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[Adelanto editorial] La España de las piscinas
"Nada ha hecho más daño a la política que las series sobre política". Así comienza el libro de Jorge Dioni, editado por Arpa, a la venta desde el 19 de mayo.
La España de las piscinas
Jorge Dioni López
265 páginas
Editado por Arpa.
Disponible a partir del 19 de mayo
Nada ha hecho más daño a la política que las series sobre política. No es culpa de las narraciones, sino de la dificultad de ciertas personas para distinguir la ficción de la realidad, algo que les hace asumir que forman parte de un relato. Quizá, porque la segunda, además de necesitar trabajo y tener un ritmo más lento, da para lo que da. Sucede lo mismo con la pornografía y el sexo, pero esa es una reflexión para otro momento.
Vamos a ver un ejemplo del conflicto entre realidad y relato. Durante el verano de 2019, los asesores del presidente Pedro Sánchez dedujeron que el PSOE podría salir ganando con una repetición electoral gracias a algo que concretaron en el concepto “mayoría cautelosa”. Es decir, la acumulación de situaciones tensas ese otoño –Brexit duro, posible crisis económica, sentencia del procés– provocaría que un número suficiente de votantes recordasen el viejo refrán: en tiempo de tribulación, mejor no hacer mudanza. El “gobierno bonito” debía convertirse en un “gobierno fuerte”. La política espectáculo necesita eslóganes que sirvan de título para cada episodio.
La idea era buena sobre el papel, ya que tenía en cuenta la teórica vecindad ideológica de los principales caladeros donde debía realizarse la pesca de votos: Unidas Podemos y Ciudadanos. En especial, este último, desorientado tras el giro intransigente de su dirección, que había hecho que el partido abandonase su función inicial: proporcionar moderación y estabilidad. En la competición de “las tres derechas”, otro concepto que hizo fortuna, Ciudadanos tenía todas las de perder. El PSOE solo debía captar a los votantes moderados descontentos con los liderazgos fuertes: los socialdemócratas cansados de Iglesias y los centristas desconcertados por Rivera. No parecía algo complicado si uno se fijaba solo en las cuestiones que aparecen en las encuestas, como la ubicación dentro de la zona templada del eje ideológico, el nivel de renta o la opinión sobre cuestiones sociales, como el aborto o el matrimonio igualitario. El plan tenía más problemas sobre el terreno. Sobre todo, en el caso de Ciudadanos. No importaba mucho porque, desde hace años, la política bebe también del pensamiento mágico: basta con desear algo para que suceda.
La clave estaba en el cinturón naranja. La mayoría cautelosa eran los Pauers y se encontraban, por ejemplo, en los nuevos desarrollos urbanos al norte o al este de Madrid, grandes avenidas y pocos servicios, o en ciudades que habían conocido fuertes expansiones de baja densidad. El ejemplo más claro es Arroyomolinos, un mar de chalets al sur de la capital con una de las tasas de natalidad más altas de España. La ciudad comenzó el siglo XXI con poco más de 3.000 habitantes y, en 2018, llegó a los 30.000. Captar esa población era algo bastante complicado fuera de las tablas Excel y los diálogos de Aaron Sorkin, ya que el plan debía enfrentarse a una visión del mundo nacida de la realidad cotidiana: casa unifamiliar en propiedad con hipoteca a 20/30 años, colegio concertado, seguro médico, alarma, coche, gimnasio, ocio en el centro comercial, consumo online, actividades extraescolares, etc.
Es decir, los recursos de estilo de vida o distinción que, averiado el ascensor social, permiten mirar hacia arriba o, por lo menos, tener una cierta sensación de estabilidad. Una pareja de unos cuarenta años, dos hijos, profesionales y renta alta o media pueden situarse en el centro o incluso considerarse progresistas, pero su cotidianeidad hace que estén más interesados en las rebajas fiscales o la extensión de los conciertos educativos que en el programa social que el gobierno de Sánchez desgranaba los viernes. Menos aún, en cualquier reforma que devalúe el valor de su propiedad o cuestione radicalmente su modo de vida, similar al del suburbio de Modern Family. Se acepta cualquier diversidad, salvo la económica.