Internacional
El desenamoramiento
José Ovejero reflexiona sobre lo que queda de Europa: "Lo que le hace falta a la UE es justo eso de lo que carece: un proyecto amplio con el que enamorarnos, como lo fueron el de acercar a Alemania y Francia tras la Segunda Guerra Mundial".
Aquí donde me veis fui intérprete de la Unión Europea desde 1988 hasta que dimití en 2003. Para ser exacto, cuando yo llegué la UE no existía, era la Comunidad Europea, a la que muchos en España aún llamaban el Mercado Común. España había entrado en la CEE el 1 de enero de 1986; nuestro país era un socio joven e ilusionado. Aún intentábamos sacudirnos –y por lo visto no lo hemos conseguido– los residuos del franquismo, la amenaza de involución, la sensación de no pertenecer a la Europa moderna y abierta.
Muchos queríamos, no todos, quitarnos el pelo de la dehesa, romper el encierro en la estrechez de la historia de España. Ser un poco menos españoles y un poco más europeos. Era la época en la que una Comisión fuerte, a cuyo mando estaba el socialista Jacques Delors, era capaz de discutir de tú a tú con los representantes de los Estados miembros. Luego los dirigentes nacionales se encargarían de elegir a presidentes de la Comisión de poco fuste y empezaron una campaña para reducir el poder de la Comisión, hasta hacerse ellos con las riendas. A la cabeza de ese movimiento, en el fondo antieuropeísta, estaba el Reino Unido.
El 31 de diciembre el Reino Unido sale de la UE, con o sin portazo, con o sin acuerdo, que aún se está intentando alcanzar estos días. Hemos asistido a las negociaciones y desencuentros, provocaciones y amenazas de este divorcio que produce cierto vértigo porque es la primera vez que un país se separa de la UE, y para colmo en una época turbulenta en la que otros miembros incumplen sus compromisos, se ríen de los supuestos valores europeos, agitan el espantajo del (ultra)nacionalismo desde los escaños del mismísimo Parlamento Europeo.
Confieso que me alegro de la salida del Reino Unido; no por los británicos, pobres, a merced de esos populistas aristocráticos que desprecian a sus propios conciudadanos, sino porque a pesar de los problemas económicos que va a plantear y también de la pérdida de peso político de la UE en el mundo, me parece una oportunidad única para esa UE de la que ya casi nadie está enamorado.
No es que no le viésemos defectos ya hace mucho: por ejemplo, su progresivo escoramiento hacia el neoliberalismo, que ya se apuntaba con Delors, pero veíamos también la eliminación de fronteras, los intentos de crear una legislación medioambiental que mereciese ese nombre, la búsqueda de la armonización fiscal para generar más igualdad en Europa.
Por supuesto que no podemos culpar al Reino Unido de las deficiencias de la UE, pero me recuerdo saliendo de numerosas reuniones con aquella sensación de que sin ese país se avanzaría mucho más, porque siempre estaba ahí para torpedear la legislación medioambiental, la armonización de los derechos de los trabajadores, las políticas de protección de la salud, la ampliación de unos presupuestos que permitiesen a la Unión Europea realizar su trabajo. A menudo más dispuestos a defender su relación con Estados Unidos que los intereses europeos. Con UK no valía aquello de que es mejor tener a alguien molesto dentro de la tienda meando hacia fuera, que fuera de la tienda meando hacia dentro: el Reino Unido estaba dentro de la tienda y meando dentro.
Hace ya tiempo que la UE tiene que luchar contra la desafección y el desinterés de la ciudadanía, que la ven como un monstruo burocrático, imagen reforzada con mala fe por los gobiernos nacionales, que descargan sobre ella la responsabilidad de las decisiones que ellos mismos toman en Bruselas o Luxemburgo. Intentó hacerlo en el pasado sacándose de la manga una campaña para generar una identidad europea y la aprobación de una constitución; inútil hocus pocus; la identidad europea no existe, la Constitución carece de valor real, y tampoco los valores que supuestamente nos unen sirven de base a la idea de Europa: los europeos no compartimos los mismos valores –echen un vistazo al arco parlamentario español–, y si hay una mayoría que comparte ciertos valores básicos –defensa del imperio de la ley, de los derechos humanos, de la igualdad–, también los comparte con muchos extraeuropeos.
Lo que le hace falta a la UE es justo eso de lo que carece: un proyecto amplio con el que enamorarnos, como lo fueron el de acercar a Alemania y Francia tras la Segunda Guerra Mundial –que no compartían identidad, y valores de forma muy parcial–, o la eliminación de fronteras, o la protección del medio ambiente y de los derechos de los trabajadores. Tarea difícil de realizar tras el desprestigio sufrido durante la última crisis económica y justo ahora, cuando se ve atacada desde la derecha por los adoradores de las esencias –y los intereses– nacionales, y desde la izquierda por quienes se horrorizan por su sometimiento a los mercados y su incapacidad para resolver de forma digna las crisis humanitarias.
Es verdad que, aunque con enfrentamientos y tensiones que muestran las divisiones internas, ha vuelto a mostrar su utilidad durante la crisis de la COVID. Pero con el tiempo se ha ido imponiendo su imagen de aparato burocrático, necesario, pero poco atractivo, supeditado a los intereses del capital, y que no siempre está la altura. Y desde luego no bastan sus pequeños éxitos puntuales, esos chispazos, para despertar pasiones. Viéndola tan débil, tan insegura, y con tan pocos apoyos, dudo mucho que esto vuelva a suceder. Queda la esperanza de que la marcha del Reino Unido debilite a los otros países rémora en las votaciones de los grandes temas que podrían revivir el proyecto europeo, pero quizá, me temo, el divorcio haya llegado demasiado tarde.
Excelente artículo.
Respecto al «reino de España» (que humillante me resulta el nombre) no sólo no nos hemos sacudido los residuos del franquismo sino que como no supimos apagar la hoguera, no se ha hecho todavía VERDAD, JUSTICIA y REPARACION, el viento de los adoctrinados y del franquismo sociológico, han avivado los rescoldos de tal manera que ya no son residuos, ya casi es un incendio.
Ue dl PP alemania
https://www.youtube.com/watch?v=AgvKaLqMM1I&t=1026s