Opinión

Política plebeya

"Desde lo plebeyo y, por tanto, libre y diferente, quizá pueda pensarse una reconfiguración de la política que no aboga por un mismo pasado, sino por un futuro en común".

El Congreso de los Diputados en una sesión de control al Gobierno. CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Pese a lo que suele creerse, la “plebe” no es la masa uniforme (o informe), sino la mayoría conformada de singularidades diversas. De atender al origen en los inicios de la monarquía en Roma, el plebeyo (del latín plebeii) era, por un lado, sinónimo de libertad porque se refería a hombres libres no esclavos que eran anexionados a Roma y, por otro, de diferencia, porque eran de procedencia y culturas muy diversas. De su gran número reciben su nombre: mayoría (plebs). Frente al patricio que apelaba a un origen que era el mismo para los integrantes de estas familias que los igualaba a todos en derechos y privilegios, por tanto, ponía el peso en aquel mismo origen, es decir, en una identidad que eliminaba cualquier tipo de diferencia; el plebeyo, sin embargo, partiendo de la diferencia como punto de partida, se esforzaba para articular, como resultado de un proceso, lo común desde una plétora de diferencias.

El patricio o su equivalente el aristócrata (del griego aristoi, el excelente o el mejor, y cratos, poder) abanderaron siempre una excelencia por naturaleza (o por intervención divina) que si le otorgaba privilegios era por su valor de nacimiento, y su criterio era el de apelar a un pasado que, en realidad, nunca existió. De ahí el concepto castellano de “nobleza”: aquel cuyo origen se conoce (lat. noscere). Nunca se sintieron parte del mismo pueblo que los plebeyos no solo por no compartir origen, sino por no compartir la idea de lo común. Para el patricio, desde su punto de vista, el plebeyo tenía un “mismo” origen: la masa indistinguible que utilizaban como insulto, mientras que el plebeyo daba cuenta de la singularidad de cada uno de ellos, otra plétora esta vez de múltiples y diferentes orígenes. Por eso, frente a lo mismo que quiere perpetuarse, desde un pensamiento plebeyo, lo común no es punto de partida uniforme sino resultado de un proceso de articulación de diferencias. Solo así, lejos de la identificación del “noble”, desde un pensamiento plebeyo se construiría comunidad en un disenso que busca la igualdad en la diferencia.

La pregunta es qué tipo de política queremos: si una que busca la identificación y el acuerdo homogéneo e integra en su sistema toda diferencia siempre y cuando esta haya sido “normalizada”, o bien una política plebeya en la que el objetivo sería una comunidad que construye lo común cuando el punto de partida es dispar y no homogeneiza a los ciudadanos diferentes para incorporarlos al sistema cuando sean “tipificados” como normales. Desde lo plebeyo y, por tanto, libre y diferente, quizá pueda pensarse una reconfiguración de la política que no aboga por un mismo pasado, sino por un futuro en común. Esta sería la política plebeya: la que se construye desde el disenso, hace confluir orígenes diversos y donde incluso aquel que fue noble, ya sin corona, pueda construir lo común si neutraliza la lógica de lo mismo. Los mejores ya no son los aristoi (ni nunca lo fueron), pero lo mejor sí puede venir de lo plebeyo. 

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Comentarios
  1. Lo plebeyo no es garantía de nada. Las políticas de Mussolini, de Hitler y de Döllfuss fueron plebeyas y ya ves a dónde llevaron.

  2. Lo plebeyo no es garantía de nada. Las políticas de Mussolkin, de Hitler y de Döllfuss fueron plebeyas y ya ves a dónde llevaron.

  3. UNA BUENA EDUCACION ES IMPRESCINDIBLE.
    El 22 de febrero de 2018 en la Comisión de Educación del Congreso se aprobó una proposición no de ley, respaldada por diversos grupos parlamentarios que instaba al Gobierno a:
    A-Garantizar el imprescindible carácter laico que debe revestir la Escuela como institución pública, dejando la religión confesional fuera del sistema educativo oficial, es decir, del currículo y del ámbito escolar.
    B-Denunciar y derogar los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede, así como los suscritos en el mismo sentido con otras confesiones religiosas, obligando al gobierno a proceder para el cumplimiento de ese mandato.
    Las actuales políticas educativas están provocando graves consecuencias que segregan a un alto porcentaje del alumnado, al aplicarse diferentes procesos de mercantilización y privatización.
    Existe un doble grave perjuicio para el alumnado, por un lado, es la segregación por motivos ideológicos, desde edades muy tempranas, vulnerando diversos convenios de la Infancia y, por otro lado, es la segregación por motivos económicos y sociales, como consecuencia de un Sistema Educativo selectivo e injusto y cada vez más elitista.
    EXIGIMOS QUE EN EL DEBATE EN EL CONGRESO DE LA NUEVA REFORMA (LOMLOE) SE POTENCIE LA RED PÚBLICA, ÚNICA QUE DEBE SER RECONOCIDA COMO SERVICIO PÚBLICO, FUNDAMENTAL PARA PRESERVAR EL DERECHO A LA EDUCACIÓN DE
    TODAS Y TODOS, EVITANDO -DE FORMA PROGRESIVA- LA DESVIACIÓN DE FONDOS PÚBLICOS HACIA INTERESES PRIVADOS DE TODO TIPO.
    https://laicismo.org/wp-content/uploads/2020/10/Concentracion-Congreso-LOMLOE-2020.pdf

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