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La democracia, en declive durante el año de pandemia
El V-Institute de la Universidad de Gotemburgo ha hecho público su estudio anual sobre el estado de la democracia en el mundo. Utilizando una extensa variedad de variables de análisis, el estudio concluye que en 2020 ha significado un retroceso sustancial en términos de derechos y libertades para la mayoría de paises del mundo
GUILLEM PUJOL | «Otro año de declive para las democracias liberales». Este es uno de los titulares del estudio realizado por el V-Institute, que, utilizando una base de datos con más de 30 millones de variables, e involucrando a más de 3.500 académicos de todo el mundo, analiza anualmente el estado de la democracia en el mundo. Se cumple, así, una década continuada de decrecimiento global en los índices de democracia.
Además –y según apuntan en el estudio–, 2021 podría ser un año fatídico para la democracia en todo el mundo si el conjunto de medidas restrictivas implementadas durante la pandemia no son revertidas completamente. Y es que, según apunta el estudio, la COVID-19 podría haber dado una excusa a las pulsiones autoritarias de los Estados para restringir el conjunto de libertades que se le suponen a los regímenes democráticos.
Para comprender los resultados del estudio hay que partir de lo que es una certeza en los estudios de ciencia política, pero que a menudo, en el mundo de la política, sea por desconocimiento o por mal fe, se presenta de otro modo: no se puede valorar la calidad democrática de un estado partiendo de una concepción dicotómica de la misma. Los estados no son o democráticos o no democráticos, sino que son más o menos democráticos.
Para valorar el grado de democracia de un estado se deben tener en cuenta un conjunto de cuestiones que van mucho más allá de la elección de los representantes políticos a través del voto. La libertad de expresión, el grado de cumplimiento del ejecutivo, un igual acceso a la educación pública, el grado de participación de las mujeres en cargos de dirección o los niveles de corrupción pública, son sólo una pequeña muestra de las variables con las que el V-Institute trabaja para elaborar los índices de democracia.
El estudio divide los diferentes tipos de regímenes políticos en cuatro categorías organizadas en función de si los países analizados disfrutan de más a menos grado de democracia. En el nivel superior (que gozan de un grado más elevado de democracia) estarían aquellos países considerados como democracias liberales: Noruega, Suecia o Dinamarca formarían parte del podio mundial de democracias.
Los niveles intermedios estarían formados, en un nivel superior, por los regímenes que se engloban dentro del cual consideran como democracias electorales, como Eslovaquia, Túnez, o Paraguay. Seguidamente, y con un grado menor de democracia, se situarían los etiquetados como autocracias electorales. Venezuela, India o Serbia serían tres ejemplos.
Por último encontraríamos los regímenes políticos considerados como autocracias cerradas. Corea del Norte, Eritrea y Yemen obtendrían las peores puntuaciones posibles, y tendrían el dudoso honor de ser los países menos democráticos del mundo. Los regímenes autocráticos – siempre según el estudio – equivaldrían al 68% de los estados del mundo, representando una clara mayoría respecto a los regímenes de carácter más democrático.
El siguiente mapamundi muestra la clasificación global de las democracias en el mundo en 2020.
Una década de retroceso
En 1992 Francis Fukuyama publicaba un libro llamado El fin de la historia y el último hombre (The End of History and the Last Man) donde exponía la tesis de que el mundo avanzaba inexorablemente hacia un escenario posideològico dominado por democracias liberales. El libro se convirtió en un bestseller internacional, y la tesis de Fukuyama se erigió en un pilar del pensamiento liberal contemporáneo en Estados Unidos.
Hoy, los niveles de democracia globales han disminuido a los niveles de principios de los años noventa. Hay que aceptar, pues, que la democracia no es el camino «natural» hacia el que se dirigen los estados.
El número de democracias liberales ha pasado de 41 a 32 en los últimos diez años. Sólo un 14% de la población mundial vive en territorios donde se respetan (con mayor o menor intensidad) el conjunto de derechos y libertades propias de los regímenes democráticos.
Así, pues, «la ola de autocratitzación» acelera. Brasil, India, y Turquía – tres estados que formaban parte del G20 – han pasado de ser consideradas como estados con un elevado grado de democracia, a autocracias con algunos elementos democráticos. También Europa ve cuestionado su romance democrático con el descenso de Polonia a posiciones más autocráticas.
¿Dónde se sitúa España?
España consigue una puntuación de 0,8 sobre 1, y obtendría la posición número 13 en el ranking mundial de democracia. Una calificación superior a la que obtendrían Reino Unido, Francia y Uruguay, que se situarían en la decimocuarta, decimoquinta y decimosexta posición respectivamente. En las tres posiciones inmediatamente superiores se encontraría Irlanda, Bélgica, y los Países Bajos.
A priori – y a nivel comparado –, los resultados obtenidos por España consolidan los argumentos de aquellos que reivindican la democracia española como una democracia relativamente ejemplar. Pero una mirada a los resultados obtenidos por España en la última década pueden hacer saltar las alarmas, ya que España parece seguir (con una menor intensidad) la tendencia global de decrecimiento democrático.
Así, si la actual puntuación global en el año 2020 fue de 0,8 sobre 1, esta representa un retroceso de 0,03 puntos respecto a la obtenida una década atrás. De todos los aspectos considerados, destaca el descenso en la libertad académica y de expresión, el acoso a periodistas, o los arrestos por razones políticas.
De hecho, la peor calificación que ha tenido España en el índice anual del V-Institute no fue la del año 2020 sino la de 2017, coincidiendo con los eventos del uno de octubre en Cataluña. España, entonces, obtuvo una nota media de 0,78.
Artículo publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.