Opinión

Ayuso, Benjamin, mis ex y yo

"Una ciudad donde no te encuentras con tu ex es una ciudad donde cada vez te encuentras con menos gente. Donde no hay posibilidad de encuentros fortuitos en los que construir cariño, amistades, resistencia; solo amores “a última vista”."

Una calle de Madrid. Foto: Pexels / Licencia CC0

Un éclair… puis la nuit ! – Fugitive beauté
Dont le regard m’a fait soudainement renaître,
Ne te verrai-je plus que dans l’éternité ?
Ailleurs, bien loin d’ici ! trop tard ! jamais peut-être !
Car j’ignore où tu fuis, tu ne sais où je vais,
Ô toi que j’eusse aimée, ô toi qui le savais !  

Hay unos versos de Baudelaire en Las flores del mal en los que el poeta, en medio de la multitud, cruza su mirada con la de una mujer. No se conocen, es la primera vez que se ven. Y el poeta sabe que probablemente sea también la última: “¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido? /¿Jamás, lejos, mañana?, pregunto con tristeza. / Nunca estaremos juntos. Ignoro adónde irías. / Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabías”.

Baudelaire fue el poeta del París del s. XIX, es decir, el poeta de la ciudad capitalista moderna. Una ciudad donde de repente había tráfico, electricidad y escaparates con todo a la venta. Una ciudad, decía Walter Benjamin, llena de estímulos: una ciudad donde no había lugar para la experiencia, sino para el shock. Shock: el impacto sobre el cuerpo que sorprende, pero impide sentir. Y para protegerse de esos shocks, los habitantes de las ciudades no pueden sino alienarse: aislarse, ir de un lado a otro sin parar, renunciar a la experiencia.

Para Benjamin, esos versos de Baudelaire mostraban cómo la experiencia del amor también se había transformado con la llegada de las metrópolis capitalistas

“El éxtasis del ciudadano no es tanto un amor a primera vista como ‘a última vista’”, escribió en un ensayo sobre el poeta francés. 

Nunca pensé que fuera a escribir Ayuso y Benjamin en un mismo texto, pero aquí voy. Porque lo último de Ayuso –lo último en el momento en el que escribo, es probable que para cuando se publique este texto ya haya dicho algo nuevo que nos haya escandalizado– es eso de que en Madrid “puedes cambiar de empresa y de pareja y no volver a encontrártela más”. No sé cómo trabaja el argumentario su equipo de campaña, y no sé si ha sido una ocurrencia suya o venía ya ensayado, pero no se trata –solo– de una ocurrencia. En las ocurrencias de Ayuso están las claves de la ciudad que quiere construir –que ya está construyendo– y el prisma desde el que la presidenta y candidata a presidenta mira el mundo.

La ciudad con la que sueña –y vive– Ayuso, esa ciudad en la que no te encuentras con tu ex, es una ciudad donde no es posible el encuentro (el amor, la amistad, el convivio) más que como mediación: mediante una app o por medio de una amiga que te presenta a otra y entonces no hay posibilidad de conocer a quien no sea como tú. Una ciudad donde no te encuentras a tu ex es una ciudad donde puedes pasar página de manera nítida, sin ataduras, sin mirar atrás: como cuando una cadena de supermercados 24h o de hamburgueserías o de ropa se instala en tu barrio y no hay signos de lo que había antes ahí y solo haciendo un esfuerzo consigues recordar aquella tienda de ultramarinos, aquel bar de viejos, aquel centro de salud. Una ciudad donde no te encuentras con tu ex es una ciudad en la que grandes grupos inmobiliarios se compran los barrios, edificio a edificio, y tus vecinas y tus vecinos se marchan, como expulsados, donde pueden y como pueden. De algunos no te puedes ni despedir. 

Una ciudad donde no te encuentras con tu ex es una ciudad donde cada vez te encuentras con menos gente. Donde no hay posibilidad de encuentros fortuitos en los que construir cariño, amistades, resistencia; solo amores “a última vista”. 

Y los encuentros fortuitos son una de las cosas que más me gustan de vivir en esta ciudad. O quizá debiera decir gustaban. En esos encuentros, también incluyo a mis ex –ex amantes, ex parejas, ex personas que pudieron ser y que no fueron o no son o no han sido–. Me gusta coincidir con P. en una asamblea y seguir estando de acuerdo en algunas cosas y en otras no. Me gusta encontrarme a C. en el parque, paseando a su perro S., cruzarme con F. en bici subiendo o bajando alguna cuesta. A veces solo nos saludamos, otras veces nos paramos a hablar y a mí me gustaría preguntarles todo: que qué andan haciendo, que si aún les gusta el yogur de fresa, que si les sigue costando levantarse por las mañanas –y, por supuesto, si están con otra persona y desde cuándo y qué tal, pero en serio, qué tal–.

Hay exes con quienes me gusta menos encontrarme, pero siempre, incluso cuando la cosa fue mal, incluso cuando me trataron mal, hay algo en el cuerpo al verles, algo de reconocer que yo, también, fui esa, la que estuvo cerca de ese cuerpo que ahora es casi –casi– extraño. Y que conseguí separarme de aquello que no estaba bien: en parte, gracias a las redes que he ido construyendo en esta ciudad. 

La ciudad en la que vivo es también, y al mismo tiempo, la ciudad en la que he sido, antes. Es una ciudad con memoria. Y eso es lo que está en peligro –desde hace tiempo, pero más que nunca ahora–. 

Exes, os abrazo. Ojalá veros más. 

Gracias a Ana Useros por el asesoramiento benjaminiano. Recomiendo, para seguir con el tema, este poema de Berta García Faet y este de Michael Ondaatje 

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Comentarios
  1. Escribes moi ben, xa me namora ron as temáticas dos podcast q tan felizmente fixeches. Parabéns. Non decepcionas. Saúde

  2. Aguirres, Ayusos, lacayas del gran capital, pérfidas hienas que saben como engañar a los pueblos de ovejas.
    Otra que también sabe mucho de perfidia y engaños: la iglesia católica.
    MONJAS PROSTITUIDAS Y VIOLADAS POR SACERDOTES.
    «Las superioras tienen tratos con los sacerdotes. Los sacerdotes les dan dinero y las superioras les proporcionan las monjas. Hacen creer a la religiosa que ha de ir a hacer un trabajo para la congregación. Pero, cuando la monja llega, se da cuenta que es prostitución».
    Cuando una monja se queda embarazada, normalmente se le expulsa de la comunidad, se la presiona para que aborte o «ofrezca la criatura a Dios», es decir, la dé en adopción.
    Este documental es fruto de una investigación que reveló décadas de abusos sexuales de sacerdotes a monjas en todos los continentes. De 1994 a 2015, el Vaticano recibió informes internos confidenciales sobre las violaciones regulares de monjas por parte de sacerdotes en al menos 23 países. Estos informes se han ocultado y los violadores siguen impunes.
    Aunque el aborto es una de las acciones que siempre ha condenado fuertemente la Iglesia católica, se practican incluso más allá del plazo legal…
    https://www.religiondigital.org/mundo/Entonces-superiora-dijo-sacerdote-problemas-prostitucion-monjas-africa-tv3-religiosas-mundo-abusos-violacion-aborto_0_2335266452.html

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