Cultura | Otros
Una anti-lista de los libros que me salvaron del 2020
Este texto no pretende ser una lista de los mejores libros de 2020 pero la autora sí menciona algunos, antiguos y nuevos, que le han salvado el año.
Mientras Joan emergía de la grieta abierta en mi abdomen, el coronavirus cruzaba la frontera agazapado en unos pulmones. Así que el confinamiento me encontró ya confinada, disfrutando del permiso por maternidad. Poco a poco fui recuperando el control sobre mi cuerpo y, con él, la capacidad de concentración. Con las librerías cerradas a cal y canto tuve que recurrir a los libros que yacían olvidados en las estanterías. La sensación de vivir en un tiempo suspendido, unida al silencio que rugía en la calle, me empujaron a la lectura como un mosquito vuela hacia la luz. Al levantarse el confinamiento, las novedades editoriales comenzaron a abrumar los escaparates de las librerías. Y así continuo desde entonces, ávida de lecturas nuevas y con torres de ellas esperando su turno.
Este texto no pretende ser una Lista de los mejores libros de 2020 porque, lógicamente, nunca podría abarcarlos todos y me niego a contribuir a esa falsa obsolescencia que nos empuja a correr hacia lo nuevo, sin detenernos a descubrir aquello que aún nos es desconocido. Reivindico la necesidad de hablar de los libros que nos emocionan, que nos atrapan, que nos explican, sin que nos coarte a hacerlo su fecha de publicación. No dejemos que también los libros tengan fecha de caducidad. Son de las pocas cosas en la vida que duran para siempre.
Mis mejores lecturas de 2020
Estrené el año de la pandemia con Insurrección (Galaxia Gutenberg) de José Ovejero, con quien comparto este espacio de #UnaMareaDeLibros. Un escritor de oficio que nunca falla. Suelo decir de él que da igual lo que esté contando, que siempre está muy bien escrito. Y ya sólo eso es una gozada. En este caso, nos narra la relación entre un padre y una hija, cuyos mundos antagónicos se tornan mutuamente incomprensibles. Cada uno afrontará de forma diferente las contradicciones del salvaje y absurdo mundo en el que vivimos. En 2021 Ovejero publicará un nuevo libro de título muy sugerente, «Humo».
Poco tiempo después tuve la oportunidad de compartir lecturas con una de las mejores traductoras del panorama actual, Ainize Salaberri, quien me regaló uno de sus trabajos, «El descenso» (Navona) de Anna Kavan. Un conjunto de relatos que nos acercan a los subterráneos de la mente, donde habita la locura. Fue para mí un descubrimiento maravilloso. De esta misma autora, en próximas fechas, nos espera una nueva traducción de Salaberri que espero ansiosa. Además, os recomiendo que conozcáis otra de sus traducciones, «Buscando Mercy Street», uno de esos títulos incomprensiblemente maltratados que nunca es tarde para recuperar. Son las memorias de Linda Gray, en las que habla de la relación con su madre, Anne Sexton. Otro proyecto arriesgado y digno de elogio de la editorial Navona.
Tuve también la oportunidad de conocer a la escritora italiana Dacia Maraini de quien la editorial Altamarea publicó en castellano la crónica de un feminicidio ocurrido un siglo antes. Una investigación gracias a la cual recuperamos una parte de nuestra memoria feminista: «Isolina, la mujer descuartizada». Unos meses después, la misma editorial publicó un relato corto de la autora con un título muy acorde a los tiempos que nos ha tocado vivir: «Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia». Recomiendo empezar a conocer a Maraini con su «Cuerpo feliz», un soliloquio dirigido a su hijo muerto, que también ha publicado Altamarea.
Durante el verano sucumbí a una serie de títulos detectivescos de otra autora que escribió entre los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Me refiero a los libros de Josephine Tey recuperados por la editorial Hoja de Lata. Devoré casi todos los títulos de la colección a raíz del lanzamiento de la nueva traducción de «La hija del tiempo», un relato de intriga acerca de un presunto asesinato cometido siglos atrás que resolverá, desde la habitación de un hospital, el policía Alan Grant ayudado por un joven historiador. De la misma editorial disfruté también «Los motivos de Aurora» de Eric Hackle, el relato ficcionado del asesinato de Hildegart Rodríguez a manos de su propia madre en 1933. Por cierto, la traducción corrió a cargo de José Ovejero, quien también traduce y muy bien.
