Política

Pedro Sánchez: el presidente CEO

"Como si de un presidente de una gran empresa se tratara, él vive resguardado la mayor parte del tiempo a los focos de las cámaras, y sale cuando el anuncio lo merece", analiza Toni Aira.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega con su esposa a una cumbre del G-20 en Japón. JORGE SILVA / REUTERS

En otros tiempos se hubiese dicho que al frente del Gobierno de España tenemos a un presidente “a la americana”. De hecho, en sus tiempos de candidato, antes de llegar a la Moncloa, ya apuntaba maneras. Lo delataba, por ejemplo, alguna estenografía de sus mítines, con gran pantallón al fondo con la bandera española (al estilo USA, pero con enseña diferente, claro), allá con los teleprompters a lado y lado del atril, y con él y su esposa saludando al respetable, hasta conjuntados en la indumentaria, con aquel aire “Señor y Señora América” que tanto se lleva en la tierra de Donald Trump y Joe Biden.

Pero eso de la americanización para describir cierto proceder en política ya pasó. Ahora, básicamente, el concepto que se utiliza más, y de forma más ajustada a lo que en realidad pasa, es el de profesionalización. Y en eso está Pedro Sánchez desde que llegó a Moncloa, pero incluso un poco antes, con una concepción de jefe de Ejecutivo que liga perfectamente con el proceder de los conocidos en el mundo de la empresa como los CEO, acrónimo de Chief Executive Officer: Oficial Ejecutivo en Jefe.

Lo incorporó en su convulsa etapa como secretario general del PSOE, profesionalizando su entorno de decisión más inmediato a partir de la clara desconfianza respecto de un aparato del partido que lo rechazaba. Y lo ha incorporado en Moncloa, con ese mismo equipo, capitaneado por su jefe de Gabinete, Iván Redondo, que dirige desde allí una estructura que, como nunca en España desde la recuperación de la democracia, ha concentrado el poder de decisión en el presidente y en su equipo inmediato.

¿Y el partido dónde está? Tuneando aquello del Rey Sol, podríamos decir que “el partido es él”. Y así el poder presidencial, con pocos contrapesos de una estructura de partido debilitada, en este caso la del PSOE, ha profesionalizado su funcionamiento, con pocas ataduras más que las necesarias para cumplir con una cuenta de resultados que se chequea constantemente vía seguimiento del programa de gobierno pactado con Pablo Iglesias y Unidas Podemos.

El Gabinete es la expresión de un presidente, de un momento y de un proceso tecnológico que vive su país. La ambición de Redondo, en este sentido, ha sido poner el equipo de Moncloa al mismo nivel que el Elíseo, que la Casa Blanca o que cualquier otra gran estructura Ejecutiva gubernamental, con la idea de que se compite con el mundo. Esa es la expresión del presidente. Pero también de la evolución de la Administración y de la gestión política. Una huella administrativa y una huella política que lleva a Sánchez a gobernar a través de su Gabinete, despachando, claro está, con sus ministros y vicepresidentes, pero con un ejercicio de oferta y de demanda muy grande por parte del equipo directo del jefe de Gobierno, como nunca antes en Moncloa. 

Así, el actual Gabinete del presidente ha ido acumulando poder (culminando procesos ya arrancados anteriormente), de manera que ahora, sin ninguna tutela de ningún vicepresidente en especial, el equipo presidencial se ha hecho totalmente con la función del departamento de Seguridad Nacional, con la Oficina Económica, con la Secretaría de Estado de Comunicación, la Secretaría General de la Presidencia y ya hay un Comité de Dirección de Presidencia del Gobierno (novedad Sánchez), presidido por el director del Gabinete… de tal forma que se ha armado la Presidencia del Gobierno orgánicamente dentro de la Administración, con una concepción de Ejecutivo más de empresa que de gobierno al uso. 

Un modelo que seguramente ha venido para quedarse. Y es que, con esta previa, huelga dar demasiados detalles sobre el porqué del protagonismo sin matices de Pedro Sánchez respecto del resto de miembros de su Consejo de Ministros, ¿verdad? Y es que Sánchez es el presidente de una coalición de gobierno progresista, sí, pero ha construido un Ejecutivo gobernado desde un Gabinete enfocado a medir, analizar y actuar. Y, como si de un presidente de una gran empresa se tratara, él vive resguardado la mayor parte del tiempo a los focos de las cámaras, y sale cuando el anuncio lo merece y además impulsa su apuesta presidencialista. 

Por ejemplo, para anunciar un horizonte cercano de vacuna, o un gran acuerdo en una cumbre internacional o cuando se consiguen unos Presupuestos después de años con los del PP prorrogados. El líder es el mensaje. Él es el mensaje de este Gobierno que sus gestantes decidieron desde el principio que debería dar un extra de sensación de (buena) gestión, precisamente para mirar de dar larga vida al modelo de coalición estrenado.

Pero también, claro está, a su gran impulsor junto con Iglesias, sin duda un Sánchez que con este proceder se puede asegurar con más opciones de éxito, no solo la presidencia durante años, sino también la paz en un PSOE donde, de seguir así, pocos le toserán hasta que no haya novedad en el frente en forma de gobierno en crisis. Mientras, él seguirá encarnando al líder fuerte que la gente quiere al frente de partidos y de gobiernos en tiempos de crisis. 

*Toni Aira es periodista y profesor de Comunicación Política e Institucional de la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM). Su último libro es ‘La política de las emociones’ (Arpa, 2020).

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Comentarios
  1. El candidato que hubiera llevado al socialismo a los de la rosa era José Antonio Pérez Tapia; pero no interesaba que el PSOE ejerciera de socialista, de lo que nunca ha sido.
    Poderosos poderes internacionales, los mismos que quieren mangonear en Venezuela, y que mangonean en los cinco Continentes no lo permitirían. Ellos quieren políticos que obedezcan, por éso designaron, CIA mediante, al de la pana. Saben quienes no se dejarían comprar, como Tierno Galván, y quienes sí.
    Ah, ¿hemos recuperado la democracia?. ¿De la tarde a la mañana? Yo que creía que la democracia seguía enterrada en las cunetas y que todo seguía bien atado tal como lo designó el dictador… yo que creía que seguíamos siendo un país inculto, manipulado y además sometido por la sanguinaria dictadura del capital.
    ¿Gobierno progresista? Bueno, es verdad que aún podría ser peor con lo que hay más a la derecha.

  2. Mientras tanto ; la impostora P$(-)€ continúa siendo en el mejor valedor y abogado defensor que se pudieran imaginar l@s componentes de la corrupta monarquía española que costeamos y padecemos.
    » GRACIAS P$(-)€……» pues finalmente resultáis ser el tapón que impide el progreso y la decencia para esta actual y cada vez más ; penosa España.
    Salud y próxima decencia.

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