Sociedad
Esperanza Martín: “Mi vida ha cambiado por completo, ahora empiezo cada día escuchando mi cuerpo”
Muchas personas que se contagiaron de coronavirus durante el primer pico de la pandemia siguen teniendo síntomas persistentes de Covid meses después de haber enfermado. Es el caso de la Esperanza Martín, médica de familia del CAP Maragall. Hablamos con ella para conocer su experiencia y su opinión sobre la atención que reciben los pacientes con síntomas persistentes de coronavirus.
ÈLIA PONS // Esperanza Martín, médica de familia y comunitaria del CAP Maragall, se contagió de Covid-19 la semana del 9 de marzo. Aquellos días había visitado cinco pacientes a domicilio que, posteriormente, se confirmaron como positivos en coronavirus. Aquella semana, antes de que se decretara el estado de alarma, los profesionales aún no visitaban con equipos de protección individual y muchas veces también lo hacían sin mascarilla, porque no había una diferenciación entre pacientes Covid y no Covid. El 12 de marzo el centro recibió la alerta que habían ingresado por Covid dos pacientes que había atendido Esperanza, así que ella tuvo que aislarse en casa.
Durante los primeros días de aislamiento estuvo asintomática, pero el octavo día empezó a tener fiebre. «Entonces comenzó mi agonía», explica. «Tuve fiebre durante tres días y después empecé con un cuadro respiratorio de ahogo, un ahogo que no había tenido nunca. No podía ni sentarme en la cama, tenía que estar tumbada, no podía ni hablar porque si lo hacía me ahogaba. Notaba una presión en el pecho brutal», relata. «No quería dormirme por las noches, porque pensaba que si no era consciente de hacer el proceso de respiración, me ahogaba», continúa.
Esperanza explica que aquellos días los vivió con mucha agonía e incertidumbre. «Era una enfermedad nueva y no sabíamos casi nada. Las únicas noticias que teníamos en ese momento eran sobre la alta mortalidad que tenía el virus», explica. En ese momento caótico, dice, se le juntaba todo. «Era una situación muy angustiosa. Estaba aislada en mi habitación sin ver a mis hijos y mi marido, con miedo de salir de las cuatro paredes porque no sabía hasta qué punto contagiaba, con miedo de moverme porque me ahogaba… y con miedo a morir.
Artículo publicado originalmente en Catalunya Plural. Sigue leyendo aquí.