Precisamente fueron él y Edurne Portela, en el programa «Vermut literario» que conduje durante el confinamiento, los primeros en recomendarme a Juan Gómez Bárcena. En su obra «Ni siquiera los muertos» (Sexto Piso) despliega una gran maestría, no sólo por la narración, sino por la adaptación lingüística al habla del siglo XVI. Una obra que viaja en el tiempo para, entre muchas otras cosas, cuestionar el concepto de progreso a lo largo de la Historia.
Gracias a Cabaret Voltaire descubrí a Abdelá Taia, un escritor en lengua francesa de origen marroquí, el primero en hacer pública su homosexualidad en el país norafricano. En «La vida lenta» habla de lo que significa ser gay en Marruecos, en una sociedad en la que la homosexualidad existe pero de forma clandestina y suburbial. Tanto Abdelá como su personaje, Munir, se trasladarán a vivir a París en un autoexilio.
A finales de 2019 se publicó «Las madres no» (Tránsito) de Katixa Aguirre, una novela que nos sumerge en el poliédrico tema de la maternidad a través de una escritora que acaba de parir. Entonces se obsesiona por el caso de una mujer que ha asesinado a sus hijos y con la que le une cierto momento de su pasado. La misma editorial ha recuperado en 2020 una obra de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza, «La cresta de Ilión». Un trepidante relato en el que se cruza lo real con lo onírico, en el que la violencia contra las mujeres atraviesa la obra y el lenguaje es un arma de resistencia.
2020 ha sido también un año de obras recuperadas, nuevamente traducidas y revisadas. Es el caso de Sylvia Plath, que en pleno siglo XXI ha resurgido con dos publicaciones en editoriales diferentes. Tres hermanas ha hecho un esmeradísimo trabajo de actualización de sus cartas, para las que tiene preparados cinco volúmenes. Además, Nórdica ha apostado por el poemario «Ariel» ilustrado por Sara Morante. Dos oportunidades para descubrir a la verdadera Sylvia tras el icono de la escritora suicida.
La editorial Trampa ha hecho una labor parecida con una autora uruguaya desconocida para la gran mayoría, Armonía Somers. Transgresora y libérrima en su expresión creadora, escribió «La mujer desnuda», una novela corta de tintes eróticos y oníricos que nos recuerda a la escritura de la brasileña Clarice Linspector.
Otra recuperación reseñable es la de la francesa Violette Leduc y su obra autobiográfica «La bastarda» (Capitan Swing), prologada por Simone de Beauvoir, un clásico de la literatura feminista que era preciso rescatar del letargo de los libros descatalogados. Algo que también ha hechola editorial Navona, como es habitual, con la propia Beauvoir y su «Malentendido en Moscú» con prólogo de Rosa Regàs. Una novela sobre la vejez, la crisis de pareja y la visión del socialismo soviético que se escapa del ideal perseguido originalmente.
Páginas de Espuma nos regala uno de los mejores libros de 2020 que he leído este año y que ha llegado para trastocarlo todo gracias a la pluma de mujeres de otro tiempo: «Vindictas». La portada ya es toda una declaración de intenciones, con mujeres que iluminan a otras y les muestran el camino. Es un libro que recupera relatos de escritoras injustamente olvidadas como la española María José Elío con su «Locura», la colombiana Marvel Moreno y su «Barlovento» o la anteriormente citada Armonía Somers y su «Muerte por alacrán».
Pero si había una autora que precisaba urgentemente la restitución de su valor perdido era Elena Garro y sus «Recuerdos del porvenir», una obra portentosa exhumada en 2019 por la editorial Alfaguara y que, a mi parecer, había pasado sin pena ni gloria ante nuestras narices. La madre del realismo mágico merece nuestra lectura atenta, más allá de viralizar en redes sociales la crítica a una faja misógina.
