto Rodríguez, ya exdiputado de Podemos", reflexiona Javier Durán.
“Canary in the coal mine”, (canario en la mina de carbón), es una expresión inglesa que se refiere a una persona o una situación que se convierten en una advertencia, en una alerta temprana contra algún peligro determinado.
Esta expresión proviene de la tradición, entre los mineros ingleses durante los siglos XIX y XX, de bajar a las minas de carbón con una jaula y un canario dentro para prevenir las intoxicaciones por grisú; un gas capaz de crear atmósferas explosivas.
¿Por qué canarios?
Porque los canarios son especialmente sensibles a los gases que componen el grisú: el metano y el monóxido de carbono.
Mientras el canario cantaba en la galería todo iba bien, se podía seguir trabajando con normalidad, pero si el canario dejaba de cantar de repente, era la señal de alerta; en poco tiempo la situación se volvería muy peligrosa y había que ponerse a salvo a toda velocidad.
Así, los canarios, que compartían espacio con los trabajadores, se transformaron en un símbolo, en ser los primeros en notar cuando las cosas se ponen realmente difíciles, aunque aún no nos hayamos dado cuenta.
En España ya tenemos nuestro símbolo, el canario que nos avisa del peligro: Alberto Rodríguez, ya exdiputado de Podemos, que, paradojas de la vida, además es técnico superior de Química ambiental.
Se supone que la labor de prevención de estos canarios ya no es necesaria, que tenemos unos sistemas de control más exhaustivos y profesionales para prevenir estos peligros, que ahora contamos con más detectores y sistemas de ventilación para evitar estas intoxicaciones, pero salta a la vista que no son suficientes.
Algunos canarios cuando caían inconscientes eran introducidos en unas cajas especiales con aire puro para reanimarlos, esa parece ser la labor que tiene por delante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, al que seguramente llegará la sentencia que ha inhabilitado de su cargo a Alberto Rodríguez, aunque casi seguro que cuando lo haga, ya será demasiado tarde y ese aire irrespirable ya habrá hecho su efecto.
Pero no tenemos que remontarnos hasta los canarios en las minas de carbón del siglo pasado para encontrar similitudes con lo que está pasando con la Justicia en nuestro país, basta con poner la televisión y ver un programa como Tu casa a juicio –que engancha muchísimo, ya aviso– para ver una metáfora perfecta de lo que parece estar haciendo en España parte de la judicatura, o como la ha bautizado con mucha ironía un tuitero: “La prevaricatura”.
Para quien no lo conozca, Tu casa a juicio es un docureality en el que una pareja tiene que decidir entre seguir viviendo en su casa, pero con una reforma hecha por una diseñadora, Hilary, o mudarse a una casa nueva que les propone un agente inmobiliario, David.
Su título original es aún más apropiado: Love it or list it, algo así como si no te gusta, la vendes. Es un juego de palabras con la frase Love it or leave it (Lo quieres o lo dejas), un slogan que empezaron a usar los estadounidenses conservadores durante la guerra de Vietnam contra sus conciudadanos más críticos con la posición de Estados Unidos en aquella terrible guerra.
Si no te gusta tu país, vete. Igual os suena de algo.
En la práctica totalidad de los programas de Tu casa a Juicio, por no decir en todos, la reforma de la casa básicamente consiste en que Hilary propone tirar todas las paredes que puede para convertir la casa en un loft.
Hay una parte importante, y caduca never forget, de la cúpula de nuestro poder judicial que son nuestra Hilary, están empeñados en convertir la separación de poderes entre el poder legislativo y el judicial en un espacio abierto, sin las paredes que tanto les molestan; un espacio cada vez más diáfano para convertir nuestra casa común con las distintas estancias separadas en una sin ninguna separación. Un espacio grande y libre.
Muy atentos porque esta moda de la no separación de poderes ya se está empezando a imponer en otros países europeos como Polonia y Hungría, que parecen ser los influencers estilísticos de nuestros ultratogados.
El canario hace ya tiempo que dejó de cantar.
Alfonsillo , no pierde una ocasión para demostrar lo » triste» que es el pobre hombrecillo. Y no sabe que al único que ofende con sus majaderías mentales ; es a el mismo.
Salud.
¿Este canario pateó a un policía?
¿Quién defenderá ahora los derechos políticos de los pederastas?
Yo no entiendo nada.pero si no me equivoco la situación de Alberto Rodríguez,no es como los demás, que un diputado/@,dimitia, dejaba su escaño,subia el siguiente de la lista electoral donde se presentó.por lo que entiendo es que se anula el escaño y se deja sin representación parlamentaria y los votantes se quedan sin representación política por su cicurcriScion?
La única generación de polític@s que hemos tenido en Españistan mejor preparada , comprometid@s con la mejora de este puñetero país de mierda y de su atrasada sociedad en su conjunto , y sobre todo decentes y honrad@s ; lo único que han conseguido es ser perseguid@s , acosad@s y amenazad@s de muerte por el régimen fascista que tenemos implantado en Españistan disfrazado de » democracia» .
Moraleja :
El «canario de la mina» no puede cantar ni dar ningún tipo de aviso a l@s miner@s ; porque nuestro psicópata y genocida Francisco Franco Bahamonte lo dejó » disecado………..( como al resto del país )» .
Gracias Alberto y a otras tantas victimas que se enfrentan con valor al mismo monstruo que tu te has enfrentado.
Salud .