Crónicas | Sociedad

Memoria y futuro en un mural en Almagarinos

La localidad berciana pone la guinda al éxito de '¿Dónde está nuestro pan?', de Abel Aparicio, con un mural en el que se representa la llamativa foto de su portada

Libertad Aurora, Begoña y representantes de Irene y Hortensia ante el mural. PABLO BATALLA CUETO

No es fácil, ni habitual, que uno escriba una novela y esta concite un éxito semejante, y hable al corazón de una determinada colectividad de tal modo, que acabe adquiriendo presencia física en el territorio en el que se ambienta. Son pocos los elegidos y Abel Aparicio se cuenta desde este verano entre ellos. Escribió este leonés de San Román de la Vega, nacido en 1980, un libro titulado ¿Dónde está nuestro pan?, compuesto por tres relatos de temática minera y protagonismo femenino que le confiere una cierta singularidad en el paisaje de la literatura del pico, la pala, el carbón y el castillete, casi siempre abrumadoramente masculina.

El libro se volvió un pequeño superventas, con en torno a dos mil ejemplares vendidos en este momento, cifras desacostumbradas para una editorial modesta y periférica como Marciano Sonoro; y el éxito ha sido especialmente grande en las dos comarcas en las que se ambienta: la de la Cepeda y la cuenca berciana del Tremor. Es a esta que pertenece el pequeño pueblo, Almagarinos, en el que el pasado 7 de agosto se ha inaugurado un mural, realizado por el grafitero Dadospuntocero, que monumentaliza la llamativa fotografía que ilustra la portada de la obra, tomada por un fotógrafo de Torre del Bierzo en torno a 1960: cuatro jóvenes mujeres que posan sonrientes con un vagón minero.

Los tres relatos en los que Aparicio planta la semilla de la memoria se hallan unidos por una eminente vocación pedagógica y un poderoso feminismo con conciencia de clase. Su anhelo por transmitir estas historias de forma veraz y cuidadosa en los detalles se evidencia a cada golpe de página. El primero de los relatos es el que da nombre a la totalidad de la obra: ¿Dónde está nuestro pan? Un título de lo más idóneo que evoca la exigencia de unas mujeres que, en pleno apogeo represor de la dictadura, no se plegaron ante las amenazas de las autoridades y, tras días sin existencias en la panadería del pueblo, reclamaron el pan de racionamiento que les correspondía, valiéndose de todos los medios a su alcance. 

En la siguiente historia, Tren 845, Aparicio imagina cómo se sucedieron los acontecimientos en el espacio ignoto, lleno de miedos y anhelos, en el que se desarrollaron las conversaciones y experiencias de los miembros de una peculiar banda de huidos que asaltó un tren con dinero. Una batalla que se saldó con las consecuencias que nos relata el autor en su epílogo pero que, además, tuvo también otras de mayor raigambre y trascendencia para los movimientos de resistencia guerrillera que comenzarían a organizarse poco más tarde. Y, por último, el relato que responde al nombre de La línea, en el que el pasado y el futuro se entrelazan para lanzarnos un grito que nos advierte de la rabiosa actualidad que desprende su contenido: la lucha de unas mujeres por valer lo mismo que sus compañeros varones en un mundo que las de(s)precia y que no difiere tanto de aquel que ahora mismo nos envuelve. 

abel aparicio
Abel Aparicio lee delante de mural. PABLO BATALLA CUETO

Un mural y un libro para elevar a la categoría de arte un legado que yacía enterrado bajo la tierra yerma del olvido, al fondo de una mina abandonada. Un mural y un libro para enhebrar el hilo rojo y morado de la historia de la clase obrera, no para acrecentar la nostalgia del vano ayer, sino para inspirar las luchas nuevas (y las de siempre) en el mañana. Su éxito ha resultado especialmente emocionante para sus protagonistas vivas: Begoña, Libertad Aurora e Irene (la cuarta, Hortensia, falleció ya).

Las dos primeras estuvieron presente en el acto de Almagarinos junto con una nieta de Irene y el ahijado de Hortensia. «Nunca pensé que, después de tantos años, mi historia iba a hacerse tan conocida», comentaba, emocionada, Libertad Aurora Suárez de los Ángeles, de 87 años, tras recibir también, como sus compañeras y representantes, un diploma de manos del alcalde de Igüeña, Antonio Alider Presa, impulsor en este municipio al que pertenece Almagarinos de una serie de murales vindicadores de su memoria minera. Esta se inició hace dos años con uno de grandes dimensiones en un edificio de cuatro plantas de Igüeña, la capital, y después ha seguido desplegándose a partir de la intención de realizar dos murales más pequeños en cada uno de los pueblos del término municipal. El acto de inauguración, muy emotivo, contó asimismo con la participación de Javi Morán, coautor junto con Carlos Huerta y Clara Fernanz de una canción en leonés y castellano alusiva al libro, que interpretó con su guitarra.

Otro acto en Torre del Bierzo contaría unos días más tarde con familiares vivas de las huelguistas del pan, que en muchos casos desconocían este pasado familiar, descubierto gracias a Aparicio. La satisfacción del escritor es también grande, aunque él declara como la mayor, no la vanidad de autor, sino la de humilde amanuense de las gestas de otros. «Las protagonistas son ellas, su labor y su lucha», declaraba en Almagarinos, preocupado también por transmitir que «este libro no está anclado en el pasado, sino que tiene vocación de presente y de futuro». Aparicio conectó en su alocución en el mural un dato que refleja en la novela —el de que aquellas mujeres mineras cobraban exactamente la mitad que los hombres— con cuatro asesinatos machistas que se acababan de suceder en menos de veinticuatro horas. Hay, aseveraba, un hilo siniestro que conecta la mentalidad que desvalorizaba el trabajo de las mujeres como la mitad de válido que el de los hombres y la violencia machista de nuestros días, «fruto de no otra cosa que de la educación que hemos recibido en una sociedad y un país muy machistas».

Literatura memoriosa y comprometida para tiempos convulsos.

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Comentarios
  1. MEMORIA HISTORICA.
    Se cumplen 85 años del fusilamiento de Blas Infante por parte de las tropas franquistas la noche del 10 de agosto de 1936. Como cada año, y de manera ininterrumpida desde hace 44, la Fundación Blas Infante reconoce su importante legado para la autonomía andaluza frente al monumento en su memoria en el kilómetro 4 de la Carretera de Carmona, lugar donde fue asesinado.
    «Padre de la patria andaluza y de los andaluces que fueron asesinados por defender la República y al pueblo andaluz»
    Un legado de «importancia fundamental» para «reivindicar el poder andaluz frente a los discursos de odio» y «antiandalucistas de la extrema derecha», así como de una «irrenunciable» apuesta por la igualdad de derechos de todas las personas Es «intolerable que el padre de la patria andaluza, junto a otros luchadores por la libertad, permanezcan aún enterrados en una fosa común, lo que demuestra que queda mucho trabajo pendiente para que los principios y los valores democráticos se consoliden plenamente en España». El gobierno andaluz de PP y Ciudadanos debe poner recursos públicos para cumplir con la Ley de Memoria Democrática, dotándola de medios suficientes y con una ejecución presupuestaria adecuada para avanzar en los principios de Verdad, Justicia y Reparación» y también para «dar a conocer la figura y la obra de Blas Infante y poner en valor su pensamiento como mejor arma contra discursos que pueden poner en peligro la convivencia democrática en Andalucía».
    https://contrainformacion.es/85-anos-del-fusilameinto-de-blas-infante/

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