He aprendido y disfrutado mucho de algunos trabajos de periodismo narrativo que os recomiendo con fruición. Comenzaré por hablaros del que me parece el cénit del género: «La aventura de Miguel Littín». Se trata de la historia del director chileno que se coló clandestinamente en el país para filmar un documental sobre la dictadura de Pinochet. Fue narrada en primera persona por Gabriel García Márquez, tras horas y horas de entrevistas con su protagonista. La edición colombiana original está descatalogada pero aún se pueden encontrar algunos volúmenes despistados en librerías de viejo.
Después pasé a leer a Josefina Licitra y sus «38 estrellas», la crónica de la fuga de mujeres de una cárcel uruguaya en plena dictadura. Una de esas historias eclipsadas tras la alargada sombra de la épica masculina. Y junto a ella hallé a una de las voces más potentes del género, Leila Guerriero. Sus columnas y transcripciones de conferencias, ¡+directas y encarnizadas, se encuentran recopiladas en dos volúmenes fantásticos: «Zona de obras» y «Teoría de la gravedad».
Este año ha dejado tras de sí una buena cosecha en el ámbito ensayístico, y una de las editoriales que más nos ha aportado es, indiscutiblemente, Capitán Swing. Comenzaré por hablar de «Las invisibles», un riguroso trabajo del periodista e historiador del arte Peio H. Riaño acerca de cómo el Museo del Prado, durante siglos, ha ignorado a las mujeres. Una obra visual y didáctica concebida para impulsar la transformación del museo hacia una mirada igualitaria que rompa con el discurso patriarcal dominante.
Esta editorial ha apostado por la divulgación de investigaciones acerca del calentamiento global y la pandemia del coronavirus. De hecho, su catálogo para el próximo año mantiene su compromiso con ambos temas. «Y ahora yo qué hago», de Andreu Escrivà, nos ayuda a comprender la profundidad del cambio climático y cómo afrontarlo sin recurrir a un recetario o varita mágica sino a través de reflexiones para impulsar un cambio de conciencia colectiva y, con él, un cambio de paradigma en la sociedad. Algo parecido hacen Javier Padilla y Pedro Gullón en Epidemiocracia, un trabajo de investigación y divulgación con el que aprender qué se necesita para salir de esta pandemia de forma exitosa y, por supuesto, colectiva. Ambos ensayos dialogan entre sí y son dos herramientas necesarias para entender el momento que nos ha tocado vivir.
De la editorial Episkaia llegó a finales de año «Utopía no es una isla» de Layla Martínez, codirectora de Antipersona, un ensayo que recopila las historias de quienes imaginaron y teorizaron la posibilidad de otros mundos mejores donde habitar. Su mirada abarca desde Tomás Moro y su «Utopía» hasta la revolución naxalita de la India en los sesenta.
El Premio Nacional de Ensayo 2020 ha sido para «El infinito en un junco» (Siruela) de Irene Vallejo, una maravilla que ha convertido en tendencia el amor por los libros y su historia. Contraseña ha editado otros de sus títulos : «El silbido del arquero», «Alguien habló de nosotros» y «El futuro recordado». De esta autora descubrí que hace años escribió una novela corta, sobre cómo vapuleó la represión franquista a una familia humilde zaragozana, que se encuentra descatalogada y de la que aprovecho para reclamar su reedición, «La luz sepultada». Yo sí la encontré y devoré. Por eso la recomiendo.
En mi mesita de luz esperan a ser acabados una pila de libros publicados en el año de la pandemia. «Seguir viviendo» de Ruth Klüger (Contraseña) será el último libro que habite durante 2020. Es la autobiografía de una mujer austríaca y judía superviviente al infierno de Auschwitz-Birkenau. Porque hay historias que nunca serán suficientemente contadas. Y la literatura, ya sea desde la perspectiva del que la lee como del que la escribe, siempre estará ahí para salvarnos, tanto de Auschwitz como de esta terrible pandemia.
Más de lo mismo, propaganda disfrazada de amor a los libros y buen rollito, qué son libros leídos o libros publicados? No lo tengo claro