Política
Tres años del primero de Octubre: el éxito de lo inesperado y el “mandato del 1-O”
Guillem Pujol analiza por qué el 1-O fue un éxito en clave de organización y desobediencia civil, y como ha evolucionado, tres años después, aquello que hoy en día se conoce como el “mandato del 1-O”
Artículo publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
Tres años no es tiempo suficiente para convertir en mito un hecho histórico concreto. La memoria del 1-O de 2017 es hoy todavía reciente. El 1-O representa el día en que tuvo lugar uno de los actos de soberanía y auto-afirmación más contundentes de la historia de Catalunya, y también, el día en que se puso en evidencia la manifiesta incapacidad de un gobierno – el de Mariano Rajoy – así como de las estructuras del régimen del 78’ – de dar una respuesta democrática a un problema democrático. Analizamos por qué el 1-O fue un éxito en clave de organización y desobediencia civil, y como ha evolucionado, tres años después, aquello que hoy en día se conoce como el “mandato del 1-O”.
El 1-O y los resultados inesperados
Si lo que sucedió hace tres años sorprendió a todo el mundo, fue, en gran parte, porque lo que ocurrió no estaba previsto. No lo preveía el Govern de la Generalitat, no lo preveía la Policía Nacional, y tampoco lo preveía la población catalana. Los políticos catalanes que contribuyeron a organizar el referéndum no contemplaban los hechos que sucedieron. La brutalidad policial sorprendió al Govern de la Generalitat, que no se esperaba una reacción de tal calibre por parte de las fuerzas del estado. En sus previsiones más optimistas, lo que se buscaba desde el independentismo (CUP a banda) era conseguir una foto: la de los colegios electorales cerrados por la Policía Nacional, y la de colas kilométricas de ciudadanos con una papeleta en la mano, símbolo del enfrentamiento entre democracia y autoritarismo.
La Policía Nacional, por su parte, no se esperaba la resistencia de la gente. Las noticias de las primeras cargas se esparcieron como la pólvora. Si lo que buscaban era provocar un “efecto disuasión”, lo que causaron fue todo lo contrario: una oleada de solidaridad que tomó las calles. Porque el día 2 de octubre, pocas eran las voces que habrían previsto lo que pasaría. Solo a raíz de una acción tan inesperada como contundente se puede explicar el elevado grado de solidaridad ciudadana que se desplegó aquel día.
Con las cargas policiales, el referéndum dejó de ser cosa de un bando y se convirtió en un símbolo transversal. Ya no se trataba de independencia sino de democracia y soberanía. El éxito del 1 de Octubre, analizado como acto de desobediencia civil, fue precisamente conseguir el único momento de transversalidad real que ha habido en todos los años del proceso independentista. La inmensa mayoría de la población, estuviera o no de acuerdo con la celebración de un referéndum, rechazaba la actuación de la policía, del gobierno de Rajoy, y de las instituciones del Estado. Un acto de afirmación soberana que entroncaba – y todavía entronca –, con el deseo mayoritario de la población catalana de decidir, en un referéndum vinculante, la relación de Catalunya con España.
El 1-O y la legitimidad de los resultados electorales
Según el recuento de votos del Govern, la participación global fue de un 43% de la población. Del total de los votos, un 90,1% fueron favorables al “sí”, mientras que solo un 7,83% votó que “no”. Un 1,98% de los votos fueron en blanco. Obviamente, la intervención policial impidió a muchos potenciales votantes acudir a las urnas; muchos otros, simplemente, decidieron no hacerlo al considerarlo ilegal. Con los resultados en la mano era muy difícil, por parte del Govern, convencer a la comunidad internacional, y, sobre todo, a la mitad de la población catalana que no votó, que los resultados del 1-O tendrían consecuencias en clave auto-determinista. Los propios observadores internacionales contratados por el Govern destacaron en su informe (además de denunciar la brutalidad policial) que, teniendo en cuenta el clima y las condiciones del referéndum, los resultados no disfrutaban de la legitimidad suficiente como para ser implementados.
El “mandato del 1-O”, tres años después
El “mandato del 1 de Octubre” es una frase que circula entre sectores del independentismo con significados diferentes. Debido a su gran valor simbólico, cada una de las fuerzas políticas con representación en el Parlamento (Junts por Cat, ERC y la CUP) ha ido construyendo, a lo largo de estos tres años, un relato diferente alrededor de lo que significa esta frase. Los analizamos.
Para Junts per Cat, el sentido actual del “mandato del 1 de Octubre” tiene que ver con una estrategia electoral que pretende hegemonizar el deseo de independencia al asimilar la posibilidad de esta al apoyo a la formación posconvergente. En este sentido, el “mandato del 1 de Octubre” significaría que de los resultados electorales del referéndum se derivaría una legitimidad democrática que permitiría hacer la independencia sin necesidad de obtener, ni unos resultados más amplios, ni una validación externa que la reafirmara.
Por ERC, en cambio, el “mandato del 1 de Octubre” no se interpreta como un supuesto mandato para implementar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), sino como la constatación de que la celebración de un referéndum vinculante es la única forma – real y efectiva – de hacer la independencia, que pasaría por la construcción de una alianza con diferentes partidos y fuerzas de todo el Estado.
La CUP, por su parte, emplearía el “mandato del 1 de Octubre” en un sentido que se situaría a caballo entre las posiciones de Junts per Cat y Esquerra Republicana de Catalunya. Mientras que serían conscientes que los resultados del referéndum no disfrutarían de la legitimidad suficiente para implementarlos, sí que considerarían que, precisamente la violencia policial y la resistencia ciudadana, legitimarían una estrategia de confrontación continua con el Estado.
Tres formas diferentes de interpretar la realidad, y tres estrategias diferentes para los tres partidos políticos independentistas. Tres años más tarde, la posibilidad de que Catalunya devenga un Estado independiente ya no se considera, en términos generales, una opción factible en el corto plazo. Pero hay una cuarta: del 1 de Octubre, y, sobre todo, de la no-aplicación de los resultados del referéndum, nació un fuerte descontento en una parte de los votantes independentistas que confiaron en las palabras de muchos políticos que prometían que los resultados del referéndum se podrían implementar. Estos, tres años después, no confían ni en los partidos independentistas, ni en el Estado español, ni en las instituciones catalanas. Una consecuencia más de Octubre de 2017.
Artículo publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
Y lo más ominoso: Los políticos catalanes encarcelados todavía.
Y las cunetas españolas dónde aún siguen enterrados los auténticos demócratas, los héroes y defensores de la legalidad, de los derechos y las libertades del pueblo, enterrados con la democracia secuestrada todavía.
Y la OTAN, la organización terrorista, el ejército del capital, que más muertes, desolación, miseria, ha causado en los cinco continentes.
¿Estamos o no manejados y sometidos por los más grandes capos?
Pero mucha gente está despierta y os apoya y vuestra lucha es la suya.
La manifestación en Madrid contra el juicio del Proceso, en directo:
https://www.ara.cat/politica/manifestacio-Madrid-contra-Proces-directe_3_2198210160.html